Seres peligrosos (Novela) -Captulo 6-
Publicado en Jan 10, 2015
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El Gerente de "Cars Gurús" de Nueva York abrió la puerta de su despacho privado...
 
- Adelante, capitán, pase y siéntase como en su casa.
 
El capitán Jon Richards Bach le saludó con un fuerte y efusivo apretón de manos, entró en el despacho y se sentó cómodamente esperando a que lo hiciese también el Gerente. 
 
- Me llamo James Diamond Clayderman, pero llámeme solamente Jimmy. ¿Puedo saber a qué se debe su visita, capitán? Me da la sensación de que no es por simple cortesía.
 
- Soy el capitán Jon Richards Bach y tengo que resolver un grave asunto que está preocupando mucho a la Policía de Amarillo.
 
- ¿Del Estado de Texas?
 
- Efectivamente.
 
- ¿Y qué tiene que ver la ciudasd de Amarillo con  mi negocio de Nueva York?
 
- Eso es lo que estoy intentando descubrir.
 
- Pues no veo yo cómo poder ayudarle.
 
- Voy a ser muy directo para no perder el tiempo. ¿Puede hablarme algo de un Buick La Crosse de color rojo, del año 2008, y con matrícula NY 0484 GYY?
 
- ¿Quiere saber si ese automóvil forma parte de nuestro stock de ventas?
 
- De ventas o de alquiler. Noto que usted tiene una gran agilidad mental.
 
- ¿Desea beber algo?
 
- No, gracias. No suelo beber casi nunca y mucho menos cuando estoy en acto de servicio.
 
- ¿Quiere saber si ese Buick pertenece a "Cars Gurús"?
 
- ¿Hay alguna forma de saberlo?
 
- Por supuesto que la hay. Todos los datos los tengo incluidos en mi computadora. 
  
- Pues haga el favor, Jimmy, de buscarlo para comprobar si es cierto o no es cieto.
 
James Diamond Clayderman, como si fuese todo un profesional del piano, manejó rápidamente el teclado de su computadora mientras a Jon le parecía que estaba escuchando "El Vals de lios Patinadores".
 
- Pues no. Lo siento, pero ese Buick no nos pertenece.
 
- Sin embargo, en los datos que posee la Policía de Nueva York sí que aparece como propiedad de su negocio.
 
- No puede ser. Si no se encuentra incluido en la base de datos de mi computadora es que no forma parte de "Cars Gurús".
 
- Estoy pensando algo pero quizás sea sólo una intuición sin fundamento alguno. 
 
- Cuente, capitán.
 
- Llámeme solamente Jon.
 
- Está bien, Jon. ¿Qué es lo que está pensando?
 
- Escuche, Jimmy. No es por molestarle pero, efectivamente, esto no es una visita de cortesía, sino que anda un asunto de drogas de por medio y el asunto es mucho más grave de lo que parece. 
 
- ¿Me está insinuando que, a través de "Cars Gurús", existe algo de tráfico de drogas?
 
- Sabía que lo iba usted a adivinar rápidamente, Jimmy.
 
- Pues yo le afirmo y le confirmo, Jon, que esta empresa está totalmente limpia.
 
- ¿Dirige usted directamente la compra de los automóviles que forman parte del stock de esta empresa?
 
- La compra, venta y alquileres de nuestros coches la dirige, directamente, Wagner April Market.
 
- ¿Tiene usted total confianza en él?
 
- Hasta el momentio no he tenido ninguna queja de su trabajo. Es totalmente fiel y honrado.
 
- ¿Podría usted avisarle para que yo pueda charlar con él estando usted presente?
 
- ¿Como testigo presencial de un interrogatorio?
 
- ¡No se lo tome tan a lo tremendamente trágico, Jimmy! Digamos que sólo como testigo presencial de una simple y sencilla charla amistosa.
 
- No tengo ningún inconveniente, Jon.
 
James Diamond Clayderman hizo sonar un timbre.
 
- ¿Qué desea, jefe?
 
- Señorita Rose, haga el favor de avisar a Wagner April Market para que venga a mi despacho privado.
 
