La conjura del Apollo (Novela) Captulo 3
Publicado en Mar 10, 2015
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El teléfono del Jefe Murray sonó estridentemente. Murray despertó de su letargo y, de manera displicente, descolgó el aparato. 
  
- ¡Aquí el Jefe Murray de la Policía de Nueva York! ¿Qué sucede?
 
- ¡Jefe Murray! ¡Soy el teniente Tressider! ¡Tengo que informarle que se está produciendo un gran alboroto en la Amsterdam Avenue del Harlem y que nos estamos viendo impotentes para acabar con ellos!
 
- ¿A quiénes te refieres cuando dices ellos?
 
- ¡A los negros, Jefe Murray! ¡Cada vez se muestran más agresivos y de nada nos vale intentar convencerles de que vuelvan a sus casas! ¡Dicen que tienen derecho a protestar públicamente porque se encuentran en una pobreza injusta! 
 
- ¡Dialoga con su líder y si no entra en razones ya sabes lo que tenéis que hacer; pero no me molestes más por cosas de negros que a mí no me interesan para nada!
 
- ¿Podemos usar la fuerza para convencerles?
 
- ¡Si son negros violentos no es que podéis usar la fuerza sino que debéis usar la fuerza!
 
- ¿Y si nos critican mañana los periodistas de siempre? 
 
- ¿Te estás refiriendo a gentes como ese dichoso Gould? 
 
- ¡Tiene solamente cuarenta y seis años de edad pero sabe más que las ratas coloradas! ¡Si nos quiere hundir no cesará hasta conseguirlo si le damos motivos para ello!
 
- ¡De Gould me encargo yo, teniente Tressider! ¡Ningún periodista, por muy Pulitzer que sea, me va a tocar a mí los cojones! ¿Quién está dirigiendo esas revueltas callejeras?
 
- ¡Es imposible saberlo del todo, Jefe Murray! Los negros nunca delatan a sus líderes. Creen que son dioses y los adoran como a dioses.
 
- ¡Yo a los dioses me los paso por la bragueta! ¡Infórmate bien hasta que localices y encuentres a ese líder y verás cómo le callo para siempre!  
 
- ¿Pero qué hacemos ahora para acabar con esta revuelta callejera?
 
- ¡Dadles estopa hasta que no quede nadie en la Amsterdam Avenue! ¡Repartir leña si es necesario para calentarles durante todo el invierno!
 
- ¡Harlem es muy peligroso, Jefe Murray, todos nosotros tenemos familia y es nuestro deber cuidar a nuestros familiares!
 
- ¡Pues si todos vosotros queréis seguir cuidando de vuestros familiares es necesario que los negros vuelvan a sus casas y no metan las narices donde nadie les llama!
 
- ¡Es que ellos creen tener derecho para hacerlo!
 
- ¿Hacer qué?
 
- Manifestarse públicamente aunque sea de manera violenta.
 
- ¿En qué lugar de la Constitución de los Estados Unidos viene que eso sea un derecho?
 
- Eso me lo sé de memoria, Jefe Murray. La Primera enmienda a la Constitución de los Estados Unidos prohíbe la creación de cualquier ley con respecto al establecimietno oficial de una religión, o que impida la práctica libre de la misma, o que reduzca la libertad de expresión, o que vulnere la libertad de prensa, o que interfiera con el derecho de reunión pacífica o que prohíba solciitar una compensación por agravios gubernamentales. Fue adoptada el15 de septiembre de 1791, como la primera de las diez enmiendas de la Carta de Derechos. 
 
- ¿Se las está dando usted, teniente Tressider, de listillo conmigo? Todo eso está muy bien y es muy bonito para mirarnos al espejo y ver lo guapos que somos; pero déjeme que le dé yo también una pequeña lección a usted. Debería ya saber de memoria que, desde el año 1919, la Corte Suprema reunida en Nueva York anuló todas esas libertades que usted me ha enumerado cuando suponen peligro para la paz pública y ataques a la seguridad del estado. Así que no me venga con pendejadas y dé leña a quienes sean violentos. Calientes se marcharán mejor a sus casas y tendrán que agradecernos que les hayamos puesto a punto sus lindos traseros. ¿Me ha entendido ya, teniente Tressider?
 
