Seres peligrosos (Novela) -Captulo 8-
Publicado en Jan 13, 2015
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- Estás muy cansado, Jon. ¿Por qué no dejas por un momento la investigación y te tomas una semana de vacaciones?
 
 
- No te preocupes, Frank. En el viaje de vuelta he dormido muy bien. No estoy tan cansado como parece y no puedo dejar la investigación porque ahora llega lo más complicado. 
 
- ¿Cómo te ha ido por Nueva York?
 
- Se ha demostrado que es cierto que, detrás de todo este asunto, hay cuestiones muy graves. En primer lugar, hemos descubierto que existe una especie de mafia que introduce grandes cantidades de cocaína, procedente de Bolivia, en nuestro país y la reparte en todas las direcciones una vez que se concentra todo en Los Ángeles.
 
- ¡Dame datos, por favor!
 
- Todavía tengo que saber quién o quiénes son los peces gordos de toda esta red; pero ya hemos detenido a algunos que tendrán que seguir hablando si no quieren pasar el resto de sus cochinas vidas fuera de la circulación humana. 
 
- ¿Puedo saber qué vas a hacer ahora?
 
- Todavía estoy pensando en el asesinato del teniente Gafotas. Sigo insistiendo en que si ese joven del que habla El Gafitas fue el que disparó cuando estaba sentado es que hay algo de mentira en eso; porque la bala, en ese caso, hubiese tomado la dirección desde abajo hacia arriba pero está ya demostrado que entró en el cerebro del Gafotas en forma horizontal... 
 
- Y eso quiere decir que quien le disparó lo hizo estando de pie.
 
- Efectivamente. Por eso creo que El Gafitas o está mintiendo o está contando algo que no conoce sino que se lo imagina por culpa del trauma que sufrió.
 
- El Gafitas está todavía retenido en nuestra jefatura. ¿Quieres que le haga llamar y hablas otra vez con él?
 
- No. De momento no es la mejor opción. Sigue reteniéndole hasta que yo vuelva.
 
- ¿Es que vas a hacer otro viaje?
 
- Síi. Pero esta vez no voy a salir de Amarillo.
 
- No te entiendo bien...
 
- Sólo necesito que me des una orden de registro del Motel Travelodge.
 
- El Motel Travelodge está sellado y nadie puede entrar mientras continuamos con las pesquisas.
 
- Por eso mismo necesito esa orden.
 
-¿Qué quieres encontrar allí?
 
- No sé todavía qué puedo encontrar allí pero sólo quiero hablar con la parejita que administra el motel y luego registrar desde arriba hasta abajo por completo.
 
- ¿De verdad no estás buscando nada?
 
- No te lo voy a ocultar. Tengo la intuición de que el arma del sargento Gafitas, la cogiese quien la cogiese, está todavía allí. 
 
- Pero El Gafitas ya declaró que se la llevó ese joven al que llaman Adán.
 
- Demasiado fácil para ser verdad...
 
- ¿Dudas de la declaración del Gafitas?
 
- Ahora no dudo de nada ni tampoco puedo afirmar otra cosa más que intuiciones. Es lo que quiero descubrir lo único que me importa. Cuando tenga respuestas concretas tú serás el primero en saberlas. Ahora dame esa orden de registro y espera a que te pueda contar realidades en lugar de suposiciones.
 
- Está bien, Jon, pero si te encuentras alguna vez cansado dimelo de verdad porque puedo poner a otros hombres dirigiendo las operaciones. Te mereces unas buenas vacaciones.
 
- Lo que necesito es esa orden y una patrulla de policías que me acompañe por si se ponen las cosas demasiado feas.
 
El comandante Frank Captain General utilizó su computadora y, rápidamente, tuvo el papel que el capitán Jon Richards Bach estaba necesitando.
 
 
- Que tengas suerte, capitán.
 
- Gracias. Creo que la voy a tener aunque tenga que ser bastante paciente. Espero resolverlo antes de que llegue la madrugada.
 
A la media noche, ya estaba el capitán Jon Richards Bach en el Motel Travelodge de Amarillo. Había reunido ante él a la parejita y eran testigos de la escena dos de sus hombres.
 
-¿Cómo se llama usted?
 
-¿Por qué tengo que decirle cómo me llamo yo?
 
- Porque yo soy el capitán Jon Richards Bach y ha sido en el local que usted regenta donde han asesinado a uno de los míos, el teniente Gafotas. ¿Lo recuerda o no lo recuerda usted?
 
- Lo recuerdo. Fue un joven al que llaman Adán el que lo asesinó.
 
