Seres peligrosos (Novela y Guin Literario Cine) -Captulo 12-
Publicado en Jan 27, 2015
- ¿Cómo has dormido, Jon?
- ¡Perfecto, Charles! Nunca había yo dormido en una cama tan cómoda. - Hoy desayunas con nosotros... - Espera, Charles. La verdad es que ya tengo prisa para volver a casa con mi chavala. - ¿Cuando dices tu chavala te refieres a tu esposa? - Eso es, Charles. Ya la estoy echando en falta. - Pues lo siento pero tiene que esperarte un poco más. No sólo vas a desayunar con nosotros sino que estamos invitados a comer. - De verdad que no puedo. - ¿Y si te digo que quién nos ha invitado a comer es alguien que está deseando darte un verdadero abrazo de amistad? - No quiero tener problemas, Charles. - ¡Jajajá! No me estoy refiriendo a ninguna chavala como las llamas tú. - ¿Me puedes decir quién quiere darme ese abrazo? - Es una sopresa, Jon. En ese momento apareció la mujer de Charles con los desayunos en la bandeja que dejó sobre la mesa. - Te presento a mi esposa Rewards Bank Principal. Jon Richards Bach se levantó rápidamente de su silla y le dio la mano a ella antes de volverse a sentar. - Es usted guapa de verdad. - ¡Muchas gracias, caballero! Ya me han contado que es usted un héroe. - ¿Por qué voy a ser un héroe? No he hecho nada para serlo. - Ser héroe es no tener miedo a los seres peligrosos y en eso es usted un verdadero especialista. - No creo ser un héroe por eso. Solamente forma parte de mi trabajo y me pagan muy bien por hacerlo. - Rewards lleva razón, capitán. Forma parte de tu trabajo pero tu trabajo forma parte de las hazañas heroicas. - ¿Por actuar como debe actuar un capitán? - No solamente por eso... - Pues no lo entiendo, Charles... - Cuando estemos comiendo con esa persona que quiere darte un abrazo verdaderamente amistoso sabrás por qué eres un verdadero héroe. - Yo me retiro. Os dejo a los hombres hablando cosas de hombres. - Gracias, Rewards, y cuando dije que es usted guapa de verdad dije solamente la verdad. Una vez que la mujer de Charles salió de la sala comedor, Charles fue directo al asunto... - Escucha, Jon. Antes de entrar para detener a todos escuché desde la puerta el alboroto que se armó cuando dijeron que no actuarían un tal Adán y una tal Eva. ¿Quiénes son? - No lo sé. Puedo imaginar que son dos jóvenes buscando su futuro; pero no sé quienes son. - ¡Puedo encontrarlos fácilmente! Sólo hace falta que haga hablar a ese mamarracho de "The Sex Gun" para conseguirlo. - ¡No, Charles! ¡Al mamarracho de Sideny Vic Stones no tenemos que hacerle ni puñetero caso! ¡Solamente es un mierda y lo que diga un mierda no nos interesa para nada! ¿De acuerdo? - ¿Tienes testigos para acusarles a todos ellos? - Tengo suficientes testigos para meterlos entre rejas de por vida si los jueces así lo deciden. - Entonces... ¿qué hacemos con Adán y Eva? - ¿Tú que crees que necesitan dos jóvenes inocentes que buscan su propio futuro? - ¿Vivir? - ¡Exacto, Charles! ¡Vivir! Así que vamos a dejarles en paz para que puedan vivir en paz. - ¿No los vamos a buscar? Pueden darnos buenos datos para acabar con toda esta morralla de la que estamos rodeados... - ¡He dicho que es necesario dejarles vivir en paz! No tenemos ningún derecho a mezclarles en un asunto del cual sé positivamente que no tienen ninguna participación activa. ¡No los vamos a buscar y tú vas a dar la orden de que nadie les busque! - Vivir. ¡Qué hermosa palabra! A muy poca distancia de allí, por el Boulevard South de la ciudad de Las Vegas, Joseph y Norah Tatiana seguían caminando tranquilamente una vez ya llegado el nuevo día. - ¿Cómo te encuentras, Eva? - Muy bien. Te vuelvo a repetir que estando a tu lado no tengo ninguna clase de miedo. - ¡Eres una chica muy valiente! - Pero tengo hambre... - ¿Tienes hambre de verdad? - ¿Es que se puede tener hambre de mentira? - Supongo que no; pero algunos tal vez lo practiquen... - ¿Decir que tienen hambre cuando están con todo el estómago lleno? - Suele pasar en los que no se conforman con mucho... - ¿Y los que no tienen ni poco? - Esa es la paradoja, Eva. Algunos están muy gordos y otros están muy flacos. ¿Te imaginas por qué puede pasar eso? - ¿Porque la justicia se inclina ante los más pesados? - ¡Jajajá! ¡Eso es! ¡Los más pesados siempre desequilibran la balanza hacia su favor! - ¿Te refieres a los pesos pesados? - ¿Sabes de boxeo, Eva? - Sólo lo que te he visto a ti hacer... - ¿Soltar alguna que otra castaña a su debido tiempo? - ¡Jajajá! Ahora que hablas de castañas sigo teniendo hambre... - ¡Pues aquí tenemos la solución! ¡Mira dónde nos encontramos! - ¡Atiza! ¿Me vas a invitar al "Blue Ribbon"? - Azul.. la mañana es azul... - ¿Me vas a invitar o no me vas a invitar? - ¿Para qué sirve el dinero, Eva? - Buena pregunta, Adán. ¿Puedes hacerme una aproximación de respuesta? - Según dice un proverbio chino el dinero puede comprar el sexo pero no el amor porque resulta que el dinero puede comprar una cama pero no el sueño. ¿Me has comprendido bien? - Poco más o menos. Me parece que quieres decir que en cuestión de huevos algunos creen tener una docena para satisfacer el hambre de sus fans y otros se conforman con tener sólo dos para quitar el hambre de la única que aman. - Entonces supongamos que soy de los que has dicho en segundo lugar y que sueño que la que tiene hambre eres tú aunque no sea cierto... - ¡Pero sí es cierto! - Dejemos de soñar y vamos para adentro. Les atendió una señorita de origen japonés que llevaba su nombre en la placa metálica. - Buenos días. Les atiende la señorita Osaka que soy yo. - ¡Pues ya que eres Osaka, por favor saca un folleto! La japonesita sacó a relucir una linda sonrisa mientras extraía un folleto de debajo del mostrador. - ¿Saco algo más? - No. Los limones los dejamos para otro momento más adecuado. - ¡Jajajá! ¿Qué vais a tomar? - ¿Nos permites unos minutos para que podamos ponernos de acuerdo por mayoría absoluta? - ¿Por mayoría absoluta entre tú y yo, Adán? - Eso es. O nos ponemos de acuerdo por mayoría absoluta entre nosotros dos o nos quedamos sin desayunar. - ¡Nada de eso! ¡Yo no pìenso ayunar nada de nada! ¡Que ayunen los del Ramadán todo lo que les dé la real gana, pero yo no ayuno nada ni en el Ramadán ni en la Pascua Florida! Elige tú lo que quieras y me pongo de acuerdo