Un menda llamado Pedro (Teatro) Tercera Escena.
Publicado en Dec 07, 2014
TERCERA ESCENA
Personajes: Froilán (hermano de Pedro) Alfredo (hermano de Pedro) Girón (amigo de Elena) Moncada (mayordomo de la casa de Pedro) Mendigo (mal vestido) Ester (amiga de Elena) Encarnita (amiga de Elena) Raquel (esposa de Froilán) Azucena (esposa de Alfredo) Elena (hija de Pedro) Ramona (esposa de Pedro) Lopito (hijo de Froilán) Lupita (hija de Alfredo) Pedro (alto burgués) Peral (cantautor) Moncho (vecino de Pedro) Berenguela (esposa de Moncho) Don Suero (farmacéutico) Don Gil (veterinario) Zaida (gitana) Escenario: (Todos están comiendo en la casa de Pedro) Froilán.- Existen ciertos rumores / sobre diversos amores. Alfredo.- Deben de ser mentiras. Girón.- ¿De altas o bajas miras? Alfredo.- Este mundo está bien lleno / de historias como relleno. Froilán (masticando un trozo de tocino).- ¡Vive Dios que está muy cuerdo / quien come como un cerdo! Alfredo.- ¡Ha acertado de pleno! Moncada.- Pues un relleno con pasas / digno es de grandes casas. Froilán (sigue masticando el trozo de tocino).- ¡Esto sí que está bueno! Moncada.- ¿Puede usted poner el freno? Froilán.- ¿Y dejar que otro engorde? Moncada.- ¡No me sea usted tan borde! Froilán.- ¡Bordeando bordeando / usted se está atragantando! Moncada.- ¡Pues usted a las patatas / se las come como a ratas! Froilán.- ¡¡Miente!! Moncada.- ¿No tiene usted suficiente? Froilán.- ¡Es usted tan venenoso / que cree que los demás somos / los que comemos los lomos / sintiéndose generoso / mientras ataca jamones / berberechos y limones / como ataca a la gente / mientras hinca bien el diente! Moncada.- ¡¡Yo que usted me callaría!! Froilán.- ¿Es sargento de caballería? Moncada.- ¡¡No admito yo más insultos!! Froilán.- ¡Estamos entre adultos! Moncada.- ¡¡Hay dos niños aquí presentes!! Froilán.- ¡Consideroslo ausentes! Moncada.- Sigamos con las verdades / ¡Algunos cuyas edades / se pierden en las memorias / nos cuentan unas historias / que sólo son necedades! Alfredo.- ¿Está hablando de mí? Moncada.- ¡Está muy claro que sí! Girón.- Ya a mí me parecía / que hoy era un raro día. Moncada.- ¿Sois un amigo de Elena? Alfredo.- Se refiere a otra mujer... / que por cierto está muy buena... Moncada.- ¿Quién es si se puede saber? Girón.- Como hay niños delante / yo creo que ya es bastante. Moncada.- ¿Escondéis alguna sorpresa? Alfredo.- ¡No es tema de sobremesa! Moncada.- ¡Pues a mí mucho me pesa / que haya ya ciertos murmullos / de parejas con arrullos / sin que yo me haya enterado! Froilán.- ¿Es usted desmemoriado? / ¡Ya llueve sobre mojado! Moncada.- ¡¡Mi fidelidad a la Engracia / nadie la pone en duda!! Froilán.- Sabemos que está macanuda / más gracia tiene la cosa / si comiendo a dos carrillos / se perdieron los anillos / de estar casado por cierto... Moncada.- ¿Quién os ha contado ese cuento? Froilán.- Alguien que me hace descuento / sólo por escucharle... Moncada.- ¡Ha debido ser el fraile! Froilán.- ¡Esta vida es un baile! / ¡Con la Iglesia hemos topado / dijo Quijote enamorado! Moncada.- ¿Y ese fraile que os descuenta? Froilán.- De mis pecados veniales / me hace llevar la cuenta / pero alguno me descuenta / por escuchar sus seriales. Moncada.- ¡Viejo, cobarde y patán! Froilán.