La mujer que era vagabunda (Novela) -2-
Publicado en Mar 30, 2015
Moscú, 25 de octubre de 1962
- En verdad que es un apartamento de lujo, Marieta. - ¿Es cierto que te gusta el vodka, José? - Si es solamente una copa lo acepto. - Pues vas a tener la privilegiada ocasión de probar el mejor vodka de toda la URSS. !Te presento a Stolichnaya Elit que, como su nombre indica, sólo lo pueden consumir los que forman parte de la élite del PCUS! - ¿Y qué sucede con el resto de la población soviética? - ¡Ni tan siquiera tienen permitido que lo sueñen! - ¿Es esa la justicia social de la que tanto hablan los comunistas? - Tomemos una copa y después te lo cuento... Ella llenó las dos copas y, sentados en el mismo sofá, brindaron por un mundo mejor. - Ya te lo puedo contar, José. - Cuéntamelo si quieres pero no estás obligada... Ella comenzó a llorar. - Es mejor que me vaya, Marieta. - ¡No! ¡No te vayas por favor! - Como ya te dije antes yo soy un ave con retorno. - Pero necesito contárselo a alguien. - ¿Puedo saber qué quieres decirme? - ¡Estuve muchas veces pensando en mi suicidio! - ¿Una mujer tan bella como tú pensando en su suicidio? Es difícil de creer. - ¿Tú sabes lo que puede sentir un ser humano para desear suicidarse? - Lo puedo sentir aunque te cueste ahora a ti creerlo. - ¿Como poeta que eres has logrado alguna vez ponerte dentro de la piel de un suicida? - A ver si te convence esto: ¡Cuánto dolor colgando de la encina! Un aire desgarrado en sus latidos eres tú, suicida de la brisa. Un aire desgarrado e inerte que pende del péndulo arbóreo. Si mañana se abriesen las compuertas y el zócalo de la razón se obstruyese tú serías el primero en conocer la fuerza centrífuga del viento. Tambaleándose en el aire de la despedida tú vendrías a reinventar la vida con un nuevo mensaje de emociones más allá... más allá de las fronteras y de los naranjos en flor y de las primaveras... - Ahora me alegro de haber elegido vivir. - Entonces brindemos ahora por quienes eligen la vida. Después de brindar de nuevo, a Marieta se le despertó la curiosidad por saber algo más de aquel joven tan atractivo e interesante. - ¿Y tú de dónde eres? - Español. - ¿Puedo saber qué haces tú, siendo español, en Moscú? - He sido invitado para participar de las Jornadas de Poesía en recuerdo de los recitales que se daban en los años 40 en la Casa de Solniesnogorst a los niños españoles que fueron traídos a la URSS aun en contra incluso de sus propias voluntades. - ¿Fueron expatriados en contra de sus propias voluntades? - ¿Qué clase de voluntades podían tener aquellos niños y niñas que no sabían qué estaba ocurriendo en sus vidas? - Supongo que estarás estrechamente vigilado mientras resides en Moscú. - Sé por dónde puedo moverme y a dónde no debo acudir. Sólo le doy gracias a Dios por no haber nacido una década antes de la fecha de mi nacimiento. De haber nacido en el 39 quizás yo ahora no sería español salvo por el lugar donde nací y que nunca hubiese podido conocer. ¿Comprendes ahora por qué acepté esta invitación? - ¿Por solidarizarte con el dolor ajeno? - Escucha bien, Marieta. Las palabras dichas con el corazón no hacen jamás daño alguno. Las palabras dichas con el corazón son nuestras únicas verdades después de haber guardado decenas de años de silencios. Es mejor ser sincero que cómplice del silencio piadoso que es sólo un silencio no comprometedor. El poeta Gabriel Celaya dijo algo muy duro sobre la poesía que se concebía como un lujo a favor de los neutrales. Las palabras que rompen décadas de silencios de dolor y de soledad y de más silencio y de más dolor y de más soledad y de más silencio y de más dolor y de más