Seres peligrosos (Novela) -Captulo 7-
Publicado en Jan 11, 2015
Norah Tatiana Towers Decastle y Joseph Gold Road Saint Vincent se encontraban en el inicio de la State Road 602 de Gallup.
- ¡Mira, Adán! ¡Allí al fondo está el Parque de Atracciones! - ¡Lo veo, Eva! ¡Es el Western Coin! - ¡Vamos a correr, Adán! - ¡Estás más loca que yo, Eva! - Recuerda que sólo somos dos niños con ganas de divertirse. ¡Corre, Adán, corre! Él no tuvo más remedio que correr detrás de ella, que era mucho más rápida de lo que Adán se había pensado y por eso no la pudo alcanzar hasta llegar a la misma puerta de entrada del Western Coin donde la abrazó estrechándola fuertemente. - ¿Sabes qué es lo que más me gusta de ti, Adán? - ¿Mi forma de cantar? - ¡Jajaja! No. Rima con cantar pero no es cantar. - ¡Ya lo sé! ¡Es mi forma de contar! - Me da la sensación de que, como eres escritor, sabes contar muchos cuentos; pero no es eso ahora a lo que yo me refiero. - ¡Me rindo! - Es tu manera cálida de abrazar. Abrazas con energía pero, al mismo tiempo, con una dulzura impresionante; algo así como si no quisieras hacer daño a la persona que abrazas. - A veces he hecho daño precisamente por no abrazar pero... ¿cómo puedo abrazar a una chica que no amo?... - ¿Te ha sucedido eso de no abrazar a una chica que no amas? - Sí. Me hubiese gustado haber podido abrazar alguna vez a alguna de las chicas que he conocido pero... - ¡Pero no me vuelvas a decir que eres un perdedor porque vuelvo a repetirte que no me lo creo! ¿Has abrazado o no has abrazado a alguna chica que no sea yo? - En alguna ocasión lo he hecho... pero hay mucha diferencia... porque abrazarte a ti es como abrazar al sueño de toda mi vida... quizás así comprendas mejor cómo soy en realidad... aunque muchas chavalas no lo han podido comprender... - Luego no sufrías de timidez... - Según sea lo que cada uno entienda por timidez... - Yo entiendo por timidez no ser capaz de ligar con ninguna chica. - Entonces digamos que tengo un cincuenta por ciento de timidez y un cincuenta por ciento de decisión. - Buen porcentaje. Me pareces un chico muy equilibrado. - No me dan miedo las mujeres pero las respeto demasiado. Por eso no he prostituido jamás a ninguna. - ¿Sabes que cuanto más te conozco más niña me siento? - ¡Las niñas más bonitas del mundo no pagan dinero! Aquella voz de hombre maduro hizo que Joseph deshaciera su abrazo con Norah Tatiana y se volviera para saber de quién procedía. - ¿Quién es usted si se puede saber? - ¡No te preocupes, chaval! ¡Los hombres que tienen la gran habilidad de enamorar a las niñas más bonitas del mundo tampoco pagan dinero! - Escuche. No quiero tener problemas. Mejor pago las dos entradas y hacemos como que usted no nos ha conocido nunca. - Espera, espera, no te aceleres tanto. Yo soy el dueño de estas instalaciones y estáis invitados los dos de forma gratuita porque yo dirijo mis negocios de la manera que creo más conveniente. - ¿Puedo saber por qué le hemos caído tan bien sin que nos conozca? - A ella es la primera vez que la veo en mi vida, y siento mucho no haberla visto antes de que tú la enamoraras, pero estoy completamente seguro de que a ti sí te he conocido en algún momento. - ¿Quién es usted? - ¿No eres escritor y a veces escribes poesías? - Sí. A veces me da por escribir poemas. - ¿Y no recuerdas quién soy yo? - No tengo ni idea de quién es usted. - Me llamo Christian Ronald Real Gordon. - Espere. Me parece recordar algo... pero no acierto a saber qué es... - ¿Y si te digo que yo soy el propietario de las Industrias Gordon y que gracias a ti conseguí una gran publicidad a través de un Concurso de Poesía radiofónica que ganaste precisamente tú? - ¿Usted es el señor Gordon? - Sí. Y tú eres Adán; o por lo menos es así como se te conoce en la Poesía. Pero no sabía que tuvieses novia... - Ni yo tampoco. Eva se sintió un poco enfadada... - ¿Puedo saber entonces quién soy