Llamazares se tira las cuadras l solito (Reflexiones)
Publicado en Mar 28, 2015
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Vamos a razonar como seres humanos y vamos a reflexionar como Dios manda... y por favor... si no es mucho pedir... que nadie se ofenda por citar a Dios... porque también el derecho a creEr en Dios forma parte de las libertades humanas... ¿O no es cierto?.
 
Comienzo por decir que mi asistencia, ayer por la noche, a la presentación del escritor Julio Llamazares en la Biblioteca Regional de Molina de Segura (en Murcia de España para ser más concretos) fue bienintencionada y que acudí a ella solamente para escuchar y aprender escuchando (cosa que al parecer no es muy común ni corriente en la España de hoy en día como bien afirmó, durante la charla de Llamazares con la señora o señorita que le entrevistaba, dicho escritor). Estoy de acuerdo. Hoy en día, como él bien señaló, al parecer no se lleva ya eso de saber escuchar sino que se continúa con la atávica tradición de chillar exclamando cosas como ¡ya te lo decía yo!, ¡esto es así porque lo digo yo y punto!, ¡por mis cataplines que es lo que digo yo y no lo que piensas tú!, ¡si eres hombre sal a la calle y me llevas la contraria porque soy capaz de partirte la cara a tortazos! y otras lindezas del idioma que reglamentó, por primera vez en la Historia de España, un tal Antonio de Nebrija (que Dios le tenga en su Gloria porque de hombres bien nacidos es sabérselo agradecer) en el dichoso y agraciado año de 1492. Y si alguien lo pone en duda (porque al parecer, como señaló también muy bien señalado el señor don Julio Llamazares, hoy se duda ya tanto de todo que muchos dudan ya de si es que estamos vivos o estamos muertos, de si somos terrícolas o somos marcianos, de si esto o lo otro y otro muy largo etcétera más) que lea lo siguiente:
 
La "Gramática castellana" (en su título original en latín: Grammatica Antonii Nebrissensis, es una gramática en español (y que me perdonen los antiespañoles por decir y escribir solamente en español pero mi capacidad de idiomas no da para más) escrita por Antonio de Nebrija (que por esas causas de las dudas continuas y perpetuas algunos apellidan Lebrija en lugar de Nebrija pero el caso es discutir por cualquier tontera y media) y publicada en 1492. Constituyó la primera obra que se dedicaba al estudio de la lengua castellana y sus reglas. Anteriormente, habían sido publicados tratados sobre el uso de la lengua latina, como el de Lorenzo Valla, ("Tratado sobre gramática latina de 1471). No obstante la "Grammatica" es el primer libro impreso que se centra en el estudio de las reglas de una lengua romance. Y que no se asuste nadie de los que estén leyendo estas reflexiones porque no me lo sé de memoria (de la cual ya hablaremos más adelante como muy bien habló Julio Llamazares) sino que lo acabo de investigar... y mira por dónde... Dios (y perdonen que cite a Dios pero tengo todo el derecho del mundo para poder citarlo sin ofender a nadie que sea ateo o creyente... que para eso todos somos hijos de Dios... o por lo menos algunos así nos consideramos) ha permitido que lo encuentre a primeras de cambio.
 
Así que cambio de reflexión y comienzo con la presentación/representación que fue un acto muy bonito (muy lindo dicen en algunas partes de América Latina) y muy espectacular e interesante para el buen conocimiento de cosas que antes no se conocían y que ahora ya se conocen una vez tan bien explicadas por Julio Llamazares; con el cual estoy de acuerdo en que si las cosas no se explican bien, o muy bien, pues entonces "estamos aviaos guacho" como decía mi abuela materna que Dios la tenga en su Gloria y perdón de nuevo por citar a Dios pero es que yo tengo la costumbre -buena o mala según crean o no crean quienes me leen- de citarlo muy a menudo para saber de dónde vengo y a dónde quiero ir pues se entiende mal o se entiende muy mal este asuntillo de "tan sin importancia alguna" como dicen los que no son píos ni las pían pero bien que hablan por detrás de uno cuando uno es un creyente verdadero. Espero que a mí se me entienda no bien ni mal sino todo lo contrario; pero que, al menos, se me entienda que ya es bastante pedir a un escritor que, como yo, no tiene todavía el gustazo de llenar salas de audiencias porque la verdad es que nadie me invita a acudir a actos que llenen las salas de audiencias como sí ocurre con Julio Llamazares y que no se me enfade por decir y escribir esto porque, además de ser verdad, no lo hago con mala intención. Ahora bien, un día estuve yo invitado a una sala de audiencias pero no fue en mi querida y amada España de mis entretelas (que es muy bueno y muy caballeroso decir eso de mis entretelas para entendernos todos bien) sino en Guayaquil; o sea, allá donde el horizonte pierde su nombre y se llama Ecuador. Y por eso sé muy bien lo emocionante que es acudir a una invitación para que hables al público aunque sólo sea por una vez en la larga vida que Dios nos da (y perdón por citar tanto a Dios pero creo en su verdad aunque muchos los hay, Sancho amigo, que niegan tal cosa llamándola "circunstancia pasajera" o algo similar que yo no entiendo bien) y menos mal que me dieron esa ocasiòn en la Casa de la Cultura (y remarco lo de Cultura para que se sepa que sé lo que es la Cultura) de Ecuador en Guayaquil y que recuerdo también lo que es actuar cara al público, leyendo cuentos, poesías y hasta cantando, en el Café Libro y parloteando de nuevo en la Casa de la Cultura (que tampoco fue en mi querida y amada España) de la ciudad de Quito; allí por donde no se me quitaba la voz aunque estuviera en Quito y allí donde nadie me dejó solo como me han dejado esta pasada noche en el Biblioteca Regional de Molina de Segura (en Murcia de España para ser más exactos) porque debe ser que como soy un emigrante retornado pues soy un periodista y un escritor de Primera Regional (ni tan siquiera se me considera de Regional Preferente) aunque en Ecuador tuve muchos fans y seguidores y seguidoras y todo eso que consigue alcanzar quien tiene la enorme fortuna de seguir publicando libros y que mire usted, mio señor Don Quijote, cuánta maravilla de libros publicados que para algo han de servir, dígome yo, como también dijo, y muy bien dicho y ducho, el escritor y periodista Julio Llamazares. 
 
