Como cabras (Reflexiones)
Publicado en Jan 17, 2015
Para decir la verdad, la verdad es que la Mitología Griega y la Mitología Romana (al igual que el resto de todas las demás Mitologías de las cuales soy un experto de tanto que las he leído) son para tomárselas a cachondeo. Es cierto que nos entretienen mucho pero, por desgracia, hay gentes que se las toman tan en serio que se las llegan a creer. Están como cabras.
Júpiter, que estaba no solamente como una cabra sino también como una chota, hacía lo que a todos los locos les da por hacer: no sólo mantenía relaciones sexuales con las demás diosas del Olimpo, para rabia y enojo de su esposa, sino que también las mantenía con las ninfas y hasta con mujeres de carne y hueso. ¿De verdad no creéis que Júpiter estaba como una cabra, como una chota y como un loco perdido? Lo más curioso de todo esto es lo que dice la Enciclopedia Salvat sobre lo que son los jupiterinos. Leed lo siguiente: "perteneciente o relativo al dios mitológico Júpìter". Esto no nos aclara todas las dudas, así que veamos lo que dice la Real Academia de la Lengua Española. Leed lo siguiente: "perteneciente o relativo al dios mitológico Júpiter". Así que si queremos saber lo que significa "jupiterino" en sentido figurado pero real, tenemos que echar mano de lo que las gentes saben lo que es. Leed lo siguiente sabiendo que "jupiteriano" es sinónimo de "jupiterino". Lo he pillado por Internet. Por su importancia, nos extenderemos un poco al analizar al que es, a la vez, el más gracioso y el más terrible de todos los temperamentos cósmicos: el jupiteriano. El mejor ejemplo de una cultura intensamente jupiteriana la constituyó Roma bajo su aspecto imperial y luego eclesiástico, y aún siguen siéndolo los italianos... y lo curioso del caso es que el principal dios de los romanos era, precisamente, Júpiter. El jupiteriano es, sobre todo, un superego, un superstar, un ser que cuando escucha un grandioso himno coral, cae en variados éxtasis en los que se ve a sí mismo sentado en un trono olímpico, desde donde mira a todos los demás mortales, como a unos pobres gusanos envidiosos. Pero luego él mismo puede reírse de esas fantasías, y es precisamente eso lo que lo torna adorable. La burla cínica es la más afilada de las armas del jupiteriano; pero, increíblemente, él puede dirigir esos cañones hacia sí mismo. En verdad, la capacidad que el jupiteriano tiene de reírse de sus propias ridiculeces lo salva de ser condenado al Infierno por todos los que lo conocen. Vive convencido de que lo que él está haciendo es único y lo más importante y que los demás deberían limitarse a ayudarlo, admirarlo o a aplaudir, en todo caso. El jupiteriano es el eterno fugitivo de su propio delirio. Respecto del jupiteriano de todos los días - ése al que hay que soportar en vivo y en directo - se puede decir de él que no hay nada en el mundo que pueda convencerlo de que no es un genio; y lo peor de todo es que demasiadas veces, lo son. Es decir, la inspiración, o el milagro, o lo que sea, suele apoderarse de él cuando menos se piensa; y ésta es, precisamente, la paradoja jupiteriana: ¿cómo un ser en general tan caótico y desastroso puede tener momentos de tanto encanto y belleza? Además, posee un don innato, que suele ser muy agradecido por la humanidad doliente: el don de hacer reír, voluntaria o involuntariamente. Los lunares son sus parientes cercanos en estos fenómenos, pero mientras los hijos de la Luna canalizan la posibilidad de la Magia a través de la poesía, la plástica o aun la música, el jupiteriano lo hace a través de la performance, en una fiesta, sobre las tablas, en una conferencia, púlpito o mitin político. Cuando su inspiración no se disipa y se plasma a través del cine, del teatro o de cualquier arte de acción, el jupiteriano hace historia con uno solo de esos momentos angélicos (y/o demoníacos, como hemos visto). El asco que la gente suele sentir por la autosuficiencia jupiteriana se suele convertir en admiración cuando ve la Magia derramándose a través de él. El jupiteriano suele ser objeto de envidia y lástima en forma simultánea. Contradictorio segundo a segundo, podría sentirse igualmente identificado con todos los temperamentos descriptos en este libro; de hecho, si algo así le está sucediendo al que está leyendo estas líneas, no debería dudar de que este planeta es más importante en su vida de lo que se imagina. Por último, el jupiteriano es el ser ritualístico por naturaleza, supersticioso, aventurero, gigoló, jugador (¡es el arquetipo del tahúr!), taoísta y fanático de lo que venga, siendo su frase interior clave: "En el Universo no hay nada verdaderamente puro ni impuro, así que todo vale... la vida debe ser vivida a full mientras las estrellas nos bendigan...porque uno nunca sabe, y al final, todo puede ser una mentira, incluso