La mujer que era vagabunda (Novela) -6-
Publicado en Apr 04, 2015
Yakutsk, 20 de noviembre de 1962 - ¡Bueno, José! ¡Hasta aquí hemos llegado! Estamos en Yakutsk, capital de Yakutia. ¡Aquí se acaba la ruta permitida! A partir de ahora, el resto de nuestros días del mes los dedicaremos a regresar, lo más pronto posible, a Moscú. ¿Qué te parece la URSS? - ¿Tengo que decirte lo mismo que dicen todos los turistas, Valdimir? - No es necesario que mientas. No quiero que me mientas. Quiero que me digas lo que piensas tú y no lo que dicen los demás. - Yo no pienso. Yo sólo siento. - Está bien corregida mi pregunta. ¿Qué sientes tú al haber conocido a la URSS? - La URSS es un país como cualquier otro país del mundo. Tiene muchísimas virtudes pero también tiene muchísimos defectos. Igual que ocurre con cualquier otro país, grande o pequeño, de la Tierra. Así que ya es hora de que dejéis de creeros más poderosos que los demás. - No había yo pensado en eso... - Pues ya va siendo hora de que lo pienses... - Bien razonado, pero ¿qué te ha parecido a ti la URSS? - ¿Puedo ser sincero del todo? - Prefiero que seas sincero del todo. - Me ha decepcionado por completo. - ¿Es posble que no admires todo lo que ha conseguido el pueblo de la URSS en tan poco tiempo? - ¿A qué pueblo de la URSS te estás refiriendo, Valdimir? - ¡Por Bakunin! ¡Me estoy refiriendo al pueblo de la URSS! ¿Te estás riendo de mí? - Yo nunca me río de nadie, salvo que sea alguien verdaderamente ridículo. - Entonces... ¿por qué me preguntas a qué pueblo de la URSS me estoy refiriendo?... - Es que en la URSS hay dos pueblos. - ¡Por Bakunin! ¡O eso es una locura o me estás tomando el pelo! - No, Valdimir, no. Ninguna de las dos cosas. No te estás enterando de lo que quiero decir. - Entonces explícame eso de que en la URSS hay dos pueblos para poder entenderte. - En la URSS hay dos pueblos: el pueblo ruso y el pueblo soviético. Y son dos pueblos completamente diferentes. Yo diría que hasta totalmente opuestos. - ¡Por Bakunin! ¡Nadie me había dicho eso jamás! - Quizás porque te tienen demasiado miedo... - ¿Tú no me tienes miedo, José? - Yo no te tengo miedo, Valdimir; pero no te considero un ser ridículo como para reírme de ti. - Acepto que no me tienes miedo. ¿Puedes decirme cuál es la diferencia entre el pueblo ruso y el pueblo soviético? - El pueblo ruso tiene alma mientras que el pueblo soviético carece de ella. - Puede que lleves razón y no voy a rebatirte esa idea. - Porque sabes que es verdad y no tienes razonamientos para demostrarme lo contrario. - Escucha bien, José. Yo me debo a La Causa y a vigilar todo para que La Causa no sea derrotada. La Causa solamente es una. Para mí no hay ni pueblo ruso ni pueblo soviético. Para mí sólo existe la obligación de cumplir con las misiones que me impone el Politburó. Trabajamos con ética y con moral. ¿No te parece a ti que nosotros trabajamos con ética y con moral? - ¡Jajajá! ¡Es la primera vez que me has hecho reír desde que te conozco, Valdimir... - ¿Es que también me vas a cuestionar que en la URSS trabajamos con ética y con moral? - Escucha bien tú ahora, Valdimir. Cuando se estuvo celebrando el Certamen de Poesía en Moscú, en el 45 Aniversario de vuestra revolución bolchevique, estuve muy atento a las presentaciones de todos los poetas y poetisas que participamos en dicho Certamen. Mantuve una total concentración a la hora de conocer los breves datos biográficos de todos ellos y de todas ellas. Si a esa clase de vida la llamáis trabajar con ética y con moral, no se lo puede crer ni el más ingenuo de Palomeras. - ¿Qué es Palomeras? ¿Alguna granja de palomas tal vez? ¡Nosotros tenemos miles y miles de granjas de palomas pero no se llaman palomeras sino palomares! - ¡Jajajá! Sin