Pues bien, entiéndase como mejor se quiera entender, me dejaron a solas, sentado en una de las filas de la abarrotada Sala porque al parecer nadie quería contrastar opiniones con un menda y ese menda era yo. Y bueno. Soy o no soy un menda (como decimos los madrileños nacidos en Madrid o en cualesquiera otro punto del planeta Tierra) pero algo al menos sí que soy y no es relatividad sino verdad y de eso ya hablaremos sobre lo que somos o dejamos de ser. Y yo allí más solo que la media porque no llegaba ni tan siquiera a ser la una (que hasta para eso hay que tener la fortuna de tu lado) mientras meditaba en la soledad... pero sin dejar de escuchar con total atención... aunque a veces se me iba la vista... y no piensen mal porque no era hacia ninguna de las muy vistosas chavalas que por allí estaban... sino que me refiero a mis botas de caminar... y ya está. Superada esta especie de soledad era esto lo que yo reflexionaba (con perdón porque hasta para reflexionar hay que pedir perdón si eres un periodista y escritor español pero de la clase de los retornados o retronados porque nos señalan con el dedo como si estuvirámos tronados del todo): "La soledad sólo la conocen no los que tanto hablan de ella sino los que la han vivido" (pensamiento propio y no copiado de nadie) y perdonen por ser yo quien lo ha escrito pero es que, como estaba solo, no tenía a nadie a mi lado para que lo pudiese decir por mí. El caso (o caos si bailan las letras porque las letras bailan lo diga o no lo diga Llamazares) es que me entraron ganas, al verme tan solo en la fila de los expectantes escuchadores, de cantar a pleno pulmón lo de "¡Pero yo la quiero así distinta porque es sincera, es natural como el agua que llega, directa desde el manantial, ay mi soledad"! A decir verdad, y como está reglamentado, guardé silencio porque un silencio a tiempo vale más que mil invitaciones a hablar delante de un numeroso público o por lo menos eso es lo que me pasa a mí en mi querida y amada España de mis entretelas.
 
Vaya por delante la sinceridad porque siendo sinceros no somos los primeros pero tampoco los prosteros y en el término medio ya se sabe que están las Virtudes y alguna que otra amiga más que no sean Virtudes pero que estén de muy buen ver. Pues bien, para terminar con esto de la soledad, según Antonio Machado (y quien se precie de ser un buen escritor tiene que citar, al menos una vez por lo menos, alguna frase de Antonio Machado -aunque no le haga mucha gracia a su hermano Manuel Machado que nadie le cita- y como bien hizo Julio Llamazares y muy bien hecho por cierto y no le estoy haciendo la pelota porque no tengo por qué hacerle la pelota que es algo que no va con mi manera de ser), y poned atención por Dios o por quién más os guste en lugar de Dios: "Un corazón solitario no es un corazón". Tampoco me lo sabía de memoria, no vaya alguien a pensar que soy un elefante en lugar de un ser humano, sino que la he buscado y rebuscado por Internet que para eso está.
 