ipso facto. - Está bien. Como desde que nos cambiamos de ropas llevo yo el dinero encima, te invito a un "Premiun Box". - ¿Y eso qué lleva, Adán? - ¡Nada más y nada menos que 8 makis, 4 futomakis, 8 rolls, 2 gunkan, 2 niguiris y 4 temakis! - ¡Atiza! ¿Y todo eso qué es? - Supongo que cosas para comer porque vale 29 dólares con 35 centavos. - ¡Pero no somos el ejército completo del Emperador Tenji! - ¿Te refieres al del Trono de Crisantemo? - Tengo que contarte algo, Adán. Conocí a un tal "Blue Chrysanthemum" cuando yo sólo era una quinceañera y, por eso, estaba en la edad del pavo, pero no le hice ni el más mínimo caso porque no me despertaba ni el más mínimo interés. - ¿Con ese nombre tan romántico y estando tú en la edad del pavo no le hicieste el más mínimo caso porque no despertó en ti ni el más mínimo interés? ¿Cómo puede ser eso? - No sabía contar cuentos... - ¿Y de poesia? ¿Qué tal iba ese tipo de poesía? - ¿Sabes lo que es una butifarra estofada con morcilla de arroz? - Me lo imagino... - Pues ni uno de sus poemas llegaba a esa altura... así que ya puedes imaginarte cómo iba ese tipo de poesía... - ¡Jajajá, Eva! ¿Atacamos? - ¡Atacamos, Adán! - Pues nada, señorita Osaka, saque un "Premiun Box" que tenemos hambre. Ambos se sentaron junto a una ventana luminosa... - Adán... ¿puedo hacerte una pregunta?... - Si no me queda otro remedio... - No te queda otro remedio. - Adelante. Pregunta. - ¿Por qué eres tan simpático, Adán? - ¿Puedo contestar con otra pregunta? - Puedes. - ¿Por qué eres tan bonita, Eva? - Lo mío es por naturaleza. - Lo mío es por necesidad. - Perdona, Adán, no quise hacerte daño. - Tú no me haces daño nunca. - Entonces... ¿por qué de repente esa tristeza?... - Solamente es un poco de nostalgia... - ¿Y por qué de repente esa nostalgia? - Escucha, Eva. Nostalgia es todo aquello que siempre queda vivo de nuestras experiencias, que nos atrapa en su tela de araña de sueños y nos hace saber que estamos existiendo. - ¿Y qué te parece, ya que estamos existiendo, que comencemos a comer? Joseph ni tan siquiera se había dado cuenta de que ya estaba servido el "Premiun Box" así que sacó un billete de cien y pagó... - En un momento te traigo el cambio. - Osaka... cóbrate 50 para no andar con rodeos... - Si todos fuesen igual de generosos quizás no habría necesidad... - ¿Sabes lo que es la necesidad? - Lo acabo de aprender al escucharte. - Está bien, Osaka. La necesidad es algo que no sabe de fronteras. Cuando la japonesita se marchó, Joseph volvió a mirar los bellísimos ojos de Norah Tatiana y todavía no podía comprender cómo había conseguido ligar con aquel monumento de chavala. - ¿Algo que ver con amores frustrados? - No, Eva. No es eso. Nunca he tenido tiempo de saber lo que es un amor frustrado. - ¿Me estás queriendo decir que nunca has salido con una chica en plan de novios? - Puedes creeerlo o no puedes creerlo pero nunca he salido con ninguna chica en plan de novios. ¿Y tú? ¿Cómo te ha ido a ti en cuestión de amores? - Voy a confesarte un secreto. Soy hija de un embajador y he tenido docenas y docenas de aspirantes a conquistar mi corazón; pero yo nunca he querido tener jamás novios en plural. Eso queda solamente para las desesperadas y yo puedo ser cualquier cosa menos una desesperada. - ¿Quién es tu papá? - Armand Towers Palaces. - ¿El representante de los Estados Unidos en la ONU? - Sí. - ¡Chuta! ¡En menudo lío me he metido! ¡Cuando se entere de lo que ha pasado entre nosotros dos me caen por lo menos 20 años de cárcel sin fianza! - ¡Jajajá! - Nada de jajajá, Eva. ¡En cuanto terminemos de comer nos vamos directamente para Nueva York! - ¿En un vagón de tren de mercancías tumbados sobre la paja? - ¿Tú estás loca? ¿Quieres que en lugar de 20 años de cárcel me caigan 40? - ¿Por qué tanto miedo de repente? - Porque quiero vivir un poco más. ¡Si tengo suerte no me fusilan ipso facto todos los del Cuerpo Diplomático al mismo tiempo! - Pero... ¿se puede saber qué ha pasado entre nosotros dos?... - ¡Chuta! ¡Como se entere tu novio, que debe ser uno de esos cachalotes de gimnasio que levanta 200 kilos de peso con un sólo brazo, me estrangula! - ¿Por qué no dejas que Dios intervenga y él haga que suceda un milagro y te salvas de todo? - ¡Chuta, chuta y mil veces chuta! ¡Come rápido que nos vamos antes de que este asunto se ponga mucho peor si es que se puede poner mucho peor de lo que está! - Bueno. Vamos a terminar de comer pero sin prisas... - Está bien. Pero no me vuelvas a hablar nunca más de tu padre. - Pero come tranquilo, por favor. - ¡En cuanto terminemos de comer nos vamos volando en avión hasta Nueva York! - ¡Jajajá! ¡La verdad es que eres muy coherente del todo! Los hombres y las mujeres sólo podemos viajar volando si vamos en avión. - ¡Pues es un chiste muy malo! - No te preocupes por eso. Tú cuentas otros peores. -Come y calla, chavalilla, que aunque me veas tranquilo la procesión va por dentro aunque parezca mentira y no estoy contando una mentira piadosa para darme pena a mí mismo que bastante tengo ya con dar pena a los demás cuando se enteren de toda la que he armado por mi afán de ser "El Aventurero". - ¿Te estás refiriendo a "Conan el Bárbaro" de Robert Howard? - Por ejemplo. Y resulta que quiero salvar mi cabeza. - ¡Jajajá! Anda que como salgas en las fotografías de "Se busca"... - No me busques más problemas de los que tengo, Eva... y no pares de comer que tengo prisa... A las doce del mediodía, Charles Boat Huntsman y Jon Richards Bach, en el Lamborghini deportivo, último modelo, del Jefe de la Policía de las Vegas, llegaron al chalet de lujo del West Rome Boulevard de Las Vegas y el capitán no salía de su asombro. - ¡Puches! ¿Quién puede ser el afortunado que vive aquí, Charles? - Alguien que te debe mucho más de lo que tú crees. - Imposible. Algunos amigos de juventud me deben algún centavo que otro pero nada más... - Pues te equivocas. El hombre que vive aquí te debe algo mucho más importante que algún centavo que otro. - No entiendo nada. - Tú sólo déjate llevar y recuerda que es un amigo que nos ha invitado a comer porque quiere darte un abrazo. - Que sea lo que Dios quiera, Charles. - Pues venga. Vamos. Les recibió una criada jamaicana... - Buenos días, señores. Soy Diana Huntress y sirvienta