darte cuenta me has hecho reír por segunda vez desde que te conozco, Valdimir. Procuraré no volver a reírme ninguna otra vez para que no te enfades conmigo. Palomeras es sólo una aldea de España pero no vamos a discutir por una palomas de más o por unas palomas de menos. Me río porque os creéis vuestras propias mentiras aunque bien sabéis que son mentiras y las queréis ocultar con la hipocresía de que estáis viviendo una felicidad que, en verdad te digo, es totalmente falsa. ¿De verdad que lo escuchado en las biografías de vuestros poetas y poetisas se puede llamar que son vidas llenas de ética y de moral? ¿Es esa las ética y la moral que queréis exportar al mundo entero y que habéis logrado implantar en Cuba a costa de todos los que han tenido que abandonar su patria porque no quieren vivir de esa manera tan vil, tan hipócrita y tan farsante al mismo tiempo? - Antes de que "El Casto" Fidelio triunfara con su revolución, por supuesto que apoyada y sustentada por la URSS, Cuba sólo era un burdel. - ¿Y ahora qué es? - ¿Es que no lees Historia? - Porque leo Historia, y mucha más Historia de la que tú crees, es por lo que sé muy bien que la Cuba anterior a Fidelio era un burdel... pero solamente reducido a un pequeñisimo grupo de capitalistas sinvergüenzas... mientras que ahora lo que Fidelio ha construído es millones y millones de burdeles para toda la población cubana destruyendo sus familias. Si eso es la revolución que estáis intentando exportar al mundo entero no me extraña que en Occidente estéis fracasando continuamente y que vais a terminar por fracasar del todo. ¿Crees en la familia, Valdimir? - ¿Qué es la familia, José? - Lo que estáis destruyendo en los países donde instaurais vuesta forma y manera de entender a través de una ética que es una hipocresía y de una moral que es una inmoralidad. ¿Sabes ya a lo que me estoy refiriendo? - ¡Por Bakunin! ¡Me estás haciendo pensar! ¡Tampoco había yo analizando nunca el tema de la értica y la moral desde ese punto de vista! - Quizás porque tú no tienes ningún punto de vista propio y sólo conoces el punto de vista de los del Politburó. ¿Pero qué pasa contigo, Valdimir? ¿Cuál es tu propio punto de vista si es que lo tienes? - ¡No quiero problemas con el Politburó! Si deseas ver Yakutsk tenemos todavía tiempo para hacerlo antes de regresar ya a Moscú. Necesitamos descansar, cenar y dormir un poco. - ¿Por qué evades las respuestas a las preguntas sencillas? - No tengo permiso para dar esa clase de respuestas; pero me gusta tu sinceridad, José. ¿Qué tienes contra nosotros los soviéticos para acusarnos tanto? - Contra vosotros los soviéticos no tengo nada en contra; pero rechazo lo que estáis haciendo en los países donde habéis impuesto vuestra dictadura del proletariado que, en verdad y dejando los eufemismos para los ingenuos que se los creen, es la dictadura de unos cuántos que forman las cúpulas de los Partidos Comunistas de cada país donde habéis metido vuestras garras. Imponéis vuestra ideología política por la coacción, por la fuerza, por la violencia, por el terror y por la destrucción de las familias tal como Dios las ha instaurado. Quizás con esto ya sepas que he leído Historia. Posiblemente mucha más Historia de la que tú crees. Por eso no intentes engañarme a mí, Valdimir, aunque sigas engañándote a ti mismo. - Sigo admirando tu sinceridad, José. Me caes bien. ¿Qué puedo hacer para complacerte y te lleves a tu España una visión optimista de la URSS? Pídeme algo que yo tenga capacidad para cumplirlo y lo haré antes de que regresemos a Moscú. - Yo no soy como un merino para ser comprado por un puñado de rublos. - ¿Lo dices por José Ángel? - Lo digo por José Ángel y toda clase de merinos que se venden por unos pocos regalos