Un menda llamado Pedro (Teatro) Segunda Escena.
Publicado en Dec 06, 2014
ESCENA SEGUNDA
Personajes: Mendigo (mal vestido) Rodolfo (criado de la casa de Pedro) Moncada (mayordomo de la casa de Pedro) Siruela (un fraile dominico descalzo y con capucha) Pedro (alto burgués) Peral (un cantautor) Ramona (esposa de Pedro) Abad (prior de un convento) Don Juan (un galán adulto muy atractivo) Don Tarso (el médico de cabecera de Pedro) Don Caspa (el peluquero de Pedro) Elena (hija de Pedro) Nina (suegra de Pedro) Marcelino (el jardinero de la casa de Pedro) Peón (un albañil empleado de Pedro) Marcelino (vecino de Pedro) Escenario. (Amanece y el mendigo se encuentra tumbado en el sofá donde ha estado durmiendo toda la noche) Mendigo (Se incorpora, se restrega los ojos y mira a todos los lados).- Amanece en lontananza /¿Qué le pasa a mi panza? / ¿Habré demasiado cenado / y me siento muy pesado? / ¿Cuáles son estas paredes / que no conozco de nada? / ¡Vaya pasada! / ¿Habré caído en las redes / de alguna mujer embrujada / llamada tal vez Mercedes? (Por fin se levanta) Mendigo.- ¡Yo me marcho enseguida / no vaya a ser que descubran / que me he comido la guinda/ del pastel de este tal Pedro! / Me parece que me pierdo / deseando descubrir / todo lo que no recuerdo / después de tanto dormir. (Se escucha el canto lejano de un gallo) Mendigo.- ¡Vaya con el gallito! / Ahora a alguien despierta; / voy a ver si no grito / cuando sepan que he soñado / con haberme acostado / con doncella de palmito. (Hace una pausa antes de continuar) Mendigo.- ¿En qué día hoy estamos / que parece primavera? / ¿Pensarán que soy calavera / ligando con señoritas? / ¡Ay ánimas benditas / que sardinas he zampado! / ¡Me las comí de un golpe / y al parecer el sirope / me dejó el cuerpo alterado! (Se estremece cuando escucha pasos que se acercan) Mendigo.- ¡Ya se acercan los verdugos / a cada cual más tarugos! (Parece enloquecer) Mendigo.- ¡¡Ay Dios mío, qué desgracia!! ¡¡Parece que no tiene gracia / que me haya engullido / todas las ensaimadas!! / ¡¡Y qué buenas ensaladas / con el tomate bien frito!! / ¿Por qué grito? (Hace otra pausa) Mendigo.- ¿Moriré en este día / por comerme la sandía? / ¡Cielo santo, cielo santo! / ¡Escucho el lejano canto / de alguna criada despierta / y mi muerte es bien cierta! / ¡¡Qué espanto, qué gran espanto!! (Aparece el criado Rodolfo, viejo mal encarado y cetrino) Rodolfo.- ¿Quién eres tú, pordiosero? Mendigo (desolado).- Alguien que está sin dinero... Rodolfo.- ¿Os habéis comido el pan? / ¿Qué ha pasado con el flan? Mendigo.- ¡No era ese mi plan! Rodolfo.- ¡Habla ya por esa boca! ¿Qué ha pasado con la oca? Mendigo.- ¡En mi tripa ha terminado! Rodolfo.- ¡Como brilla tanto el sol / que hoy serás apaleado! Mendigo.- ¿Sólo por haber cenado? Rodolfo.- ¡Y por domir bien caliente / mientras hay otra gente / que pasa frío en la calle! Mendigo.- ¡Calle usted, hombre, calle! / ¡Que de la calle yo vengo / y ahora me entretengo / ensaber cuál aventura / ha sido esta hartura / que ha engordado mi talle! Rodolfo.- ¡Me da a mí en la mente / que eres un tipo chiflado! Mendigo.- ¡Porque usted siempre se miente / como un falso y mal criado! Rodolfo.