- ¿Algo más, jefe?
 
- Sí. Dígale que traiga el Libro de Compras de Automóviles.
 
- No se preocupe, jefe. En pocos minutos estará con usted.
 
- ¿Le parece bien, Jon?
 
- ¡Estupendo, Jimmy! Precisamente yo también estaba pensando en el Libro de Compras de Automóviles de esta empresa.
 
- ¿Cómo es la vida en Amarillo, capitán?
 
- Quizás usted no se lo crea, pero en Amarillo existe tanta vida como puede existir en Nueva York. Ustedes los neoyorquinos suelen creer que son el corazón de este nuestro hermoso país y, sin embargo, hay mucha más vida fuera de Nueva York de lo que todos ustedes creen.
- Lleva usted razón, Jon. Muchos neoyorquinos tenemos el complejo de superioridad ante el resto de los norteamericanos.
 
- Eso me hace  recordar al alguien que me dijo un día que no se es más grande por haber nacido en alguna gran ciudad sino que se es más grande cuando se hace grande a la ciudad donde se ha nacido.
 
- ¿Quién fue ese sabio?
 
- Mi propio padre un poco antes de morir.
 
- Su padre debió ser una persona muy importante.
 
- Lo fue para mí y eso era más que suficiente para él. El resto del mundo no le preocupaba ni lo más mínimo. 
 
- ¿Y a usted le preocupa el resto del mundo?
 
- Solamente cuando el resto del mundo me necesita; pero, normalmente, el resto del mundo está muy lejano de mis pensamientos.
 
- ¿Siempre es usted tan flemático?
 
- Siempre. Es una cuestión de genética familiar. Donde no me llaman no suelo acudir.
 
- ¿Eso quiere decir que alguien le ha llamado desde Nueva York?
 
- Eso quiere decir que en Nueva York hay muchos que me necesitan aunque ni lo sepan bien del todo.
 
- ¿Y no sabe usted, capitán, quiénes pueden ser todos esos?
 
Uno de ellos puede ser incluso usted mismo, Jimmy. Quizás usted me necesite más de lo que está pensando.
 
- Pues yo no le he llamado a usted.
 
- A veces llamamos sin darnos cuenta.
 
- Esa filosofía no es neoyorquina.
 
- Lo cual demuestra que Nueva York no es más importante que Amarillo aunque usted crea lo contrario.
 
Entonces sonaron tres golpes en la puerta...
 
- ¡Adelante, Wagner!
 
Se abrió la puerta y apareció un hombre extremadamente flaco, anoréxico, que tenía los ojos tan saltones que parecían salirse de sus órbitas. 
 
- Te presento al capitán Richards Bach de la ciudad de Amarillo. Me acaba de demostrar que los neoyorquinos no somos los seres más importantes de los Estados Unidos.
 
- ¿Y para qué me necesita este capitán?
 
Jon tomó la palabra...
 
- Tome asiento a mi lado y, por favor, no se sienta agredido ni tocado en su autoestima; pero lo que ha querido decir Jimmy es que en todas partes hay personas importantes. 
 
- Para decirme eso no tenía por qué haberme molestado. Tengo demasiado trabajo como para tener que perder el tiempo oyendo simplezas de esa naturaleza. 
 
- Debe usted aprender a escuchar y no sólo a oír. ¿Usted cree que la naturaleza es simple?
 
- ¡No desvíe el tema, por favor! ¡Esto me está pareciendo una total pérdida de tiempo!
 
- ¿Considera usted que hablar conmigo es una pérdida total de tiempo?
 
Wagner April Market se dio cuenta de que el asunto debía ser más grave de lo que él pensaba. Y se sentó. 
 
- Vamos a ver, Wagner. ¿Puedes mostrarme el Libro de Compras de Automóviles de esta empresa?
 
- Pero si todo lo apuntado en el Libro está computarizado en la base de datos de tu ordenador, Jimmy... 
 
- Y yo que estoy pensando que eso no es cierto, señor April...
 
- ¿Y usted quién es para dudar de mi palabra?
 
