La conjura del Apollo (Novela) Captulo 7
Publicado en Mar 12, 2015
Prev
Next
A las 9 de la mañana del día siguiente, el sol ya alumbraba resplendeciente en todo el Marcus Garvey Park del corazón del barrio Harlem de Nueva York que se encontraba, en esos momentos, ya completamente rebosante de un gentío que, sentados en el suelo, estaban expectantes por escuchar a aquel joven universitario, totalmente desconocido, que tanto estaba asombrando a todos y a todas desde que comenzó a hablar en público. Se palpaba la excitación y el tenso nerviosismo en todos los asistentes menos en aquel atrevido y valiente joven que, subido en una tarima, estaba ya preparado a hacer uso de la palabra. Una gran cantidad de altavoces, repartidos estratégicamente por todo el parque, hacía posible que todos le pudiesen escuchar.
 
- Buenos días, hombres y mujeres del Harlem de Nueva York. Voy a comenzar por decir tres grandes verdades: la violencia es la única forma que tienen de actuar los seres que nunca se atrevieron a bajar de los árboles; la violencia es el cáncer más incurable que existe dentro del corazón inhumano y la violencia es el único lenguaje que usan los impotentes. ¿Quién de todos vosotros, hombres y mujeres del Harlem de Nueva York, se atreve a rebatirme estas tres grandes verdades?
 
Nadie respondió. Un tenso silencio fue la respuesta.
 
- Está bien, hombres y mujeres del Harlem de Nueva York. Todos vosotros y todas vosotras vais diciendo que el Harlem de Nueva York es diferente y que todos vosotros y todas vosotras, por ser parte viva del Harlem del Nueva York, también sois diferentes; pero yo os digo y afirmo que no. No sois diferentes. Sois iguales a todos los demás. Porque todos los seres humanos pertenecemos, en verdad, a una sola y única patria que es un pequeño rincón llamado Universo. Así que vamos a dialogar sin límites. Los poderosos de este mundo se han preocupado siempre, a lo largo de toda la historia humana, en poner barreras, crear fronteras y dividir a los hombres y a las mujeres en pequeños trozos llamados países, naciones o reinos, para enfrentarnos los unos contra los otros; pero los poderosos de este mundo nunca podrán poner barreras a nuestros pensamientos, nunca podrán poner fronteras a nuestros sentimientos y nunca podrán poner frenos al tictac de nuestro corazones humanos.
 
El silencio fue ahora mucho más tenso.
 
- Hablemos de la vida y no de la muerte. Todos y todas hablamos continuamente, y sin parar, de que tenemos derecho a la vida porque es uno de los principales Derechos Universales de la Humanidad; pero ¿os habéis parado alguna vez a pensar en el derecho que tienen los demás para dejarlos vivir? Reclamamos continuamente nuestro inviolable derecho a poder vivir y a poder vivir cada vez mejor pero ¿qué sucede con los deberes que tenemos para dejar vivir, y vivir cada vez mejor, a los demás? Yo os digo que los hombres, cuando no saben dialogar, ladran como los perros porque tienen la impotencia de no saber hablar como las personas. Hablemos de la vida y no de la muerte. ¿Alguien tiene alguna objeción que hacerme para poder seguir hablando de la vida y no de la muerte?
 
Nadie se atrevió a responderle mientras la expectación subía por momentos. 
 
- Conciencia de tener voz. Vuelves a hablar y vuelvo a escucharte en las nieblas de la Historia y tu pasado;: tal vez silencios, tal vez rememorando algún dolor escrito en los manglares de las ideas primigenias, desprendidas del tronco existencial de la conciencia. Ahora, con gesto de infinitas sílabas, acentúo la palabra del allá y, buscando las causas de mi pensamiento, me quedo admirando tu belleza de voz, de rostro, de volcán o, tal vez solamente, de cóndor detenido en el aire de la interior presencia. Tener voz de cósmica ilusión tomando al símbolo de la calma histórica, presente y absoluta, como un campo magnético sustentando la penumbra dela tardecer. Viento de ayer en mis sentidos de espíritu y de paz. Certera condición de sentirme agitado por la olas de mi vida en las entrañas y aún cuando la duda siga insistiendo en crear fronteras de distancia acorto el tiempo y me introduzco en este estar presente como ser. Hablemos de la vida y no de la muerte. ¿Puedo preguntaros quiénes tienen derecho para abortar la vida? ¿Alguien puede decirme, antes de seguir hablando, quién se ha apropiado cobardemente ese derecho?
 