- ¡Como se entere Elena / le va a dar mucha pena / verte tan desvariado! Mendigo.- ¡Sepa usted que ya me ha dado! / ¡Yo por ella estoy servido / y si hasta aquí he vivido / ha sido por su agrado! Rodolfo.- ¿Qué dice usted, botarate? Mendigo.- Que he cenado yo bastante / gracias al buen agrado / de quien vos habéis citado / y es una joya brillante. Rodolfo.- ¿Es que no tenéis miedo / de que se entere Aranzana? Mendigo.- ¿Ese tal cantamañana? Rodolfo.- ¡Cuidado con lo que dices! Mendigo.- ¡Narices! Rodolfo.- ¡Os veo colgando de un pino! Mendigo.- No es eso lo que yo opino. Rodolfo.- ¡Aranzana no perdona! Mendigo.- Para mí no es ni persona. Rodolfo.- ¿Tienes valor de decirlo? Mendiga.- Como la mirla a su mirlo. Rodolfo.- ¿Olvida usted, majadero, / que tiene tanto dinero / y por eso es buen partido? Mendigo.- ¡No sirve como marido / quien parece niño de pecho / y en lugar de ir derecho / va siempre más bien torcido. Rodolfo.- ¡Sigue usted ya tan terciado / que le veo desgraciado! Mendigo.- Pues estoy muy mejorado / cuando observo vuestra pinta / que pareceis chupantita / o pingüino mareado / ¡Y eso yo os lo digo! Rodolfo.- ¡¡Mendigo!! (Entra en escena el mayordomo Moncada) Moncada.- ¡Vive Dios! ¿Quién ha gritado? Mendigo (asombrado) ¿Estáis todavía vivo? Moncada.- ¿Es que me has recordado? Rodolfo.- ¡La vida es un tiovivo! Moncada (a Rodolfo).- Le conozco del pasado. Rodolfo (se queda como cortado).- ¿Algún amigo olvidado? Moncada (enérgico).- ¡Que nadie sepa lo dicho! Rodolfo (todava algo cortado).- ¿Fue amigo de este bicho? Moncada.- Yo tuve suerte y él no / pero de bicho no es nada / pues siempre me dio posada. Rodolfo.- ¡No me creo eso yo! Moncada.- Aunque olvidarlo quisiera / yo nunca jamás pudiera. Mendigo (que todavía no sabe bien que hace allí).- Fuiste mi amigo, Moncada / mas me quedé en la estacada / mientras tú bien que supiste / cuando tuviste enamorada / y yo me quedé sin alpìste / ¿O no recuerdas ya nada / de lo que tú me ofreciste? Moncada.- ¡Eso ya es agua pasada! Mendigo.- ¿Ocultas que fue por mi gracia / por lo que cazaste a la Engracia? Moncada (sonriente).- ¡Qué grande fue la acampada! Mendigo.- Pero yo me quedé sin nada. Moncada (sin sonreír).- Quizás porque no quisiste. Mendigo.- Me parece un mal chiste / pero si quieres ya risa / pregúntale a la Marisa / qué es lo que tú no viste. Moncada.- ¿Algo viste y no yo? Mendigo.- La vida es como un yoyó Moncada.- ¿Alguna fábula rara? Mendigo.- La que Dios siempre prepara. Moncada.- ¿Puedes decirlo más claro / por ver si yo me aclaro? Mendigo (Irónico).- Unas veces estás arriba / otras veces estás abajo / a veces alguno silba / mientras otros son cascajos. / Yo sé que quien se pica / es por comer tantos ajos / pero en la vida no repica / el que busca los atajos / y descubre enseguida / que no hizo bien los trabajos / mientras otros en la vida / los hemos hecho a destajos. Moncada.- ¡Vos sois más mentiroso / que un obispo perezoso! Mendigo.- Yo no comprendo otra cosa / más que vida mentirosa / pero en diciendo verdades / os digo mil realidades. Moncada.- ¿De verdad no estáis loco? Mendigo.- ¡Poco a poco! / ¡No me comáis el coco! Moncada.