- ¿Le encantaría saber que soy el capitán Jon Richards Bach de la Policia de Amarillo?
 
Wagner no se inmutó...
 
- ¿Tiene usted alguna orden judicial para que yo ponga en su conocimiento estos datos personales? Son asuntos privados.
 
- No es ningún capricho mío, Wagner, pero quiero ese Libro.
 
- ¿Confías más en la palabrería de un extraño que acabas de conocer sabiendo todo lo que yo hecho por ti?
 
- Quizás ese sea el verdadero problema.
 
- ¿Qué dice usted, capitán chusquero?
 
- Que quizás el verdadero problema es que llevan muchos años juntos.
 
- ¿Es que es imposible tener una amistad íntima con mi jeje Jimmy? ¡Nos conocemos desde que éramos niños de cuna y nunca le he engañado ni yo a él ni él a mí!
 
- Para ciertos asuntos sí que es imposible mantener una amistad íntima con personas inocentes. Es un verdadero problema. Yo lo llamo abuso de confianza.
 
- ¡Usted no tiene derecho a decirme eso!
 
- Cuando estoy trabajando tengo derecho a decir lo que quiero siempre que no le esté insultando a nadie.
 
- ¡Pero usted me está faltando al respeto!
 
- Calma, Wagner. Que yo sepa, y soy testigo presencial de ello, el capitán Richards Bach no te ha faltado al respeto en nada y para nada. Sólo está diciendo algo que es muy lógico. Donde hay excesiva confianza puede haber abusos ocultos. No está afirmando que sea tu caso sino que demuestres que no es tu caso.
 
- ¡Pero yo no he abusado jamás de tu confianza y tú bien lo sabes!
 
- Entonces no hay ningún problema en que me entregues el Lbro de Compras para poder cotejar los datos con mi computadora...
 
- ¡La duda ofende, Jimmy!
 
- No dudo de ti pero soy descendiente de vascones por parte de padre y de vascones por parte de madre y, como soy descendiente de vascones vascones, soy tan tozudo y terco que necesito que me entregues el Libro.
 
- ¿De verdad vas a tirar por la borda tantísimos años de amistad íntima entre nosotros? ¡No puedo creer que seas capaz de hacer eso con tu mejor amigo de siempre! 
 
- ¡Vaya por Dios! Hoy estamos todos muy hipersensibles. Más hipersensibles incluso que Carlitos de Schultz siendo vacilado por Snoopy.
 
- ¡No me gusta que nadie bromee conmigo!
 
- De acuerdo. A mí me sucede lo mismo. Pero si no hay ninguna clase de problemas no concuerda con la realidad que demuestra que usted esté pasando tanto miedo.
 
- ¡Yo no tengo miedo!
 
- Entonces ¿por qué grita tanto cuando habla y por qué está sudando?
 
- ¡Jimmy! ¡Esto es un asunto que sólo nos concierne a ti y a mí! ¡Quiero que este capitán de chichinabo de cualquier sucio rincón de nuestro querido país, que no conoce nadie que tenga un mínimo de cultura, no esté presente!
 
- Lo siento, Wagner, pero este capitán de un pueblucho como tú has querido decir es el que quiere investigar. No dudo de tu sinceridad y precisamente por eso es necesario que se demuestre que eres inocente delante de él como testigo!
 
A Wagner April Market no le quedó otro remedio...
 
- ¡Toma el Libro! ¡Te darás cuenta de que estás cometiendo un error con mi profesionalidad y un desprecio a mi persona!
 
En medio de un tenso silencio, el Gerente de "Cars Gurús" comenzó con la labor de cotejar datos y así estuvo durante un largo minuto.
 
- ¡Ostras, ostras y ostras! ¡Es imposible de creer, Wagner, pero en la base de datos de mi computadora no aparecen unos cuantos automóviles que sí aparecen en el Libro de Compras! ¡No quiero dudar de ti pero explícame qué es todo esto!
 
Wagner se retorcía las manos mientras sudaba copiosamente...
 