yo, Adán? - Esto... perdona... tú eres Eva... - ¿Y qué se supone que soy para ti? - ¿Mi mejor amiga tal vez? - No me decepciones ahora, Adán, y no te disipes en estos momentos. - ¡Dájala soñar, chaval, déjala soñar y diviértete con ella todo lo que los dos queráis dentro de mi Parque de Atracciones! Si ella no fuera tu novia estoy seguro de que jamás te habría permitido ni abrazarla ni besarla. ¿Estoy en lo cierto? - Gracias por sus palabras, señor Gordon, pero afirmo que está usted en lo cierto. Si no fuese su novia ni tan siquera hubiese permitido que me dirigiera la palabra. - No comprendo cómo sabe usted que yo la he besado. - Es muy sencillo, Adán. Mirándola a los ojos. - ¿Es que en los ojos de las mujeres se descubre si han sido besadas con amor? - Exacto. Y eso lo sabes tú mejor que nadie porque eres poeta... así que no te dé miedo aceptar que esos ojos te conquistaron la primera vez que se fijaron en ti... ¿no sabes que no se puede vivir con el miedo? - Yo no vivo jamás con el miedo. Yo destruyo al miedo. - ¿Entonces aceptas o no aceptas que Eva te ha conquistado desde la primera vez que te ha mirado? - ¿Aceptar eso es renunciar a ser libre? - Eres de los más grandes poetas que yo he conocido y los más grandes poetas que yo he conocido saben que el amor no es la libertad. - Vaya. Usted parece saber de mí más que mis propios amigos. - ¿Te refieres a tus mejores amigos? - Sí. Estoy pensando en Paul Mount Black y en Faust Drone Lefty. - Tus mejores amigos te conocen tan poco que no se puede decir que te conozcan. Sólo saben de tu manera de trabajar pero desconocen, por completo, tu manera de sentir... - Pues trabajando junto a ellos he llegado a sentir mucho... - Quizás te hayan visto sentir mucho pero no saben por qué. - ¿Eso tiene que ver con la existencia de Eva? - ¡Exacto! ¡Eres mucho más inteligente que todos ellos! Sabía que ibas a contestar con la verdadera respuesta. Te desconocen y te rechazan porque ella existe y no se ha dedicado a conquistar a nadie más que a ti. ¿Sabes lo que son los celos? - Pues no. - Pues entonces sigue siendo feliz con ella y no te preocupes de los demás ya que resulta que son los amigos que se llaman verdaderos los que más te rechazan por ser más feliz que ellos. No sólo es envidia sino, sobre todo, impotencia... - ¿Impotencia? - Sí. He dicho impotencia al ver que no pueden llegar jamás a la cima donde tú has llegado en lo profesional y en lo sentimental no pueden aceptar que tú sí la hayas enamorado de verdad mientras ellos jamás podrían ni siquiera haberlo intentado. Los grandes tímidos son siempre los grandes héroes porque, cuando se lanzan a por sus sueños, consiguen llevar a cabo las mejores hazañas de las historias humanas. ¿Comprendes ahora por qué Paul y Faust van dándoselas de guapos con las chavalas que conocen? - ¿Porque no se comen ni una rosca con las que de verdad valen muchísimo? - Eso es, Adán. Eso es lo que ocurre con los que van por la vida de guapos donjuanes pero sus queridas son tan del montón que nadie se fija en ellas. Y ahora no me defraudes a mí ni a los que creemos en tu literatura y, de verdad, entra en el Parque y diviértete con ella todo lo que puedas... como si fuese ésta la última vez... - Lo haré, señor Gordon, lo haré... - Pues entonces no pienses más y ten en cuenta que esta invitación es por lo que tú hiciste antes por mí a través de las emisoras de radio. En cuanto a tus mejores amigos en sus pecados llevan sus penitencias así que olvídalos en este momento y olvídalos para tu futuro porque tu futuro está escrito en los ojos de esta chavalilla y no en las ambiciones de ellos. ¿Me has comprendido bien del todo? - Del todo. - ¡Pues a gozar! ¡Toma esta tarjeta mía y preséntala en todos los juegos y diversiones que hay en este Western Coin y no tendrás que pagar nada! ¡Consige que ella sea feliz, por favor, y no me defraudes! El señor Gordon desapareció... - ¿Quién era, Juan? - Lo