Ante las enormes expectativas de todo el personal (incluído el de la limpieza) se presenta el Gran Julio (que no es el Gran Wayomin sino mucho más inteligente que el Gran Wayomin) muy bien acompañado, por cierto, para que no se despiste con tanta gloria y se equivoque de lugar. Lo primero que hace Llamazares es llamar la atención (ya que su apellido empieza por Llama) haciéndose una autopregunta a sí mismo (porque toda autopregunta por ser auto se origina en uno mismo) que todavía no sabe contestar. Esa autopregunta es ¿qué parentesco puede haber entre Gaspar y yo? Voy a hacer un esfuerzo de investigación (y que conste que no es un cotilleo sino una investigación porque ambas cosas no son iguales aunque a veces lo parezcan) para ver si le aclaro la duda a este muchacho que, según confiesa al empezar la sesión nocturna, es todo un mar de dudas, una duda completa y que de toda duda sale el conocimiento pero yo (no miento y lo siento) no estoy totalmente de acuerdo ni parcialmente de acuerdo ni tan siquiera de acuerdo porque de las dudas nacen siempre la inactividad y la vagancia y al crear la inactividad y la vagancia con las dudas no se llega a ninguna parte. Así que pongamos en movimiento la "sustancia gris" de la que hablaba Sherlock Holmes o Hércules Poirot o quien cada cual elija con libre albedrío, porque el libre albedrío sí existe y es una verdad (pero ya hablaremos al final de la verdad en la que no cree Julio) e investiguemos. 
 
¡Tate! ¡Tate quieto que no pasa "ná"! Resulta que, de mis adecuadas y sólidas investigaciones porque yo sí soy periodista licenciado por la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid y dudo, porque ahora soy yo quien duda ya que donde las dan las toman, que este Julio Llamazares sea, en verdad, periodista. Y que Dios me perdone (puesto que creo en la Verdad de Dios) pero tengo que dudar. Empecemos con el asunto de que Gaspar y Julio no son hermanos y no me estoy refiriendo al rey Gaspar puesto que Julio no cree en los Reyes Magos y peor para él pero eso no me importa porque no es a eso a lo que me refiero. Me estoy refiriendo a que Gaspar se llama, exactamente, Gaspar Llamazares Trigo y resulta que Julio se llama, exactamente, Julio Alonso Llamazares. ¿Tienen o no tienen parentesco más o menos cercano los dos? Aparcando las ideologías en un lugar conveniente para que no nos sancionen las autoridades y nos pongan una multa que se nos caiga el pelo a todos los asistentes y a todas las asistentas (y es que, en verdad y dicha sea la verdad, a mí todas las ideologías me producen una risa de espanto y vaya espanto de ideologías por cierto que tenemos los hispanos y las hispanas) acabo de descubrir que tanto el apellido Llamazares como los apellidos Trigo y Alonso sí tienen un denominador común puesto que los tres deben su origen a los judíos españoles más conocidos como sefardíes o sefarditas. ¿Será por eso por lo que Alonso Llamazares ha hecho una referencia a los judios? La verdad es que, fijándose bien en las fotografías de Gaspar y de Julio, sí que se parecen bastante los dos entre sí y además tienen los dos bastantes rasgos físicos judaizantes. Esto demuestra que, a pesar de la ignorancia de Julio -que le debe pasar algo parecido a Iglesias que no sabe cuándo recogerá de nuevo el pañuelo- es cierto y/o verdadero que existe un parentesco entre él y Gaspar. Sigo aclarando que, apartando las ideologías (y a mí me es indiferente tanto la ideología de Gaspar como la ideología de Julio), existe una gran familiaridad entre los dos; luego, sin ser hermanos, sí que pueden ser dos verdaderos primos más o menos primos pero real y verdaderamente primos y no sé si, además, los dos hacen el primo o dejan de hacer el primo porque eso a mí ni me va ni me viene. Pero, para más inri, el lugar de nacimiento de Julio (Vegamián) y el lugar de nacimiento de Gaspar que es dos años más joven que Julio (Logroño) no están muy lejos entre sí sino bastante cerca si lo consideramos con arreglo a la distancia entre España y nuestras antípodas (que me parece que es Australia) y esta cercanía, más sus orígenes judaicos, demuestran que sí que tienen algo que ver Gaspar y Julio familiarmente hablando. 
 
La emoción inicial llega a su cumbre cuando Julio Llamazares (que se apellida Alonso antes que Llamazares para dejarlo bien aclarado) en el momento en que nos habla de su pueblo de nacimiento (Vegamián) que él dice que es verdad que está hundido en las aguas de un pantano y que lo ha visto con sus propios ojos y que ante esa inconstestable verdad le entraron ganas de llorar cuando lo comprobó al tener ya 28 castañas (pero que no se preocupe tanto por eso porque yo conocí mi lugar de nacimiento -Badajoz- y también me entraron ganas de llorar cuando lo comprobé al tener ya 30 castañas); así que me lo creo que es verdad porque él dice que es verdad. 
 