Otra vez el silencio fue la respuesta.
 
- Continuemos hablando de la vida y no de la muerte. Tierra conocida. Extendiendo el alcance de mi credo, infinito en el cortejo de tus sueños, soy un esquema de pájaros surcando cada espacio, cada árbol, cada rama... cada minuto en que observo estos signos conteniendo formas del asociado mundo. La tierra conocida me anega con sus nubes blancas mi existencia y en el fondo del sentir latino soy fe de proponer palabras en este caminar por tu espesura. Dura todavía la tierra virgen con dones de luz y de sentidos. En cada afán de ilusión recuperada hay un afecto que surge desde el fondo de una utopía incandescente y alcanzada. Y, sueño de camino cosmológico, me pongo a platicar con las estrellas. Hablemos de la vida y no de la muerte. ¿Puedo preguntaros quiénes tienen derecho para abortar la vida? ¿Alguien puede decirme, antes de seguir hablando, quién se ha apropiado cobardemente ese derecho?
 
Más silencio en todo el parque.
 
- Continuemos hablando de la vida y no de la muerte. Levantamos un misterio. Cada vez que nos embarcamos en este amor por los paisajes bebemos el agua de las mismas fuentes donde discurre nuestro afán tan infinito. Rodeados por el deseo, nos sentimos y vamos marchando por las décadas de los siglos escritos... de los siglos encendidos en el alma. Así camino por tus bosques, por tus selvas, por tus lomas que me hacen subir el pensamiento y encontrar ángeles de la memoria instaurados en mi infinito caminar. Vengo a ser como una semilla de planta germinada en los acentos de todas las voces que, unidas, forman este nuevo despertar. Hablemos de la vida y no de la muerte. ¿Puedo preguntaros quiénes tienen derecho para abortar la vida? ¿Alguien puede decirme, antes de seguir hablando, quién se ha apropiado cobardemente ese derecho?
 
Todavía más silencio. 
 
- Continuemos hablando de la vida y no de la muerte. Significando tiempos del decir. A solas contigo, playa enamorada, soy ese tiempo de marinero ensoñado en mi propio viaje entre las flores de nuestra célebre existencia despreocupada. En cada playa un enigma y en cada enigma un amor trascendente de frontera, de país y hasta de paisaje. Ser solamente una idea varada en las arenas de estas playas supone ser gaviota en el horizonte, una manera de sentirse más profundo en ti... América de ventanales donde el cielo introduce su luz en esta atmósfera de hogar indecible, transitorio, pero sin final que interprete estas sílabas salvo la eternidad, ese tiempo del decir significantes verbos en este mundo. Hablemos de la vida y no de la muerte. ¿Puedo preguntaros quiénes tienen derecho para abortar la vida? ¿Alguien puede decirme, antes de seguir hablando, quién se ha apropiado cobardemente ese derecho?
 
Nadie respondió a la doble pregunta.
 
Continuemos hablando de la vida y no de la muerte. En este sentir palabras. En este sentir palabras hermanadas por la sangre de los ríos como cáliz, como corola, como néctar de sumas verbales enraizadas en el éter de la paradójica Historia donde se una la confluencia de los seres en un solo aprendizaje del idioma: seres con un solo ensamblaje de intuiciones. En este sentir palabras se unen el canto de nuestras voces. Y es entonces cuando las formas se hacen piélagos en la piel abrazada en la distancia y soy quietud soñando horizontes. Hablemos de la vida y no de la muerte. ¿Puedo preguntaros quiénes tienen derecho para abortar la vida? ¿Alguien puede decirme, antes de seguir hablando, quién se ha apropiado cobardemente ese derecho?
 
Las respiraciones se contenían en medio del silencio. 
 