- Es muy sencillo de explicar, Jimmy. Resulta que, una vez que anoto todo en el Libro de Compras y paso los datos al Departamento de la Policía de Nueva York, entrego el Libro a tu secretaria particular.
 
- ¿A Pamela Bow Year?
 
- ¡Pobrecilla! ¡Está pasando por la edad del burro y por eso tiene tantos despistes a la hora de hacer bien su trabajo! ¡Hay que comprenderla y perdonarla! 
 
- ¿Qué quiere decir eso de que está en la edad del burro?
 
- Muy sencillo, Jimmy. Eso es una forma de hablar para decir que está enamorada de algún donjuán y por eso no se concentra bien en lo que hace. Debe haber sido por eso por lo que se ha saltado lo de anotar algunos automóviles en la computadora porque sólo piensa en su Romeo. 
 
- Me suena a demasiado grotesco eso de un Romeo y una Julieta; sobre todo porque, según  he escuchado, no se apellida Capuleto sino que se llama Pamela Bow Year; y tampoco es de Venecia sino de Nueva York. ¿No suena a chiste lo que está usted contando?
 
- ¡Me tiene ya harto del todo, capitán de mala muerte! ¿Por qué se tiene que meter por medio en mi conversación con el mejor amigo de mi vida?
 
- Está bien, líder de la verdadera amistad, no se siga ofendiendo demasiado; pero si es verdad que esa tal Pamela Bow Year está atravesando una crisis emocional lo mejor es llamarla a nuestra presencia para que nos cuente qué es lo que le sucede para que anote los datos de algunos vehículos y otros sin embargo no los anota. Yo estoy muy enamorado de mi mujer pero jamás cometo ese tipo de errores tan absurdos. Puedo equivocarme de zapatos e ir por la calle con uno negro y otro blanco pero tener esa clase de fallos en el trabajo no me ha ocurido jamás.
 
- ¡Pues será porque usted no tiene corazón!
 
- Si no tuviese corazón yo no estaría ahora aquí, en Nueva York, cuando podría estar gustosamente gozando con mi bella esposa en nuestra cama matrimonal. ¿Tiene usted algún problema para que Pamela venga a contarnos lo que le sucede estando todos presentes?
 
- Escucha, Wagner, ya que eres mi mejor amigo de toda la vida tienes que reconocer que es justo que ayudemos a esa chica. Si está pasando tan malos momentos como para equivocarse de esta manera tan absurda es justo que la escuchemos y desahogue toda su angustia.
 
- Está bien, Jimmy, pero sólo quiero que este capitán que se cree tan importante no la atosigue haciéndola confesar cualquier pecado del cual sea inocente.
 
- ¿Ahora se ha convertido usted, de repente, en el padre espiritual de esa muchacha?
 
- ¡Ya no puedo más! ¡Deje de ironizar tanto, capitán!
 
- Capitán Richards Bach de Amarillo y no capitán de chichinabo. ¿Comprendido?
 
- Perdone. Me ofusqué por unos momentos.
 
- Pues entonces diríjase a mí por mis verdaderos apellidos.
 
- Perdone, capitán Richards Bach.
 
- De Amarillo, por favor, de Amarillo y no de chichinabo.
 
- Pedón. De Amarillo y no de chichinabo. 
 
- Pues ya que todos volvemos a ser íntimos amigos de nuevo... por favor, Jimmy... ¿podría usted hacer que su secretaria particular, Pamlea Bow Year, se presente en este despacho para poder escucharla todos por si la podemos ayudar en algo? 
 
- Me parece una petición muy humana.
 
El Gerente James Diamond Clayderman volvió a pulsar el timbre...
 
- ¿Qué desea, jefe?
 
- Por favor, Rose, ¿puedes avisar a Pamela a que se presente en mi despacho?
 
- ¿A su propia propia secretaria particular?
 
- Eso es. Que yo sepa no hay ninguna otra Pamela trabajando con nosotros.
 
- Perdone, jefe, fue un despiste mio, una tontería que se me ha escapado sin querer. ¡Ahora mismo le doy su aviso!
 
