NO MATARS
Publicado en Nov 24, 2014
Mientras enderezaba los alambres con una pinza, pensaba en el tiempo que había dejado pasar antes de hacerlo. La tapa del hogar de su mascota era una estructura enrejada que la protegió, en su momento, de posibles depredadores, y la contuvo. Sujeta originalmente por un extremo, con alambres, estaba ahora además amarrada por la gramilla, con vigor y saña.
Su naturaleza empática le pedía tiempo a sus duelos, y evitaba tocar aquello que le evocaba satisfacciones y culpas, y que aún le dolía en el corazón del pecho y también en el del cerebro. Así quedaban, en su vida, espacios físicos intocables de dolor y ausencias: un vidrio sucio por un hocico que ya no lo era, un garabato en la pared del living, la marca de un anillo en su anular (él hablaba siempre de su anillo como del “miembro perdido”: aquel que se siente aún cuando ya no está y que más de una vez lo incitó a girarlo juguetonamente cuando ya no lo tuvo). Había perdido a su mascota al día siguiente de comenzar su último trabajo, cinco años atrás, y nunca pudo dejar de relacionarlo con la tragedia doméstica. No estaba muy seguro de por qué había aceptado la propuesta. No tenía necesidad de hacerlo… Pudo haber dicho “no”. Tal vez, pensó, lo sedujo la idea de la nueva experiencia. El ego involucrado, y la naturaleza temeraria de su “yo” más íntimo. El “no” estaba ahí. Pero no lo tomó. El “no” estuvo siempre revoloteando en su mente sin llamar su atención. “Si no “A”, entonces “B”…” Negar una proposición implicaba otra tan irreal como la primera considerando, en su mente lógica, que el futuro no existe. Matarás, entonces no no-matarás. Y la mató. Cada día de su vida conyugal supo que había un punto, su talón de Aquiles, que había que proteger (la ya mencionada naturaleza empática lo exigía). Como un globo que se infla y deja entrever su punto más débil, más fino, más vulnerable… Así las situaciones lo habían llevado a visualizar el de su compañera. Matar no se limita a quitarle vitalidad a un cuerpo. También es destrozar las convicciones, oprimir una idea, comprimir el ego… Entonces, cuando sintió que la realidad y el presente debían imponerse, afinó sus palabras, y atravesó despaciosamente sus fibras más frágiles. Henchido de aire banal, e impulsado por la pérdida, el globo se disparó, alejándose. Él también tenía su talón de Aquiles, y esta vez cada uno se haría cargo de lo propio. Levantó la tapa del hogar de su cobayo. La hierba se elevaba hasta el borde. No debió haber tomado ese empleo. Debió tener el “no” más fácil, contundente. También para ella.
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Gustavo Adolfo Vaca Narvaja
“Debió tener el “no” más fácil, contundente”.
También para ella.
Felicitaciones Olga
Olga Karpuk