de esta casa. - ¡Puches! ¡Es igual que Diana la Cazadora del Olimpo! - Muchas gracias por el piropo pero no soy griega sino de Jamaica. - Ya decía yo que es mucho más morena que una griega de la Antigïuedad de antes de Jesucristo... - ¡Deja ya de perder el tiempo con la sirvienta, Jon! Señorita... tenemos una cita con el dueño de esta casa... - ¿Es usted el Jefe de Policía de Las Vegas? - El mismo que tiene el placer de estar hablando con usted. El capitán de Amarillo le dio un discreto codazo... - Se dice gozo y no placer, Jefe... - Dejen de hablar como dos comadres y pasen para adentro. Ya les están esperando. - ¿Pero puedo ya saber quién es el que tanto me estima? - ¡Pasa para adentro y no preguntes nada más! La mulata jamaicana Diana Huntress les acompañó hasta la Sala de Estar. - Voy a avisar al amo. Una vez que la bella Diana Huntress desapareció, el capitán volvió a preguntar al Jefe... - ¿Ha dicho amo como si estuviéramos todavía en el siglo XVII? - Es solamente una costumbre nada más... - Pues que costumbre más fea, Jefe. - Concéntrate en lo que tienes que concentrarte y deja a los criados y a las criadas que decidan por sí mismos y por sí mismas la forma en que tienen que dirigirse a sus empleadores. ¿De acuerdo? - De acuerdo. La puerta se abrió y entró un hombre de la misma edad que los dos invitados... - ¡Hola, Charles! - ¡Hola, Martin! - ¿Este es Jon Richards Bach? - Ese soy yo. ¿Tengo el gusto de haberle conocido en algún lugar de la Tierra? - ¡Jajajá! No le hagas mucho caso, Martin, porque le gusta contar chistes. El interpelado no se enojó para nada... - ¿De verdad que tú eres el Gran Capitán? - ¡Otra vez con lo mismo! ¡Soy solamente capitán pero ahora a todos les da por llamarme grande aunque no paso del 1'80 de estatura! - ¿Pero de verdad no sabes quién es el teniente Martin Molina Olivegroves? El capitán de Amarillo se levantó del asiento como si le hubiese lanzado un muelle. - ¿De verdad que tú eres Martin Molina Olivegroves? Los dos se dieron un fuerte abrazo y, aunque Jon sintió el brazo derecho ortopédido de Martin, no dijo nada sobre el asunto. - ¡Siéntate cómodo, por favor! ¿Nos tomamos unos martinis? - Puesto que eres Martin... venga esos martinis... y perdona el chiste pero me lo has dejado a huevo... - ¡Jajajá! ¡No has cambiado nada, Gran Capitán! - ¡Vaya manía con llamarme Gran Capitán! - Es que lo eres de verdad. El teniente Martin Molina Olivegroves se sentó en la silla que estaba vacía, tocó una campanilla y volvió a aparecer la mulata jamaicana Diana Huntress. -¿Desea algo, amo? - Sírvenos tres martinis con aceitunas, por favor. Y para ponerte el chiste fácil, Jon, lo de las aceitunas lo digo porque soy Olivegroves. - ¡Jajajá! Veo que tienes buen humor, Martin. - Gracias a ti, Jon. Cuando jugábamos al soccer en el Esparta de Stuyvesant de Nueva York me enseñaste cosas muy importantes para mi vida. - ¿Te refieres a lo de la táctica, la técnica y la estrategia? - Me refiero a otras tres cosas mucho más importantes que la táctica, la técnica y la estrategia. - ¿Pero si sólo era soccer nada más? - Para todos los del Esparta de Stuyvesant de Nueva York era mucho más que soccer gracias a ti. Por eso eras el mejor como te lo dije en cierta ocasión. ¿Recuerdas? - Gracias, Molina. Sí que lo recuerdo. - Porque era verdad. - ¿Pero se puede saber de qué me estás hablando que vaya más allá de solamente jugar al soccer? - Con tu ejemplo práctico sobre las canchas yo aprendí tres cosas que nunca jamás he olvidado y que me han hecho triunfar en la vida. - ¿Qué enseñé yo además de jugar al soccer? - No sé lo que le pudiste enseñar a los demás; pero a mí me enseñaste tres cosas sin las cuales no hubiese llegado a ser lo que ahora soy. La primera de ellas fue superar mis fallos. La segunda de ellas fue superar lo que me decían. Y la tercera de ellas fue superar mis límites. De esta manera, tal como lo aprendí con tu ejemplo, y a pesar de no tener brazo derecho, he llegado a ser teniente de policía en una ciudad tan peligrosa como Las Vegas y he llegado a poder casarme, solamente por amor, con una multimillonaria que ahora mismo te la voy a presentar. Y es que, al terminar de hablar el teniente Martin Molina Olivegroves, aparecíó su bella esposa en la Sala. - ¿Es usted el Gran Capitán del que tantos años me ha estado hablando Martin? - Solamente soy el capitán Jon Richards Bach de Amarillo pero si se empeñan tanto en llamarme Gran Capitán no me va a quedar otro remedio que aceptarlo. - ¡Es usted mcuho más atractivo de lo que me contaron! - ¡Y usted, con perdón y si se puede decir la verdad, es mucho más atractiva de lo que me podía imaginar! - ¡Jajajá! Me llamo Pillar Hair East y es un enorme placer haberte conocido en persona. - ¿Podemos ya comer, Pillar? - La comida ya está preparada. Podemos comer en cuanto tú lo digas, Martin. - ¿Estamos de acuerdo en empezar a comer ya? - Por mí no hay ningún problema. - De acuerrdo, Jefe. Tomemos primero tranquilamente nuestros martinis con aceitunas y luego comenzamos a comer. Diana Huntress sirvió los aperitivos... - Esto... tengo algo que preguntaros a los de Las Vegas... - ¿Y a qué esperas? Ya sabes que yo soy Jefe pero tú estás por encima de mí. - No estoy buscando palancas para ascender a comandante. Lo único que quiero saber es si conocéis algo sobre Julio "El Negro". - ¿Te refieres al boliviano Julio Re Murcia? - Eso es. ¿Sabes algo de él, Martin? - ¿Es que no lees la prensa diaria? - De deportes estoy empolladísimo pero de política hace ya mucho tiempo que he decidido no saber nada, absolutamente nada menos lo mínimamente posible. Puedo saber algo pero prefiero no saberlo. Es para vivir mejor. - ¿Para vivir mejor? - Eso he dicho, Charles. Vivir mejor para mí es vivir liberado. Y la mejor forma que he conocido para vivir liberado es no saber prácticamente nada de política ni de politiqueos. Por eso prefiero empollarme en deportes. - Escucha, Jon. Hay que emprender la guerra de modo que parezca que lo que se busca es la paz. No lo digo yo. Lo dijo, nada más y nada menos, que un sabio como Cicerón. - Escucha, Charles. Ciertas sabidurías a mi no me llenan ni un zapato. Si eso lo dijo el sabio de Cicerón me da lo mismo que si lo hubiese dicho el bruto de Atila. ¿Me estás