- ¿Cree usted de verdad eso?
 
- Cuento los hechos tal como ocurrieron.
 
- ¿Puedo ya saber cómo se llama usted puesto que conoce perfectamente todo lo ocurrido?
 
- Soy Antoine Seder Aram.
 
- Y usted, señora, señorita o lo que sea, ¿qué tiene que decirme?
 
- ¡Que Antoine nunca suele mentir!
 
- ¿Nunca suele mentir?
 
- Que yo sepa no.
 
- ¿Y quién es usted que tanto sabe de este tal Antoine?
 
- Me llamo Louise Lane Gascoigne.
 
- Entiendo que él es de orígenes judíos y usted es de orígenes franceses. ¿Están utedes casados?
 
- No. Ni nos hemos planteado jamás casarnos.
 
- Ya. Deduzco que son ustedes de los de viva la virgen y olé aunque en este caso lo de virgen suene a chiste o a humor negro.
 
- Me está usted insultando...
 
- Por decir que es usted la barragana de este judío no la estoy insultando sino ajustándome a la verdad. ¿No son ustedes de los de la unión libre?
 
-Sí. Somos de la unión libre.
 
-Gracias por aclarármelo, señor Seder Aram. Esto confirma que usted es el barragán de ella y ella es la barragana de usted. ¿O no es cierto? 
 
- ¡Deje de insultarnos, señor capitán, porque no tiene derecho a decir eso de nosotros! ¡Somos compañero y compañera!
 
- ¡Dejémonos de tonterías y ñoñeces ridículas, don Antoine! ¡Vamos a dejar ya los eufemismos y llamemos las cosas por su verdadro nombre! ¡Según el Diccionario de la Lengua una barragana, como es el caso de su compañera según la llama usted, es una concubina que vive en la casa del que está amancebado con ella que en este caso es usted! Hablando con claridad de ideas nadie se equivoca. 
 
-¡Tenemos derecho a que se nos respete!
 
- ¡Y yo tengo derecho a llamarle pan al pan y vino al vino! Además tengo esta orden de registro por si es necesario usarla. 
 
Antoine y Louise guardaron silencio.
 
- ¿Se puede saber qué tal funcionan las relaciones entre un judío amancebado y una barragana afancesada?
 
- ¡Eso a usted no le importa saberlo!
 
- Pero sí que me importa saber qué sucede por las noches en este motel.
 
- Es un negocio totalmente lícito y legal.
 
- Llevo muy poco tiempo destinado en Amarillo pero lo suficiente para saber, por boca de algunos compañeros, que el ya muerto teniente Gafotas y su hermano el todavía vivo sargento Gafitas solían venir todas las noches a este motel. Si ustedes afirman que su negocio es totalmetne lícito y legal ¿se puede saber por qué venían estos dos hermanos policías todas las noches al Travelodge y salían sde aquí ya muy avanzada la mañana?
 
- ¿Quién le ha contado ese chisme?
 
- Lo comentan todos los compañeros de armas y ya que hablamos de armas después tengo que pedirles una pequeña ayudita; pero eso después de que me confiesen por qué dormían todas las noches el teniente Gafotas y el sargento Gafitas en este lugar y con quiénes dormían si se puede saber porque no me los imagino a los dos durmiendo en la misma cama y totalmente desnudos.
 
Antoine y Louise volvieron a guardar silencio.
 
- Como parece que el gato les ha comido la lengua voy a ver si jugamos a las adivinanzas y tengo la suerte de adivinarlo. ¿Quizás trata de blancas?
 
- No tiene usted derecho a...
 
- ¡Cállese ya, tío bocazas! ¡Todavía estoy intentando adivinar! ¿Tal vez chavalillas tan jóvenes que se puede decir que muchas de ellas son menores de edad?
 
- ¡No pienso decirle nada!
 
- ¡Si sigue usted interrumpiendo mis adivinanzas le rompo la cara de imbécil que tiene! Sigo intentando adivinar. ¿Tal vez a un judío le interesa la avaricia, como la Historia ha demostrado muchas veces, de ganar un buen puñado de dólares que es para el judío una suculenta manera de ir aumentando sus ganancias como si fuera un banquero? ¿Cómo llevo la solución de este rompecabezas?
 
- Yo quiero pedirle perdón...
 
- ¡Vaya! ¡La afrancesada desea hablar!
 
- ¡Te prohibo que digas ni una sola palabra más, Louise!
 
- ¿Ahora resulta que la unión no es tan libre como dice usted, don Antoine, porque ellla tiene la valentía de contarme alguna verdad que otra?
 
