¡ah,quisiera despedirme de ti,
ciudad dormida, de rutas esparcidas
sobre tu falda de rocas; 
En el verdor de tu regazo
va titiritando una niña sonreída
que no me deja vivir sin ti.
que no me deja cavilar la despedida.
Tus parpados alados 
abanican el sueño de tus días
como si un precipicio te esperara
para besar tus pies con su boca de viento;
con su lengua y con su encia 
marchitas por el engaño y la mentira.
mis manos
quisieran despedirse de tu cintura
pero no me dejan
ni el dolor de tu estocada
ni el olor de tu amapola
carcomida.