- Rose es una muy buena chica pero bastante despistada.
 
- Será porque es muy inteligente, Jimmy.
 
- En efecto, Jon, es tan inteligente que se encarga de todas nuestras comunicaciones tanto para el interior de la empresa como para el exterior.
 
En esos instantes apareció en el despacho una rubia despampanante. Era Pamela Bow Year y se la veía muy nerviosa.
 
- No tenga ningún temor, señorita, soy el capitán Richards Bach de la ciudad de Amarillo pero no tengo nada contra usted ni contra nadie. Sólo estoy queriendo saber ciertas verdades.
 
Rose entró con un asiento más para Pamela y la secretaria particular de Jimmy se sentó cruzando sus bellas piernas.
 
- No te preocupes por el capitán, Pamela. ¡Es una gran persona! Sólo quiere preguntarte algo que quizás no tenga ninguna importancia. 
 
- Bueno... pero... estoy asustada... 
 
- ¡No digas nada, Pamela! ¡No pueden atentar contra tus derechos de ciudadana libre!
 
- ¡Cállate ya, Wagner! ¡Quiero saber qué ha ha pasado con el Libro de Compras y mi computadora!
 
Pamela comenzó a llorar desconsoladamente.
 
- ¡Deja de llorar y no digas nada, Pamela! ¡Yo ya les he explicado que estás tan enamorada de un donjan calavera que te distraes demasiado en el trabajo y se te ovidan pasar datos de algunos automóviles a la base de datos de la computasdora del jefe; así que ya no tienes nada que contar para que no te suceda nada malo! 
 
Pamela reaccionó bruscamente.
 
- ¡Ya estoy harta de que me esté usted extorsionando constantemente, Wagner April Market! ¡No lo soporto más!
 
- ¿Pero es que te has vuelto loca de repente?
 
- ¡Un  momneto, un momento señor April! Que yo sepa, por la mucha experiencia que llevo en mi profesión, nadie se vuelve loco de repente a nos ser que esté sufirendo un acoso bestial. 
 
- ¿Pero no ve que está diciendo incoherencias absurdas?
 
- Vamos a ver, Pamela. Cuéntanos qué es eso de que este pájaro de cuenta te extorsiona constantemente.
 
- Si digo toda la verdad... ¿qué me va a pasar, capitán?...
 
- Si lo que nos cuentas es la verdad y sirve para descubrir lo que estoy buscando te doy mi palabra de honor que no te va a suceder nada de nada. No te voy a acusar de nada si colaboras y me cuentas toda la verdad.
 
- ¡Yo me marcho de aquí! ¡Estoy harto de tanto teatro!
 
- ¡Espere! ¡Espere un momento! ¡Es de muy mala educación abandonar en medio de una representación teatral, así que no se le ocurra levantarse de su asiento o le dejo yo sentado para el resto de su vida de un solo tortazo!
 
Wagner quedó paralizado.
 
- Cuente, señorita Pamela...
 
- ¡Tiene fotografías mías donde se me ve completamente desnuda y haciendo algunas cosas muy obscenas! ¡Por supuesto que son fotomontajes pero no hace más que repetirme todos los días que sea buena, que no cuente nada y que si lo hago va a publicar todas esas fotografías en que se me ve desnuda y haciendo cosas obscenas en diversas páginas de internet hasta que circulen por todas las redes sociales! ¡Tengo miedo de que eso ocurra! ¡Es cierto que estoy enamorada perr es de un sano y buen chico y él me amenaza con destruir mi amor si cuento toda la verdad!
 
- ¿Ha usado fotomontajes o te ha grabado en directo?
 
- ¡Solamente son fotomontajes profesionalmente elaborados después de hacerme muchas fotografías con más o menos ropa diciéndome que las iba a enviar a un promotor y descubridor de jóvenes talentos para trabajar en el teatro y otras Artes. Creo que el Grupo se llama Kalenton Artists y tiene su sede principal en Las Vegas. Me amenaza con publicar por todo el mundo que soy una puta. 
 