Hay algo de sorprendente en este tal Julio Llamazares que me llama poderosamente la atención. Y eso tan sorprendente es que asegura que es escritor pero que no sabe ni conoce nada de Literatura; lo cual, por supuesto, es doblemente falso (mentiras para ser más directos) por dos obvias razones: la primera es que su padre fue maestro de escuela y, por ese simple hecho, es fácil deducir que le enseñó bastantes cosas de Literatura las aprovechara o no las aprovechara; y la segunda es que se pasa toda la noche del día de hoy citando frases de escritores famosos y no tan famosos y que todo lo sabe contextualizar muy bien -con una dicción fluida y una proverbial memoria porque no lo está leyendo en ningún papel- dentro del ámbito de la Literatura. Luego no sólo sabe bastante o mucho de Literatura sino que está falseando cuando dice que no sabe nada de Literatura. Puede ser que los nervios le hayan jugado una mala pasada porque los nervios a todos nos pueden jugar malas pasadas pero esto es demasiado increíble como para que me lo pueda creer. No sólo sabe bastante o mucho de Literatura sino que lo está demostrando durante toda la noche.
 
Pasemos al tema de la memoria que es un tema tan apasionante que yo mismo llegué un día a escribir (y que me perdone Dios pero no es vanidad y Dios sabe que lo mío no es vanidad sino conocimiento adquirido desde la cuna en donde me metieron al nacer) lo siguiente (titulado "Luz de memoria blanca" porque toda la memoria carece de color y el color blanco, según los entendidos en el Arte de la Pintura, es la ausencia de color): "Ha pasado etérea la noche con el vuelo de una alondra de silencios en el regazo de los sueños y ahora el espejo del día me busca con otras maneras distintas de hilarme con mi sombra; otras maneras distintas de pisar las aceras y de vivir humilde encerrado en la memoria blanca. Las rendijas de la luz me conforman un destino de fuego tras la penumbra". Advierto que no necesito aplausos porque a mí los aplausos no me dan de comer como a otros sí que les dan. 
 
Pues bien. Hablando de la memoria pues que viene el gran Julio Llamazares (Alonso de primero y no sé si es más grande que yo pero yo me conformo con mis casi 1,80 metros de estatura que ya es algo) y nos suelta que la memoria siempre es fantasmal. ¡Caramba! ¿Cómo que la memoria siempre es fantasmal? Intenta explicarlo pero se hace tal barullo con la explicación que yo no sé si ha querido decir que él mismo es un fantasma o que un fantasma se ha apoderado de su memoria. Lo único que puedo afirmar, con total verosimilud (que es una manera de decir literariamente con total veracidad) que en mi memoria no existe ninguna clase de fantasmas sino solamente recuerdos. Es la primera vez en mi vida que a los recuerdos alguien les llama fantasmas. ¿Estará pensando Julio Llamazares en alguna novela de terror y de miedo? Porque entonces sí, si estamos escribiendo una novela de terror y de miedo por supuesto que existen los fantasmas; pero no en la memoria sino en lo que escribimos usando la memoria viva y no muerta pues muerta sería cosa de fantasmas lo cual es un absurdo total. Aclarado esto (a ver si ya entendemos lo que son los fantasmas que van por la vida de fantasmas y los que son los recuerdos que forman y conforman nuestras memorias) entra Julio en su propia trampa cuando afirma que un escritor (cualquier escritor y supongo que también cualquier escritora) no sabe lo que escribe sino que al ir escribiendo va sabiendo. Esto ya es rizar el rizo y levanta unos ligeros aplausos entre los concurrentes porque lo consideran una gran ocurrencia. Yo me estoy preguntando si será verdad lo que escucho o Julio está alucinando y todos estamos flipando con los alucines de Julio; porque, la verdad sea dicha, cuando un escritor (o una escritora) se coloca ante un papel por supuesto que sabe lo que va a escribir pues en caso contrario solamente sería un escribidor y no un escritor (como muy bien diferenció Gabriel García Márquez); pero lo que sucede es que según vamos escribiendo van surgiendo cosas que no sabíamos pero que ya estaban dentro de nuestros espíritus y no digo fantasmas sino espíritus porque son dos cosas opuestas. Afirmo y confirmo que cuando escribo sí sé lo que voy a escribir pero no sé cómo lo voy a escribir; lo cual clarifica un poco este asunto que tantas polémicas han suscitado, por ejemplo, en los Siglos de Oro de la Literatura Española donde unos se peleaban contra los otros diciendo que no sabían ni hacer la o con un canuto y sin embargo todos eran verdaderos genios. 
 