soledad, etcétera, etcétera, etcétera, sólo sirven para ser superadas por las palabras dichas con la honestidad y el valor de nuestras verdades vividas en nuestra propia carne. Después otra vez el silencio para poder superar el olvido… - Pero tú sabes que estas Jornadas de Poesía sólo son unas tapaderas. ¿No es cierto? - Sí. Sé que son unas tapaderas de los dirigentes del PCUS para intentar ganarse simpatizantes a La Causa que ellos tanto adoran. Después del fracaso que han tenido con los misiles de Cuba porque los Estados Unidos no lo han permitido, ni lo permitirán jamás, necesitan ganarse tontos útiles en muchas partes del mundo, incluída por supuesto España. Por eso te preguntaba antes que si esto es la justicia social de la que tanto hablan los comunistas. - ¿Justicia social? ¿Qué es para ti la justicia social, José? - Algo por lo que en verdad merezca la pena vivir. - Entonces no la busques en el PCUS porque no la vas a encontrar. - Es que no la estoy buscando en el PCUS. Ni tan siquiera creo que se pueda encontrar en la Cuba comunista. - ¿Tú crees que yo soy una mujer afortunada por ser la amante preferida de Micola Pokony? - Hablando contigo creo que tienes demasiada conciencia social como para ser feliz con tu vida. - Yo y las que somos como yo sólo somos esclavas de los deseos. - Pero no de los deseos del pueblo. - ¡Aciertas por completo, José! Somos esclavas de los deseos ocultos de quienes forman el Politburó. ¿Cómo lo has podido adivinar con tanta claridad? - Es en la oscuridad más completa donde se aprende a ver mejor. ¿Qué te sucede en realidad, Marieta? - Soy lo que se llama una de las muchas mujeres que, por ser apetitosas para ellos, sufrimos toda clase de violencia de género, tanto física como psicológica, a cambio de gozar de lujos como el vodka Stolichnaya Elit y otros con los que poder ocultar nuestra triste realidad. - ¿Es lo que Luis Buñuel llamó ese objeto oscuro del deseo? - Tú lo has dicho, José. Todas nosotras somos solamente eso. Peones sacrificados en este pérfido Ajedrez para que triunfen sus ideologías dando Jaque Mate al Rey de Occidente. ¿Lo estás comprendiendo? - Sí. Ya sé que os utilizan en las más elegantes galas con las que agasajan a quienes desean deslumbrar. - ¿Y cómo nos llamas tú? - Palomas de alas cortadas. Podéis luciros pero no volar. - Eres demasiado inteligente, José. Estoy segura de que si fueses un ruso estarías deportado a la Siberia sin que te permitiesen regresar jamás. - Pero gracias a Dios soy ave de vuelo con retorno. Si yo fuese ruso volvería alguna vez de Siberia para poder contárselo a los demás. De eso estoy completamente seguro. Eso no me preocupa. Lo que me preocupa eres tú. ¿Qué puedo hacer por ti? - ¿Te gusto aunque sólo tengo 16 años de edad? - Sí. Me gustas mucho. - Entonces cásate conmigo y llévame contigo a tu España. - Eso es imposible, Marieta. - ¿No dices que te gusto mucho? - ¿Cuántos años crees que tengo? - Estoy segura que ya has cumplido los 18 y no tienes problema alguno en poder casarte con una mujer. - No tengo problema alguno en casarme con una mujer porque me gustan las mujeres pero, aunque no te lo creas, sólo tengo 13 años de edad. - ¡No me lo creo! ¡Me estás gastando una broma! ¡Es cierto que tienes un rostro muy infantil pero tu cuerpo me dice que tienes 18 años de edad! - Pues mi cuerpo te está engañando. Tengo solametne 13 años de edad. - ¿Es que eres un superdotado? - Dicen que soy un 140 y que por eso he sido invitado a venir a Moscú para recordar a aquellos niños y niñas de la posguerrra española. - ¿Y si te quedas aquí en Rusia para poder estar a mi lado y cuando seas mayor de edad no tener problema en casarte conmigo? - No me