importante es saber quién es. Y ahora voy a cumplir con mi promesa. Por dos largas horas fueron profundamente felices; casi se podría decir que eternamente felices. Porque, para ellos, la eternidad era todo aquel carrusel de emociones donde no había ni un solo segundo vacío de felicidad. Se habían ido del mundo. Eran dos personajes de otro mundo, de otro lugar, de otra distancia. Y allí, en medio del atardecer, el tiempo ya no existía para ellos. Convirtieron su realidad en una fantasía. Hasta que, agotados de tanta felicidad, decidieron dejar de ser niños para volver a la juventud... - ¿Sabes que estando a tu lado, Adán, el tiempo no existe? - Quizás es que el tiempo no ha existido jamás. - No, Adán. Estoy segura de que el tiempo existe pero está fuera de nosotros dos. - ¿Eres feliz, Eva? - Sí. Soy mucho más feliz de lo que creía serlo hasta ahora. - ¿Sabes que Felicidad empieza siempre por Fe? - Posiblemente sea eso lo que acabo de descubrir. - Tengo que contarte algo, Eva. - ¿Buscamos algún lugar especial? - ¿Por qué no en ese sencillo banco? Había un banco desocupado en el Western Coin de Gallup y se sentaron en él. Un grupo de palomas blancas merodeaban junto a sus pies y Adán se quedó observándolas fijamente... - ¿Qué es lo que querías decirme? - Esto... por un momento pensé que no te interesaba saberlo... - ¿Por qué dices eso? - Porque habrá habido muchos hombres más importantes que yo, mucho más importantes que yo, que te hayan dicho cosas mucho mejores. - Lo dudo... - ¿Entonces es que quieres saberlo? - Si es algo que tú sientes de verdad me encantaría también sentirlo yo. - Escucha, Eva. Es la conciencia de tener voz. Vuelves a hablar y vuelvo a escucharte, tal vez rememorando algún dolor escrito en el pasado; pero acentúo las palabras del más allá buscando las causas de mi pensamiento y me quedo admirando tu belleza de voz, de rostro, de volcán o, tal vez, de ave detenida en el interior de mi presencia. Por eso acorto el tiempo y me introduzco en este estar presente extendiendo el alcance de mi credo infinito en el cortejo de tus sueños. Soy Fe de proponer palabras en este caminar por tu hermosura y es que hay un afecto que surge desde el fondo de una utopía hasta que te alcanza y entonces eres sueño de camino cosmológico. Soy solamente una idea varada en esto de ser como horizonte y por eso soy una manera de sentirte más profunda en mí. En este sentir palabras hay un solo aprendizaje del idioma: somos dos seres con un solo ensamblaje de intuiciones y en tu piel abrazada soy quietud soñando esos horizontes. En un solo instante, en un solo segundo, en un solo sentimiento, pulsamos estaciones y espacios demasiado asidos al corazón. Yo viajo sin calendarios ni relojes por el tiempo que nos convierte en personas unidas en un solo destino. Hemos dejado de ser gente para ser personas que se escuchan mutuamente en el futuro de nuestras almas y entonces se demuestra que ahora somos dos seres que sueñan futuros transparentes debido al sagrado eco de los besos conjugados con dulzura y canción. Descubiertos como sombras en este fuego que recorro todo nuestro contenido, tú y yo somos una nueva forma de entender la existencia, llenos de espíritu, de palabras y silencios, de una vida plena de metáforas como seres siempre emergentes. Te siento corazón de los infalibles labios donde viven impertérritas ideas en el espejo de este mirar con amor. Humanos. Demasiado humanos para ser una única sinfonía transitando de corazón a corazón. ¿Se llamarán palabras este idioma de retener en la memoria el manantial de los sentimentos que respiramos? Miro al horizonte que hay más allá de la frontera de nuestros sentidos y dentro de mí estalla un verbo que no tiene definición posible porque sólo es amar. Quizás es que debamos reconocer que el idioma de los enamorados de verdad sea solamente un continuo renacer. Todo sueño merece una conquista. Todo sueño