He citado a la vanidad. Otra vez Julio Llamazares vuelve a mentir (a sí mismo y a los demás) cuando afirma que no sabe nada de Literatura; porque va y nos suelta una cita de Fernando Díaz-Plaja Contestí que dice que el principal pecado de los españoles (no sé si incluye a las españolas porque no las ha citado aunque citas hay muchas y parece que ha elegido la menos apropiada) es la vanidad y vanidad de vanidades lo llama Jesucristo. Con esto, dicho de memoria y sin fantasma alguno de por medio (luego la memoria no es nunca fantasmal sino producto de nuestros propio conocimientos), Julio Llamazares vuelve a entrar en una contradicción letal (y letal se nos está haciendo ya la noche) cuando afirma que no sabe nada de Literatura. Además, no sólo cita la frase textualmente dicha sino que sabe que está escrita en "El español y los siete pecados capitales" (que vio la luz del día y perdonen por decirlo así pero es mucho más literario que decir que se publicó por primera vez) en 1966. Y que me perdonen tanto Julio Alonso Llamazares como Alfonso Díaz-Plaja Constestí pero yo les contesto (perdonen por el chiste fácil con lo de Contestí) que el pecado más principal de los españoles (no digo nada de las españolas porque no quiero pelearme con ellas porque son muchas y además me dejarían de dirigir la palabra y prefiero hablar con ellas antes que quedarme mudo del todo) es el de la envidia como escribió Salvador de Madariaga, en "Ingleses, franceses, españoles" (de 1929, o sea -no ósea sino o sea- cuando yo no había llegado a la Tierra pero ya era un proyecto en la mente de Dios y ya no pido perdón a nadie por decir y escribir Dios). Son dos formas de ver la vida pero si la vanidad es importante como pecado para algunos, o para muchos, para mí lo es la envidia. Y conste que no tengo ni envidia de Julio Llamazares ni del famoso torero Julio Aparicio ni tampoco del político Julio Anguita ni de mi amigo Julio Mediero que se casó bastante antes que yo. El caso es que sigo escuchando en silencio y sigo mirándome las botas por si tengo que salir de la Sala antes de que todo el personal (hasta el de la limpieza) me abronque o me abuchee o me miren mal que parece que algunos ya me están mirando muy mal aunque sólo estoy pensando sin decir nada. 
 
Julio dice que todo lo que escribimos (al menos los escritores y no los carpinteros, los panaderos o la señora que vende chocolate con churros por ejemplo) está resumido en la primera frase que se nos ocurrió escribir por primera vez en nuestras vidas. Silencio sepulcral. Un silencio sepulcral corre que se las pela por toda la Sala de Actos de la Biblioteca Regional de Molina de Segura. Yo no tengo ganas de decir nada pero pienso luego existo y como pienso luego existo pues medito y, al meditar, me doy cuenta de que lo que acaba de afirmar Julio Alonso Llamazares es una solemne tontería, solemne al fin y al cabo pero también tontería al cabo y al fin; porque el primer párrafo que yo recuerde de lo que yo he escrito fue algo sobre el aula donde estudiaba en el Colegio Lope de Rueda de Madrid (en prosa) y algo del gato de Honorato ("Honorato tiene un gato") en poesía. Y si no estoy loco (aunque parezca que lo estoy del todo) he escrito ya millones y millones de párrafos que no tienen nada que ver con el aula del Colegio Lope de Rueda de Madrid (en prosa) ni con el gato de Honorato ni el gato de nadie más que no sea Honorato (en verso). ¡Apañado estaría yo si me hubiese limitado a escribir siempre sobre aquella aula y aquel gato! Luego no es verdad lo que dice Julio estemos o no estemos en julio (que no estamos todavía por cierto porque esto es marzo) o esperemos a que nos caiga el chaparrón. Y nos cae.
 
El chaparrón llega cuando ya Julio Llamazares (Alonso para más señas) se embala como un bólido a lo Gento (recuerdo la chapa de Máximo que era Gento en un bólido de tapadera de azafrán aunque parezca increíble) y llena todo el espacio con un verbo fluido, radiante, fabuloso, glorioso, majestuosos, etcétera, contándonos una gran cantidad de experiencias vividas desde su infancia y yo me las creo porque dice que son verdades y como son verdades las cuenta como verdades. Estoy seguro de que son verdades pero me parece que, como se demostrará al final, él no está tan seguro de que sean verdades pero dice que son verdades. Todo el personal se queda estupefacto y algunos y algunas aplauden con cierto entusiasmo aunque nadie sabe explicar qué es lo que está pasando. Mientras medito en el meteorito que han dicho que cayó en Molina de Segura (pero en silencio) y sobre las verdades que se dicen que son verdades pero que no se saben que son verdades o no son verdades pues va y me entra la modorra. Me estoy empezando a dormir porque Llamazares se ha puesto a filosofar sobre el sexo de los ángeles. ¿Es verdad? ¿No es verdad? ¡Terrible dilema eso de enfrentarse cara a cara con lo desconocido y es que para mí Julio Llamazares es un total desconocido lo mismo que yo soy un total desconocido para él! Así que hago enormes esfuerzos para no dormirme y que me llamen la atención por ponerme a roncar en estas horas en que los gatos andan por los tejados buscando a las gatas.
 