entendiendo? Si pregunto por Julio "El Negro", ese tal Julio Re Murcia, no es nada más porque resulta clave para tener a todos dentro del trullo. - Si te interesa saber lo último sobre ese boliviano te informo que el Presidente de Bolivia, Evaristo Moraleja, lo tiene encerrado en una cárcel de máxima seguridad por asuntos de múltiples violaciones de niñas menores de edad. - ¿Es eso cierto, Charles? - Totalmente cierto. Y, además, me he enterado de que no sabe qué hacer con él. Jon Richards Bach volvió a levantarse de su silla como si le hubiese impulsado un muelle. - ¡Tengo que hacer una llamada urgente antes de que se nos escape! - ¿Una llamada urgente? ¿No te apetece mejor comer y después haces esa llamada? - ¡No puedo esperar a que se nos escape! ¡Tengo que hablar con el Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica ahora mismo! - ¿Pero qué locura es esta? - ¡Y además, para poder hablar con él directamente, voy a decir que llamo en tu nombre... Charles Boat Huntsman ... porque conozco poco de política... pero lo suficiente como para saber que tienes una gran amistad con él... - ¿Cómo sabes eso? - No leo casi nada de artículos sobre la política nacional de nuestro fantástico país pero me gusta fijarme mucho en las fotografías que se publican. - ¿Y me has visto abrazado a él en alguna ocasión? ¿Te refieres a eso? - Exacto, Charles... así que dime qué número tengo que marcar para hablar directamente con él... - Pero te advierto que siempre lo coje su secretaria... y no es muy simpática que digamos... - Si es simpática o no es simpática es problema de su esposo, o novio o quien tenga que aguantarla durante todo el día... a mí eso me importa menos que un rábano verde... porque no le voy a pedir una cita para ligar con ella... sino que me ponga en contacto inmediato con el Señor Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica... ¿me entiendes ahora?... - ¡Está bien! ¡Te doy el número del teléfono de su despacho privado y permito que te presentes diciendo que hablas en mi nombre! - No pierdas más tiempo, Charles. ¡No voy a permitir que Julio Re Murcia se nos escape! ¡Tiene que pagar todos los crímenes que ha cometido o ha ordenado cometer! - Marca. Jon tomó su móvil... - Dime despacio. - Primero marca el 4956 y, cuando suene un pitido dándote señal abierta, marca el 100 326 974. No te equivoques y vayas a conectar con algún chupatintas de la Casa Blanca que no tenga ni tan siquiera personalidad para saber lo que estás buscando. Jon Richards Bach ya no hizo caso más que a su propio instinto. - ¡Aquí el despacho privado del Señor Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica! ¡Está usted comunicando con su secretaria particular! - ¡No tarde tanto en presentarse señorita! ¡No estoy intentando ligar con usted y no me importa, para nada, si es usted muy atractiva, algo atractiva o nada atractiva! ¡No soy de esos policías que se preocupan por esos detalles! - ¿Ha dicho usted que es policía? - ¡Eso he dicho! ¡Se lo puedo repetir tantas veces como usted quiera hasta que se me agote la paciencia y la cosa sea peor de lo que usted se imagina! - Esto... ¿qué clase de policía es usted?... - ¿Es que le tengo que decirle que soy capitán de Amarillo? - ¿Capitán de Amarillo? ¿Es usted quizás un bromista pesado? - ¡Las bromas las dejo para la sobremesa así que haga el favor de decirle al Señor Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, que soy el capitán Jon Richards Bach de Amarillo pero que estoy hablando en el nombre del Jefe de la Policía de Las Vegas, su amigo personal Charles Boat Huntsman! ¿Lo ha entendido bien o perdemos el tiempo deletreando palabra por palabra para ver si lo ha entendido bien? - ¡Me parece usted un poco grosero! - ¡Y a mí me parece usted un poco lenta pero no por eso tengo que insultar como usted me está insultando a mi porque yo no soy ningún grosero y si usted no me comunica de inmediato con el Señor Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica va a arder Troya otra vez! - ¿Me está usted amenazando, capitán? - ¡No le estoy amenazando todavía pero si tarda más de un par de minutos en ponerme en comunicación con el Señor Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, el que la va a amenazar de verdad va a ser el Jefe de la Policía de Las Vegas que es íntimo amigo de él como usted sabe bien si es que se sabe bien la vida personal del Señor Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica porque para eso es usted su secretaria particular y chismea todo lo que ocurre alrededor de él! ¿O me estoy equivocando? - ¡Está bien! ¡Cálmese un poco! - ¡No puedo calmarme un poco porque si me calmo un poco se nos escapa! - ¿Qué me está usted contando? - ¡No se preocupe por eso ahora porque ya lo sabrá muy pronto a través de los medios de comunicación de masas de este fantástico país del que usted y yo formamos parte! ¿Me pone en comunicación con el Señor Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica o le pongo yo a usted en comunicación con los extraterrestres cuando se entere todo el país de que por su culpa se nos ha escapado? - ¿Me permite unos segundos para recuperarme, por favor? - Sí. Pero no se asuste demasiado... y no haga tonterías porque por el sonido de su voz me da que es usted ya muy veterana en estas lides... - ¡Es que quiero confirmar su identidad! - ¡Llame al comandante Frank Captain General, de la ciudad de Amarillo, y me apuesto un café con leche con usted a que le estoy diciendo la verdad! - No se aparte del teléfono. Voy a comprobar si usted miente o está diciendo la verdad. Y, dicho sea de paso, acepto la apuesta. Tanto Charles como Martin no salían de su asombro... - ¿Cómo lo consigues? - ¿Conseguir qué, Charles? - ¡Ligar de esa manera tan rápida hasta en las peores circunstancias para ligar! Al capitán de Amarillo se le escapó una carcajada sin darse cuenta. - ¡Jajajá! Esto... por favor... nada de bromas... no os lo puedo decir por muy amigos que seamos... - ¿No puedes decirnos cómo lo haces? - No, Martin. Te agradezco la comida pero ese asunto es secreto del sumario. En ese momento volvió la conexión con la Casa Blanca. - ¡Perdí la apuesta, capitán! ¡Estaba usted diciendo la verdad! ¡Me llamo Marilyn Monrose Bakera y espero poder conocerle