- ¡Y vos sólo un charlatán! Moncada (sacando una buena tajada).- ¡Ese tal fraile Ciruela / miente más que mi abuela! Alfredo.- ¡¡Dejad en paz la cazuela!! Moncada.- ¡Es verdad que sois hermanos / porque bien metéis las manos / al bolsillo de este menda! Froilán.- ¡Y vos siempre a su merienda! Mendigo.- ¿Merienda habéis bien dicho? / ¿Es verdad o es capricho? Raquel.- Una vez callado mi esposo / ¿habrá café y reposo? Mendigo.- ¡Que sea café con leche / y una siesta más bien larga! Azucena- ¡Eche padrino eche / pues hay quien mucho se traga! Mendigo.- ¡Si lo decís por los huevos / yo no soy como los cuervos! Azucena.- ¡Lo digo por otras gentes / que hincan muy bien los dientes! Mendigo.- Poiblemente no mientes. Azucena.- ¡Hasta que sequen las fuentes! Mendigo.- ¡Vaya tan grande ensalada / se está aquí formando! / Cuando todo haya acabado / a ver si comienza la siesta. Azucena.- ¿Es que habéis dormido mal? Mendigo.- ¡Lo he pasado fatal! Azucena.- Pues ella bien os adora... Mendigo.- ¿Podéis decirme la hora? Azucena.- Veo que os he decubierto... Mendigo.- A todas estoy yo abierto... Azucena.- ¿Es que os estáis ya burlando? Mendigo.- Yo sólo estoy comentando / y si queréis confundirme / habréis de hacerlo bien firme. Azucena.- ¿Os creéis más bien gracioso? Mendigo.- ¿Hay aquí algún celoso? Azucena.- Es que decís muchas cosas. Mendigo.- Por un asunto de rosas. Azucena.- ¿Es verdad que hay amor? Mendigos.- Aunque con cierto dolor / no por vivir cual vagabundos / amar no sabemos los hombres. / Podemos ser mas bien pobres / pero bien conocemos los mundos. / Algunos quizás se funden / con amores que confunden / mas los que sabemos hallar / aprendemos a callar / ya que en boca cerrada / cuando el amor nos inunda / por favor nadie confunda / lo vivido de pasada / porque soñamos amores / que nos son tan imposibles / que no nos son bien posibles / por no tener para flores. Elena.- Sois muy joven en edad / mas no mostráis ansiedad... Ramona.- Yo le veo bien despierto... Elena.- ¿Es eso, madre, lo cierto? Ramona.- Por lo que aquí ha comido / se puede dar por servido. Elena.- ¿Y le vais a echar de casa? Ramona.- Es joven y de todo pasa... Elena.- ¿Y de postre que le damos? Ramona.- Ya que tanto le amamos / démosle un buen melón / pues bastante comelón / parece haber nacido. / ¡Sería un buen marido! Elena (mirando al mendigo).- ¿Qué habéis ya decidido? Mendigo.- ¡Alegría! ¡Alegría! Elena (entusiasmada).- ¿Os vais a quedar otro día? Mendigo.- Una flor yo he descubierto / en este cálido aposento. Elena.- ¿Es de verdad eso cierto? Mendigo.- El alma de un poeta / nunca puede estarse quieta / y si yo estoy viviendo / lo que a veces mucho entiendo / siempre soy como un profeta / que nunca está mintiendo / aunque alguien se molesta. Elena.- ¡Ese alguien te detesta! Mendigo.- No por eso tengo miedo / pues si equivoco me enmiendo / pero aunque alguno apesta / yo siempre doblo la apuesta. Elena.- ¿Es que el amor es un juego? Mendigo.- De eso hablaremos luego. Elena.- Se comenta entre la gente / que vuestra boca no miente. Mendigo.- Sea verdad o mentira / lo que la gente comente / me deja indiferente / ya que alguno bien delira. Elena.- ¡Os veo muy en presente! Mendigo.- El pasado pasado está. Elena.- ¿Y ya está? / ¿No vais a decirme nada / de lo que habéis vos vivido / como un cuento de hada? Mendigo.