De repente, salgo de mi sopor cuando le escucho a Julio Llamazares decir (no exactamente a Julio Llamazares sino a Julio Alonso Llamazares para hablar con la verdad por delante y no a trancas y barrancas que está bien para la tele pero no para un coloquio literario) que todo escritor que es un buen escritor (o parece que es un buen escritor aunque no lo sea como les pasa a algunitos que yo conozco muy bien por ejemplo un tal llamado Edu y que no se me enfade Eduardo por fa) escribe siempre con los sentimientos. De acuerdo. Estoy de acuerdo porque yo soy uno de los que sitúa, por encima de todo, al sentimiento en el desarrollo de mis productos literarios incluído hasta el teatro que es un palo que todavía no ha tocado Llamazares. Pero me pica la curiosidad (y quien se pica por lo que ahora voy a razonar es que ajos ha comido) saber hasta qué punto es verdad esto de que se escribe sólo por sentimientos. Buena duda. De paso digo que Duda fue guardameta brasileño pero eso es mejor dejarlo para otra conferencia de otro tipo filosófico a lo Jorge Valdano con "11 cuestiones para ser líder", así que dejemos lo del liderato para otro rato y volvamos al grano dejando las pajas a parte. ¿Hay intereses creados en todos estos asuntos de acudir a conferencias, mesas redondas o cuadradas, debates, tertulias o encuentros con escritores en su tinta como los calamares rebozados de frases suculentas y ese par de chuietas que siempre aparecen como los más listillos de todos y por eso se sitúan en la primera fila? ¿Es cierto que el sentimiento es siempre lo prioritario o es una tapadera o excusa para buscar un interés creado para hacerse cada vez más famoso e ir consiguiendo (invitación tras invitación a actos culturales como este) premios cada vez más importantes y así ir forjando una gran foja de servicios que te vayan situando para llegar a hacerte un huequecito en la Real Academia de la Lengua Española y entrar a formar parte de los autores que vienen en los libros de textos escolares y universitarios? Supongo que sí, que es cierto que siempre escribimos argumentos llenos de sentimientos pero no me equivoco cuando afirmo que muchos escritores y escritoras ven abiertas las puertas de la fama de par en par, no porque escriban con sentimientos sino que el marketing de las ventas (la manía de los best sellers por ejemplo con mafias y padrinos incluídos) les promocionan como candidatos a la Real Academia de la Lengua después de haber asistido a numerosos actos culturales como invitados especiales; tan invitados especiales que no comparten con nadie más las glorias de tener a los admiradores y las admiradoras aplaudiendo e impulsándoles a la fama. ¿No es verdad que esta clase de invitaciones especiales soterran una clase de interés llamado oportunismo interesado? Ahora que hablo del soterramiento y ya que estamos en la Región de Murcia sólo me queda exclamar lo de ¡AVE María lo que hay que hacer para poder entrar en la Real Academia de la Lengua y en libros de textos escolares y universitarios! ¡Cuánto me gustaría a mí acudir a un acto por aquí y otro acto por allá por toda la geografía de mi querida y amada patria española en esta especie de danza macabra en el competir para ser famoso entre los famosos! Miro de frente a Julio Llamazares y se me queda esta incógnita sin aclarar pero me huele que mucho de ello flota en el ambiente del Salón de Actos de la Biblioteca Regional de Molina de Segura.
 

Otra vez de repente, vuelvo a despertar de mi soporífero silencio para meditar en lo que ha dicho ahora Julio Llamazares. Él dice que para ser un  buen escritor hay que buscar la feklicidad escribiendo porque todos los seres humanos buscan la felicidad en esta vida. Sí. De acuerdo. Todos los buenos escritores, cuando somos buenso de verdad, no solamente escribimos sentimientos en nuestras historias sino que buscamos, con nuestras historias, la felicidad humana a la que tenemos derecho como lo puede tener cualquier otro trabajador o trabajadora de otros oficios. Pero ¿qué es en realidad escribir? Las explicaciones de Llamazares no me llenan en absoluto ni uno de mis zapatos (quiero decir de mis botas) ni me convencen del todo; así que recurro a mi memoria.  
 