- Lo que en verdad no comprendo / es cómo vivís así. / Escucho y no entiendo / que os hayan dado un sí. Mendigo.- Porque Elena no es tacaña / como esa cierta calaña / que de hombres tienen poco / y de mujeres tampoco. Moncada.- ¿Tampoco sabéis de mujeres? Mendigo.- ¡Tengo yo otros placeres! / ¡En teniendo tanta gusa / ninguna quiso ser musa / de este poeta perdido / aunque alguna sí ha querido! Moncada.- Buena confesión la vuestra. Mendigo.- Recito si queréis una muestra. Moncada.- ¡Recita! Mendigo.- Por ejemplo de visita / he comido flan con nata / lo cual siempre me delata / como si fuese un cuentista / ¡Abro la boca y como / un solomillo de lomo. / ¿Será porque tengo clase / y estoy en primera fase / de crecimiento supongo? Moncada.- ¡Ay que grande fantasía! Mendigo.- ¡Puedo seguir todavía! Moncada.- ¡Seguid si os sentís contento! Mendigo.- Yo en algún convento / he comido algo de más / pero comí además / algo más que alimento. / ¡Dejad que tome aliento! Moncada.- ¡Daos un poco de prisa / pues tengo que ir a misa! Mendigo.- ¿Vais a cambiar de camisa? Moncada.- ¡El asunto no es de risa! Mendigo.- No me río yo de nada / salvo que esté de pasada / mas como paso de todo / un polvo trae siempre lodo. Moncada.- ¡¡Soy mayordomo fiel!! ¡¡Como la uña a su piel!! Mendigo.- ¡No os déis por aludido! ¡Intencionado no he sido! Moncada.- Hablando de intenciones / ¿vos sabéis bien de canciones? Mendigo.- Yo canto cuando me espanto / pero no si me levanto / pues en cantando tumbado / algo es lo que he cantado. Moncada.- ¿Cantáis cuando estáis soñando? Mendigo.- Y cuando voy caminando. Moncada.- Me dáis pena de verdad. Mendigo.- Porque tenéis mucha edad. Moncada.- ¿Acaso me llamáis viejo? Mendigo.- Prefiero llamaros pendejo. Moncada.- ¡Como soy un buen creyente / creo que estáis demente! Mendigo.- Entonces hínquele el diente / a alguien mucho más blando / porque yo nunca me ablando / al hablar con cierta gente. Rodolfo (entra en la escena muy azorado).- ¡Viene gente! ¡Viene gente! Mendigo.- ¡Chilláis más que un vidente! Moncada.- Vamos a ver si ahora / os mostráis ya tan valiente. Rodolfo.- ¡Os ha llegado la hora! Mendigo.- Alguna había de ser... Rodolfo.- No os asusta al parecer... Moncada.- ¡Cuánto yo he de gozar / cuando ya os vea colgar! Rodolfo.- Salid deprisa y corriendo / puesto que yo ya no respondo / cuando os estén al fin cogiendo! Mendigo.- Soy mendigo y no cobarde. / Para morir nunca es tarde. Rodolfo.- ¡¡Que se avecinan!! ¡¡Que ya se arremolinan!! Moncada.- ¡Dejdalo por imposible! Mendigo.- ¡Todo esto es risible! (Se van corriendo Moncada y Rodolfo) Mendigo (otra vez solo).- ¡Pobre de mí, me he perdido / la comida estupenda / que en la casa de este menda / había ya conseguido! / ¿Qué delito he cometido / contra este mundo comiendo? / Aunque si comí entiendo / que el menda esté ofendido / pues yo no habré nacido / para comer en la mesa! / ¡Y cuánto dolor me pesa! (Pausa) Mendigo.- Sólo quisiera comer / sin tener tantos recelos / que saben muy bien los cielos / que me tienen que doler / las muelas de esta mi boca / cuando la comida es poca / y además jamás se goza / como he cenado esta noche. / Quisiera yo beber un ponche / por coger una cogorza. (Pausa) Mendigo.