- Continuemos hablando de la vida y no de la muerte. Personas de familia en un instante. En un solo instante, en un solo segundo, en un solo sentimiento pulsamos estaciones y espacios demasiado asidos al corazón. Somos personas enraizadas al tronco común de este manantial donde beben los pájaros viajeros. Un tiempo suspendido en lo humano y esa parte de Dios interminable. Personas exactas que abandonan mitos para entrar en la creencia de la fe. Y es, en este instante, en este segundo, en este sentimiento donde podemos medir la estatura al descubrir que la paz en ese cielo existe porque, sueños sobre sueños, se abre en el espacio hecho ya alma. Y montes. Y valles. Y ciudades. Y un viajar, sin calendarios ni relojes, por el tiempo que nos convierte, serenados, como visibles personas en familia. Hablemos de la vida y no de la muerte. ¿Puedo preguntaros quiénes tienen derecho para abortar la vida? ¿Alguien puede decirme, antes de seguir hablando, quién se ha apropiado cobardemente ese derecho?
 
Seguía siendo el total silencio lo único que respondía.
 
- Continuemos hablando de la vida y no de la muerte. Abrazados al futuro. Por las riberas de este existir pausado y, convertido en tejido el húmedo sentir de las lágrimas, quedan náufragas, perdidas en el olvido lejano de lo ausente. Y, abrazados al futuro, nos henchimos de saberes y de diáfanas horas forjadas en este pentagrama que es aroma de esencia tan latina como el sagrado beso de unos labios que se unen despejando el futuro. Y entonces sólo somos esos humanos seres que sueñan futuros transparentes e invulnerables ideas de conjunto. Sí. Somos la conjugación de la dulzura y la canción que se escucha en el futuro del alma: una forma y manera de ser como naturaleza viva y desbordantes. Hablemos de la vida y no de la muerte. ¿Puedo preguntaros quiénes tienen derecho para abortar la vida? ¿Alguien puede decirme, antes de seguir hablando, quién se ha apropiado cobardemente ese derecho?
 
Nadie podía responder.
 
- Continuemos hablando de la vida y no de la muerte. El eco que retumba. Descubiertos como sombras en este fuego que recorre todo el continente es el eco que retumba el que se escucha con el tropel de los sueños desbordados y llenos de espíritu. Y del silencio abrimos la voz a los caminos. Bendito itinerario de poema convertido en eco que retumba en la conciencia de los seres emergentes. Emergemos. Emergemos con la vida de metáforas cual orquídeas soñando con el alma; una forma de entender la existencia que construye diálogos cada día para ser de nuevo otro aliento danzando en la fiesta personal de cada empuje dibujado en el cóncavo horizonte tan presente como el sol, la luna y este sueño de ser siempre un punto infinito unido a la voz del eco que retumba. Hablemos de la vida y no de la muerte. ¿Puedo preguntaros quiénes tienen derecho para abortar la vida? ¿Alguien puede decirme, antes de seguir hablando, quién se ha apropiado cobardemente ese derecho?
 
Imposible respuesta alguna.
 
- Continuemos hablando de la vida y no de la muerte. Te siento corazón. Te siento corazón en el reposo de los infalibles labios donde viven impertérritas ideas en el espejo de ese mirar en este amor que se cultiva entre maizales y entre verdes valles repletos de ilusiones. Una canción. Un poco de trazar, humanos, la unión eterna de nuestras manos para ser una única sinfonía de perfiles históricos interrogados. ¿Quiénes fueron los ángeles del viento que transitaron de corazón a corazón sintiendo los mismos verbos de la vida? Siempre responden los signos del paisaje vivido entre dos almas en la sombra. Hablemos de la vida y no de la muerte. ¿Puedo preguntaros quiénes tienen derecho para abortar la vida? ¿Alguien puede decirme, antes de seguir hablando, quién se ha apropiado cobardemente ese derecho?
 
Una brisa de aire frescó suavizó el ambiente pero nadie respondía. 
 
- Continuemos hablando de la vida y no de la muerte. ¿Se llamarán palabras? ¿Se llamarán palabras este idioma de retener en la memoria el manantial de los sentimientos que respiramos? Si no es así... ¿será tal vez la fulminante calma de un ascenso hacia la cumbre donde habita la pasión? Entonces abro los ojos y miro al horizonte que hay más allá de la frontera y dentro de mí estalla un verbo. Reconocer. Quizás sea reconocer que el idioma está sólo compuesto de sentires y que más allá de esas experiencias las palabras sólo son como un recuerdo vivido en algún jardín... y la floresta acude como un nuevo renacer de seres sedientos de regresos. ¿A dónde regresa el viajero que ocultó su dolor en su equipaje y formó con todo ello un sentimiento? Quizás a eso se le llame todavía abecedario desde la A del Amor hasta la Z de la Zozobra y regrese sin dudar hacia su origen. Hablemos de la vida y no de la muerte. ¿Puedo preguntaros quiénes tienen derecho para abortar la vida? ¿Alguien puede decirme, antes de seguir hablando, quién se ha apropiado cobardemente ese derecho?
 
