A la hora de la comida
Publicado en Oct 01, 2014
Y perdimos el interés de hablar,
el interés, porque la costumbre siguió ahí. Y olvidamos la emoción de besar, de mostrarnos afecto, salir y vivir nuevas experiencias, revelar nuestros pensamientos y problemas, morir tras una larga sesión de sexo y resucitar, fruto de la misma pasión. Simplemente dejamos de luchar. Y ahora nos ignoramos, dejamos de aguantarnos y cambiamos nuestros sentimientos por un derroche de individualidad. En una misma cama, duermen dos personas por separado, antiguos amantes, antiguos reyes del mundo. Todo terminó ahí, hace ya mucho tiempo, abandonamos las promesas que nos hicimos. Abandonamos nuestra felicidad. Y, ¿por qué razón? ¿Cómo es que llegamos a tales extremos? Lo desconozco, fue culpa del tiempo, fue culpa nuestra. Cada día es una nueva batalla, esperando tu regreso me mantengo firme, sutil y buena. Es difícil tenerlo que hacer, me apena querer arreglarlo todo, ¿estarías dispuesto a escucharme? Me duele porque aún te amo, sino no seguiría aquí. En este comedor. A esta hora. Contigo. Y, sin embargo, tú también sigues aquí... Tengo que saber lo que piensas, ya estoy harta de la eterna espera, por favor, José, no te enojes conmigo. Entiende que lo único que busco son respuestas. Lo único que quiero es recuperar tu interés, y así, comenzar de nuevo. Porque eres importante para mí, eres parte de mi vida y porque te prometí luchar y no pienso dejarlo de hacer. Tú harías lo mismo en mi situación... ¿verdad? Dejo de pensar, respiro profundo y me aclaro la garganta. Aquí vamos... Espero no llorar. Te molestas porque te he interrumpido, me enojo porque te molestas. ¿Qué no entiendes que te intento hablar? Años antes no dejabamos de hacerlo... Grito, fuertemente, lloro sin control. Está hecho. Vienes a mí, te duele verme así, lo dicen tus ojos. Me cuentas lo que ya sé y, también, lo que tú mismo piensas. Lo nuestro fue real. En algún momento. Y fue hermoso. Y no me arrepiento de todo lo que hicimos. Ni yo... Pero... así como vino este bello sentimiento, así también fue como se ha ido. Me abrazas mientras las lágrimas caen por tu rostro. Siempre fuiste bueno con las palabras... Ahora mismo reconozco lo mucho que te amo. El abrazo dista de acabarse. Por favor, no me sueltes. Este es el último abrazo y, el parte aguas de nuestro antes y después. Simboliza el final de un ciclo... Y el comienzo de otro. Porque este es el último abrazo pero también se ha vuelto el primero. Te amo, José, te amo muchísimo. Gracias. 30/09/2014
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