- Come el tonto y come el necio / y siendo yo mucho más recio / ¿por qué mi pecado es comer / con todo lo que me aprecio? / Come el asno lo que quiere / y hasta aquello que prefiere. / ¿Y siendo yo un humano / un buen y grande banano / no existe para mi boca? / ¡Vaya esta vida más loca! (Pausa) Mendigo.- ¡Comen el monje y la monja / como come una esponja / y siendo yo más sincero / ¿por qué por comer ahora muero / sin apenas un miloja / que llevarme al otro mundo? / ¿No es cierto que un mudo / aunque no habla bien come? / Pues yo que suelo hablar / ¿porqué el hambre me recome? (Pausa) Mendigo.- ¡Come el viejo y come el joven / aunque los demás se joroben! / ¿Por qué yo comer no puedo / ya que a este mundo he venido / y quedarme yo me quedo / contento con lo comido? / Si en comiendo una persona / se hace más saludable / ¿por qué no es razonable / que coma yo en la tahona? (Pausa) Mendigo.- ¡El niño come su bollo! / ¡La familia una paella! / ¿Por qué come tan bien ella / mientras yo no desarrollo / mi estómago como tal? / ¿Por qué resulta fatal / que coma yo una cebolla / mientras otros comen olla / si comer es un derecho / estés bueno o estés mal hecho? (Pausa) Mendigo.- ¡Todos comen del pastel / y las uvas moscatel! / ¿No puedo comer yo gachas / o cosas de algún puchero / si comer es lo que quiero / para ponerme bien cachas? / ¡Si hay justicia en este mundo / que me dejen ya vivir / comiendo para sentir / que no soy un vagabundo! (Entran en escena, atropellándose unos contra otros, Moncada, el fraile Ciruela, Pedro, Peral, Ramona, Un abad, Don Juan, el médico Don Tarso, el peluquero Don Caspa, el jardinero Marcelino y el albañil Peón. Por último, cuando ya todos están calmados, llegan Elena y Nina) Elena.- ¿Habéis ya desayunado / caballero tan agraciado? Peral.- Tengo ganas de cantar... Mendigo.- Quisiera desayunar... Elena.- ¿Queréis dos huevos revueltos? Mendigo.- Los prefiero más bien sueltos. Ramona.- ¡Qué gracioso es el galán! Peral.- ¿Puedo cantar al tran trán? Elena.- ¡Que desayune el caballero / es lo que yo prefiero! Ramona.- ¡Mirad que estáis prometida! Elena.- ¡Solamente estoy pedida! / Más mi palabra no he dado / todavía a mi amado... Peral.- Puedo o no puedo cantar... Elena.- ¿Es que no sabéis esperar? Mendigo.- Podeis cantar cuanto sea / si Elena así lo desea. Peral.- ¡Elena, mi bella Elena! / ¡Tengo una que es muy buena! Elena.- ¡Espero que usted, Peral, / no lo hagais bastante mal! Peral (cantando mientras rasga su guitarra).- ¡Neuralgias / de reírme como loca / sentado sobre una roca / mientras vuela el avión! / ¡Abulia / de estar siempre yo sentado / mientras otro a su lado / pronto pronto comerá jamón! / !Mendigo ! ¡Yo no quiero jorobarte / ni mentirte ni tocarte / pero no puedo dormir! Elena.- ¿Vais todavía a seguir? Pedro.- ¡Esto ya es demasiado / y estoy impacientado! / ¿Qué quieres tú, mi Elena, / después de que en la cena / este mendigo tragó / todo lo que había en la mesa / y algo de la despensa / que el muy ladino encontró? Elena.- ¡No quiero desempararle! Padre.- ¿Y qué quieres tú ya más darle? Elena.- ¡Un poco de mi corazón! Ramona.- ¿Has perdido ya la razón? Don Caspa.- ¿Si le cortara yo el pelo / serviría de consuelo? Don Juan.