La conjura del Apollo (Novela) Captulo 2
Publicado en Mar 10, 2015
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El Alcalde de Nueva York, O'Dwyer, paseaba de un lado a otro de su despacho oficial dando grandes zancadas y con las manos metidas dentro de los bolsillos de su pantalón. 
 
- Estoy pensando en dimitir, Williams.
 
- Pero si acabas de ser reelegido...
 
- Pero este escándalo de corrupción policial descubierto por el Fiscal de Distrito del Condado de Kings, ese tal McDonald, es demasiado grave. No me queda más remedio que empezar a pensar en la dimisión.
 
- ¿Y tú crees que presentando la dimisión irrevocable se soluciona el problema? Haz el favor de volver a sentarte y hablemos como dos personas sensatas.
 
O'Dwyer se sentó de nuevo frente a Williams... 
 
- Según dice un proverbio chino, "el sabio puede sentarse en un hormiguero, pero sólo el necio se queda sentado en él". 
 
- Es necesario resistir...
 
- Prather ya lo ha dicho. La vergúenza es una perspectiva reducida. Pero yo pienso que toda perspectiva, por muy reducida que sea, es un gran reflejo de la realidad. Y la realidad me dice que no quiero ser un masoquista sentado en el hormiguero de esta ciudad que se me está escapando de las manos. Ayer mismo estuve en la Universidad Columbia dirigiéndome a los estudiantes de esta ciudad. Al final de mi discurso, un joven que estudia Periodismo, me entregó una breve nota que me ha hecho pensar demasiado. ¿Quieres conocerla?
 
- Si crees que es interesante...
 
- Lo creo interesante pero, sobre todo, importante.
 
O'Dwyer abrió el cajón superior de su mesa de trabajo, sacó la nota escrita por el joven estudiante de Periodismo y leyó.
 
- "Vamos a ver si somos capaces de razonar con sensatez. Vamos a dejar de jugar ya a los niños absurdos. ¿Usted cree que es normal que a una pregunta reflexiva de uno de mis compañeros, y bien reflexiva que era, usted conteste comentando que se vaya a una farmacia a tomar valium? ¿A qué viene ese comentario si no es a molestar inoportunamente? ¿Usted cree que es normal que a una propuesta de reunirse con los jefes de la policía para conocernos personalmente comente usted una majadería como la que comentó a no ser que sea por sólo molestar? Vamos hombre. Déjese de máscaras. La juventud no somos tontos ni tontas como usted cree. ¿Usted cree que ante nuestros intereses por los temas culturales, usted comente bobadas que no vienen a cuento si no es solo para fastidiar? ¡Venga ya! Yo le digo que la juventud no somos ni tontos ni tontas. Usted desde el principio nos ha querido tomar el pelo y tratarnos de subnormales. Debería usted haber preguntado antes de reírse de nosotros. Porque resulta que grupos de estudiantes jóvenes hemos estado analizando tranquilamente todas las veces que usted comenta sobre los problemas de Nueva York. ¿Por qué razón a usted, que le gusta tanto la escritura, no escribe nunca un buen texto que lo explique todo? Usted sólo se dedica a comentar lo que más le conviene al Partido Demócrata. ¿Qué ocurre? ¿Es normal eso? Pues no. No es normal eso. Este grupo hemos estado analizando sus comentarios que, sospechosamente, coinciden siempre con los de su íntimo amigo, el villano Williams, y hemos descubierto que ocurre algo sospechoso. Habla el villano Williams y suelta una bobada. Habla usted, que tanto se las da de romántico como si de un crisantemo azul se tratara, y suelta otra bobada. Vuelve a hablar el villano Williams y suelta otra tontería. Vuelve a intervenir usted, a lo crisantemo azul, y suelta la misma tontería. Y así sucesivamente día tras dïa. ¿Usted cree que eso es normal? Pues lo hemos venido observando varios días seguidos. Qué raro que hayan coincidido siempre sin ningún matiz que les diferencie. Eso no es normal, señor O'Dwyer. ¡Alguna vez va a saltar la chispa y se puede producir un verdadero incendio! Así que le invito a que recapacite y sea usted ya lo que debe ser, o sea todo un señor.
 
