Albalaria (para Liliana en el Día de los Enamorados 2015)
Publicado en Feb 15, 2015
Desarrollo esta noche un radiograma polar, amarrado a este mundo de tórtolas doradas bajo las palmeras, los laureles y los pequeños lotos de la fantasía. Y me hago amaranto, coral y luna para vivir estas claridades de alba en que vivo esta noche tras las vidrieras del vaho y la rosa fría. Helada terraza que con sus senos al aire parece el nácar de la golondrina convertida en estrella tornasul. Quisiera ser el duermevela de la luciérnaga encendida.
¡A volar! ¡A volar el alma mía de calandria y ruiseñor! ¡Hacia el aire! ¡Hacia el aire amante grabado en los cielos de mis sueños! Y camino junto a los ríos del agua de la aurora para decirte que soy pañuelo de bienvenida. ¡No! ¡No me iré nunca de tu gruta y tu bosque! Aquí, entre los almendros frescos y las mentas verdes, me digo a mí mismo que soy como cigüeña que anida o como mirlo que se baña en el estanque... o quizás sólo como una tortuga verde que despierta junto a la mariposa y el saltamontes. Quisiera mañana tomar el tren de los corazones para sentirte isla de cerezas estelares. Mi alma de jardinero se llena de blanco y rojo arrebol para sentirte suspiro en el aire de los deshaceres. Vengo de ser araña hilandera o pardo camello del desierto y ahora sólo me entretengo en flotar... flotar dentro de la fauna de este cielo semiestrellado bajo la galería de los faralaes. Alguien silba una canción y ensoñando me llega una carta escrita con tinta de color carmesí. ¡Dime dónde está el banco de arena para construir castillos con la fantasía! La planta de los suspiros mira a la estrella fugaz. ¡Qué tarde es para ponerse a volar! Pero ¿sabes tú, corazón, que el viento silba canciones? Te ofrezco una begonia hirviente para saltar del lecho e ir hasta el lucero de la mañana por ver si los mares de menta saben de cantares dulces. Ya están los luceros alumbrando las llanuras del litoral. Dentro, tan dentro que no los puedo ver, hay huertos submarinos para arrullarte con sus algas verdes, con sus algas azules, con sus algas rojas... Contigo me vuelvo fuego de cristal ardiendo entre corzas marinas y cocodrilos de plata... y entre los islotes del cielo me pongo a navegar bajo la aurora en este desnudo verano de amor descalzo. Por la playa camina el corazón sin banderas, el corazón que sólo es sueño. Mi vida es ahora, y más que nunca, una cometa en busca de sirenas. Tiendo a mojar mi vida con las blancas nieves del mar en las espumas derretidas, en la florida compañera que desembarca remando entre los filiformes helechos de su búsqueda infinita. ¿Hacia dónde iré ahora? ¡Hacia el fuego de la noche marinera! A descalzarme de nuevo junto a la sombra de la barca y dormir mi sueño en la arena de las blancas mareas. ¡Dame la luna para nombrarte nimbo de ilusión celeste! Azul y verde. Verde y blanco. Blanco… y tus ojos tejiendo los hilos entre las algas saladas de los ultramares, allí donde me he quedado colgando la costa a lomos de un navío que flota entre las olas de tu rojo farol. Bajan del cielo las gaviotas para trazar la raya añil de tus amores. ¿Hay también naranjos en el mar? Posiblemente. Naranjos marinos que crecen en algunas fragatas furtivas y perdidas junto al faro de tus ojos negros. Azul y verde. Verde y blanco. Blanco… y tus labios arduos besando al alba de los naranjos marineros. ¡Cuánta sed tienen las algas que rodean el azul del mar! Como un pañuelo te vas, viento marinero, a cabalgar con los requiebros del amanecer hasta la recóndita desaparición del silencio. Azul y verde. Verde y blanco. Blanco… y tus sedosos cabellos naciendo en la quietud de los navegantes que te saludan, ¡oh playa de las olas infinitas!, con las últimas estrellas como anclas hundidas entre las caracolas. Y tú te vas… despacio… muy despacio… por el playario (playa/río) de la arena blanca. Azul y verde. Verde y blanco. Blanco… y tus blandos pies rumoreando en la bahía. Al alba al alba. ¡Siempre al alba, mi pequeña niña marinera!. Al alba...
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