Digan lo que digan los demás tengo solamente 18 años de edad y el "guirigay" de los políticos y las políticas me aturde. Quienes no tenemos ideología política de ninguna clase nos planteamos un solo problema social: vivir y dejar vivir a los demás. ¿Qué político o política ofrece algo similar a esto? Ni me vienen ni me van las luchas por el poder. Mi único poder es, como dijo Jesucristo, que cada uno le de al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios. Como yo no creo en ningún César de la Política, me limito a ver, oír y callar mientras ellos y ellas se pelean ferozmente entre sí. A mis 18 años de edad me aturde este escenario político donde todos y todas, como siempre, quieren sacar su propia tajada. 
 
Resulta que yo no soy romano, luego deduzco que no soy súbdito del César y, por ello, al César no le debo nada. Mi vida se la debo solamente a Dios. Ahora estamos en época de elecciones regionales y sus discursos son más propios de un baile regional que de una verdadera conciencia social. Por eso sigo opinando lo mismo que ante las elecciones al parlamento europeo. Yo me abstengo, ¿tú te abstienes? No es que quiera saber lo que van a votar los demás. Es una pregunta que me hago a mí mismo y a mi propia conciencia. Y a mis 18 años de edad la única conciencia que tengo es la de cuidarme para poder rendir al ciento por ciento en el próximo partido de fútbol en que tenga que actuar. 
 
Ayer mismo Iríbar, el mítico guardameta del Athetic Club de Bilbao y de la Selección Española de Fútbol, cumplió 72 años en verdadera forma física. Yo cumplí completando las 10 vueltas del circuito urbano a favor de la lucha por combatir las enfermedades raras; pero la enfermedad más rara que conozco es la de todos estos políticos y políticas ansiando trozos del pastel del poder social y económico. Algunos hasta se conforman con las migajas con tal de asegurarse un lugar entre los elegidos. 
 
Mirad qué frases más hermosas: "Los políticos son siempre lo mismo. Prometen construir un puente aunque no haya río" (de Nikita Jruschov, político ruso); "La vocación del político de carrera es hacer de cada solución un problema" (de Woody Allen, actor, director y escritor estadounidense); "Los políticos son como los cines de barrio, primero te hacen entrar y después te cambian el programa" (de Enrique Jardiel Poncela, escritor español); "El que no se atreve a ser inteligente, se hace político" (de Enrique Jardiel Poncela, escritor español); "Un hombre de Estado es el que se pasa la mitad de su vida haciendo leyes, y la otra mitad ayudando a sus amigos a no cumplirlas" (de Noel Clarasó, escritor español); "El político debe ser capaz de predecir lo que va a pasar mañana, el mes próximo y el año que viene; y de explicar después por qué fue que no ocurrió lo que él predijo (de Winston Churchill, político británico). Añado una de mi propia cosecha: "El político es aquella persona que deja de ser persona para convertirse en animal" (de José Orero De Julián, escritor y periodista español). Y que conste que me estoy refiriendo a animal político por supuesto.
 
Suponiendo que el César me diera a mí de comer (cosa que no ha sucedido jamás) yo tendría la obligación moral de darle el voto a él para que también coma. Pero eso es soñar demasiado y como en Política soñar demasiado te cuesta un ojo de la cara prefiero no ser un tuerto y abstenerme de echar mi voto en la urna. Prefiero aprovechar las papeletas que me envían a casa para construir con ellas pajaritas de papel. Quizás hasta puedan volar porque me gusta pedir los imposibles. Por pedir podemos pedir a los políticos y las políticas que nos resuelvan el problema de nuestra supervivencia; pero eso no es solamente pedir peras al olmo sino también pedir que la Tierra gire alrededor de la Luna. O sea, algo tan increíble como esperar que los políticos y las políticas te saquen las castañas del fuego. Por eso me abstengo. Por no tener que comer castañas quemadas y que luego me echen la culpa a mí.