Todavía nadie se atrevía a romper la magia de aquel silencio.
 
- Continuemos hablando de la vida y no de la muerte. Tolerante sentimiento. Todo sueño merece una conquista; todo sueño merece un destino; todo sueño merece la imprevista andadura infinita en el Camino. Hablemos de la vida y no de la muerte. ¿Puedo preguntaros quiénes tienen derecho para abortar la vida? ¿Alguien puede decirme, antes de seguir hablando, quién se ha apropiado cobardemente ese derecho?
 
Una nube blanca se paseó por encima del parque marchando suavemente hacia el horizonte de la ciudad mientras permanecía el silencio colgado de cada aliento contenido.
 
- Continuemos hablando de la vida y no de la muerte. Espejos de simetrías. Un reloj colgando sus latidos cual respuesta del cielo descubierto en estos gestos del corazón central; allí donde el sonido de la memoria se hace tránsito profundo. Yo me inundo de vida sustanciosa y natural, de giro profundo... y el sentido de las cosas circulares hace que sea hombre en movimiento alrededor de tu selva ancestral. Esperanza heroica de un vacío que se extiende por el sesgo del cristal de este sentir que es profundo, que es lenguaje, que es palabra blanda como la aurora y, templado de esperanza, se inunda en el centro virginal. Imagen del cielo arrollador, un súbito despertar y ya, soñando que soy la pasión amanecida, levanto este deshojar las noches al llegar la aventura de la vida y hecho existencia en abundancia, comienzo a pensar. Hablemos de la vida y no de la muerte. ¿Puedo preguntaros quiénes tienen derecho para abortar la vida? ¿Alguien puede decirme, antes de seguir hablando, quién se ha apropiado cobardemente ese derecho?
 
Sus palabras eran ya como ríos desbordados ante el asombro de todos.
 
- Continuemos hablando de la vida y no de la muerte. Epidermis de latino. Es mi piel el cuerpo narrativo de un cuento fabricado con el alma que nace, crea, recrea y se derrama y se hace personajes de lo ilimitado en el ángulo musical de la bahía. Todavía hay luz en estas continuas y profundas pausas en que enciendo la llama de mis sentidos y dentro de la atmósfera latina escribo un diario de alimentos íntimos en forma de versos para cantar. Canta la mañana lluviosa y el musgo de la casa verde parece crecer como un enjambre de sueños hilvanados en el muro. Este benéfico asomarse a las raíces del valor, de la fe y la esperanza, es un poco de caridad hacia el humo del cigarrillo que sube hasta la cima de esta sin medida por ser ocupación con testimonio. Testigo de la hazaña en que me meces tus dos brazos limpiamente sin importar para nada el tiempo. Hablemos de la vida y no de la muerte. ¿Puedo preguntaros quiénes tienen derecho para abortar la vida? ¿Alguien puede decirme, antes de seguir hablando, quién se ha apropiado cobardemente ese derecho?
 
Ni tan siquiera respondía la brisa que volvió a refrescar sin prejuicio alguno. 
 
- Continuemos hablando de la vida y no de la muerte. Soñar a dibujarte. Soñar a dibujarte en estas calles del mundo entretenido con la luna como un hablar sediento de canciones. Yo canto esta mañana de tenerte hundiendo tus raíces en mis sentidos que flotan en tu atmósfera de color. Soy dibujo y dibujante, en toda tu historia el caminante, y leyendo se me quedan dormidas las palabras dulces... dulces palabras... dibujando este sueño infinito que se cuelga con sustancia evocadora en este respirar profundo. Nueva la palabra, en cada instante creo un nuevo concepto de madrugada: un balcón adornado de amapolas que, desde el campo, transitaron sus luces encarnadas por los sueños del dibujo ciudadano. El cercano puerto de la costa ardiente me hacer arder de fantasías. Soñar es dibujarte para sobrepasar el límite de la hoja blanca como el alba. Hablemos de la vida y no de la muerte. ¿Puedo preguntaros quiénes tienen derecho para abortar la vida? ¿Alguien puede decirme, antes de seguir hablando, quién se ha apropiado cobardemente ese derecho? 
 