- ¡Creo que sí, Jefe Murray!
 
- Pues entonces actúe y deje de intentar darme lecciones de derechos a mí. ¿No sabe que la violencia no es admitida, para nada, por la Constitución de los Estados Unidos salvo cuando hay que aplicarla contra sujetos que representen una amenaza para los demás? ¿Sabe usted lo que es la sedición?
 
- Sedición es un término para referirse a conductas que puedan ser estimadas por la autoridad legal como motivos de insurrección en contra del orden constitucional establecido, ya sea la exposición de discursos, el desarrollo de organizaciones, la escritura y distribución de textos u otras acciones. La sedición con frecuencia incluye la subversión de la Constitución y la incitación al descontento o resistencia a la autoridad legal. La sedición comprende cualquier conmoción y generalmente se presenta asistida por violencia directa en contra de la ley.
 
- ¡Muy bien, teniente Tressider! ¡Me parece que ya ha comprendido perfectamente lo que dice la Constitución de los Estados Unidos en cuanto a lo de los derechos de expresión, los derechos de reunión y los derechos de manifestación! Cumpla entonces con su deber y como premio le prometo que le pago un viaje completo, a usted y a su pareja, durante un mes por toda Australia.  
 
- Gracias, Jefe Murray, pero yo no tengo pareja...
 
- ¿Con todo lo listillo que es usted no tiene todavía pareja? 
 
- No es que no me gusten las chicas, Jefe Murray. No me vaya a confundir con un maricón. Me gustan las chicas más que a un tonto una tiza. Lo que sucede es que todavía no he podido ligar con la que preside todos mis sueños. 
 
- ¡Jajajá! ¡Está bien, teniente Tressider! Cuando termine de dar las hostias que sean necesarias repartir para establecer el orden público le prometo que le presentaré yo a unas cuantas para que elija entre ellas cuál es la que le hará soñar todas las noches con los angelitos.
 
Y el Jefe Murray cortó la conversación.
 
- ¡Atención, compañeros! ¡Hora de repartir y a quien San Pablo se la dé que San Pedro se la bendiga!
 
- ¿Está ordenando que carguemos contra ellos, mi teniente?
 
- Eso es, sargento Follett.
 
- Duele tener que hacer esto, mi teniente.
 
- ¡Joder! ¡Claro que duele, Follett! ¡Pero ni tú ni yo hemos creado a la sociedad!
 
- ¿No hay otra solución, mi teniente?
 
- Ellos no quieren que haya otra solución. ¡¡A la carga!! ¡¡Tenemos que disolver la manifestación antes de diez minustos!!
 
Dada la fatídica orden comenzó una verdadera batalla campal. La primera piedra arrojada desde una barricada del bando de los negros dio de lleno en la sien derecha del sargento Follett que cayó, fulminado, al suelo.
 
- ¡Dios mío! ¡Follett!! ¿Qué te ha pasado?
 
El teniente Tressider atendió al caído pero éste no reaccionaba...
 
- ¡¡Atrapad a ese cabrón inmediatamente!! ¡Robinson! Ayúdame a reanimarle.
 
Robinson era un experto en reanimar a desfallecidos pero en esta ocasión el asunto no era un simple desfallecimiento.
 
- Lo siento, mi teniente...
 
- ¿Qué quieres decir, Robinson?
 
- Que Follett no reacciona...
 
- ¡¡Me cago en la leche que parió a ese cabrón!! ¡¡Joder!! ¡¡Tiene un hijo de tan sólo tres años de edad!! ¡¡Por eso tiene que vivir, Robinson!!
 
- Lo siento todavía más, mi teniente... pero está muerto...
 