- Quiero contarle la verdad, capitán.
 
- Adelante, Louise.
 
- Es cierto todo lo que está usted adivinando. Todas las noches los hermanos Gafotas y Gafitas venían a este motel donde alguien les tenía preparadas un par de jovencitas, algunas de ellas incluso menores de edad, para que gozasen de ellas hasta el amanecer.
 
- Muchas gracias, Louise. ¿Y por casualidad esas jovencitas, algunas de ellas incluso menores de edad, decían venir enviadas por un tal "The Sex Gun"?
 
- ¡No digas nada, Luise! ¡Sólo son suposiciones!
 
- ¡Ya no aguanto más tu tiranía, viejo verde! Por supuesto que venían enviadas por un tal "The Sex Gun" y este judío de mierda también se aprovechaba de ellas.
 
- ¿Y eso es lo que ustedes llaman la unión libre?
 
- ¡Ahora comprendo que he sido siempre una estúpida!
 
- ¿Porque él goza de todas las que desea mientras usted se queda a pan y agua?
 
- ¡Confieso que es verdad!
 
- ¿O sea que lo de la unión libre quiere decir que el macho hace lo que le sale de las pelotas y la hembra hace lo que le sale de las pelotas al macho?
 
- Duele decirlo pero es verdad. Soy una estúpida feminista reprimida por un cerdo machista.
 
- No se preocupe Louise. La Historia está llena de estúpidas feministas y cerdos machistas como, por poner un ejemplo tan idolatrado, Simone de Beauvoir y Jean-Paul Sartre. Lo sabe ya todo el mundo entero, así que no está usted tan sola como parece. Yo le acompaño en mi sentimiento y a ver si ya descansamos todos en paz. 
 
- ¿Ha terminado usted con sus preguntas?
 
- ¡Vaya! Ahora resulta que no le ha comido la lengua el gato, don Antoine. ¿Puedo saber si sabe suted quién o quiénes dirigen a ese tal elegantísimo y glamuroso "The Sex Gun" que todos ya sabemos que se llama Sidney Vic Stones?
 
- Si alguien está por encima de él en este sucio negocio de trata de chavalillas blancas, o de cualquier otro color, yo desconozco quién puede ser.  
 
- Empiezo a escuchar verdades. Y como empiezo a escuchar verdades quiero saber quién fue el que disparó al teniente Gafotas.
 
- ¡Usted sabe bien que lo hizo un joven llamado Adán!
 
- ¿Sentado desde su silla y sin que hubiese habido ninguna palabra entre ellos? 
 
- Así es.
 
- Espere a que le ponga un ejemplo para que usted entienda bien que no soy ningún pájaro bobo sino un capitán de policía que está investigando. Si yo le doy un puñetazo en la cabeza, estando usted de pie y yo sentado, ¿en qué lugar le propino el puñetazo y en qué dirección va el puñetazo que usted recibe? No se asuste tanto porque sólo es un ejemplo ilustrativo.
 
- En la mandíbula y va desde abajo hacia arriba. Es lo que se llama, en boxeo, un gancho. 
 
- Pues lo mismo sucede si alguien que está sentado dispara a alguien que está de pie.
 
- Tengo que volver a pedir otra vez perdón, capitán.
 
- La escucho, Louise. Al parecer eso de descubrir que la unión libre es la mayor trampa que han montado los cerdos machistas para follar con la estúpidas feministas, sin que estas se enteren de que están liados con otras muchas más, le ha llegado al fondo del alma. ¿Qué tengo que perdonarle ahora?
 
- Que no fue el joven llamado Adán quien disparó contra el teniente Gafotas.
 
- ¿Fue su hermanito el sargento Gafitas tal vez?
 
- ¡No sigas diciendo nada más, furcia!
 
- ¡Vaya por Dios! ¡Ahora resulta que usted, estimado don Antoine, no está realmente enamorado de una mujer liberada sino que folla con una furcia sometida a sus caprichos! ¡Pues sí que estamos arreglados con el follón este de la unión libre!
 
- Señor capitán, sí fue el sargento Gafitas.
 
- Pues ahora me voy a sentar un buen rato mientras usted, que al menos está siendo sincera, me cuenta todo lo sucedido aquí la tarde pasada y en cuanto a usted, don Antoine, más le vale tener el pico cerrado o se lo cierro yo aplicando el ejemplo del puñetazo que antes le cité pero ahora haciéndolo realidad. Y como todos estamos de acuerdo, hable sin miedo, Louise... porque no se puede vivir con tanto miedo y entre todos unidos le vamos a poner remedio...
 