Ya el silencio era abrumador.
 
- Continuemos hablando de la vida y no de la muerte. Saliendo hacia tu yo. Tiempo de construir nuevas promesas a estas nuestras vidas de silencio y empezar a escribir palabras en las olas del rumoroso sentir estos minutos. Diminutos espejos de cristal. Diseños de bailes encantados y plenos de historias infantiles. Saliendo hacia tu yo soy un viajero que, niño de aventuras todavía, soy cautivo de la tarde anaranjada y el sol me va encendiendo lentamente mientras mi mente se ajusta a esta nueva forma de entrar en tu universo. Hablemos de la vida y no de la muerte. ¿Puedo preguntaros quiénes tienen derecho para abortar la vida? ¿Alguien puede decirme, antes de seguir hablando, quién se ha apropiado cobardemente ese derecho?  
 
Comenzó a calentar el sol y nadie respondía pero nadie se marchaba.
 
- Sigamos hablando sin límites. Yo os pregunto ¿por qué unas personas viajan siempre al mismo sitio y otras, en cambio, desean explorar destinos nuevos? Reconozco y hago enteramente público que creo en Dios y que soy cristiano. Muchos de nosotros, los cristianos, somos eternos viajeros que de pueblo en pueblo vamos sembrando gorriones grises que hablan de amor y de paz. Nuestras raíces son el derecho a viajar. Yo os digo y os afirmo que Dios existe porque he visto muchas veces a Dios intervenir, según su volunyad, en mi propia vida. Muchos de vosotros y de vosotras decís que no, que sois ateos o ateas, y en el colmo de vuestro orgullo y vuestra soberbia, llegáis a afirmar que sí, que Dios puede existir, pero que vosotros y vosotras no confíais en Él. Pero la verdadera cuestión no es decir que no confiamos en Dios sino, siendo mucho más humildes y sinceros a la vez, lo que debemos todos hacer es preguntarnos si Dios confía en nosotros. Sois tan orgullosos y soberbios que, aun siendo para Dios como minúsculas motas de polvo que Él puede hacer desaparecer con uno solo de sus soplidos, negáis la existencia de Dios afirmando que el futuro de cada ser humano depende del destino o la casualidad como si la vida solo fuese un juego de lotería o echar una moneda a cara o cruz lo cual es del todo absurdo porque entonces la vida sería un sinsentido aunque todos nos aferramos a ella hasta donde podemos aguantar. Sin embargo, yo afirmo que el destino o la casualidad no es el futuro de los seres humanos sino la Providencia de Dios. Lo que sucede, y no queréis confesarlo porque teneis intereses ocultos como se demuestra día tras día, negais la existencia de Dios para convertiros en dioses de vosotros mismos como si uno se pudiera haber creado a si mismo; lo cual es un imposible porque todos nos hubiésemos creado, interesadamente, perfectos y somos cualquier cosa menos perfectos. ¿Qué clase de dioses sois todos vosotros y todas vosotras cuando os matáis los unos a los otros sin importar si sois o no sois del Harlem de Nueva York? Sé que muchos de vosotros y de vosotras saben muchísimo del amor; pero perdonadme sinceramente si yo también lo dudo muchísimo. ¿Sabéis de verdad hacer el amor y lo hacéis de manera tan imperfecta? ¿Qué clase de dioses y de diosas sois que hacéis el amor de manera tan imperfecta y sin regla alguna? Todos los dioses deben seguir unas reglas justas y perfectas para ser dioses pero vosotros hacéis el amor de manera totalmente imperfecta. Estáis entendiendo bien lo que os quiero decir y a lo que me estoy refiriendo pero guardais silencio porque no os conviene miraros en el espejo de vuestras desordenadas conductas no vaya a ser que vuestras conciencias os griten para acusaros porque no sabéis hacer el amor como un dios o una diosa debería saber hacerlo para ser pefecto o perfecta. No os atreveis a miraros en vuestro propio espejo porque tenéis miedo de que vuestro propio espejo os diga que no solo no sabeis hacer lo que es el amor sino que sabéis muy