Carmen la de Pepe (Diario)
Publicado en Dec 22, 2014
2010 después de Jesucristo y lo que te rondaré morena que no es poco. No confundamos la velocidad con el tocino por favor. Me estoy acordando de Carmen la de Pepe pero no está mi pensamiento anclado en la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid sino en La Costera, en la provincia española de Murcia porque hace ya mucho que levé anclas en el proceloso mar de las experiencias. Y es que ya hay muchas Cármenes y muchos Pepes en mi país de las fantasías. Pue eso. Que todo es un tirar para adelante y el que venga detrás que arree.
Carmen y Pepe (casados entre sí) son dos buenísimas personas que, muchas veces, nos invitan a paella de arroz con conejo y muchos entremeses para ir picando. Quien se pica es que ajos come. Y en teniendo en cuenta que lo pasado pasado está como decía mi querida abuelita materna pues mira por dónde estamos (mi Princesa y yo) en todo lo alto de la Sierra de Carrascoy, y digamos que hablo de las cercanías de Alhama de Murcia para ser más exactos. ¿Qué puedo decir yo más de Carmen y Pepe salvo que son dos buenísimas personas? Tengo cantidad de recuerdos de ellos y multitud de anécdotas; suficientes como para llenar un libreto de comedias a lo Lope de Vega por ejemplo. Y por la vega nos asomamos para ver qué encontramos: naranjas, limones, uvas, higos y algunas otras cosas más de variado paladar. Pero sobre todo me queda el recuerdo de los momentos vividos al calor de la cocina, envueltos en el aroma de los chorizos de cerdo y el sabor de las guindillas picantes. Tampoco me olvido de las historias de gatos, el gallo, las cabras y hasta el burro. Historias más o menos divertidas en las que no suelen faltar Antonio y su mujer que es la prima de Carmen. O los momentos pasados junto a mi inseparable amigo Sebastián. Aquí, en la casa de Carmen la de Pepe, el tiempo parece haberse detenido y tanto mi Princesa como yo estamos rejuveneciendo a marchas aceleradas. Y menudas marchas me hago yo por estos montes que hasta parezco a Bahamontes pero sin bicicleta sobre todo cuando derrapo en las cuestas abajo. No se me olvidan, tampoco, los grandes momentos vividos mientras le damos al café y los juegos de mesa (naipes, parchís y ese increíble jueguecito de los números que es más difícil de acertar que saber en qué año nació Tíbulo y en que año murió Sérvulo; los dos del Imperio Romano); y a todo esto, a veces vamos al bar a tomarnos algún café que otro o a empinar el codo sobre la barra del mostrador recordando a viejas glorias del fútbol patrio (algunos de ellos tan desconocidos para la gran mayoría de nosotros los jóvenes como Goiburu por decir el primero que se me viene a la memoria). Unos de los momentos más divertidos es cuando vamos en el coche de Carmen (la de Pepe y no de otras Cármenes que he conocido) escuchando a un cantante que es lo más parecido a Manolo Escobar que yo he escuchado hasta agora (que quiere decir ahora en lenguaje cervantino) y me parto de risa con lo de feo bueno y qué si por mi culpa tengo a más de cuatro locas encerradas en Leganés. Todo con tal de no aburrirse pensando en el pasado. Supongo, y esto es subjetivo, que alguna estela de recuerdos dejé en alguien con mi paso por las aulas universitarias. Pero como es subjetivo guardo silencio y sigo sonriendo. Nos lo pasamos pipa contando anécdotas de nuestras vidas y cuando llega Antonio ya es el despipote porque además, suele aparecer con una caja de grandes puros habanos que nos cepillamos mientras recordamos historias de la mili. Nos salen historias mientras Jesús también participa en algunas ocasiones. Son historias muy creíbles, bastante creíbles, solamente creíbles y hasta increíbles del todo pero ciertas. Cada uno y cada una, en la casa de Carmen la de Pepe, contamos nuestras vivencias, nuestras ocurrencias, nuestras crencias y hasta nuestras ciencias... porque nuestras vidas están llenas de ciencias más o menos difusas o más o menos confusas pero ciencias al fin y al cabo. A veces cuesta mucho creernos pero somos así de verdaderos y nadie nos puede ya cambiar el rumbo que hemos tomado en esta vida que a veces parece milagrosa o que es milagrosa de verdad. De todas las Cármenes y de todos los Pepes que yo he conocido a lo largo de mi vida, hasta el presente 2010 después de Jesucristo, me quedo con esta pareja como ejemplo de amistad sincera. En el futuro pluscuamperfecto del verbo conocer estoy seguro de que conoceré a más que, con estos nombres tan comunes en España, también sean sanas amistades. Pero es en el futuro pluscuamperfecto del verbo conocer que es, poco más o menos, algo así como (y se lo digo a mi Princesa), yo hubiera conocido y tú hubieras conocido; pero lo que pasa es que como los tiempos cambian que es una barbaridad ahora no es futuro sino pretérito. Y en esas estamos Ella y yo.
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