y prebendas como acudir gratis a vuestros espectáculos. Si yo he acudido a vuestro Certamen de Poesia no ha sido para recibir ninguna medalla, condecoración o recompensa, sino para que se me escuchara mi voz. Yo sólo soy José y me sobra lo de Ángel. Sobre todo porque no traiciono a mi patria disfrazándome de oveja siendo en verdad un lobo y sólo para cubrirme falsamente de gloria a cambio de hablar mal del general por las tierras latinoamericanas empezando, por ejemplo, por América Central y Méjico. No hay peores perros que quienes muerden la manos de los amos que les dieron de comer. - Ya veo que no eres un merino. - ¿Entonces es verdad que puedo pedirte que hagas algo positivo, Valdimir, en vez de regalarme unas miserables monedas a cambio de afiliarme a vuestro Partido de dictadores vividores que se llaman proletarios? - Si lo puedo hacer no dudes en pedírmelo... José Obrero Sanjuán estaba esperando aquel crucial momento del viaje y fue directo y contundente. - ¿Dónde está María Simonova Pavlova? - ¡Por Bakunin! ¿Me estás pidiendo que te diga dónde está "La Marieta"? - Se llama María Simonova Pavlova. Si quieres que yo te respete a ti, respétala tú a ella. Llámala si quieres Marieta pero no te consiento que la vuelvas a llamar "La Marieta". ¿Comprendes la diferencia? - Entiendo la diferencia. - ¿No crees que es justo que el respeto que nos merecemos empieza siempre por el respeto que se merecen los demás? - Es justo. - Muchos hablan de la justicia social sin saber, primero, lo que es la justicia. ¿Crees que es razonable aprender y asumir primero lo que es la justicia para después poder exigir justicia social? - Es razonable. - Entonces creo que es justo y que es razonable que me digas dónde está Marieta. - ¿Para qué quieres saber dónde está ella? - Porque estoy muy interesado en volver a verla. - ¿Es que Marieta y tú teneis una relación amorosa? ¡Vi cómo ella te besaba al salir del departamento de la Tverskaya de Moscú! - ¡Acertaste de pleno, Valdimir! Mantengo una relación amorosoa con Marieta. - ¡Pues siento decepcionarte, José! ¡No puedo decirte dónde está! - ¿No fuiste tú quien dio la orden de que se la llevaran a algún lugar oculto de la URSS? - ¿Cómo sabes eso? - Porque he visto tanto a Jrutchevinski como a Pokony temblar de miedo ante ti. - ¡Por Bakunin! ¡Tengo muchísimo más poder en la URSS de lo que tú puedas imaginarte! Pero, por favor, pídeme otra cosa. No puedo decirte dónde está Marieta porque me lo tienen prohibido. - Soy mucho más imaginativo de lo que crees. Me puedo imaginar el muchísimo poder que tienes en la URSS y vuestros países satélites; pero... ¿se puede saber para qué quieres tantísimo poder si no eres capaz de atreverte a saltar las reglas de juego? - ¿Qué reglas de juego? - ¡Las que te imponen desde fuera de ti sin que tú las puedas razonar! - ¡Por Bakunin! ¡Te estoy entendiendo pero no puedo hacer lo que me pides! - ¿Con el inmenso poder que tienes tanto en la URSS como fuera de la URSS no puedes hacer nada por ti mismo? ¿Qué clase de inmenso poder es ese que te impide hacer lo que deseas? - Tengo que ajustarme a las normas. No puedo dejar de ajustarme a ellas. - ¿Las normas son más poderosas que los hombres? ¿Qué clase de sociedad habéis construido en la URSS y los países satélites de la URSS para que las normas gobiernen a los hombres y no que los hombres gobiernen a las normas? - ¡Por Bakunin! ¡Otra vez llevas razón! ¡Pídeme cualquier otra cosa que no sea la de saber dónde está Marieta y comprobarás por ti mismo que soy un hombre capacitado para gobernar a las normas! - Si en un solo asunto, sea cual sea ese asunto, no eres capaz de superar a las normas es que eres un hombre inferior y no tan poderoso como crees serlo. Si las normas, en