De colofn (Diario)
Publicado en Feb 17, 2015
De colofón caíamos en la discoteca 42 en Claudio Coello. Vivíamos los tres las noches madrileñas a tope, con algún cubata que otro, pero siempre dominando nuestras conciencias. Sí. Más de una y más de dos veces estuvimos en la discoteca 42, de la calle Claudio Coello, para acabar nuestras andanzas rodeados de chavalillas frescas, bien aseadas, con ganas de alegrar la vista a quienes buscábamos sensaciones nuevas. Por confesiones amistosas supongo, y supongo bien, que una de aquellas chavalillas que tanto nos gustaban observar, era Alicia. Y es que El 42 era El País de las Maravillas para quienes teníamos la juventud por bandera y el entusiasmo por contraseña. En El 42 encontrábamos siempre el punto necesario para saber que la savia fresca circulaba por nuestras venas.
La emoción comenzaba a pocos metros de llegar al local cuando, optimistas por principios y definición, los tres soñábamos con aventuras sensacionales. La adrenalina nos iba aumentando a medida que nos llegábamos hasta la puerta de entrada y el corazón ticteaba a galope tendido cuando, al abrirla, nos encontrábamos con las primeras "princesas" en el vestidor. Había que dejar los abrigos porque el ambiente era tan cálido que se calentaban todos nuestros sentidos. Y la bajada hacia la pista de baile era toda una ceremonia sensorial. ¡Con qué emoción bajábamos los tres las escaleras al ritmo del pop y músicas de bailongos en época de jolgorios sentimentales! Cosas de veinteañeros que no se olvidan jamás. Y es que el tiempo se detenía pera permitirnos vivir mientras en Madrid estaba de moda ser o no ser un soñador empedernido. Las chavalillas del 42 eran motivos más que suficientes para conseguirlo.
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