en persona para invitarle al café con leche que acabo de perder! - Algún día de estos pasaré por allí para degustarlo plácidamente... jejeje... - Le paso con el Señor Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica. - ¡Soy el Señor Presidente! ¿Con quién hablo? - ¡Con el Gran Capitán! - ¿Está usted chiflado del todo? - ¡No corte usted mi rollo ahora Señor Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica si es que quiere ganar las próximas elecciones generales! - ¿Se puede saber qué broma es esta? - ¡No es una broma! ¡Soy el capitán de Amarillo, Jon Richards Bach, amigo íntimo del teniente de Las Vegas, Martin Molina Olivegroves, amigo íntimo del Jefe de la Policía también de Las Vegas, Charles Boat Huntsman, amigo íntimo de usted. - ¿Qué jaleo es todo esto? - ¿Llevo o no llevo razón, Señor Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica? - ¡No sé si está usted loco pero lleva toda la razón! ¡Soy amigo íntimo de Charles Boat Olivegroves! ¿Es algo pecaminoso ser amigo íntimo de otro hombre? - Pues yo creo que no... digan lo que digan los demás... porque los demás no me interesan... - ¿Entonces para qué me molesta con esta llamada? - ¿Sabe usted lo que quiero yo? - ¿De verdad no está usted loco del todo? - Parcialmente loco por culpa de una mujer... pero no me preocupa demasiado... porque ya estoy casado con ella... - ¡Entonces qué narices quiere usted! - Las narices las tengo bastante bien, Señor Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica. No necesito que me las arregle nadie. - ¡Si no me dice ya qué quiere le corto! - ¡Quiero que usted gane las elecciones generales y salga reelegido como Señor Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica pero debemos darnos prisa! - ¿Qué me está ofreciendo? - ¡Quiero saber cuántos terroristas bolivianos tenemos encarcelados en Estados Unidos! - ¡Que yo sepa tenemos a Calisto "El Listo", su amante Melibea "La Bea" y el padre Sancho "El Panza"! - ¡Pues haga el favor de llamar urgentemente al presidente de Bolivia, Evaristo Moraleja, y propóngale un canje de los tres por Julio "El Negro"! - ¿Julio "El Negro"? ¡Esto parece de locos! - ¡Usted sólo haga lo que yo le ordeno, Señor Presidente de los Estados Unidos! ¡Es un canje de tres por uno y a Evaristo Moraleja le va a interesar mucho aceptarlo! - ¡Supongamos que llamo a Evaristo Moraleja y me dice que no! ¿Qué sucede entonces? - ¡Me apuesto un café con leche con usted, Señor Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, a que en el momento que se lo proponga el tal Evaristo Moraleja le dice que sí de inmediato! - ¡Acepto esa apuesta! Pero como me diga que no o yo descubra que esto es solamente una broma de un capitán aburrido de patrullar por una ciudad sin problema alguno, le doy mi palabra de Señor Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica que le envío, como policía raso, a Selawik! - ¡Eso está en Alaska, Señor Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica! - ¡Exacto! ¡En el Círculo Polar Ártico! ¡Y ya verá como allí se va a aburrir de verdad cuando se pase todo el santo día contando focas al verlas pasar y se le olvida esto de las llamaditas telefónicas! - ¡Dejémonos de bromas, Señor Presidente! ¡Haga el favor de cumplir mis órdenes! - ¡De acuerdo!¡Supongamos que todo esto es verdad y Evaristo Moraleja acepta el intercambio de "El Negro" por "El Listo", "La Bea" y "El Panza"! ¿Qué gano yo con todo esto? -¡Le vuelvo a repetir, pero no me molesta repetirlo, que le aseguro que si Evaristo Moraleja, de Bolivia, dice que sí, usted sale reelegido como Señor Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica aunque usted no se lo crea! - ¡Está bien! ¡Ahora resulta que usted no es un loco! - ¡Está bien! ¡Ahora resulta que usted no es un tonto! - ¡Seamos dos tontilocos o no seamos dos tontilocos voy a hacer lo que usted me ordena, Gran Capitán! - ¡Ya era hora de que se diese cuenta qué es lo que más le conviene; pero le recuerdo que como Evaristo Moraleja, de Bolivia, va a decir que sí, usted pierde la apuesta del café con leche y nos lo tomamos los dos, como buenos amigos, en su Despacho Oval quiera o no no quiera Marilyn Monrose Bakera! - ¿Conoce usted personalmente a Marilyn? - ¡No, Señor Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica! ¡Pero también me debe un café con leche que ha perdido en su apuesta contra mí! - ¿Es que usted se había apostado una café con leche con mi secretaria particular? - ¡Sí! ¡Y he ganado yo! - ¿Y cómo ha conseguido usted esa apuesta si Marilyn es puritana y está en la lucha social contra todo tipo de apuestas sean legales o ilegales? - ¡Porque ella se empeñó en sacarme de mis casillas! ¡Así que tuve que poner las cosas en su verdadero lugar y de ahí vino lo de la apuesta! - ¡Bueno! ¡No me dé más detalles! ¡Le advierto que es más seria que una osa mayor! - ¡No importa! ¡Para tomar un café con leche gratis y acompañado de ella no me importa si es seria o es alegre! - ¿Y si no es tan guapa como usted cree? - ¡Que yo sepa no creo que sea guapa ni fea porque no la conozco de nada! ¡Pero tampoco me importa eso para tomar un cafe con leche gratis! ¡En total sólo van a ser cinco minutos nada más! - ¿Y va usted a gastarse un billete de avión para venir a tomar solamente un café con leche de cinco minutos de duración? - ¡Pues sí! ¡Merece la pena! ¡Una apuesta es una apuesta cueste lo que cueste! ¡Y no estoy de coña! - ¡Antes de volverme majara del todo, voy a llamar de inmediato al presidente boliviano Evaristo Moraleja! Si me dice que sí al canje de Julio "El Negro" por Calisto "El Listo", su amante Melibea "La Bea" y el padre Sancho "El Panza"... ¿qué hago para ponerme en contacto con usted?... - ¡Antes de que se lo explique tengo que advertirle que Julio "El Negro" se llama, en realidad, Julio Re Murcia! - ¿Cómo ha sabido usted eso? - ¡Porque no me dedico solamente a jugar al soccer en mis tiempos libres! ¡A veces me da por jugar a la petanca y acierto de carambola! - ¿Pero puede usted decirme ya, Gran Capìtán, cómo contacto con usted? - ¡Muy sencillo, Señor Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica! ¡Póngase ya de inmediato al habla con Evaristo Moraleja, el presidente boliviano, y cuano este le diga que sí porque va a