cualquier asunto y sea cual sea ese asunto, gobiernan a un hombre como tú es que un hombre como tú no es un hombre superior. Luego, en definitiva, no eres tan poderoso como dices que eres. - ¿Cómo te atreves a decir eso de mí? - Porque yo sí puedo superar a las normas y ser superior a todas ellas. Sin embargo tú eres incapaz de hacerlo. - ¡Por favor, José, pídeme otra cosa! - ¿Cuál es la razón para que pìda otra cosa que no sea la que deseo? ¿De qué me serviría a mí pedirte otra cosa distinta a la que quiero pedirte? ¿Comprendes que es ilógico tu ruego? - ¡Por Bakunin! ¡Claro que es ilógico pero no puedo hacerlo! - En vista de que razonando contigo, aunque admitas que llevo la razón, no se puede llegar a ningún acuerdo... ¿Qué te parece si cuando yo regrese a España tú pasas, de repente y de la noche a la mañana, a ser el hombre más famoso del mundo porque vas a salir en las portadas de todos los principales periódicos de la Tierra apareciendo como el hombre más cobarde del mundo porque ha eliminado a una mujer inocente e inofensiva? ¿Cómo te vas a sentir cuando todo el mundo te conozca como el más cobarde de todos los hombres que en lugar de hacer justicia con las hembras permite que los machos las esclavicen y las martiricen ante su inmisericorde mirada? A Valdimir Semicastradof le dio un ataque de pánico. - ¡¡Por favor, José, no hagas eso!! ¡¡Si salgo en las portadas de todos los mejores periódicos del mundo y se enteran los del Politburó del Partido Comunista de la Unión Soviética estoy perdido para siempre!! - ¿Por qué? - Porque precisamente mi trabajo consiste en que nadie sepa nada de lo que yo hago. ¡¡Si se descubre todo lo que hago soy hombre muerto en el sentido exacto de la palabra!! - Pues si amas tanto tu vida dime ya dónde está Marieta. Valdimir Semicastradof tragó saliva y quedó en silencio... - ¿No te atreves a ser el hombre poderoso que dices que eres? ¿Eso es la sociedad libertaria a la que tanto aspiráis llegar como punto final y cumbre de vuestras revoluciones? - ¡Por Bakunin! ¡Es cierto! ¡Voy a romper las normas por primera vez en mi vida para demostrar que no soy un cobarde! ¡Marieta está muy cerca de aqui! - Muy cerca de aquí no es ningún lugar, Valdimir. - ¿No te conformas con saber que está muy cerca de aquí? - No. Ya te dije antes que mantengo una relación amorosa con Marieta y deseo volver a verla. - ¿Me das tu palabra de honor de que si la encuentras no te la vas a llevar contigo? - Tú hablas del libertarismo como el punto más elevado de la libertad. Si eres coherente con tu ideología anarquista, ¿no crees que es ella, sin que nadie la coaccione ni la obligue, la que tenga que decidir si se va conmigo o se queda contigo sin tener que sujetarse a las órdenes de ninguna autoridad salvo la de su propia conciencia social? - ¿Estás diciendo que yo me he fijado en ella? - Eso te estoy diciendo. Esto se ha convertido en una lucha entre tú y yo por conseguir a Marieta. Pero tú y yo somos diferentes porque tú la obligas a quedarse contigo mientras yo le doy la oportunidad de que quiera venirse conmigo o no quiera venirse conmigo. ¿Quién de nosotros dos es más democrático? Ahora que ella se ha liberado del maricón Micola Pokony quieres tú obligarla a que sea tuya para comportarte con ella lo mismo que el maricón de Micola Pokony. Esa es siempre la oculta aspiración de todos los marxistas. Dominar los cuerpos humanos eliminando las almas que hay en el interior de esos cuerpos humanos hasta convertirlos en simples materiales sin espíritu alguno para manejarlos según vuestros antojos. ¿O me estoy equivocando? - ¡¡No me compares con Pokony!! ¡¡Yo no soy ningún maricón!! - Pues entonces demuéstralo de la misma manera dialéctica y práctica, tanto que habláis vosotros