lo que acabo de decir." Mi pregunta sigue siendo la misma: ¿están o no están como cabras los jupiterianos? Como me interesa que os centréis en lo de las relaciones sexuales vamos a ver si encontramos algo más concreto. Veamos, por ejemplo, lo que dice Segundo Ruiz (que será muy famoso pero yo no le conozco ni en pintura y para mí es como un cero a la izquierda a la hora de la verdad pero quiero saber su verdad). Júpiter es un planeta masculino, cálido y húmedo. Rige Sagitario y Piscis y está exaltado en Cáncer. Tiene su exilio en Géminis y Virgo y su caída en Capricornio. Está considerado como el más benéfico o afortunado de los planetas. Su influencia propicia la riqueza, el éxito, el prestigio y la elevación social, y favorece los honores y reconocimientos. Asimismo, atrae la ayuda de la suerte y el apoyo de personas importantes. Todo esto se corresponde con una personalidad sensual, optimista, llena de esperanza, benevolente y abierta al mundo. A los regidos por Júpiter los mueven elevados ideales sociales, políticos y espirituales. Su destino suele ser muy afortunado, nacen con buena estrella y están protegidos frente a las desgracias. Es un planeta que favorece el triunfo profesional y material. Podemos encontrar gente de Júpiter en las altas esferas de la sociedad y en altos cargos de la administración o la banca, así como entre empresarios, jueces, abogados, senadores, parlamentarios, catedráticos de universidad, príncipes de la Iglesia, alcaldes y profesionales liberales, en la plutocracia en general y entre los patricios de la sociedad. Pero cuando Júpiter está severamente debilitado y afligido, el destino de sus nativos estará muy oscurecido o será desafortunado, plagado de obstáculos e infortunios. Asimismo dará una personalidad mezquina y pesimista, carente de ideales y valores espirituales. Entre las cualidades jupiterianas destacan: la bondad, el optimismo, la esperanza, la nobleza, la generosidad, el altruismo, la filantropía, la grandeza de alma, el idealismo y la espiritualidad. Es un planeta que confiere honorabilidad, respetabilidad, lealtad, virtud, integridad, amor por la paz y tolerancia, y que favorece la moralidad y la sabiduría. Los jupiterianos suelen ser cordiales, alegres, conciliadores, humanistas y piadosos. En su vertiente negativa, por el contrario, pueden ser hipócritas, simuladores, santurrones, orgullosos, prepotentes, megalómanos, sensuales y jactanciosos. También pueden ser vanidosos, pomposos, ostentosos, ceremoniosos, fanfarrones y exagerados, y tener una ambición sin límites o un optimismo ciego carente de base que con frecuencia los lleva al desastre. El intelecto jupiteriano acentúa mucho las facultades abstractas y de generalizaciones y desarrolla aptitudes filosóficas y espirituales, así como los ideales y las altas especulaciones trascendentes. Sus nativos nacen para ser guías de otras personas, por lo que tienen una gran capacidad para dirigir, administrar y organizar. Su visión suele ser optimista y esperanzada, favorecedora del orden, la armonía, la templanza y el equilibrio entre mente y corazón. En el amor tienen un gran parecido con el legendario Zeus olímpico, ya que por un lado son notablemente sensuales y aventureros, pero al mismo tiempo buscan una unión ventajosa y respetable socialmente. Sus instintos son poderosos pero están armonizados o subordinados al lado superior y espiritual de su personalidad. Físicamente, Júpiter rige el hígado, los pulmones y la circulación arterial, así como las enfermedades y problemas que afectan a estas zonas: plétora, excesos, obesidad y gota. De constitución grande y ancha, fuerte y vital y de temperamento sanguíneo, los jupiterianos son en general de rasgos redondeados, ojos grandes y claros, tez rosada y pelo castaño con tendencia a la calvicie. Su aspecto exterior es jovial, benevolente, bondadoso, paternalista, patriarcal o pontifical. Júpiter rige el color azul. Sus minerales son el estaño, el zafiro, la amatista y la turquesa; sus vegetales, el roble, el almendro y las fresas, y sus animales, el caballo, el ciervo, el toro y el elefante. Entre los personajes históricos jupiterianos tenemos los papas Julio II, Julio III, Pío IX, Juan XXIII y Juan Pablo II, el conde-duque de Olivares, Rubens, Winston Churchill y De Gaulle. Después de haber leído todas estas tonterías astrales (en las cuales ni he creído jamás ni jamás me las voy a creer porque soy un verdadero cristiano y sólo creo en lo que Dios hace y deshace) vamos a ver si os digo yo la verdad. Los jupiterinos (no jupiterianos sino jupiterinos verdaderamente dicho porque son dos cosas diferentes) en cuanto al sexo (y da lo mismo que hayan nacido en una fecha del año o en otra porque ni creo ni he creído jamás en las interpetaciones del Zodiaco que es una forma de tomar el pelo y sacarles la