- ¡Vaya, vaya y vaya con el anoréxico Wagner! ¿Y se puede saber cuál es toda esa verdad que no quiere el anoréxico Wagner que nos confieses?.
 
- ¡No confieses nada, zorra, o te hundo para el resto de tu miserable vida!
 
Jon Richards  Bach no pudo aguantarse por más tiempo las ganas y, levantándose de su silla, le arreó tal bofetón al anoréxico Wagner que lo tiró al suelo! 
 
- ¡Le voy a denunciar por agresión a un ciudadano libre!
 
- Me parece que, cuando su reclamación llegue a la Justicia, la Justica ya no le permitirá ser libre... así que vuelva a sentarse aunque sea usted todo un maleante de baja estofa y no diga ni una sola palabra más.
 
- ¿De verdad que no me va a suceder nada si cuento toda la verdad?
 
- ¡Yo te protejo, Pamela! ¡No te va a suceder nada y serás más libre que nunca porque te habrás liberado de esta pesadilla!
 
- El señor Wagner...
 
- No le llames más veces señor Wagner porque de señor no tiene absolutamente nada. Así quie llámale solament "El Wagner" que es como merece ser tratado.
 
- Está bien, capitán. "El Wagner" es el que me obliga a que, una vez enviada toda la información y documentación de los automóviles comprados al Departamento de la Policía de Nueva York, no anote nada en la base de datos de nuestro sistema informático sobre algunos vehículos que él tiene seleccionados de antemano.
 
- ¿Como un tal Buick La Crosse de color rojo y con matrícula NY 0484 GYY?
 
- ¡Ese es el último de todos los que he tenido que ocultar a mi jefe si no quería que "El Wagner" arruinase toda mi vida y mi reputación cuando soy una chica completamente virgen! 
 
- ¿Y qué es lo que sucede con esos automóviles que oculta para que no sepa nada de ellos su íntimo amigo Jimmy?
 
- Los reserva para la Sección de Alquileres pero no los pone a la venta. Creo que no ocurre nada más que eso. Quizás lo hace para llevarse una buena cantidad de dólares a su bolsillo sin tener que dar cuenta de ello a nadie.
 
 
- ¿Ven ustedes cómo no hace más que decir incoherencias? ¡Esta chica sufre de esquizofrenia mental y debería estar ingresada en un hospital psiquiátrico de por vida!
 
- ¿Quiere usted recibir otra bofetada igual que la anterior pero en la mejilla contraria para poder comopensar su equlibrio emocional, tiparraco?
 
- Yo... yo solo digo... yo...
 
- ¡Usted nos va a contar ahora mismo para qué sirven esos automóviles cuando caen en sus manos y para qué los está utilizando!
 
- ¡Solamente los alquilo nada más!
 
- ¿Y qué sucede con los kilos de cocaína que van camuflados en su interior?
 
- ¡Cielo santo! ¿Te dedicas al tráfico de drogas con automóviles de la empresa de la cual yo soy el Gerente?
 
- ¿Gerente? ¡Tú sólo eres un mediocre que ha tenido suerte gracias a las palancas y por eso te odio! ¡Pero te odio del todo, ignorante!  
 
- ¡Ostras! ¿No eras el mejor amigo que he tenido en toda mi vida?
 
- ¡Además de ignorante eres hasta gilipollas!
 
- Eso lo tendrá que dictaminar su médico de cabecera pero usted, soplapollas, va a cantar de plano o le aplasto como a una cucaracha sin compasión alguna!
 
- Por favor... no... no me pegue...
 
- ¿De dónde provienen todos esos kilos de cocaína que llegan hasta este lugar y que usted se encarga de ir repartiendo por todo el país gracias a que los camufla en automóviles de alquiler sin que los conductores se den cuenta de ello?
 
- No penso decir ni una sola palabra más porque todo eso son sólo imaginaciones suyas, señor capitán. ¡Tiene usted una mente totalmente calenturienta!
 