merece un destino. Todo sueño merece la imprevista andadura infinita en el camino. ¿Experiencia loca de un vacío? No. Solamente es un súbito despertar soñando con la pasión amanecida y hecho abundancia de luz. Comienzo a pensar que tu piel es un relato narrativo, un cuento fabricado con el alma que nace, crea, recrea y se derrama. Y, de repente, se encienden las llamas de todos mis sentidos y escribo en tu piel versos para cantar. Ya no importa el tiempo, porque mi único destino es soñar a dibujarte en estas calles del mundo entretenido con la luna. Así que bajo el pretil de mi conciencia, en el imaginario inconsciente de mi sed, bebo de tu boca encarminada y ahora sólo tú eres la única conquista de toda mi existencia. Esta es la única respuesta de todos mis misterios. Y es que debe ser que el silencio donde siempre he vivido es tu nombre, es tu mirar forjando una visión de naturaleza virgen, plena, fecunda, fértil en cada canción que solo mis adquiridos sentidos celebran sin falsas apariencias. Y espero. Siempre espero que se abra la puerta del poema de tus ojos para poder seguir sintiendo mis fantasías y conseguir estar nombrando cosas que tú miras: el mar, la nube, la montaña y todo el planeta de mis versos que llenan de adjetivos todos mis insomnios. Llevamos dos niños dentro de nuestros ojos y al mirarte es cuando descubro que jamás dejaré ser joven. Jamás digan lo que digan los demás; todas esas gentes que no me interesan conocer para vivir con mi eterna juventud unida a la tuya. Calientes. Serenos. Virginales. No me importa, para nada, que todas esas gentes no lo entiendan ni lo acepten. Yo sólo entiendo y acepto lo que sale de mi corazón procedente de mi alma y dirigido por mi espíritu. Por eso, a tu lado, soy este brillar de conciencia enamorada. Si los demás no saben interpretarlo no es un problema para nuestras existencias. Estamos dentro de nuestro particular universo y eso es lo único que me importa cuando te miro, te siento, te abrazo, te beso... - ¿Puedo decirte algo, Adán? - Sí. Pero no es necesario que llores. - También se puede llorar de felicidad. - Entonces dime lo que estés sintiendo... - Jamás ninguno de los miles de hombres que he conocido me han dicho eso ni nada parecido a eso. Por eso jamás he intentado conquistar a ninguno de esos miles de hombres que no significan nada para mí... pero desde que te conocí sabía que tú eras diferente... - Quizás por eso aquí acaba nuestro caminar unidos porque vuelvo a repetirte que no iremos juntos a Los Ángeles. - Pero resulta que ya no quiero ir a Los Ángeles. - ¿Estás dispuesta a dejar pasar la oportunidad de tu vida para conocer a Paul Anski y toda su maravillosa corte de seguidores? - No me interesan, para nada, ni Paul Anski ni nadie más que tú. - Pero recuerda que tenemos una cita. - Tampoco me interesa ya, para nada, esa cita con el elegantísimo y glamuroso Sidney Vic Stones. - ¿No te interesa el archifamoso y archimillonario "The Sex Gun"? - Para nada, por nada y a cambio de nada. No vamos a ir a esa cita. - Sí vamos a ir a esa cita porque tú dijiste que podría ser una alternativa y no voy a quedarme sin saberlo. - ¿Es de verdad necesario ir a esa cita? - Morir por ti siempre, Eva, recuerda lo de morir por ti siempre. - Está bien. Quizás nos servirá para seguir descubriendo seres peligrosos y alejarnos de ellos como si fuesen la peste negra. - ¡Jajaja! Posiblemente sean, al mismo tiempo, la peste negra junto con la fiebre amarilla. - ¡Jajaja! ¿Cuánto sabes tú de enfermedades contagiosas? - ¡Jajaja! Absolutamente nada. - ¿Es por eso por lo que es importante ir al Royal Holiday Motel del 1903 West Highway 66? - Es por eso. - Entonces vamos en taxi porque estoy algo cansada. Salieron del Western Coin y, en la misma State Road 602 de Gallup, él llamó a un taxi y luego, tras abrir la puerta de atrás para que subiese ella, Joseph tomó asiento como copiloto. - No mire demasiado