Año 2014 después de Jesucristo. Molina de Segura-Murcia y viceversa. Lo más emocionante del bono-bus no es el magnífico diseño verdiblanco con tonos grises que le hacen, según dicen las chavalas guapas molinenses, muchísimo más atractivo que el cutre Carnet del vetusto Casino donde la penumbra es general y sus parroquianos parecen momias salidas de algún pasado faraónico para jolgorio y despiporre de todos los del Hogar. 
 
Tampoco lo más emocionante del bono-bus Molina de Segura-Murcia y viceversa es ver tu fotografía donde sales más favorecido que Alain Delon en la época del technicolor, acompañada de una indescifrable numeración que le da muchísimo misterio porque nadie sabemos qué es lo que significan pero que van presidiendo la "corte angelical" de tu nombre con tus dos apellidos completos, el DNI y una Emisión tan guay que parece hasta radiofónica y en estéreo cuando la recitas de memoria si tu memoria no falla y te confundes de fecha creyendo que son números romanos cuando en realidad son arábigos.
 
Y, para ser completamente sinceros, tampoco lo más emocionante del bono-bus Molina de Segura-Murcia y viceversa, es el majestuoso escudo (no sé si nobiliario aunque lo parece) de Molina de Segura con el despampanante letrero de "Ayuntamiento de Molina de Segura" que, para completar el mosaico, viene subtitulado con un no menos despampanante letrero de "Concejalía de Transportes Públicos" que nos hace reír a todo trapo.    
 
Lo más emocionante del bono-bus Molina de Segura-Murcia y viceversa (además Latbus para completar el cuadro que parece algo diseñado por algún alumno de la Escuela de Benjamín Palencia por ejemplo) es, para acabar con el misterio, el delirante ¡pí-pipí-pipipí! que es toda una delicia musical de lo más posmoderno que se ha conocido por estas comarcas.