de la dialéctica y la praxis de la dialéctica, con la que yo te estoy demostrando que soy totalmente demócrata y tú totalmente un dictador. - Yo no soy dictador. Yo soy imparcial. - Entonces, si eres tan imparcial como dices, ¿por qué no dejas que lo decida ella en base a esa imparcialidad que pregonas? ¿No crees que la imparcialidad se basa en respetar y defender el libre albedrío de los demás para decidir lo que quieren ser, lo que quieren hacer, lo que quieren alcanzar sin ser obligados por nadie? ¿Qué clase de imparcialidad es la de quien ve el espectáculo de la violencia sin intervenir para evitarlo? - ¡Por Bakunin! ¡Eso también es cierto! - ¿Entonces? - Se encuentra en el poblado de Amgá. - ¿Y eso está muy cerca de aquí? - Si aprieto el acelerador podemos llegar una vez que ya esté bastante avanzada la noche. - ¿Y qué importancia tiene que lleguemos a Amgá cuando ya esté bastante avanzada la noche? - Lo siento por ti, José. Eres un digno y noble rival. El más digno y noble rival que he encontrado en mi camino. Pero si llegamos ya avanzada la noche al poblado de Amgá lo más seguro es que no la encuentres nunca o que si la puedes encontrar, lo cual creo que es imposible, esté ya muerta. Una vez que lleguemo a Amgá te doy solamente una hora de tiempo para que la puedas encontrar viva o muerta; aunque sé positivamente que no la vas a encontrar. Te doy solamente una hora y con eso cumplo con mi palabra de honor... aunque nunca jamás volverás a verla... o eso es lo que yo creo y deseo. ¿Aceptas esa condición, José? - ¡Acepto esa condición, Valdimir! - ¿Me das tu palabra de honor que tanto si la encuentras viva o la encuentras muerta o no la encuentras ni viva ni muerta, jamás voy a salir en las portadas de los más importantes periódicos de la Tierra? - ¡Te doy mi palabra de honor y la palabra de honor de un poeta español vale un millón de veces más que todas las palabras de honor juntas de todos los que forman el Politburó del Partido Comunista de la Unión Soviética! - ¡Por Bakunin! ¡No sé cual es el misterio pero te miro a los ojos y descubro que es cierto! ¡Tu palabra de honor vale un millón de veces más que las palabras de honor de todos los que componen el Politburó soviético! ¡¡Vamos para Amgá!! Semicastradof apretó el acelerador del automóvil y tomó la carretera que se dirgía desde Yakutsk hasta Amgá. - Tengo una curiosidad, José. ¿Dónde aprendiste a ser tan genial poeta a pesar de tener tan poca edad? - ¿Me estás preguntando por la Poesía y su trascendencia? - Eso es. Sabes captar muy bien los pensamientos ajenos. ¿Me lo puedes explicar? - Escucha bien, Valdimir. El díscurso poético es en sí misterioso. Al igual que en la Cábala, las palabras tienen dimensiones diversas, confluencias con estados emocionales, transmutaciones metafóricas que hacen de la semántica un inmenso océano de metáforas. Para algunos filósofos del lenguaje, y para algunos poetas y algunas poetisas, estamos ante la forma más cercana a un sentir la trascendencia. En mi sentir, este acercamiento proximal a la palabra es una hierofanía, porque el poema se va creando como los peldaños de una escalera que se eleva o desciende, pero que siempre nace del corazón. Desvinculemos cualquier aproximación religiosa de este habitar la trascendencia, o si lo deseamos, que sea la naturaleza invisible de nuestras pompas de jabón, como escribiera Don Antonio Machado, quien nos lo diga. La pompa es la esfera que se eleva, que refleja las irisaciones de la luz, que en su levedad incorpora el verso hasta ese espacio donde es pura metáfora. Dentro del texto se esconden muchos textos. Me fascina que la Poesía sea un Nuevo Paraíso, un mundo en el que Milton divagara entre colores y sombras penumbrales. Si escribir supone