hacia atrás y llévenos rápidamente al Royal Holiday Motel. - No puedo evitarlo... - Sentiría que tuviese usted un accidente por causas ajenas a mi voluntad. - ¿Tan celoso es usted, joven? - ¿Tan cotilla es usted, viejo? - No discutáis como tontos y vayamos al motel. - Ya ha oído a mi princesa. - Está bien. Sólo espero que mi esposa no me pìlle. - ¿No le pille haciendo el qué? - Mirando demasiado para atrás. - Eso tiene fácil arreglo. Bájese del taxi y deje que yo lo conduzca. Puede recogerlo en el Aparcamiento del Royal Holiday. - Solamente era una broma. - Sin embargo lo mío no lo es. Sin decir nada más el taxista encendió el motor y llegó, sin incidentes, hasta el citado motel. - Este es el Royal Holiday, joven. - En verdad que este tal Sidney tiene buen gusto, Eva. - ¡Por lo menos mejor que dormir sobre un montón de paja en un tren de mercancías sí que lo es! - ¡Jajaja! ¡Vamos a hacer una visita al restaurante mientras esperamos que sean las diez de la noche! Y no me recuerdes más lo de la paja, por favor. Fue solamente un accidente imprevisto. - ¿Se puede saber de qué están ustedes dos hablando? - De algo interesante para la historia de los trenes de mercancía de este país. - ¡Jajaja! ¡No se preocupe demasiado, señor taxista, es que es así de gracioso aunque la paja no sea, exactamente, un asunto de risa! - Si me pagan ustedes mi servicio me marcho rápidamente no vaya a ser contagioso. - La locura nunca es un asunto contagioso, viejo... a no ser que se acerque usted demasiado a ella... - ¡Me largo rápidamente de aquí por si las moscas! ¡No se vaya a escapar una ostia y me toque a mí recibirla! Joseph pagó al taxista, se bajó con Norah Tatiana, entraron en el restaurante y buscaron un lugar cómodo para celebrar con una botella de champán... - Siempre somos lo que aprendemos a ser. - ¿Por eso soy yo, en verdad, una princesa? - Por eso mismo y, para celebrarlo, vamos a brindar... - Nunca olvidaré jamás este día. - Yo nunca permitiré que lo olvides. - Muchas gracias por defenderme siempre. - Escucha, princesa. Hay quienes brindan para vivir y dejar vivir y hay quienes brindan para matar y no dejar de matar. Así es este loco mundo al cual ya he decidido nunca pertenecer. - ¿Y en tu nuevo mundo yo quién soy? - Lo único que existe de verdad. Todo lo demás sólo es pura fantasía. Ella guardó un breve silencio y le miró a los ojos... - Entonces mi vida se transformó en historia y la historia comenzó a ser leyenda... - ¿Qué estás diciendo, Adán? - Sólo estaba recordando, Eva... - ¿Algo relacionado con nosotros dos? - Eso es. Yo sólo tenía siete años de edad y tú comenzabas a vivir. - ¿Alguna especie de cuento? - ¿No sabías que hay cuentos que son realidades soñadas? - Lo acepto. Brindemos por eso. Y los dos brindaron porque era la primera vez que ambos amaban de verdad mucho más allá de cualquier otra circunstancia e, inmediatamente después de brindar, Adán comenzó a dibujar en una servilleta de papel una línea recta y sobre ella el esquema de una gaviota. - ¿Qué estás dibujando, Adán? - Ya he terminado, Eva. - ¿Y qué significa eso? - Si te das cuenta es una línea recta y una línea recta, por lo que yo he aprendido de mis años escolares, no tiene ni principio ni tiene final pero, si observas a la gaviota, verás que tiene un punto de contacto con la recta antes de alargar su ala izquierda también hasta el infinito y de manera paralela a la recta. - ¿No me digas que ese punto de contacto es este mismo instante? - Por supuesto que sí lo es y por eso hemos brindado. - ¿Y de dónde proviene esa gaviota? - De un corto pasado como señala su ala derecha. - Lo que no comprendo bien del todo es cómo lo has conseguido... - ¿Y si te digo que dejando que el destino lo decidiera te lo crees? - ¿El destino? ¿Qué destino? - Un destino es siempre ese algo que podemos alcanzar sabiendo que siempre llega porque tenemos la convicción absoluta de que va a