decir que sí, contacte usted rápidamente con el teléfono privado del jefe Frank Captain General, de la Policía de Nueva YorK, para que éste se ponga en contacto, de manera urgente, con el teléfono privado del teniente Martin Molina Olivegroves, de la Polciía de Las Vegas; y que este se ponga en contacto lo más rápido que pueda con el teléfono privado de su amigo íntimo, el jefe Charles Boat Huntsman también de la Policía de Las Vegas, quien me lo hace saber ipso facto porque estoy a punto de empezar a comercon él. ¿Comprende este sencillo círculo de comunicaciones interpersonales? - ¡Eso no tiene lógica! ¡Lo más lógico es que cuando Evaristo Moraleja me diga que sí, yo me ponga en contacto directamente con el teléfono privado de mi íntimo amigo el Jefe Charles Boat Huntsman de Las Vegas y él se lo cuente a usted ya que están comiendo juntos! - ¡Eso no es tan lógico, Señor Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica! - ¿También me va a dar usted a mí clases de lógica? - ¡No tiene lógica lo que propone usted, Señor Presidente! ¡Y no tiene lógica porque tiene usted quen hablar telefónicamente con el Jefe de la Policía de Nueva York, Frank Captain General para que éste le explique por qué es importantísimo y muy urgente que consigamos traer a los Estados Unidos de Nortemárica,a Julio Re Murcia "El Negro"! ¡El señor Captain General le pondrá alcorriente de todo lo sucedido! ¡Pero no se olvide del café con leche que va a perder por apostar conmigo! - ¡Está bien! ¡Comprendido todo, Gran Capitán! ¡Ahora mismo llamo al presidente de Bolivia, el señor Evaristo Moraleja! Terminada la conferencia, ni Charles ni Martin salían de su asombro! - ¡Si consigues ganarle la apuestas del café con leche al Señor Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, te juro que te asciendo de inmediato al rango de comandante para trabajar los tres juntos en Las Vegas! - ¡De eso nada, Charles!¡ Por nada del mundo dejo yo mi cargo de capitán en Amarillo! ¡Prefiero ser capitán al aire libre que comandante encerrado en una oficina! ¡No quiero ni deseo por nada de este mundo dejar de ser el Gran Capitán para convertirme en el Comandante Cero a la Izquierda! ¿Comprendes lo que que te quiero decir? - Lo comprendo y te comprendo, Jon. En ese momento sonó el teléfono privado del teniente Martin Molina Olivegroves. - ¿Dígame? - ¿Teniente Molina? - ¿Soy el teniente Molina! - ¡Yo soy el Jefe Captain de la Policía de Nueva York! ¡Haga el favor de decirle al Jefe Boat de Las Vegas que le diga al capitán Richards de Amarillo que el Señor Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica acaba de invitarle para que tomen los dos juntos un café con leche en el Despacho Oval de la Casa Blanca quiera o no quiera su secretaria Marilyn Monrose Bakera! - ¡Bravo, Jon! ¡Lo hemos conseguido, Gran Capitán! Jon Richards Bach reaccionó con la misma serenidad con la que mostraba cuando marcaba goles jugando al soccer en el Esparta de Stuyvesan de Nueva York. Sólo levantó ligeramente su mano izquierda hacia el cielo, mientras la derecha la colocaba sobre su corazón, y luego siguió como si nada hubiera sucedido. - ¡No has cambiado en nada, Gran Capitán! - ¡Gracias Molina! ¡Quizás es porque nunca he sido un chaquetero y siempre soy y seré del Esparta de Stuyvesant de Nueva York! - ¿Y no lo vamos a celebrar? - Martin... perdona... pero si puede ser otro martini... - ¿No te interesa Cinzano? - Repito que no soy un chaquetero y nunca cambio de marca. Soy fiel del todo con mi esposa y con mis amigos. Por eso nunca dejaré de ser el Gran Capìtán del Esparta. Cinzano rima con manzano pero estoy seguro de que Adán tampoco cambia nunca de chavala. La suya es Eva y espero que nunca la cambie por ninguna otra. !Estoy por jurar que ha elegido bien a su manzana y no la va a cambiar jamás por otra más o menos interesante! - ¿Entonces aceptas que, después de la comida te regale una caja de puros habanos montecristos? Yo he dejado ya de fumar y me parece que puede servir como compensación a tanto que hiciste por mí y los demás del Esparta de Stuyvesan. - Está bien. Dejando la política para los politicastros acepto esa caja de puros cubanos. - ¿Podéis dejar ya de hablar de política y comenzamos a comer? - ¡Lleva razón mi esposa! ¡Esto se ha acabado! Empezaron a comer cuando Joseph Gold Road Saint Vincent y Norah Tatiana Towers Decastle ya estaban en el Aeropuerto de Las vegas, frente al mostrador de American Airlines. - Dos boletos para el próximo vuelo hacia Nueva York. Somos Joseph Gold Road Saint Vincent y Norah Tatiana Towers Decastle y aquí esán nuestras tarjetas de identificación. - ¿No lleváis equipajes? - Sí. Se llaman almas. La señorita de los boletos no entendió bien pero Adán quiso explicarlo para no dejarla con la duda... - ¿Sabe usted a lo que me estoy refiriendo? - Me gustaría saberlo; porque con eso de las almas me hago un verdadero lío mental. - Alma. Pequeño rincón donde los hombres creyentes tenemos ubicada la Sociedad Limitada formada con nuestra única mujer amada. ¿Qué opina de esta clase de equipajes? - Supongo que dices la verdad. - Escuche esto de parte de un poeta con todo el cariño de su corazón: Se nos va ascendiendo el alma en el misterio de todo lo humano y sube hasta la cima de su ansiedad desde el abismo de la más oscura sombra. Se interponen, entonces las verdades como inicios del principio del camino y al final de cada aventura diaria la vida se nos asoma hacia lo eterno. Y desde el misterio escondido y la sombra el alma propia divisa sus paisajes haciéndonos asomar a cada una de las horas de nuestros propios e incógnitos infinitos. - ¡Sensacional! ¡Sencillamente sensacional! - No interrumpa, señorita, porque todavía no he terminado. Escuche y ponga atención como si fuese un mensaje para usted misma. A veces en mi alma hay ideales ultraterrestres: países nítidos en la luna, con ponientes gloriosos y crepúsculos azules de maravillosas visiones; arroyos cristalinos reflejando la dulzura de un amor suspirado en primaveras latentes y unas serenas brisas saturadas de fragancia con vida y sueño. A veces en mi alma hay giros hacia el corazón entregado a una tierra lejana cuyas flores no mueren mañana y donde las espigas cobijan mundos girando hacia la