Parbola de los dos hijos (Reflexiones)
Publicado en Mar 07, 2015
El Maestro estaba sentado junto con sus discípulos cuando les dirigió la Palabra.
- Érase una vez una madre que tenía dos hijos. La madre amaba tanto al hijo mayor que le permitía que todos los días se bañase durante dos horas seguidas, gastando todo el agua que le diese la gana gastar y no pagando nunca ni un solo céntimo por ello; mientras que al hijo menor sólo le permitía ducharse durante dos minutos cada semana, contando el agua que gastaba y haciéndole pagar un alto precio por ello. El hijo mayor se jactaba continuamente como un halcón de ser el más limpio de la familia y se vanagloriaba continuamente como un águila imperial de no pagar ninguna clase de precio por ello sin darle nunca las gracias a su amorosa madre. El hijo menor, sin embargo, sencillo como una paloma y humilde como un gorrión siempre le agradecía a la madre que le permitiese gozar de esos dos minutos de ducha semanal aunque le costara tan caro el hacerlo. El Maestro guardó unos minutos de silencio y después le preguntó a uno de sus discípulos. - Tomás, ¿quién crees tú que era el más limpio de los dos hijos? Tomás, turbado por la pregunta y humillando la cabeza, respondió mirando al suelo. - El hijo menor, Maestro. El Maestro terminó su enseñanza. - Tú lo has dicho, Tomás. En verdad en verdad os digo que nunca entrará en el Reino de los Cielos todo aquel que, por muy limpio que tenga su cuerpo, sea jactancioso como el halcón y soberbio como el águila imperial pero, sin embargo, todo aquel que, a pesar de no tener limpio su cuerpo, sea sencillo como la paloma y humilde como el gorrión tendrá en el Reino de los Cielos un lugar de privilegio a mi lado para que todos admiren lo limpio que es.
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