llegar. - ¿Voluntad? - Eso es. Voluntad para no aceptar a ningún otro destino cualquiera. - Me convence esa forma de pensar. - Pues ahora vamos a la cita. - Todavía nos queda tiempo... - Pero prefiero que sea una sorpresa. - ¿Y no crees que se puede enfadar "The Sex Gun"? - Si se enfada "The Sex Gun" sólo le queda una cosa por hacer. - ¿Qué cosa? - Olvidarnos para siempre; lo cual me parece que no le va a gustar demasiado. - ¿Quieres decir que está encantado por habernos conocido? - ¡Jajaja! ¡Eso mismo es lo que te estoy explicando! - ¿Tú crees que ese tipo es trigo limpio? - Es demasiado elegante y tiene demasiado glamur, Eva. - ¿Y eso qué quiere decir? - Que quizás no sea ni tan siquiera trigo. - O sea, que quizás sea otra especie de ser peligroso... - De momento no hay por qué dudar de que nos quiere llevar al estrellato; pero resulta que él no sabe que yo ya estoy muy acostumbrado a ver estrellas... - ¡Jajaja! ¿Y eso qué quiere decir? - Que no te quiero ver a oscuras ni sin luz para quererte... - Ya. Ya me imagino lo que estás pensando. - Pues entonces vayamos a la cita y guardemos silencio. Deja que sea el destino quien decida si acierto o me estoy equivocando. Tú déjame hacer y sígueme la corriente. - Puede ser muy peligroso. - En todo caso, si es muy peligroso, lo será para él. Vamos ya a su encuentro. Los dos se levantaron y se dirigieron a la secretaria de la Recepción del hotel. - Señorita... ¿cuál es la suite que ocupa un tal Sidney Vic Stones?... - ¿Tienen ustedes cita con él? - Vaya pregunta más absurda. ¿Qué le parece que estamos haciendo aquí como si no hubiese otras cosas más importantes que hacer? - Pero no se enfade... - Yo no estoy enfadado ni tan siquiera estoy a punto de enfadarme así que tranquilice sus nervios y conteste a lo que le he preguntado. - Es la suite número 13. - Menos mal que no creo en la mala suerte. Sin dejar que la recepcionista dijera ninguna otra cosa más, Joseph agarró la mano derecha de Norah Tatiana y subieron hasta la suite número 13. Al llegar golpeó en la puerta. - Pase quien sea... La sorpresa que se llevó "TheSex Gun" fue enorme al verlos entrar... - Pero... si yo estaba seguro... - ¿De que no íbamos a aceptar? - Veo que a veces me equivoco. - Pues procure no equivocarse más veces con nosotros. Venimos a trabajar con usted. - ¿Queréis formar parte del Grupo Kalenton Artists? - Usted nos informó que era lo más selecto del Arte de este nuestro hermoso país. - En efecto que lo es. Pero para formar parte de mi Grupo tenéis que firmar un simple y sencilllo contrato laboral. - ¿Y cuándo lo tenemos que firmar? - Si esperáis un momento en breves minutos lo elaboro y vosotros sólo tenéis que firmar. ¿Estáis seguros de que os gusta el Teatro? - Desde que escribí "El juicio de José", "Nunca morir" y "La Carreta", me encanta el Teatro. Y ella es mi compañera porque también le encanta. - Está bien. Poneros cómodos que ahora mismo vuelvo. ¿Cuáles son vuestros nombres? - Preferimos que solamente se nos conozca como Adán y Eva. - Estupendo. Me acabáis de dar una gran idea. - Porque sabemos dar ideas, jefe. El elegantísimo y muy glamuroso promotor y descubridor de jóvenes talentos artistas entró en su habitación completamente ufano y satisfecho... - ¿Qué estará haciendo ahí dentro, Adán? - Quizás solamente el apache pero lo vamos a saber muy pronto. Efectivamente, a los pocos minutos reapareció "TheSex Gun" con una hoja escrita en la mano. - ¿Eso es un contrato laboral? - No es muy ortodoxo que digamos pero si lo firmáis vale como contrato laboral. - ¿Para ser actores de Teatro? - Puedes leerlo por ti mismo. Joseph Gold Road Saint Vincent leyó en voz alta. - Groupe Kalenton Artists. Caesar Palace. Las Vegas Strip. Nevada. Estados Unidos. - ¿Todo correcto hasta ahora, Adán? -Todo correcto hasta ahora, Gran Caballero del Arte. Supongo que no se ofenderá si me dirijo a usted con la cortesía y la amabilidad de nombrarle