pasta a quienes creen e ello y yo añado que es una gran mentira, una gran farsa, una gran estafa que sirve para vivir a costa de los bobos y las bobas que creen en todo eso de las cartas astrales que es el mayor engaño, junto con el tarot, de los muchos que he conocido y donde sólo creen los pardillos y las pardillas pringados y pringadas), son esos tipos que andan siempre "salidos"; o sea que, en palabras que todos entendamos, los jupiterino (no jupiterianos sino jupiterinos) son los que van practicando relaciones sexuales con todo lo que pillan a su paso: mujeres, hombres o cualquier otro animal, porque siempre andan con el sexo en su cerebro y, claro está, tienen que llevarlo a la práctica (sean casados o sean solteros) con el "aquí te pillo y aquí te mato" sin importarles, para nada, la fidelidad a sus esposas, a sus novias, a sus mantes, a sus queridas, a sus amigas, a sus compalñeras o como quiera llamarlas para aprentar que son interesantes. En fin, son unos completos cafres desleales y engañan a todos los seres (hombres, mujeres o cualquier clase de animal con quienes andan liados) con quien sea que se les ponga a tiro. Son unos salidos sexuales y no lo pueden reprimir porque en el terreno de lo sexual están como cabras, como chotas y como locos perdidos. Otro tema que está muy relacionado con los jupìterinos (muchísimas veces van unidos) es el narcisismo. Para explicarlo bien, sepamos primero quién fue Narciso, un personaje del cual cuando lees su historia te partes de risa. En las Mitologías Griega y Romana, Narciso es un joven griego de gran belleza (al menos eso decía su mamá aunque las chavalas ni tan siquiera le miraran a la cara). Ovidio, en la "Metamorfosis" (¿"mariconus habemus"?) dice que era hijo de la ninfa Liriope y el dios fluvial Cefiso (lo cual es un puro cachondeo que cuando lo piensas te partes de risa). Seguimos con la Enciclopedia Salvat. Incapacitado par acorresponder al amor que suscitaba (¡jajajá!), murió víctima de la pasión que le inspiró su propia imagen reflejada en un lago ("¿mariconus habemus?"). Y, por si fuera poco tanta cantidad de ridiculeces, resulta que de su sangre nació la flor de su nombre. Existen varias versiones de esta leyenda. Iconográficamente, se representa a Narciso en forma de apuesto joven (o al menos eso decía su mamá) contemplándose en el agua, en su metamorfosis ("¿mariconus habemus?") o como la flor que lo simboliza. entre sus reopresentaciones destacan las de Policleto (cuyo nombre ya te hace troncharte de risa del todo). Y entonces llegamos a la deducción lógicas: ¿qué es el narcisimo y qué son los narcisistas?. El narcisismo es la excesiva complacencia en la consideración de las propias facultades u obras. En psicología (mejor dicho en psiquiatría porque están como cabras), el término "narcisismo" fue acuñado por Nacke partiendo de la ya citada leyenda griega de Narciso, enamorado de su propia imagen (por culpa de haberle dicho tantas veces su mamá, cayéndosele la baba al mirarlo y admirarlo, que era el más guapo de todos los tiempos habidos y por haber). Freud se sirvió (oportunista siempre este majareta de Freud) se sirvió posteriormente de esta misma palabra para referirse a la etapa infantil y primaria de la evoluciñon de la libido (o sea que todos los narcisistas son infantiloides aunque tengan ya unos cuantos añitos más de la infancia) en la que la citada libido toma como objeot el propio Yo ("¿mariconemus primarius"?). En el curso de desarrollo utçlterior, el niño (normalmente pijo por culpa de su mamá) dirige la parte de la libido a los objetos externos, entre los cuales destaca la madre (culpable de que el niño vaya camino de metamorfearse en "mariconus adolescentus"). En determinadas condiciones normales (si es que se puede llamar normal a todo esto) como la muerte de un ser querido... o anormales (porque están como cabras y desarrollan neurosis o psicosis)... la libido puede ser retirada de la representación de los objetos externos y dirigida de neuvo hacia el Yo ("mariconemus secundarius"). Existe una evidente oposición entre libido narcisista (anormal del todo) y libido objetal (anormal casi del todo); y así cuanto mayor sea la cantidad de libido fijada narcisistamente, menor será la cantidad de libido objetal y viceversa. O sea que los narcisistas pueden evolucionar de lo anormal del todo a lo anormal casi del todo o, por el contrario, de anormal casi del todo a anormal del todo. Queda sólo por decir (aunque podríamos seguir diciendo muchas cosas más) las personas muy narcisistas (o sea que no tienen ningún remedio ya) suelen poner poco amor en los demás ("mariconemus personalísimus") y su interés radica más en ser admirado o "amado" por el otro ("mariconemus totalitarius") que en hacerle objeto de su amor.
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