- ¡¡Joder, joder y joder!! ¿Quién es ahora el que se atreve a decírselo a Rose y al pequeño Peter? ¿Cómo le digo yo a ella que se ha quedado sin el amor de su vida y cómo le explico yo a ese niño que ya nunca más volverá a ver a su padre?
 
- Usted era su mejor amigo...
 
- ¡¡Ya lo sé!!
 
El teniente Tressider no pudo hacer otra cosa sino ponerse a llorar como un chiquillo mientras la pelea en la Hamsterdam Avenue se había generalizado y llovían piedras por todos los lados.
 
- ¡Usamos la metralla, mi teniente!
 
- ¡¡No!! ¡Quiero atrapar a ese cabrón vivo!
 
Cuando Thompson fue detenido por el cabo Griffith el brutal combate ya había terminado. La Amsterdam Avenue quedó vacía pero se habían producido grandes destrozos en las tiendas, los comercios, las viviendas y otros implementos urbanos.
 
- ¡Aquí está el cabrón que ha matado a Follett, mi teniente!
 
- Está bien, cabo Griffith. ¿Qué tienes qué decir a todo esto, so mierda?
 
- ¡Los negros somos seres humanos! 
 
- ¿Y qué crees tú que somos nosotros, so gilipollas!
 
- ¡Me llamo Thompson y no soy ningún gilipollas!
 
- ¿Cómo quieres entonces que os llamemos? ¿Tal vez tontos útiles para ser más educados? Me llamo Tressider y no soy ningún animal.
 
- ¡Pero ustedes nos tratan a nosotros como si lo fuéramos!
 
- Eso lo razonas con el Jefe Murray cuando estés delante de él si eres lo suficentemente hombre como te crees que eres. ¡Al furgón! ¡Y nada de dar gritos histéricos porque me duele ya la cabeza de tanto soportar vuestros insultos!
 
- ¡Sólo queremos un trato justo!
 
- Pues los tratos justos, según me han educado a mí desde que era más pequeño que tú, se consiguen mediante el diálogo racional. Y basta ya de charla inútil. Te repito, por si te estás haciendo el sordo, que razones sobre la razón con el Jefe Murray que para eso es el Jefe. Yo sólo cumplo con lo que me ordenan. ¿Qué harías tú en mi lugar?
 
- Supongo que lo mismo...
 
- ¡Pues sube ya al furgón y guarda silencio!
 
A Thompson lo metieron dentro del furgón.
 
- Vamos al coche, Griffith. Tú conduces porque yo no estoy lo suficientemente sereno como para hacerlo.
 
- A veces me gustaría haber vivido en otra época humana, mi teniente.
 
- ¿En cuál, cabo Griffith?
 
- Por ejemplo, en la Antigua Grecia.
 
- También se mataban los unos a los otros en la Antigua Grecia.
 
- Pero al menos tenían tiempo suficiente como para poder razonar.
 
- Supongo que eso querrá intentar hacer el Jefe Murray con este tal Thompson.
 
Efectivamente eso era lo que intentaba hacer, minutos más tarde, el Jefe Murray.
 
- Vamos a ver si podemos entendernos los dos, Thompson.
 
- Yo ya escucho solamente a las personas inteligentes.
 
- ¿Quizás es por eso por lo que todos nos estamos quedando sordos?
 
- ¡Jajajá! ¡Muy bueno, Jefe!
 
- No lo he dicho como un chiste... porque maldita sea la gracia que me hace hablar contigo... así que vamos a poner las reglas de juego muy claras y las cartas sobre la mesa y boca arriba. Yo te razono y tú me comprendes. Tú me razonas y yo te comprendo. ¿Has entendido bien el juego?
 
- Lo suficiente, Jefe.
 
- Entonces empecemos por lo más elemental. ¿Tú sabes bien lo que has hecho?
 
- ¡Nada importante! ¡Sólo matar a un blanco, Jefe!
 