El día 25 de julio del año 2013 después de Jesucristo, ya que soy así de joven todavía y ya que estoy escuchando a Julio, escribí en Vorem lo siguiente: "Cuando Rimbaud tocó fondo fue en el momento en que sus sentidos quedaron relegados ante el resplandor de lo esencial de sus formas literarias. Y es que, como señaló Leibniz, “la reflexión no es sino una atención hacia aquello que hay en nosotros”. Y es en los sentidos literarios donde nos encontramos con nosotros cuando lanzamos líneas congénitas en un papel pronunciándonos en base a los tres arquetipos de principios que Aristóteles dispuso como “contrariedad” (noción existencial de nuestro factor humano), “privación” (la ausencia de prejuicio interno) y “principio de materia”. Ahora bien, en cuanto a éste último término, el del “principio de materia” existe, últimamente en el pensamiento humano, la intuición cuántica que dice que la materia en realidad no existe y muchos siglos antes ya Buda predijo que “la naturaleza última es el vacío”.¿A qué viene todo este párrafo anterior indroductorio?. A que con todo ello yo quiero abordar una pregunta hacia mí mismo: ¿es intuición o sólo anhelo el contexto en el que nos hacemos escritores y escritoras de textos que otros leen?. Yo creo que la literatura, en sí misma, es la más clara forma del conocimiento humano ya sea que escribamos en poesía o en prosa. Y al escribir bebemos de esa alquimia que Mallarmé llamaba oscuramente “ecce liber” y que significa, en castellano, que fuera de la literatura no existe otra magia mayor. Entonces recurro de nuevo a mi pensamiento interno para razonar que la literatura es la búsqueda de nuestro propio ser (lo que sucedió por ejemplo con Rimbaud cuando tocó su fondo) y ese ser de “nosotros mismos” es la verdadera forma del conocimiento humano. En todo ello parece que se centra el misterio. ¿Cómo un puñado de papeles escritos a veces de cualquier manera puede preservar o descubrir la oculta esencia del conocimiento humano?. La respuesta es que en el lenguaje propio de cada uno de nosotros y nosotras, muy dentro de nuestro propio ser, hay siempre un encuentro y un reencuentro continuo con nuestro pensamiento. Y he ahí la verdad profunda de la esencia del verdadero conocimiento humano". Quizás esto sea a lo que se refiere Julio Llamazares cuando habla de la felicidad de un buen escrito pero sigo teniendo dudas sobre que sea lo mismo que él está intentando decirnos o que él me halla entendido a mí. Así que vuelvo a poner la máxima (femenina de máximo) atención cuando Julio Llamazares nos cuenta lo que él define como el "paisaje" que vemos los escritores antes de escribir.
 
Vuelvo a penetrar en mis ideas y recurro a otro texto mío ya publicado en Vorem: "Cuando el ser humano inventó la escritura lo hizo por algo tan necesario como llevar cuentas económicas, dejar escritos listados de reyes y lugares, escribir la historia de los pueblos, educar a los jóvenes en las casas de eneñanza (colegios de la antiguedad)… pero muy pronto los humanos sintieron un profundo desasosiego interior… Y refugiados en los íntimo de sus espíritus surgieron los escritores de la creatividad literaria. Y es que necesitamos expresar, de alguna manera profunda, nuestra inquietud. Tenemos los seres humanos algo en nuestro genoma que nos impele a buscar unas hojas y dejar impresas en ellas cuestiones que surgen de nuestro pensamiento, de nuestro sentimiento, de nuestras almas encubadas en ese ámbito cálido y elemental de las intimidades en que invitamos a nuestras más calladas sensibilidades a aflorar a las hojas. Hoy he tenido la oportunidad de participar en una mesa redonda donde hombres y mujeres hemos cuestionado eso de ¿qué es la escritura y qué significa?. Cada uno ha intentado expresar a su manera qué es lo que le mueve a escribir. Al final de todo, refugiado en el profundo silencio de mi escritorio, sólo se me ha ocurrido escribir… !Y es que el ser humano tiene existencia y esa existencia nos mueve a reflejarla de alguna manera más profunda que las demás posibilidades de comunicación!. Creo que por eso surgió la escritura creativa y se quedó para siempre en el interior humano. No encuentro otra explicación". 
 
De las muchas y muy variadas contradicciones en que ha estado cayendo Julio Llamazares en sul arga, extensa e intensa exposición dialéctica y que viva siempre la dialéctica (que reconozco que ha sido muy brillante por cierto y por aquello que dijo Jesucristo de dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios) la última ha sido totalmente definitiva; tan totalmente definitiva que ha hecho que yo me levante y, en completo silencio para no conturbar el éxtasis general de todos los asistentes y todas las asistentas, abandone el Salón de Actos de la Bilioteca Regional de Molina de Segura para irme en dirección a mi hogar, dulce hogar, donde me espera la dulce Princesa con la que estoy casado como Dios manda. Voy a ver si consigo explicarlo bien para que lo puedan comprender y entender todos mis lectores y todas mis lectoras sean muchos, sean pocos o sea solamente uno o una nada más porque menos da una piedra. 
 