bien hacer lo que es el odio. Fue Jesucristo quien dijo: "Yo soy el que soy. Yo soy el Camino. Yo soy la Verdad. Yo soy la Vida"; para luego decir: "Amaos los unos a los otros como yo os he amado". Y terminó por afirmar: "Aquel que me confesara ante los hombres yo le confesaré ante el Padre". Todos vosotros y todas vosotras defendéis con uñas y dientes los Derechos de Autor de cualquiera de vuestros escritos pero ¿por qué no hacéis lo mismo con los Derechos de Autor de las palabras de Jesucristo? Porque no os conviene recordar lo que Él dijo sobre el amor. Os lo voy a repetir una vez más para ver si no lo olvidais nunca: "Amaos los unos a los otros como yo os he amado". Muchísimos de vosotros y muchísimas de vosotras no sabe amar de esa manera. Pero algo muy importante tengo que deciros en este mismo momento. Yo sé que Dios existe ya que resulta que, porque Dios existe y es la Providencia y no el destino o la casualidad, es por lo que hoy, esta mañana, estoy aquí hablando cara a cara porque yo os juro que si Dios no existiera yo no estaría esta mañana aquí, bajo este calor que ya empieza a abrasar y hablando a vosotros, sino gozando libre y placenteramente junto con mi novia en alguna playa paradisíaca de Hawai. Pero he obedecido a Dios, he dejado todo lo que tenía de confort e incluso de lujo, y me he puesto a viajar en su nombre. Podemos teologizar eternamente sobre la existencia o la no existencia de Dios pero yo paso olímpicamente de todas las ideologías y de todos los teólogos habidos o por haber porque a quien solamente sigo es a Jesús de Nazaret. Soy igual que todos vosotros y por eso estoy dispuesto a debatir, con quien quiera hacerlo, sobre la verdad de Jesús de Nazaret, su continua presencia en mi vida y en la vida de muchos millones de seres más y la verdad de que Él vive, es Hijo de Dios y hace todos los días milagros que no interesan ser publicados por los medios de comunicación de masas ya que los poderosos verían amenazados sus poderes. Tengo tiempo suficiente para debatir con quien quiera cualquier tema que se le ocurra plantear sobre este asunto. Para quienes caminamos todos lo días junto a Jesús de Nazaret no es ningún problema demostraros la verdad como tampoco es ningún problema que nos creais o no nos creais porque él nos dijo; "Echad la simiente y no os preocupéis de más sino dejad que el Espíritu Santo haga su parte". ¿Qué otro dios o diosa o ateo o atea ha sido capaz de dar tanta Liberación a sus seguidores? ¿Decidme qué dios o diosa u hombre o mujer ha dado tanta Liberación a quienes creeis en ellos cuando lo que les interesa es teneros bien atados a sus ideologías o a sus cambiantes caprichos según sean sus alianzas y sus contra alianzas? Puedo debatir estas cosas, sin ningún miedo ni temor, con cualquiera de vosotros o vosotras, de igual a igual, de ser humano a ser humano, de persona a persona. Así que ha llegado el momento de que decidais que os siga hablando o decidais que me marche para siempre del Harlem de Nueva York. Si decidís que me marche para siempre del Harlem de Nueva York yo lo hago y no pasa nada pero también os juro, en el nombre de mi Dios, que ninguno de vosotros o vosotras, como tampoco ningún otro ser humano, inhumano o infrahumano, va a conseguir hacerme callar. Si me pedís que me vaya me voy tranquilamente pero no vais a poder impedir que a los nuevos lugares donde yo acuda vuelva a repetir, un millón de veces más si fuese necesario, que Jesucristo es el Camino, Jesucristo es la Verdad y Jesucristo es la Vida. Yo no soy como el "Che" Guevara ni creo en el "Che" Guevara para nada porque su Causa no es mi Causa y nunca será jamás mi Causa aunque alguien lo quiera pensar de esa manera equivocada, pero yo también digo la misma frase: "Podéis matar mi cuerpo pero nunca podéis matar mis ideas". Así que ahora decidme qué debo hacer.
 