diáfana luz de los besos de inocencia. A veces en mi alma hay, humildemente lo reconozco, demasiado sueño...demasiado sueño para ser posible... - ¡Otra vez sencillamente sensacional! - ¿Cómo se llama usted, señorita? - Amparo Almudena Poultry Churches. - Pues anote en su memoria esto último que le voy a decir: tu corazón es un jardín por donde pasea la sombra llena y amplia de mi alma convertida en luna. - Ahora no sé que decir... - Imagine que somos Romeo y Julieta pero que nuestro amor es imposible. Ella terminó de elaborar los billetes. - ¡Aquí tenéis los dos boletos! ¡El vuelo sale dentro de una hora! ¡Os deseo lo mejor del mundo y espero que volváis otra vez a volar con nosotros! Joseph tomó los dos billetes con su mano derecha... - ¿Cómo va usted de Filosofía, señorita? - Muy mal. Un poco de Platón y poca cosa más. - Pues entonces me voy pero apunte en su memoria lo siguiente: cualquier tiempo pasado pudo ser mejor... quizás... no lo sé... tal vez para algunos sí y para otros no... pero lo que es seguro es que ya no estamos en él. Volver... volver a vivir siempre el presente que se acumula en el pasado significa estar... y regresar alguna que otra vez al pasado no significa, o no tiene por qué significar, una huida del presente, un no querer seguir viviendo. Volver a veces al pasado significa reforzarse anímicamente para vivir el presente. Al igual que algunos cuadros cuelgan de las paredes de los museos como ventanas del pasado abiertas como movimientos de hoy, no hay histoira humana más grande que acompasar la vida presente con la experiencia del pasado vivido y siempre vívido en nuestro interior. El rastro que dejamos nosotros será un trazo evanescente y sensitivo que no debe volatizarse en el olvido sino evocarse como ensoñación cara al mañana. Debe ese tiempo pasado tener firme fortaleza constructora de un mundo que aprende a saber fluir día tras día por los caminos. Es necesario sentir la sensación del pasado para sentirnos humanos reflexivos y transmitir conexiones con las próximas generaciones venideras. Califiquemos pues a cualquier tiempo pasado como tiempo terapéutico que nos sirve en el presente para tomar acciones necesarias para caminar hacia el futuro. - ¡Formidable! ¡Mejor que todo el rollo de Platón y Aristóteles juntos! - ¿Usted llamaría a lo que le he dicho algo así como filosofía de la vida? - Pues sí... puede ser... - Pues gracias por los dos boletos... porque aunque muchos le digan que caí... es mentira... y algún día volveré... sólo por saber qué dicen ahora... - Vámonos ya, Adán... - Vámonos ya, Eva... Y abandonando el mostrador se dirigieron hacia un restaurante, elegido por ella, de los que se ubicaban dentro del Aeropuerto de Las Vegas. Era el Popeye's Lousiana Kitchen. Pidieron dos presas de pollo y una cocacola para compartirla entre los dos. Y se sentaron tranquilamente... - Bueno, Eva. Ya queda menos. - Preferiría mil veces volver a repetir lo vivido contigo. - ¿Y ser toda la vida unos fugitivos? No. Es mejor que vuelvas a casa. - ¿Y tú? ¿Qué vas a hacer tú? - Cantaré lo de todos han cambiado, han cambiado, pero yo ya ves, como siempre, sigo con mis poesías. ¿Qué tal te va con el tío ese? Espero que sea divertido. Paulo Coelho dijo que "el que está acostumbrado a viajar, sabe que siempre es necesario partir algún día" y Tennessee William afirmó que "siempre hay un tiempo para marchar aunque no haya sitio a donde ir" - ¿Tú no tienes un sitio a dónde ir? - No exactamente; pero está demasido dentro de mí como para poder explicártelo. Apareció entonces un caballero de 50 años de edad... - Perdonad jovencitos... ¿puedo sentarme un momento a vuestro lado?... - Será lo que diga ella. - Está bien, siéntese un momento a nuestro lado. En realidad no nos molesta su compañía si sólo es pasajera. - De eso quería yo hablar con vosotros. Hoy en día todavía hay 781 millones de personas que son analfabetos totales y de ellas unos 500 millones son mujeres. ¿Qué opináis de ello? Fue Adán quien tomó la palabra. - ¿Carne de cañón? - Por supuesto que son carne de cañón; pero...¿puedo sentarme de verdad?... Eva dio su permios. - Siéntes ya. El extraño de los 50 años de edad se sentó... - Me llamo Leopold Tailor Bald y en mi maletín llevo algo que os puede interesar. Fue Adán el que volvió a hablar... - ¿De verdad cree usted que nos puede interesar su mercancía? - No es una mercancía, joven... - Adán. Soy Adán. Y ella es Eva. - ¿Yal vez los primeros? - ¿Se está refiriendo a los primeros de nuestra clase? Yo no, pero ella tal vez sí. - Estoy hablando de sueños reales y no de realidades soñadas. - Entonces puede ser hasta interesante... - Antes de eso quiero comentar algo. Millones de seres humanos odian a los norteamericanos. ¿Qué pensáis vosotros sobre eso? Siguió hablando Adán... - Milllones de seres humanos nos odian porque no conocen nuestra verdad. - Si no conocen nuestra verdad... ¿por qué nos odian?... - Le contesto con otra pregunta. ¿Por qué se odian tanto a sí mismos? - ¿Estás queriendo decir que lo hacen proque son unos acomplejados? - Eso es, señor Tailor Bald. Nos odian sin conocernos porque se odian a ellos mismos por culpa de sus impotencias para crear un mundo feliz. No nos conocen lo suficiente pero cuando se miran a ellos mismos nos odian a los norteamericanos para encubrir que son unos ignorantes. A eso lo llamo yo impotencia mental. - ¿Puedes explicarme por qué se origina esa impotencia mental en tantos millones de seres humanos que nos odian a los norteamericanos sin conocernos lo suficiente? - Porque al saber que son unos ignorantes, y saben que lo son, no desean asumir sus ignorancias. Lo más fácil, para intentar ocultar lo ignorantes que son, es echar la culpa de todos sus males a nosotros los norteamericanos. - ¿Tú crees que en los Estados Unidos no hay ignorancia? - Puede que sí. En todas partes del mundo hay ignorantes. Pero nosotros lo sabemos superar riéndonos de nosotros mismos. Solamente los españoles son capaces también de hacerlo. Hemos sido dos pueblos de guerras pero ahora somos dos pueblos felices. Por eso a los norteamericanos nos odian y a los españoles les envidian los impotentes mentales. - ¿Y tú qué opinas, jovencita? - Fue Abraham Lincoln quien dijo que "mejor es callar y