un claro ejercicio de introspección, escribir poesía es hacer metáfora y consolidar el encuentro entre nuestra búsqueda y el sueño. - Me encanta oírte hablar, José. ¿Cómo puedes saber todas esas cosas si solamente eres un joven que no se ha olvidado de ser un niño? - Existe un libro de la vida llamado conocimiento. - ¿Y qué es para ti el conocimiento? - El conocimiento es todo aquello que nos transforma del futuro hacia el pasado… porque nos hace ser lo que fuimos y eternizarnos en aquellos momentos que la memoria recuerda… ¿recuerdas algo de tu infancia, Valdimir?... - Perdona, José... pero prefiero no hablar ahora de eso... - Bien, Valdimir. Respeto tu silencio pero permite solamente que te diga que lo que tenemos de infantiles es la mejor parte de los hombres… y de las mujeres también… - ¿De qué mundo has sacado ese pensamiento? - De un pequeño lugar que pertenece a un cuento. La lubina blanca salta por entre las aguas mientras el aliento de azufre se extiende haciendo la pascua a las gentes de bien vivir. Vasijas rotas. Algunos que se ahorcan sin ninguna clase de sentido. Y la lubina blanca sigue saltando por entre las aguas. Un sendero luminoso que se apaga de repente y la puerta de un hogar se hace luz devolviendo oro por plata. Si. A veces las aguas blancas se vuelven doradas en el atardecer marino. Campañas. Conciertos. Congresos. Actos públicos para vendernos ideologías extremas mientras remamos contra corriente siguiendo los saltos de la lubina blanca. La economía está surgiendo a flote mientras nos vamos al supermercado para hacer inventario de lo que podemos gastar con la tarjeta de crédito. A falta de créditos bancarios es una excelente forma de mantenernos en forma y ejercitarnos, como si fuésemos niños de la calle, en jugar a ser corderos mientras otros son los lobos. - ¿Una infancia feliz? - Eso es Valdimir. - Como te dije antes prefiero hablar de otro asunto. - ¿Qué opinión te merecen las mujeres, Valdimir? - Soy imparcial aunque tendría motivos para pensar muy mal de ellas. Pero me gustan demasiado. Es raro gustar a todas las que son realmente interesantes y, sin embargo, tú lo consigues. ¿Qué haces para ser diferente? - Quizás porque, en realidad, yo soy para todas ellas una ausencia... - ¿Qué quieres decir con eso, José? - A las ausencias siempre se las desea, Valdimir... - ¡Por Bakunin! ¿Cómo es posible eso? - Piensa un poco, Valdimir. Si pensaras un poco te darías cuenta de que todo aquello que está ausente es todo aquello que nos gustaría tener. - ¡Por Bakunin! ¡Eso también es cierto! Pero decido ser imparcial... - Y sin embargo permites que abusen de ellas, las violen y las maltraten física y psíquicamente los del Politburó sin hacer otra cosa nada más que mirar y complacerse mirando. - Ya te dije que soy imparcial.- - Debe haber alguna razón muy seria para serlo sin intervenir para eliminar la violencia ejercida contra ellas. - Está bien. Voy a ser sincero y honesto contigo porque tú también lo eres conmigo. El 25 de octubre de 1917 yo sólo tenía 18 años de edad, pero tanta fue mi emoción por vivir aquella fecha inolvidable para la URSS que, para festejarlo, hice la tonteria de casarme con una mujer que tenía ya 25 años y era mucho más ácrata que yo. Rápìdamente tuvismo un par de mellizos pero el matrimonio fue un fracaso total desde su inicio. En 1924 me casé por segunda vez, con una cantante. Otra vez fue un fracaso total porque ella tenía la misma edad que yo pero era una verdadera bohemia a la cual nunca llegué a entender. Mi tercer matrimonio, en 1930, con una niña de tan solamente 16 años de edad que acababa de dejar de jugar con sus muñecas, no duró ni un mes. Desde entonces he preferido alejarme de las mujeres y ser imparcial. - Hasta que