Gran Caballero del Arte. La gran vanidad de "The Sex Gun" salió a relucir... - Me encanta escuchar eso de Gran Caballero del Arte saliendo de la boca de un gran escritor como tú. - Entonces déjeme leer y no me interrumpa más porque también mi tiempo es oro. Joseph Gold Road Saint Vincent continuó... Por el presente documento, siendo el contratista el Señor Don Sidney Vic Stones y los contratados Adán y Eva, estos se coprometen, antes de ser contratados de manera definitiva por el Group Kalenton Artists, a efectuar diez representaciones artísticas de la obra "Adán y Eva" de muy próximo estreno en el Caesar Palace de Las Vegas antes de hacerlo en otras ciudades de los Estados Unidos según el Programa establecido por el Señor Sidney Vic Stones. - Eso es todo, Adán. Como verás ya lo he firmado y sólo falta que los firméis vosotros dos. - Como sólo es un contrato de prueba por ver si nos merecemos ser definitivamente contratados, nosotros preferimos no firmar este documento y ganarnos con nuestro propio esfuerzo el contrato legalmente definitivo pero, a cambio, le damos nuestra palabra de honor de que actuaremos en directo ante su selecto público. - Está bien. Me vale vuestra palabra. En realidad solamente es una prueba necesaria para saber si sabéis hacerlo y, efectivamente, sólo será ante una muy seleccionada y selecta clase de espectadores de la muy alta clase social de este hermoso país. - Esperemos que siga siendo siempre hermoso. ¿Y ahora qué tenemos que hacer? - Nos está esperando mi avión particular en el Aeropuerto. Cenaremos durante el viaje hacia Las Vegas. Si hiciésemos el trayecto en automóvil tardaríamos más de seis horas y estoy tan impaciente por veros actuar que no puedo perder tanto tiempo. ¿De acuerdo? - Yo estoy de acuerdo y ella también. - ¿Y por qué no dice nada ella? - Porque está tan deslumbrada por su gran personalidad y porque es usted tan guapo de cara, aunque bastante rechoncho de cuerpo lo cual es una verdadera lástima pero no importa, que se ha quedado muda. - En realidad no estoy muda del todo. ¿Puedo decir algo? - Tú eres libre para decir lo que quieras, muñeca. - Pues entonces le tengo que decir que ardo en deseos... - ¡Chuta! ¡Tanto te he gustado! - Más que gusto yo diría que me ha abierto usted el apetito. ¿Puedo probar una de estas chocolatinas que observo, desde hace un buen rato, que están sobre la mesa? - No será el mejor dulce que vas a probar pero si te empeñas... - ¿Es que tiene usted algún plátano preparado? - ¡Jajaja! ¡No le haga demasiado caso, señor glamuroso, pero es que tiene muy buen sentido del humor! - Me gusta. Me gusta mucho. - Pero resulta que a mí me gusta mucho más. - No quería molestarte, Adán. - ¿Por qué piensa usted que lo digo como si estuviera molesto por algo? - Es que como ha dicho lo del plátano preparado... - ¡Eso no tiene importancia! ¡Está muy preparada para hacer cosas mucho más agradables! - ¡Me da la sensación de que acabo de descubrir a la joven más talentosa de todos los artistas que he lanzado a la fama! - Espero que yo no le defraude, Señor Beau. - Perdona jovencito, pero no soy Señor Beau sino Señor Vic. - Perdone usted mi confusión pero es que como se parece tanto a George Best... - ¿Quién es George Best? - Otro muy guapo de cara. Tan guapo de cara como usted. Tuvo muchísimas queridas pero qué lástima que murió demasiado joven por culpa de los vicios pero, por supuesto, no era un artista sino un experto en el juego de las pelotas. - ¿Qué juego es ese? - No se me ofenda, señor muy guapo de cara, pero me estoy refiriendo al soccer. - ¡Está bien! ¡No me ofendo pero ya dejemos el cachondeo de momento! ¿Vale? - Vale... Valeriano... vale... - ¡Pues salgamos ya para el Aeropuerto! Y los tres salieron del motel y se encaminaron, en el flamante Chevrotet último modelo de Sidney Vic Stones, hacia el Aeropuerto de Gallup.
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