- ¿Quién ha sido ese osado que me llama a mí villano y a ti un falso romántico dándoselas de crisantemo azul? 
 
- Es bastante irónico pero super inteligente.
 
- ¿Puedo saber quién es?
 
- No conozco su nombre. Sólo sé que me dejó abochornado delante de todos y de todas.
 
- ¿Es que además de la nota escrita intervino en público?
 
- Vaya que si intervino. ¡Y de qué manera, Dios mío! Todavía recuerdo algo... 
 
- Cuenta. Deseo conocer lo que piensa ese joven anónimo. 
 
- No tan anónimo. En la Unviersidad muchos y muchas le tienen por líder.
 
- Cuenta, por favor.
 
- Escucha bien lo que piensa. Hay muchísimas cosas que forman parte de la cultura y estaríamos horas enteras hablando de lo que es cultura, de las cosas que son cultura y de lo que significa tener cultura. Pero sólo voy a decir una última cosa y la dejo ya para reflexión de quien desee pensar en ello. La cultura significa liberación y por lo tanto la cultura es libertad. ¿A quién no le interesa que haya libertad en los seres humanos? Fácil. A los poderosos que nos han montado un teatro de guiñol de materialismo y corrupción para que todos seamos incultos seguidores del consumo y de la corrupción. Ellos tienen temor, pavor, verdadero miedo cerval a una cosa que se consigue solo con la cultura. Esa cosa se llama tener conciencia. Tener conciencia es un hecho puramente cultural y solamente cultural. Por eso los poderosos del guiñol de marionetas gastan billones de dólares en armas nucleares y míseros centavos en promover la cultura de los pueblos. Porque saben que cuando los humanos alcanzan la conciencia, que sólo se consigue a través de la cultura porque es un producto puramente cultural, se les acaba el negocio. Abrid los ojos. Dejaos de ser ya títeres de los inmundos poderosos de la avaricia y el odio, de la corrupción y los “opios”. Tomad conciencia y seréis libres de todos ellos y les podréis desbancar de sus “tronos”. En fin. Sólo para reflexionar.
 
- Reflexiona demasiado bien ese jovencito...
 
- Proclamó un verdadero discurso que no podré jamás olvidar. Dijo, más o menos, lo siguiente: El paso del tiempo nos convierte en figuras históricas cuando nos dedicamos a existir fundidos en la mítica condición de sobrevivientes de eso que algunos llaman imaginario colectivo. ¿Imaginamos que somos personas relevantes o es la sociedad la que nos convierte en relevancias unívocas? No equivoquemos el ser inspiraciones de la mayoría del pueblo con existir dentro de la masa. Podemos obtener un grado de eternidad cuando rememoramos nuestra aventura de ser protagonistas de aquellos sucesos que cada día nos sirven para el desarrollo de nuestras historias. ¿De qué historias estoy hablando? Hablo de estar viviendo con nuestra propia filosofía colectiva individualizada en cada suceso cotidiano que nos ha tocado representar. Existe la certeza de que, pensando, podemos llegar a alcanzar aquello que estamos soñando. Y es que pensar y soñar son dos verbos tan transitivos que nos hacen cruzar la línea de lo imposible cuando optamos por ser más independientes que las ofertas que todos los políticos nos prometen como solución a nuestros problemas personales. Si somos personas somos mucho más que dimensiones politizadas. No debemos estar de acuerdo con disminuir nuestras fértiles creatividades regalándoselas a los manipuladores de promesas que no sólo dejan de realizar sino que nos convierten en esclavos de sus ideologías. Lo he dicho ya un millón de veces y lo vuelvo a repetir: si nos hundimos en el caos de las ideologías políticas nunca podremos alcanzar ese grado de personalidad que nos hace únicos e irreversibles. ¿Qué es la demagogia política? Prometer algo que se sabe de antemano que no se va a llevar a cabo porque sólo son entelequias infértiles. Por eso no debemos confundir las utopías con los espejismos dialécticos. Debemos de tener en cuenta que todas las ideologías habidas a lo largo de la Historia de la Humanidad sólo han sido, y siguen siendo, espejismos que nos extirpan las esperanzas convirtiéndolas en decepciones. Para no decepcionarnos demasiado con lo que vemos a nuestro alrededor, masas de seres humanos buscando algo que han perdido hace ya muchos siglos, lo mejor es no creer demasiado en promesas que se nos presentan como ideales de sociedades desarrolladas. ¿Cuándo las ideologías han logrado una sociedad desarrollada sin haber sacrificado millones de esperanzas que se han hundido en la decepción total? La futura ideología liberadora no existe por el simple hecho de que es una ideología más. Si los nuevos políticos creen que van a engañar presentando una idílica propuesta de ideología neocultural, se olvidan de que lo neocultural no se basa en ningún principio dirigido desde las alturas del poder ideológico. Lo neocultural se produce cuando buscamos y encontramos ese punto referencial en donde cada uno de nosotros y nosotras, personas ideales y no ideologizadas, creamos un universo de ideas irrenunciables que no las podemos perder a la hora de querer vivir un paso más allá de lo que nos prometen los ideólogos, y los nuevos políticos son tan ideólogos como los demás, en forma de salida a una crisis que ellos mismos han creado y que ellos mismos desean que siga perpetuándose para seguir manteniendo su demagogia existencial. Si somos algo más que números del cociente de efectividad de sus ambiciones, y los nuevos políticos ambicionan lo mismo que los demás políticos o grupos ideológicos, no debemos olvidar que el principal centro de nuestras existencias somos nosotros mismos con nuestras propias creatividades sociales que nunca las debemos entregar a las manipulaciones ideológicas. Mientras sigamos reforzando las ideologías seguiremos siendo cada vez más esclavos. La pérdida de nuestras ideas propias acarrea esa clase de consecuencias.
 