- ¡No te voy a admitir que me levantes la voz si no quieres que te meta un par de hostias y te convierta definitivamente en un hombre de verdad! Y a partir de este momento tú no me llamas a mí Jefe sino Señor Murray. ¿Has entendido ahora lo suficiente, Thompson?
 
- ¿Por qué no me llama usted a mí Señor Thompson para estar igualados?
 
- Porque tú y yo nunca jamás podremos ser iguales. Para ser un señor hay que currárselo durante mucho tiempo.
 
- ¿Por ejemplo el Señor O'Dwyer?
 
- Por ejemplo el Señor O'Dwyer o, por ejemplo, el Señor Malcom.
 
- ¡Malcom no es un Señor!
 
- Si me vuelves a levantar la voz te doy tal hostia que van a tener que buscar tu cabeza en el fondo del río Potomac. ¿Puedo saber por qué Malcom no es un Señor?
 
- Malcom es solamente un traidor. Un renegado. Un vendido al Sistema.
 
- ¡Ah, ya! ¡El Sistema! ¡Se me estaba olvidando lo del Sistema! ¿Puedes contarme tú a mí qué es el Sistema aunque no acudas ni tan siquiera al colegio?
 
- Todo el mundo lo sabe...
 
- Pues al parecer todo el mundo lo sabe menos tú.
 
- Yo no he tenido la misma suerte que ese tal Malcom.
 
- ¿De dónde crees tú que ha salido Malcom? Tú, al menos, tienes padre y madre reconocidos pero él no supo jamás quién fue su padre. ¿Qué opinas ahora de Malcom?
 
- Que es un hijo de puta.
 
Murray no pudo mantener la calma y le dio tal puñetazo al rostro de Thompson que éste cayó de la silla al suelo.
 
- ¡Levántate y contesta como un hombre de verdad!
 
Cuando Thompson pudo volver en sí y tomó de nuevo asiento, Murray seguía esperando... 
 
- Malcom es un negro pero tiene el alma blanca. Por eso no lo queremos en "The Kids Courage". Nunca tendrá el valor suficiente como para hacer lo que yo he hecho esta tarde.
 
- Lo que has hecho tú esta tarde, desgraciado, ha sido una cobardía y, por cobarde, tú mismo te has sentenciado a muerte.
 
- Se equivoca, Señor Murray. ¿No está abolida la pena de muerte en Nueva York?
 
- ¡Cómo se nota que no has ido nunca jamás a un colegio! Si supieses un poco de Historia de los Estados Unidos y su Geografía sabrías que no estamos en Michigan. Que se aplique muy pocas veces la pena de muerte en Nueva York no quiere decir que haya sido abolida en este Estado. Pero no te vamos a dar ese gusto. Yo impediré que seas ejecutado porque tengo algo mejor para ti. ¿Cómo llamas tú a vivir toda tu puta vida metido en la cárcel y sin posibilidad alguna de salir jamás de ella hasta que te sepulten en un estercolero que es donde mereces terminar porque tú así lo has decidido libremente? ¿Existe o no existe la libertad de elección en los Estados Unidos de Norteamérica?
 
A Thompson le temblaron visiblemente los pies y las manos al mismo tiempo.
 
- ¡No quiero ver tu cara de gilipollas ni un segundo más! Quizás cuando te estés pudriendo en vida sabrás mejor lo que has hecho esta tarde y quizás, con el paso de los años que dures lo suficiente, aprendas a saber quién es Malcom y lo que ha deciddio ser Malcom. Hasta es posible que aprendas a definir bien lo que es el Sistema aunque ya no tengas a nadie para contárselo. Pero para que te lo aprendas de memoria te diré que un Sistema, palabra que proviene del latín systema y ésta del griego sýstema con tilde en la y, es un conjunto de reglas y principios sobre una materia enlazados entre sí como, por ejemplo, el derecho a vivir y el derecho a dejar vivir a los demás.  
 
El Jefe Murray dio por terminada la entrevista. 
 
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Foto del autor Jos Orero De Julin
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Novela

Palabras Clave: Literatura Prosa Novela Relatos Narrativa.

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



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