La tensión había llegado a tal extremo que hasta los pajarillos dejaron de piar; pero nadie dijo nada.
 
- Veo que guardáis silencio y por eso sé que sois inteligentes. No hay mayor inteligencia que la de callar y guardar silencio antes de decir o hacer necedades. Yo podría ser más yo en cualquier otro lugar pero he venido hasta vosotros no para ser más yo sino para ser más vosotros y que así me podáis comprender. No ha existido, a lo largo de toda la Historia de la Humanidad, un solo día en que no haya habido algún número de víctimas por culpa de la violencia. Así que he venido hasta aquí para hablaros de la paz si ninguno de vosotros o de vosotras tenéis algo en ocntra de que lo haga.
 
Ahora estaban todos y todas en plan de relajamiento pero seguían poniendo su máxima atención a las palabras del joven universitario desconocido.
 
- La búsqueda fundamental del equilibrio de las personas es aquel encuentro con nosotros mismos del cual podemos decir y decidir libremente que hemos encontrado la felicidad. Es lo que se llama la paz de nuestros espíritus. Escuchad ahora lo que os digo y luego podéis decirme lo que se os antoje. Tu mejor palabra es cuando callas y guardas silencio mientras te planteas las dudas que surgen en el interior de tu alma inquieta. Son buenos momentos para orillarse a un lado del camino y comenzar a soñar con algo mucho mejor. No deis nunca pasos en falso y, cuando reanudeis el camino, en esta mismo día si es posible, ayudaos con la memoria para comprender la vida. Si recordais vuestra ingenuidad de cuando érais muy niños ya seréis capaces de alcanzarlo todo sin más ayuda que la de esa paz de espíritu que se prolonga a través de aquella ingenuidad que podeis hacerla presente si habéis comprendido cómo era vuestro amor en aquellos tiempos. La fe, por muy ligera que sea, nunca nos engaña y es gracias a la fe por lo que sabemos que existe la paz. Recordad vuestros tiempos traviesos. Recordad vuestras horas de risas. Recordad vuestros momentos de juegos. Todo aquello que Dios quiera que no hayáis olvidado del todo es el sueño directo que os guiará a la paz. Dibujad en vuestros rostros la sonrisa de la posteridad para que el futuro sea seguir caminando por los surcos de la ingenuidad como surcábais en aquel entonces. Sed senderistas de la paz y no caminantes de la discordia. Si sois capaces de vivirlo podeís volar como los gorriones con vuestra imaginación y quizás ya todos dejemos el lento camino involucionista de las guerras, las batallas, las peleas, las revoluciones armadas y todo aquello que os pese tanto en el alma que os hará pensar que no queda futuro. Desalojad vuestras mochilas de las armas del odio y podréis volar más ligeros por el mundo de vuestras fantasías. Yo os prometo que ese doble imán de ser nuevamente ingenuos y, a la vez, nuevamente soñadores, es lo mismo que detenerse en una cafetería y abrazar a quien encuentres a tu lado sin preguntarle nada; solamente sintiendo que es alguien como tú que está buscando la paz. Es en lo que yo creo. La paz sólo se consigue si logramos hacer de la sociedad en la que vivimos cuentos de hadas y versos de sueños porque yo creo en mis verdades y con mis verdades nunca os miento. Ingenuos pero seguros. Dejad ya la ambigüedad con la que falsamente os creéis especiales y volved a la naturalidad de vuestras primeras infancias. A la hora de saber amar lo neutro siempre conduce a la guerra y a los conflictos con quienes deseais amar. Entregadle rosas a vuestros enemigos y tendréis la verdadera paz cuando lleguen las noches y esa profunda fe de la que os hablo os dirán que sí; que sois felices de verdad. Vivid para vivir. No vivais para matar la vida. Tened siempre la capacidad esencial de tener miles de sueños de los que nunca jamás querrais despertar porque ellos son la paz de vuestros ingenuos corazones. Y en el nuevo despertar de cada día podréis flotar con el aroma de la belleza y el sabor de la alegría. El mundo nunca ha vivido feliz y por eso Dios gritó: ¡Paz!
 