- ¡Dios mío! ¡Es formidable! Estamos en 1949, amigo...  pero ¿se puede saber que está sucediendo?
 
- Que ha nacido un gran hombre.
 
- ¿A quién te estás refiriendo con eso?
 
- A un verdadero conquistador de razones humanas.
 
- ¿A ese joven de la Facultad de Periodismo?
 
- En él estoy pensando. Y pensando en él creo que mi mejor decisión es presentar la renuncia irrevocable como Alcalde de Nueva York.
 
- ¡Piensa bien lo que vas a hacer, O'Dwyen!
 
El alcalde se volvió a levantar de su sillón y, metiendo las manos en los bolsillos de su pantalón, comenzón nuevamente a dar grandes zancadas de un sitio a otro de su despacho.
 
- Williams. Esta ciudad se me está escapando de las manos. Ya no tengo muchas esperanzas de poder gobernarla bien.
 
- ¡Poder! ¡Tú lo has dicho! ¡Tenemos el poder todavía en nuestras manos y la esperanza sólo es cuestión de someterla al poder! ¿Me estoy equivocando?
 
- Te estás equivocando por completo, Williams. El mismo joven que te estoy citando terminó su intervención diciendo algo sobre la esperanza. Dijo exactamente que un día entero vivido lleno de esperanza son veinticuatro momentos de luz que nos iluminan la existencia y nos dan motivo de fe hacia el futuro. Si te das cuenta, no citó pasra nada al poder sino a la fe. ¿Comprendes la diferencia?
 
- Es demasiado inteligente para ser verdad...
 
- Pues es su verdad y es la verdad de muchos estudiantes que le están siguiendo. Lo que de verdad me preocupa es la tempestad.
 
- ¿La tempestad? 
 
- Nos acecha la tempestad, Williams, nos acecha la tempestad y no sé bien si estamos preparados para combatirla.
 
- ¿Hasta ahí llega su revolución?
 
- Ahora no me estoy refiriendo a él; sino a una tempestad que tiene la sombra muy negra.
 
- ¿"The Kids of Courage"?
 
- Exacto, Williams. Me estoy refiriendo a "The Kids of Courage". 
 
 
 
 
 
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Foto del autor Jos Orero De Julin
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Novela.

Palabras Clave: Literatura Prosa Novela Relatos Narrativa.

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



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