- He comido lo servido / pero nunca yo abusé / como abusa el bandido / que busca lo que yo sé. Elena.- ¿Os habéis equivocado / alguna vez en la vida? Mendigo.- Jamás yo he probado / de la manzana prohibida. Elena.- ¿Qué fruta vos más prefiere? Mendigo.- La fruta que nunca hiere. Elena.- ¿Habéis sufrido por ello? Mendigo.- Yo a todo lo bello / que a otro le prefiere / aunque al alcance tuviere / la dejo siempre intacta. Elena.- ¡Eso de verdad me impacta! Mendigo.- ¡O hablo de mil mujeres! Elena.- ¿Tantas son las que ha habido? Mendigo.- A tantas yo he conocido. Elena.- ¿Y la manzana prohibida / os ha provocado a vos? Mendigo.- Está cerrada la herida / pero es verdad vive Dios. Elena.- Espero que en adelante / dejéis de ser pordiosero. Mendigo.- Como soy buen caminante / no me interesa el dinero. Azucena.- Es tierno su corazón... Lopito.- Quienes buscan el infierno / siempre pierden la razón. Lupita.- ¿Quién te lo ha enseñado? Lopito.- Un maestro en privado. Lupita.- ¿En pleno invierno? Lopito.- Y también en el verano. Lupita.- ¿Estando de vacaciones? Lopito.- Aprendo bien las lecciones. Lupita.- Eres niño aventajado. Lopito.- Los libros nunca he dejado Lupita.- ¿Y cuánto tú has jugado? Lopito.- En las cuatro estaciones. Lupita.- ¡Ay que fuertes emociones! Pedro.- ¿Sólo sois don infanzones / y sabéis tantas canciones? Peral.- ¿Puedo otra vez cantar? Lopito.- Si siente usted ansiedad... Peral.- Lo siento en cantidad. Pedro.- Cante usted algo brillante / como hace un buen cantante. Peral (cantando mientras rasguea su guitarra).- ¡Has olvidado hoy la misa / y en el jardín / has paseado en camisa / que él un día te ofreció / y aquel regalo / que nunca abriste / lo abres hoy / con gran dolor. Pedro.- ¡No cante usted tan triste! / ¡Ay Dios mío que despiste! Peral (cantando mientras rasguea su guitarra).- ¡Que estos niños que tanto miran / a quien tiene tan buena voz / y por eso le admiran / digan la verdad! Pedro.- ¿Es esto realidad? Peral.- El amor no tiene edad. Pedro.- ¿Y callar es imposible? / ¡Veo a alguno impasible! Peral. (cantando mientras rasguea su guitarra).- ¡Si no supiste amar / ahora te puedes marchar / si no supiste amar / ahora te puedes marchar! Pedro.- Esto ya es demasiado. Peral.- Todavía no he terminado... Pedro.- ¿Es que tenéis tantas musas? Peral.- Las tengo mas no son difusas... Pedro.- ¿Como ocurre con Eduardo? Peral.- ¡Acertáis con vuestro dardo! Pedro.- No se hable más tontera / y venga una verdadera. Peral.- ¡Hoy la miré, / tomó su bolso y se puso a caminar, / lo mismo que un lucero / se fue hacia el mar! / ¡A dónde irá! / ¡A dónde irá! / ¡Ella miró / siempre decidida a no parar / y se despidió con su pañuelo / ya sin parar, ya sin parar! / ¡Y desapareció, / y a su cuerpo yo le vi pasar / siempre biendo hecho / como un volcán! / ¡Y desapareció, / y a su cuerpo yo le vi pasar / siempre bien hecho / como un volcán! / ¡Dejó su amor / bsucando a otro para poder amar / y todos los ciudadanos / nada de ná, nada de ná! / ¡Se despidió / y esta noche se puso a soñar / y en sus sueños encontró / a su verdadero Adán! / Y al fin volvió / a vivir de nuevo en realidad / lo que sóñó / nada de ná, nada de ná! / ¡Y al fin volvió / y a su sueño lo llamó Realidad / y su cuerpo depertó / para amar/ para amar! / ¡Y al fin volvió / y a su sueño lo llamó Realidad / y su cuerpo despertó / para amar / para amar! Moncho.