- Lo primero que yo vi fue llegar a una jovencita preciosa de cara y de cuerpo monumental. Era de una belleza total y extraordinaria desde la cabeza a los pies y parecía un poco nerviosa, algo así como si estuviera citada con alguien. Pocos mintuos después llegó un joven algo mayor que ella y, debido a que se quedó deslumbrado, comenzó a ligar con ella pero solamente hablando y sin hacer nada repudiable. Cuando más contentos estaban de haberse conocido, llegaron El Gafotas y El Gafitas para darse un buen trago de alcohol y comprobar si las jovencitas que les íbamos a servir esa noche estaban ya dispuestas, pero al Gafotas también le deslumbró esa jovencita, de unos 18 años de edad, que dijo llamarse Eva y, para evitar que el joven, de unos 25 años de edad, que dijo llamarse Adán, pudiese intervenir en favor y ayuda de ella, ordenó a su hermano El Gafitas que pusiese su pistola en la sien izquierda del citado Adán que ya estaba de pie, obligó a la citada Eva a que, antes de que la subiese para follársela al piso de arriba, se colocase de espaldas contra la pared y con las piernas abiertas para darle unos diez correazos con la intención, según dijo El Gafotas, de domarla. El joven llamado Adán lo quiso evitar zafándose de la pistola que, disparada por el Gafitas, asesinó a su propio hermano. Después los dos jóvenes se marcharon sin creer en este judas de Antoine que les prometió que contaría la verdad de lo sucedido. Los dos jóvenes hicieron bien en marcharse rápidamente porque este judas iba a contar tantas mentiras como fuesen necesarias para no perder su negocio.
 
- ¿Entonces no es verdad que el sargento Gafitas se lanzó al suelo y quedó conmocionado por un golpe que se dio en la mandíbula?
 
- Totalmente falso. Es parte de la mentira. Como comenzó a pelear contra el joven llamado Adán, éste le propinó unos tres golpes bien dados y por eso cayó al suelo quedando noqueado del todo. Cuando se recuperó nos amenazó a los dos para que contásemos lo que él contaría como verdad siendo mentira y nos obligó a que escondiésemos su pìstola que fue con la que mató al Gafotas.
 
- ¿Qué tiene ahora usted que decir, don Antoine?
 
-¡Eres boba! ¡Eres tonta! ¡Eres estúpida!
 
- ¿Y por qué no añade usted que es sincera?
 
Antoine Seder Aram quedó en silencio y paralizado por el miedo...
 
- Al menos tenga la decencia de decirme dónde está escondida la pistola.
 
- Como sigue sin tener valor para nada más que para seguir mntiendo yo misma se la entregaré.
 
 
- ¿Dónde está?
 
- En un escondite que hay dentro de ese baúl ornamental de la Edad Media. Tiene un doble fondo muy difícil de descubrir. Pero yo misma se la voy a entregar.
 
- Muy bien, Louise, lo tendremos en cuenta cuando llegue el juicio final.
 
- ¿Voy a quedar absuelta?
 
- Probablemente sí; sobre todo para que tenga usted la libertad de sentirse liberada y así gozar de la oportunidad de aconsejar a todas sus amigas lo que es, de verdad, ese follón de la unión libre. Digales a todas ellas que procuren no leer tanto a Simone de Beavouir y a Jean-Sarte y que, en vez de ello, se dediquen a ser verdaderas mujeres. Sólo por eso y por su ayuda quedará usted libre de cargos; pero váyase lo más lejos que pueda de este lugar y elija otro tipo de trabajo que no sea en un motel de carretera por si acaso se encuerntra usted con otro cerdo que le ofrece la unión libre y cae como tonta en sus brazos. ¿Me ha entendido?
 
- Muchas gracias. Merece usted que le entregue la pistola que está buscando.
 
- Pues ya que ha entendido bien el mensaje no hay problema con ninguna clase de ruidos; así que la comunicación es perfecta y más de uno se va a enterar de lo que es una comunicación perfecta, empezando por ejemplo, por el teniente Gafitas.
 
Una vez entregada la pistola al capitán Jon, este dio la última orden en aquel lugar.
 
- ¡Todos a la jefatura! ¡Absolutamente todos a la jefatura! ¡Tengo a mis dos hombres presentes para demostrar que no he aplicado ningún tipo de violencia para resolver este asunto!
 
Y metidos todos en el furgón de la policía salieron rumbo a la Jefatura de Policía de Amarillo. 
 
 
 
 
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Foto del autor Jos Orero De Julin
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Novela y Guin Literario para Cine.

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Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



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