que sospechen de tu poca sabiduría que hablar y eliminar cualquier duda sobre ello". - ¡Jajajá! ¡Muy bueno! ¡No sólo eres un monumento por tu belleza total sino que te mereces un monumento por tu inteligencia! - Déjese de rodeos y díganos ya cuál es el libro que nos quiere vender. - ¡Veo que eres muy directa, Eva! - La vida me está enseñando a serlo. Leopold Tailor Bald sacó el libro de su maletín y lo puso sobre la mesa... - Se titula "¿Soñar es bueno"? ¿Qué te parece a ti, Adán? - Soñar no es bueno sino buenísimo porque es la parte que tiene más vida de nuestras realidades; pero no nos interesa comprar ningún libro de interpretación de los sueños porque todos ellos son estafas. - ¿Y entonces cómo se explica lo que dice la Biblia de José interpretando los sueños del faraón? - Voy a contestar yo a eso, si no le importa que le conteste una mujer. - ¡Adelante, Eva! ¡No soy ningún misógino! ¡Explícalo tú! - José no interpretó ningún sueño ni sabía interpretarlos. - ¡Entonces es mentira lo que dice la Biblia! - Nada de eso, mercachifle. La Biblia no miente. No fue José el que interpretó los sueños del faraón sino Dios el que los interpretó usando para ello a José. En ese momento una voz femenina se escuchó a través del altavoz del aeropuerto. - ¡Los viajeros con destino a Nueva York ya pueden comenzar a embarcarse en su aeronave! - Ha sido un placer haberle conocido, don Leopold Tailor Bald. - ¿Pero no me vais a comprar de verdad el libro? - Pues no. A Eva y a mí no nos gusta, para nada, leer las interpretaciones de los sueños sino que nos gusta mucho más leer cuentos como "Blanca, Nieves y el enanito Gruñón". Es mucho más divertido y se aprenden cosas mucho más interesantes. - Ya ha oido usted a Adán y yo no tengo nada más que añadir porque estoy de acuerdo con él. Con "Blanca, Nieves y el enanito Gruñón" aprendo cosas mucho más interesantes que con libros de interpretaciones de los sueños que son verdaderas estafas para engañar a gentes ignorantes. Adán y Eva se levantaron. - ¿No nos despedimos con un fuerte apretón de manos amistoso? - No, señor Tailor, no. No nos despedimos con un fuerte apretón de manos amistoso pero... ¿puede usted responderme a una inquietud que tengo desde que le he visto llegar?... - ¡Para eso estoy aquí! - ¿Se ha quedado usted tan calvo del todo de tanto pensar en cómo engañar a las gentes ignorantes o es que está buscando la oportunidad de ser el sucesor de Kojak en alguna película policíaca? Leopold Tailor Bald no supo qué contestar y Adán y Eva se dirigieron hacia la puerta de embarque de su avión con dirección a Nueva York. Una vez ya sentados, con él situado al lado de la ventanilla y ella al lado de él, Adán se dirigió a la azafata de vuelo. - ¿Por favor, nos puede servir dos cocacolas? - ¿Algo más? - No. Solamente dos cocacolas y dos vasos. Gracias. - Una pregunta, Adán. - ¿No me queda otro remedio? - No. Sólo quiero saber por qué te gusta tanto sentarte al lado de las ventanas. - Es una costumbre que tengo para descubrir engaños... - ¡Jajajá! ¿Quizás algo como engaños amorosos? - ¡Eres muy inteligente, Eva! Sí. Mirando por las ventanas he descubierto algún que otro engaño amoroso. - ¿Víctima o victimario? - Ninguna de las dos cosas. Digamos solamente que soy observador nada más. A través de los cristales se pueden descubrir secretos ocultos que, de repente, te enseñan cosas que no creías que fuesen ciertas. - ¿Algo así como falsas citas de amor? - Algo parecido... sólo que en lugar de amor... pon por ejemplo capricho momentáneo... o interés premeditado... o atracción fatal... lo cual no es lo mismo que amor como la vida lo demuestra siempre... Ella guardó silencio mientras la azafata de vuelo les servía las dos cocacolas y dos vasos. - ¿Alguna pregunta más, Eva? - No. Me parece que has sido muy sincero. Él se quedó mirando, una vez que la azafata se había alejado ya, los bellísimos ojos de Eva que brillaban de una manera mucho más atrayente que nunca... - ¿Cuándo te vas a casar, pequeña? - Cuando mi novio me lo pida. - Quien pudiera ser tu novio... - Mi novio es el chico más valiente del mundo. ¿Quién te imaginas tú que puede ser? - Alguno de esos periodistas destinados como corresponsales de guerra. Son los hombres más valientes del mundo y lo demuestran batallas tras batallas. - Mi novio es mucho más valiente que todos ellos. - Pues entonces no acierto a saber quién puede ser... - ¿Y si te digo que es una especie de salvavidas? - ¡Claro! ¡Cómo no lo había pensado antes! Los chicos de las playas estan macizos del todo y ligan con las chicas más guapas del mundo. - Pues resulta que mi novio no es ninguno de ellos... - Ahora sí que no me lo puedo imaginar... - ¡Se lo voy a decir a mi padre! A Joseph le dio un ataque de tos mientras estaba bebiendo cocacola y Eva tuvo que golpearle despacio y varias veces en la espalda. - ¿Qué te pasa, Adán? - ¡No se lo digas a tu padre, por favor! - ¿Y entonces cómo va a saber mi padre quién es mi novio? A Joseph le volvió a dar otro ataque de tos y Eva tuvo que volver a darle unos pequeños golpes en la espalda. - ¿Se puede saber qué te pasa, Adán? - Nada... nada... por un momento soñé que estabas hablando de mí... - Soñar no es bueno... - Ya... ya lo sé... sólo soy un soñador nada más... - Espera a que termine la frase, por favor. - Termina cuanto antes Eva para poder olvidarlo todo rápidamente... - Soñar no es bueno sino buenísimo porque es la parte que tiene más vida de toda nuestra realidad. - Eso quiere decir... - Eso quiere decir que mi padre tiene que conocerte antes de que yo te pueda decir que sí. ¿Tienes algo que añadir en contra de lo que te propongo, Adán? - ¿Puedo preguntarte algo, Eva? - Como vas a ser el que yo siempre he soñado que seas... tienes derecho a hacerme una pregunta... - ¿Casualidad o Destino? - Destino solamente, Adán. En la vida de los demás no lo sé ni me importa saberlo pero en tu vida y en la mía no existe, ni ha existido nunca, la Casualidad sino solamente el Destino. Él no pudo hacer otra cosa sino darle el beso largo... largo... largo... en la boca... FIN
Página 1 / 1
Agregar texto a tus favoritos
Envialo a un amigo
Comentarios (0)
Para comentar debes estar registrado. Hazte miembro de Textale si no tienes una cuenta creada aun.
|