El joven y misterioso estudiante de la Universidad Columbia guardó silencio mientras todos sus oyentes quedaban observándole hasta que se decidió por terminar. 
 
- Soy escritor no por la gracia de los hombres sino por la Gracia de Dios. Soy escritor porque Dios me ha regalado, sin pedirme nada a cambio, el don de la escritura y os hablo porque Dios me ha regalado, sin pedirme nada a cambio, el don de la palabra. No me interesan, para nada, los grandes premios literarios porque sólo son las grandes debilidades de los hombres que los necesitan para ser algo importantes porque sin ellos se quedan vacíos. Solamente me conformo con que, de entre todos vosotros y todas vosotras, haya habido al menos uno o una, solamente uno o una, que me haya escuchado, que me haya comprendido y que me haya entendido. Por eso solamente os puedo decir que ameis la paz para que quizás algún dia me recordeis tal como soy y tened siempre en cuenta que la Esperanza no es lo último que se pierde sino lo primero que se conquista. 
 
Nadie aplaudió ni nadie silbó. Ante el mudo asombro general de todos los hombres y mujeres presentes esa mañana en el Marcus Garvey Park del corazón del Harlem de Nueva York, el joven y desconocido universitario bajó de la tarima y, pocos segundos después, había desaparecido de la vista de todos y de todas que, poco a poco y lentamente, fueron levantándose en silencio y, mirando al suelo, donde todavía estaban las huellas de las suelas de las botas de aquel joven orador, fueron caminando hablando entre ellos y ellas tan bajo como nunca en sus vidas habían hablado.
 
- ¿Qué te ha parecido, Hope?
 
- Sensacional. Simplemente sensacional. Nos ha dejado a todos tan impactados que no salgo todavía de mi asombro. Nunca he visto yo a una persona tan joven hablar de esa manera y de forma tan profunda sin tener que lanzar ninguna clase de grito de guerra ni ninguna proclama ideológica de ningún color. Ha sido tan profundo y, a la vez tan sereno, que da la impresión de que, por un momento, ha cambiado toda nuestra forma y manera de ver, comprender y entender la vida.
 
- Esperemos que esa impresión no haya sido solamente por un momento sino que, como él bien ha rogado al final, se conforma con el simple hecho de que a tan solo uno o tan solo una de todos los del Harlem de Nueva York le haya podido trnasformar.
 
- Pues si solamente con una se conforma esa he sido yo. Y lo que más he admirado de toda su personalidad, que la tiene en cantidades inmensas y con estilo muy propio y sin copiar a nadie, ha sido su valentía para enfrentarse cara a cara con todos nosotros y con todas nosotras sin tener ni el más mínimo momento de cobardía porque podría muy bien haber ocurrido que hubiese muerto por algún disparo o linchado por la inmensa mayoría de los presentes.
 
- Eso no es posible, Hope.`
 
- ¿Es que es eterno?
 
- Digamos que sí, que ha alcanzado la eternidad; pero te lo voy a explicar de manera muy sencilla. Yo, que soy también un verdadero cristiano, sé que ese joven estudiante lleva en su interior el Espíritu de Dios, a ese que nosotros lo conocemos como Espíritu Santo. Y el Espíritu Santo siempre le protege y le protegerá tanto a él como a quienes com él vivan o compartan su fe. Se llama la fe salvífica, Hope.
 
- Yo también lucharé por obtener un día esa fe que salva; pero algo que me ha conmocionado profundamente es lo que ha dicho al final.
 
- ¿Cuál de las cosas que ha dicho al final?
 
- Eso de que la Esperanza no es lo último que se pierde sino lo primero que se conquista. ¿Puedes darme tú una segunda oportunidad?
 
- Pensé que nunca me lo ibas a pedir.
 
Malcom y Hope se envolvieron en un profundo beso de sus bocas. 
 
 
 
 
 
 
 
Página 1 / 1
Foto del autor Jos Orero De Julin
Textos Publicados: 7132
Miembro desde: Jun 29, 2009
0 Comentarios 221 Lecturas Favorito 0 veces
Descripción

Novela.

Palabras Clave: Literatura Prosa Novela Relatos Narrativa.

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



Comentarios (0)add comment
menos espacio | mas espacio

Para comentar debes estar registrado. Hazte miembro de Textale si no tienes una cuenta creada aun.

busy