- Puede que sí, pero no una mente de loco enfermizo anoréxico que extorsiona a chiquillas que tienen la desgracia de dejarse fotografiar con poca ropa por un mierda como usted. ¡Si no habla y cuenta de dónde proviene esa droga le pulverizo hasta convetirlo en gusano, porque usted no es más que un gusano y no de seda precisamente sino de manzanas podridas! 
 
- ¿Qué sucede si confieso de dónde vienen?
 
- Pues sucede que será juzgado como debe ser juzgado.
 
- ¡No quiero ir a la cárcel de por vida, por favor!
 
- La cárcel de por vida es el mejor hogar que pueden tener bichos como usted. ¡Hable ya!
 
- Lo confieso a cambio de algo...
 
- ¡A cambio de mil ostias que le voy a dar yo si es que no cuenta la verdad! ¿Me has entendido bien, mequetrefe?
 
- Vale... vale... pero no me pegue...
 
- ¡Pues hable ya de una maldita vez!
 
- Me las provee un boliviano al que todos llaman Julio "El Negro".
 
- ¿Algún afroamericano de Bolivia?
 
- No. No le llaman "El Negro" por su color de piel sino poeque es practicante de taekwondo y ha llegado a alcanzar el cinturón negro con la categoría de segundo dan.  
 
- ¿Qué edad tiene y cómo se llama en realidad ese super atleta que supongo que se creerá que es más guapo que Alain Delon pero en sudamericano? 
 
- Tiene 28 años de edad y su verdadero nombre es Julio Ré Murcia. No sé nada más de él.
 
- Ahora explíquenos, sinvergüenza y sin vergüenza alguna, cuál es el sistema que manejáis y quiénes son los que reciben, al final de todo este proceso que parece digno de una obra de Kafka, toda la mercancía. 
 
- Es bastante difícil de explicar.
 
- Inténtelo. Todos nosotros somos ya adultos y sabemos escuchar bien.
 
- Yo alquilo automóviles a viajeros que van a la ciudad de San Francisco de California. A mis clientes no les pido su nombre ni sus apellidos sino alguna palabra-clave para nuestro seguimietno y les exijo que me digan en dónde van a residir cuando lleguen a Los Ángeles para nuestro control. Una vez conocido el lugar donde residen los inocenctes clientes, doy aviso a cierta persona para que asalte el automóvil y extraiga la mercancía sin dejar rastro alguno ni emplear violencias que hagan intervenir a los policías. 
 
- ¿Los viajeros que alquilan sus automóviles para Los Ángeles de California no saben que llevan la droga oculta bajo los embragues?
 
- No lo saben. Y nunca se enteran de que han sido ellos los que han hecho de camellos.
 
- Sólo queda un último dato por conocer...
 
- ¡No! ¡No me quedan más datos sobre este asunto!
 
- Claro que le queda un dato muy importante...
 
- ¡Sigo insistiendo en que he contado todo lo que sé!
 
- Pero si acaba de decir que se pone en contacto con una persona para que recoja la mercancía...
 
- Me he equivocado.
 
- No se ha equivocado sino que se le ha escapado sin querer. Diganos quién es ese personaje que recibe los kilos de cocaína.
 
- Quien recoge la mercancía es un promotor de actos artísticos y descubridor de jóvenes talentos artistas. No lo hace directamente él sino que, para esa labor, usa a algunos de sus alumnos del Grupo Kalenton Artists. 
 
- ¿Cómo se llama ese tipejo?
 
- No puedo decirlo. Es un personaje de la muy alta sociedad y si me chivo sería mi muerte segura.
 
- Teniendo en cuenta de que, mirándole bien si es que se le puede mirar bien, se ve que usted está ya más muerto que vivo... ¿qué más le da vivir una semana más o un a semana menos?
 
 
- ¡No! ¡No quiero morir todavía!
 
- ¿Cómo se llama ese repelente tipejo?
 
- ¡Le juro que sólo sé que le dicen "The Sex Gun! ¡No sé quién es! 
 
- Pero yo sí, Jon.
 
- Usted, Jimmy, ¿sabe quién es "The Sex Gun"?
 
- Por supuesto que lo sé. Es archiconocido en todas las grandes fiestas de los grandes personajes de la muy alta sociedad.
 