- ¡Vaya alucine! / ¡Esto parece de cine! Elena.- ¡Decís la verdad, vecino / bebamos algo de vino! Berenguela.- ¡Pero tened cuidado mi Moncho! / ¡Si os amonáis yo me troncho! Elena.- ¿Por beber algo de alpiste / os parece a vos de chiste? Moncho.- No hagais caso a mi esposa / es en verdad algo sosa. Elena.- Me parecéis un cachondo... Moncho.- Bebiendo es que me mondo... Elena.- Pues si dáis a la botella / quizás se os ofenda ella. Moncho.- Vos sois mucho más bella. Peral (cantando mientras rasguea su guitarra).- ¡Nunca te podré besar, / porque no quisiste amar! / ¡Con un poquito de ansiedad / dejé pasar mi oportunidad! / La triste vida que me tocó / me hizo soñar como un ciclón. / ¡Es tan fácil de olvidar / que me puse yo a jugar! / ¡Con un poquito de ansiedad / dejé pasar mi oportunidad! / La triste vida que me tocó / me hizo soñar como un ciclón. / Y entonces fue y yo desperté / para olvidar te recordé. / ¡Es tan fácil de olvidar / que me puse yo a jugar! / ¡Con un poquito de ansiedad / dejé pasar mi oportunidad ! / La triste vida que me tocó / me hizo soñar como un ciclón. / Y entonces fue y yo desperté / para olvidar te recordé. / ¡Es tan fácil de olvidar / que me puse yo a jugar! / ¡Es tan fácil de olvidar / que me puse yo a jugar! / ¡Es tan fácil de olvidar / que me puse yo a jugar! Berenguela.- No me parece gracioso... Peral.- ¿No os parece chistoso? Mendigo.- Si a jugar no ponemos / sepamos lo que pensemos. Peral.- ¡Eso es más bien opaco! Mendigo.- ¡O jugáis o yo me escapo! Moncho.- ¡Cálmense ya los buen compadres! / ¡Juguemos a las verdades! Moncada.- ¡Empezad vos, so malandrín / para poner a esto fin! Berenguela.- ¡Dejad en paz a mi esposo! / ¡Al menos no es mentiroso! Mendigo.- Si no es inoportuno / le toca a él su turno. Moncho.- ¡Como dice mi madrina / sólo soy un mandarina! Mendigo.- ¿Por qué no sois de la marina / si buscáis ser marinero? / Algunos vuelan muy alto / aun siendo barriobajeros / y entre asalto y asalto / suelen ser muy lisonjeros. / Pero a la hora de la verdad / no son ni aún la mitad / de lo que dicen haber sido / ¿Lo habéis ya bien sabido? / ¡Meteos vuestras conquistas / donde os quepa, compañero, / que lo que es verdadero / es que son muy poco vistas! Moncho.- ¡La verdad es que no sé / ni tan siquiera ligar! / Puede ser que San José / me quiera a mí perdonar... Elena.-¡Id a otra casa a llorar! Berenguela.- ¿Es cierto cuánto escucho, / decrépito aguilucho? Elena.- ¡No me ha quitado el ojo / este tipo mal encarado / más ya le tengo avisado / que me gusta el lila y no el rojo! / ¡Así que poned en remojo / vuestro bigote cuidado / y no os hagáis el cojo / ya que estáis invitado. Berenguela.- ¡Estando ya avisado / espero que no vuelva más / a querer a las demás / o saldrá bien adornado! / ¡Es un consejo no más / pero ya está bien publicado! Azucena.- ¿Y qué le pasa a mi Alfredo / si es que saberlo yo puedo? Moncho.- Que es otro desesperado... Berenguela.- Pues buena la habéis armado... Don Gil.- Como soy veterinario / lo veo muy ordinario... Don Suero.- ¿Puedo darle una receta? Peral.- ¿Es eso una indirecta? Mendigo.- ¿De verdad que ese bigote / os hace ser más machote? Moncho.