importaría si eso sirviera para liberarte y hacerte feliz, pero hay algo más. - ¿Tienes algún problema de impotencia? - Todo lo contrario. Ya tengo novia y no la voy a cambiar por ninguna otra chavala. - ¿Tienes novia con sólo 13 años de edad? - Ya te dije que soy un superdotado. - ¿Y cuántos años tiemne esa chavala tan afortunada? - Te vas a echar a reír pero sólo tiene 6 años de edad. - ¡Jajajá! ¿Estás de broma? - Sabía que te ibas a echar a reír y, sin embargo, es verdad. - Si no fuese porque creo que eres totalmetne sincero no me lo creería jamás. - A veces es bueno creer cosas que parecen imposibles. - ¿Cómo la libertad? - Como la liberación, Marieta, como la liberación. ¿Puedes decirme qué ser humano es realmente libre? - Me estás haciendo pensar... - Si la libertad es imposible de alcanzar debemos buscar la liberación para poder ser libres. No es un juego de palabras. - Entonces... ¿cuándo regresas a España?... - Tengo un permiso especial concedido por Nikieto Jrutchevinski para permanecer durante un mes, después de terminadas las jornadas poéticas, viajando por la URSS - Para viajar donde te dejen viajar ellos. - Sí. Pero puedo conseguir algo mucho más importante que viajar y voy a intentarlo. - ¿Conocer? - Eso es. Conocer verdades y no apariencias. - Pero no te lo van a permitir... - De momento ya he conocido tu verdad, Marieta, y no han podido evitarlo. - ¿Sabes que es muy posible que estemos siendo vigilados por la KGB? - Lo sé. Pero las KGB no me da miedo porque la KGB puede hacer callar mi poesía pero no mi conciencia y mi conciencia puede hablar mucho más allá de lo que hablan los poetas. - ¿Te enfrentarías abiertamernte contra la KGB? - Pero de manera mucho más inteligente de la que ellos creen. La violencia nunca triunfa cuando somos más poderosos que la violencia. - ¿Y eso cómo se logra? - Con el espíritu humano que proviene directamente del Espíritu de Dios. No existe una fuerza superior que la de esa clase de espíritu. Para derrribar a una tiranía lo que es necesario hacer es olvidar que existe la tiranía. - ¡Eso es imoposible de olvidar! - Ya te dije antes que olvidar no se puede pero se puede superar el olvido. Si piensas en la KGB siempre tendrás miedo a la KGB. Es mejor que pienses en ti misma para poder ser tú misma. Es la única manera que existe para lograr liberarse del miedo. - ¿Y cómo puedo empezar a hacerlo? - No sigas siendo la amante de ese animal. - ¿Y si me obliga? - Tendrán miedo de obligarte en cuanto me escuchen hablar a mí. - ¿Eso puedes hacerlo realidad? - Eso lo voy a hacer realidad. Dije que te ayudaría y no voy a dejar de hacerlo haasta que te hayas liberado del Politburó y de los animales que forman el Politburó. Confía en mi. Si tienes confianza en mí yo puedo lograrlo. Sólo necesito que confies en mí para poder hacer que sea verdad. - Parece una locura pero es una locura contagiosa. Confío en ti. - Bien, Marieta, ahora ya me tengo que marchar. Si nos están vigilando es mejor que no nos vean, de momento, demasiado juntos. ¿Me comprendes? - Te comprendo y te entiendo. ¿Puedo darte un beso en la cara? - Si crees que con eso empieza tu liberación puedes hacerlo. Ambos se levantaron del sofá y en la misma puerta, Marieta se despidió de José dándole un beso en la cara. Alguien lo había observado. - Aunque sea lo último que he hecho en mi vida ha sido el beso más libre que he dado jamás. - Nos volveremos a ver, Marieta. Te doy mi palabra de honor de que nos volveremos a ver. José se metió las manos en los bolsillos de su pantalón y se dirigió hacia el Hotel Savoy de Moscú, a menos de 10 minutos a pie del Kremlin.
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