Reunin de ex-alumnas
Publicado en Oct 13, 2014
Soy una convencida de que no todas, pero aún existe una minoría de mujeres que al cumplir los 50, manifiestan los primeros síntomas de la enfermedad social, vulgarmente denominada: el viejazo.
Clarita, (la linda desde el Olimpo) Clara era una mujer independiente... Bella y esbelta, observaba elegantemente la vida desde su pedestal inalcanzable. Siempre había sido así, hasta el día en que el espejo le devolvió la imagen de una mujer triste. Ademas de un buen trabajo sin horarios, tapaba su malestar con horas vacías de pilates, yoga, terapia; frecuentemente salía de viaje a Europa, sola o con una amiga. Una mañana, mientras desayunaba su café con edulcorante, leyó en el diario que se reunían las egresadas del Normal 1, promoción 1982. Figuraba un telétofo de contacto, cuando llamó la atendió Emilce Rodriguez, la compañera de banco y mejor amiga de aquella época. Emilce ( la venganza de la fea) Emi, compañera y amiga de estudios de Clarita, se había casado con un empleado del Banco Nación. Como maestra había peleado por la titularidad; llegó a Directora de la Escuela. Por su desempeño y su pasión para enfrentar la vida se había jubilado joven aún, por una disrrítmia cardíaca hereditaria. Con 50 años recién cumplidos, Emi iba a la facultad, tenía tiempo para ella, hacía cursos de post grado. Historia Social siempre le había parecido un tema fascinante. El marido seguía en el banco, aunque ahora era Gerente. Juntos habían terminado de pagar el chalet de Castelar. Tuvieron 2 hijos varones, ya grandes e independientes... Sin lujos ni privaciones eran felices. En la reunión las dos mujeres se abrazaron con ternura, Clara sintió una angustia indescriptible y, con la excusa de un dolor de muelas se retiró temprano. Cuando se alejaba hacia la puerta, todas comentaban lo linda que estaba, lo fina y elegante que era, la admiraban mas por su posición socioeconómica y porque era libre de hacer lo que desease. Su aparición de esa noche, después de tanto tiempo, despertó comentarios envidiosos. Clarita subía a su coche con los ojos llenos de lágrimas, todas habían formado una familia y ella estaba tan sola... Cuando encendió el motor del auto, la voz cariñosa de Emilce le sacudió la desazón.. ¡ Clara, ¿ no me das tu teléfono, cómo te ubico?! ¡Sí qué tonta!, ¿hasta donde vas Emi? Vivo en Castelar, pero esta noche me quedo en lo de mi hijo. ¿ Dónde es? San Cristobal. ¡ Te llevo, dale subí!, guiame que no conozco. Emilce subió y las dos mujeres se miraron a los ojos. ¡ Qué lindo volver a vernos, no?!...
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Federico Santa Maria Carrera
Puedo entender que hayas tenido tus dudas en el remate de este delicioso cuento, sin embargo, en lo particular ha sido de mi total agrado que así fuere, puesto que de tal manera uno se aventura con sus propios ideales y el agrado final se acentúa.
Cariños, María del Rosario.
maria del rosario.
Yo también soy propensa a las añoranzas, que no quiere decir que el tiempo pasado haya sido mejor, sino que la juventud se nos fue de las manos, y ya no volverá...
U saludo.
M.del R.
Mara Vallejo D.-
Agridulce se tornan esos encuentros. Tus letras tocaron una realidad que azota a cuanta generación venga. ¿Sabes? soy un tanto alérgica a esos encuentros y las pocas veces que he asistido he tomado una táctica expresiva:
Al salir, en forma un tanto despectiva les digo:
"Hablen y critiquen ya, o callen para siempre, pues un micrófono abierto, ha quedado en un bello lugar . . En sus conciencias." (Risas)
Buena historia, querida amiga.
abrazos
maria del rosario.
A decir verdad me demoré en publicarlo porque el final decae, un poco o bastante.
Me costó cerrar el relato, todavía creo que el cierre es flojo, bueno!! quedó así y chau....
Un beso hermana, gracias por pasar... muac, muac....
maría del r.
Gustavo Adolfo Vaca Narvaja
Felicitaciones M Rosario
maria del rosario.
y, ¡ feliz feriado nacional!
María del Rosario