- Es para disimular... Mendigo.- ¿Que no sabéis ni ligar? Moncho.- Esa es la triste verdad. Mendigo.- Pues entonces escuchad. / Siempre el feo se propone / situarse en la cabeza / pero es una bajeza / lo que siempre presupone. / Os he dejado en bandeja / una cabeza de cerdo / que poco es lo que pierdo / cuando otro va y se queja. / ¿Conocéis vos el fracaso / cuando os bebéis todo un vaso / de alcohol para olvidar? / Si quereis ya orinar / el water ya os espera / que no se come una pera / quien no sabe ni opinar. Azucena, Zaida, Raquel, Ester y Encarnita (Todas a una).- ¡¡Esta es la historia señores / de unos cuantos calaveras / que van teniendo ya ojeras / porque son unos traidores!! Mendigo.- ¿Esos son los veredictos / que dais tan bellas damitas? / ¡Hacedles bien sus camitas / para que duerman benditos! / No suelen ser campeones / aquellos que tanto aman / lo que de otros bien maman / pasando por ser peones! / En ajedrez siempre gana / el que sabe bien jugar / que es mejor ser un caballo / para poder bien saltar / y los peones terminan / muy pronto a abandonar. Azucena, Zaida, Raquel, Ester y Encarnita (Todas a una).- ¡¡Se han quedado callados!! Mendigo.- El silencio siempre acusa / a quien tanto va y abusa / de un menda bien generoso. / Mas siempre hay un silencioso / que este juego bien observe / hasta que la sangre le hierve / y habla de las verdades / de estos que son cobardes / a la hora del derroche / y luego ya por la noche / se acuestan muy bien cenados / estando todos cebados / de tanto gasto y derroche / que, ajeno, por supuesto / le sirven en otro cesto. / Si de gallinas hablamos / hay aquí buenos ejemplos / que dicen ir a los templos / por ser hombres y no gamos. / Pero en ciertas cuestiones / no valen ya los perdones / sino lo que observamos. Peral.- ¿Canto para celebrarlo? Ramona.- ¡Ay Dios mío que desastre! Pedro.- ¿Me han tomado a mí por sastre / y yo sin nunca cobrarlo? Moncada.- ¡Yo juro que no hice nada / con su esposa enamorada! Moncho.- Quisiera pedir perdón / antes de ser degollado / pues es cierto que he hablado / porque solo soy pendón. Ramona.- ¿Quién está siempre hablando, / a mis espaldas por cierto, / haciendo correr el cuento / de que estoy yo engañando? Peral (cantando mientras rasga su guitarra).- ¡Y también hay algún chorizo / esperando en la despensa / del que alguno solo piensa, / en otra ocasión fatal / meterle bien el puñal / para seguir chupando / lo que otros van regalando! ¡Y a esa ingratitud / buscan como inquietud! Pedro.- ¿A tanto llega el descaro? Azucena.- ¡Os ha salido muy caro! Berenguela.- Una vez todo aclarado, / ¿Damos por finalizada / esta comida abundante / o hay que seguir adelante / para seguir declarando? Moncada.- ¡La damos por terminada! Mendigo.- ¿Tanta prisa a qué viene? Moncada.- ¡Es lo que a todos conviene! Mendigo.- ¿Quizás para ocultar algo? Berenguela.- ¡Yo de aquí ya me largo! Moncada (desesperado).- ¡¡La comida ha terminado!! Mendigo.- Espero que esta noche / podamos muy bien cenar / bebiendo algo de ponche. Moncho.- ¡Yo me voy a desmayar! Mendigo.- ¡Vayan todos a sus casas / que es donde deben estar / porque ya son bien escasas / mis ganas de recitar! CAE EL TELÓN DE LA TERCERA ESCENA.
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