- ¿Y quién es?
 
- El elegantísimo y glamuroso Sidney Vic Stones.
 
- ¡Chivato! ¡Eres un chivato, Jimmy! ¡Te van a cortar la cabeza pro ser tan chivato!
 
- Ese personaje será archiconocido por la muy alta sociedad pero yo no tengo ni idea de quién es aunque tengo la intuición, y mis intuiciones no se equivocan nunca, de que hay alguien más que está por encima de ese tal Sidney Vic Stones. ¿Quién es ese personaje, Wagner?
 
 
- ¡Le juro a usted que yo no lo sé! ¡Le juro que no tengo ni idea! ¡Le juro que he contado todo lo que sabía!
 
- Me da la impresión de que está ahora diciendo la verdad.
 
- ¡Parece mentira que hayas caído tan bajo, Wagner!
 
- ¿Y qué pasa contigo, Jimmy descendiente directo de vascones vascones?
 
- Conmigo no pasa absolutamente nada.
 
- ¿Sucede algo que yo tenga que conocer?
 
- ¡Sí, capitán de los demonios!
 
- Prefiero que me llame capitán de los angelitos si no le importa. Es por tener la conciencia tranquila cuando me voy a la cama con mi bella esposa que es, precisamente, angelical. 
 
- ¡No le siga haciendo caso, Jon! ¡Ya está siendo avisada la policía de Nueva York para que vengan a por él!
 
 
- Sí. Pero también van a venir a por ti cuando yo le cuente a todo el mundo que me esté escuchando que tú haces trabajar a tus empleados, tanto del país como inmigrantes, sin ninguna clase de contratos. Les tienes trabajando todo un año entero sin ninguna clase de contratos apovechándote de sus necesidades para trabajar como sea y despides a los que se te antoja y a los que te da la gana porque les haces trabajar ilegalmente sin un miserable contrato. Si yo voy a la cárcel tú seguirás siendo mi compañero de desventuras.
 
- Me temo que si eso es cierto, es verdad que seguirán siendo íntimos amigos aunque sea por un breve tiempo. Lo siento, Jimmy, lo siento porque me había caído usted muy bien, pero si es verdad que hace trabajar a sus empleados sin contratos de ninguna clase también se las tendrá que ver con la Justicia. 
 
- Me parece justo que si yo pago por mis pecados él también pague por los suyos.
 
- Está bien, Wagner, así será... pero... en lo que se refiere al Buick La Crossere de color rojo... ¿puede decirme cuál es la clave de quien lo alquiló?
 
- Adán.
 
- ¿Y cómo es físicamente ese Adán?
 
- No puedo recordarlo. Nunca me fijo en cómo son físicamente mis clientes y además soy un pésimo fisonomista. Sólo recuerdo que era muy joven y muy atractivo.
 
- ¿Puede dibujarme un retrato robot de ese tal Adán?
 
- ¡Imposible del todo! ¡No tengo ni idea de cómo es en realidad!  
 
- Está bien. Es verdad que no tengo nada contra él pero me gustaría encontrarle para poder resolver los dos juntos este extraño asunto.
 
- Pues quiera Dios, si Dios existe, que le encuentre antes de que acaben con su vida.
 
- Por eso mismo estoy seguro de que le encontraré pronto. Yo sí creo en Dios. Y ahora, Pamela, vámonos tú y yo a comer algo porque tengo que proponerte una salida a tu vida. 
 
- ¿Alguna clase de trabajo mejor que este?
 
- ¿Te interesaría ser secretaria particular de algún oficial de la policía de Amarillo?
 
- ¿Se está refiriendo a usted mismo?
 
- Por ejemplo.
 
- ¿Me lo está ofreciendo de verdad?
 
- Te lo estoy ofreciendo de verdad.
 
- Gracias, Jon. ¿Puedo darle un beso de agradecimiento?
 
- Que sea sólo en la cara. Estoy casado, bien casado y felizmente casado. 
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Foto del autor Jos Orero De Julin
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Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



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