Vegamián es un municipio desaparecido, perteneciente a la comarca de Montaña Oriental (noreste de la provincia de León), que estaba situado a la ribera del río Porma. El municipio desapareció definitivamente el 23 de junio de 1969, bajo las aguas del embalse Juan Benet, proyectado casi 15 años antes. (Este embalse fue llamado hasta 1994, y todavía hoy popularmente, "embalse del Porma", y desde 1994 es llamado "embalse Juan Benet", por haber sido construido por este ingeniero y famoso escritor madrileño). Vegamián quedó incorporado al municipio de Boñar, siete kilómetros aguas abajo del Río Porma, según el Decreto 970/1967, publicado en el Boletín Oficial del Estado número 111, de 10 de mayo de 1967. Junto con Vegamián, desaparecieron el resto de pueblos afectados por la construcción del embalse (Lodares, Armada, Campillo, Quintanilla y Ferreras inundados completamente y Utrero y Camposolillo, expropiados pero no sumergidos). Todos ellos aprobaron sus disoluciones durante el verano de 1967. Hijo ilustre de este municipio es el escritor Julio Llamazares, nacido en Vegamián en el año 1955. Todo esto debe ser verdad y el caso cierto es que es verdad no sólo porque dice Julio Llamazares que es verdad sino porque también Wikipedia dice que lo es. Pero, ¡oh grande sorpresa de todas las sorpresas habidas y por haber!, en estos momentos es el propio Julio Llamazares quien afirma, ante el asombro de todos los reunidos en el Salón de Actos (incluídas las chavalas de muy buen ver por cierto y el de la limpieza) afirma que no existe la verdad. Y entonces es cuando razono definitivamente que, según se contradice este tal Julio, resulta que no es verdad que el pueblo de Vegamián haya desaparecido y esté debajo del agua del citado Embalse. ¡Porque lo dices tú, Julio, porque lo dices tú mismo! Y resulta que si no existe la verdad pues todo lo que nos ha estado contando durante su magnífica exposición dialéctica (y que viva otra vez y para siempre la dialéctica) el propio Julio Llamazares no es verdad. ¡Porque lo dices tú, Julio, porque lo dices tú! 
 
Así que me marcho a mi hogar, dulce hogar, pensando que, contra lo que dice Julio Llamazares, sí es verdad que existe el hambre en el mundo porque yo tengo en estos momentos hambre (y no es una ficción o imaginación sino una verdad absoluta) y voy a cenar en casa para acabar con mi hambre verdadera y que también es verdad que estoy deseando (fume o no fume que eso es relativo según se mire) encender un cigarrillo, que también es verdad absoluta fume o no fume. O sea que, en definitiva, me he encontrado esta noche frente a un relativista total; uno de esos muchos personajes que han estado dicendo a lo largo de todo el siglo XX después de Jesucristo que todo es relativo porque no existe la verdad. La trampa "mortal" dconde  caen todos los relativistas es que al relativizarlo todo pues están absolutizando a la relatividad; que quiere decir que están proclamando una verdad absoluta aunque ellos niegan, hipópcritamente, que no existen verdades absolutas. ¿Comprendéis ahora el cacao mental que tienen en sus mentes y vaya que les gusta chupar de la menta verde y ya sabemos lo que quiere decir verde en cierto contexto real y verdadero a todos ellos los que dicen que todo es relativo y no existen las verdades absolutas cuando ellos mismos están haciendo que la relatividad sea una de esas verdades absolutas que ellos, con completa contradicición y/o adición de incoherencia mental, la han convertido en una verdad absoluta? ¡Dios mio, Dios mío y Dios mío! ¡Que Dios nos pille a todos confesados! Y conste, bien constado por cierto, que él solito se ha tirado las cuadras que, en Ecuador, significa que ha metido la pata hasta el fondo. Dejo para otro siglo más venidero (cuando ya no exista la falta de identidad de los seres humanos) escribir sobre los vasos comunicantes, la ósmosis y la simbiosis que me parecen temas apasionantes y no ficticios sino verdaderos.
 
 
Nota Adjunta.- A lo mejor también es verdad que un día de antaño cayó un meteorito o una meteorita (pues nunca se supo ni se comprobó cuál era el género de su sexo) en Molina de Segura (de la región española de Murcia) y por eso proliferan tanto los escritores y las escritoras que residimos en este pueblo o ciudad. Por cierto, Julio Alonso Llamazares ha estado citando, en su perorata nocturna, a los ciudadanos y a los pueblerinos -con muchísima gracia por supuesto- pero se le ha olvidado citar, no sé si voluntariamente o por uno de sus monumentales despistes o globos mentales o empanadas completas, a los villlanos. Por ejemplo a los villanos de Madrid. Fin. Abur. Hasta mañana si Dios quiere. 
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Foto del autor Jos Orero De Julin
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Reflexiones de carcter social y literario.

Palabras Clave: Comunicacin Divulgacin Periodismo Literatura Sociedad Conocimiento Instrucciones Comentarios Opinin Realidad Verdad Fe Cristianismo.

Categoría: Conocimiento

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