- Es algo muy razonable. Abad.- ¡Yo le daría dos ostias / en vez de ser tan amable! Pedro.- ¡Nada de violencia en mi casa! / ¿Se puede saber qué pasa? Abad.- ¡Se merece las dos ostias / en lugar de tantas ostras! Ramona.- ¿Sois en verdad un abad? / ¡Aprended bien la bondad! Abad.- Sólo era un consejo / para salvar al conejo. Peral.- (cantando mientras rasga su guitarra).- ¡El hijo de la Leonor! / ¡Tan tonto como crecía / que terminó de pastor! Pedro.- ¿Se puede saber si esto es guasa? Abad.- ¡Hagamos por fin una pausa! Peral.- (cantando mientras rasga su guitarra).- ¡El hijo de la Leonor! / ¡Tan tonto como crecía / que terminó de pastor! Abad.- ¡Ninguna gracia le veo / a eso que vos cantáis! / ¡No veo qué le encontráis / a este mendigo tan feo! / ¡Si lo veo no lo creo / y debe ser hasta ateo! Pedro.- ¡No es feo sino normal! / ¡Yo no le veo tan mal! Peral (cantando mientras rasga su guitarra).- ¡Vaya con el mán! / ¡Qué manera de empinar el codo! / ¡Es un caimán / que se ha comido todo! Pedro.- ¡Me voy a quedar en la ruina! Mendigo.- Yo arruinarle no quiero / mas si no como me muero. Pedro.- ¿Queréis probar la lubina? Mendigo.- Si es capricho pasajero / ¡Querer vaya que quiero! Peddro.- ¡Que ya no se hable más! / ¡La lubina comerás! Abad.- ¡Esto ya no es amor! Peral (cantando mientras rasga su guitarra).- ¡El hijo de la Leonor / tan tonto como crecía / que terminó de pastor/ Mendigo.- Yo no soy ningún impostor / metido a cantautor / sino sólo un humano / que quiere crecer bien sano. ASbad.- Y luego voy y me lo creo... Mendigo.- Pues yo el asunto lo veo / desde otra perspectiva / cuando alguien va a la deriva / debe cumplir su deseo. Elena.- ¡Qué bien recita este pobre! Ramona.- ¡Es de verdad un hombre! Mendigo.- Jamás llevo la contraria / a las mujeres hermosas / les regalaré un par de rosas / para evitar la malaria. Elena.- ¡Qué gran corazón de noble! / ¡Que sea, por favor, el doble! Mendigo.- ¡Cuatro rosas cogeré / y a las dos entregaré! Ramona.- ¿Seréis vos tan galante? Mendigo.- ¡Va mi palabra delante! Moncada.- ¡Tenéis demasiada cara! Mendigo.- El que promete no para. Ciruela.- ¡Esto ya no lo aguanta / por más tiempo mi garganta! Mendigo.- ¡Seguid callado buen fraile! !Que baile quien quiera baile! Moncada.- ¡Abusaís de mi confianza / después de llenar la panza! Mendigo.- ¡Vos sois solo un mandado / así que quedaos callado! Moncada.- ¡Como soy un mayordomo / en verdad que yo os domo! Mendigo.- Nada de violencia barata / que yo soy león y no gata. Moncada.- No he querido insultarle. Marcelino.- ¿Ya no dice nada el fraile? Mendigo.- Las palabras de un jardinero / sólo buscan buen dinero. Moncada.- ¡El dinero no se toca! Mendigo.- ¡Entonces cerrad la boca! ¡Porque si yo de eso hablare / este menda al fin sabría / quien su cuenta bien abría / para en demasía gastarle. Moncada.- ¡¡Mendigo por favor callar!! Mendigo.- ¡Pues dejarme desayunar! Moncada.- ¡Que os aprovechen los huevos! Mendigo.- ¡Prefiero que sean nuevos / pues de gallina muy vieja / tengo yo alguna queja! Moncada.- ¡Vámonos todos afuera / para que de hambre no muera! CAE EL TELÓN DE LA SEGUNDA ESCENA.
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