conociste la existencia de Marieta... - Sí. Hasta que conocí a Marieta... pero ella era la amante de ese imbécil y energúmeno Micola Pokony; asi que me dediqué a tener otras amantes con las que me relacionaba sexualmente con ellas pensando que cada una de ellas era Marieta. ¿Me comprendes ahora? - Sublimación a través de las fantasías. No comparto para nada vuestras formas de actuar en estos asuntos del amor pero comprendo tu impotencia. Yo nunca jamás lo hubiese hecho de esa manera pero vosotros no podéis entenderme a mí. ¿Y tus dos hijos? ¿Qué pasó con tus dos hijos mellizos? - Se quedaron a vivir conmigo, y los convertí en dos magníficos boxeadores porque yo había soñado siempre con ser boxeador y nunca lo había podido conseguir. Pero el boxeo me los arrebató para siempre. - ¿Murieron los dos boxeando? - No. No es eso. Boxeando eran casi invencibles. Si hubiesen muerto sobre un ring me sentiría orgulloso de ellos pero están vivos después de traicionar a La Causa. - ¿Traidores a la patria? - Sí. Traidores a la patria. Aprovechando que acudieron a los Juegos Olímpicos de Berlín en 1936, representando a la URSS, eligieron un descuido de los vigilantes para refugiarse en la Embajada de los Estados Unidos de Norteamérica, pidieron asilo político y se fueron a vivir para siempre allí. Cuando les recuerdo les odio. - ¿Por haber elegido libremente la libertad tal cómo ellos quisieron que fuese su libertad? - ¡Sí! ¡Los odio por ser traidores a La Causa! - ¿Y es por eso por lo que también odias a los Estados Unidos? - ¡Sí! ¡¡Por eso odio a los Estados Unidos de Norteamérica!! - Aún sabiendo que los Estados Unidos no tienen la culpa... - ¡Por Bakunin! Por primera vez en mi vida estoy pensando en algo diferente al odio. Ahora estoy pensando que ese odio tan irracional contra los Estados Unidos es porque quiero echarle la culpa a ellos cuando el verdadero culpable sólo soy yo. ¿Cómo has podido alcanzar esa clase de conocimiento para convencer a los más incrédulos? - ¿Si te digo que no es un conocimiento lo aceptarías? - ¡Por Bakunin! ¡Es imposible aceptar que no sea un concocimiento! - Pues no es un conocimiento, Valdimir. Sólo es un sentimiento producto de una intuición. - ¡Por Bakunin! ¿Qué es un sentimiento? - ¿Tú has sido alguna vez un niño, Valdimir Semicastradof? - ¡Por Bakunin! ¡No estoy seguro de haber sido alguna vez un niño! - Cuéntame cómo pasó. - ¡Por Bakunin! ¡Cuando nací de una mujer prostituta y un padre desconocido, me arrancaron de los brazos de mi madre y me crié siempre en una Escuela del Pueblo. Sólo recuerdo a profesores adultos y adustos que nunca eran ni mi padre ni mi madre ni actuaban amorosamente como mi pàdre o como mi madre. - ¿Y te estuvieron formando de tal manera que llegaste a ser Director General de la KGB? - ¡Por Bakunin! ¡Los muy hijoputas me quitaron los sentimientos para convertirme en una máquina infernal! - Pues haz algo para compensarlo, Valdimir. - ¡Por Bakunin! ¡Pídeme lo que quieras! - Quiero que, si encontramos a Marieta y está viva y decide libremente irse conmigo a España, túno lo impidas y la ayudes a salir de la URSS. - ¡Por Dios! ¡Eso está hecho! - Eso es, Valdimir. Por primera vez has dicho por Dios en lugar de por Bakunin. - Convénceme de que es verdad que Dios existe y haré que ella se escape contigo. - Escucha, Valdimir. Todos tenemos sombras de las que no hablamos... hasta que la Luz nos inunda el cerebro... - ¿Eso tiene que ver con Dios? - ¿Quién crees que es esa Luz de la que te hablo? - ¡El Espíritu de Dios! - Tú lo has dicho. Esa es la fe cristiana. - Ya hemos llegado a Agám, José. Yo cumplo con mi palabra y estaremos buscándola durante una hora, pero si no lo consigues te marchas de la URSS sin llevártela contigo. ¿De acuerdo? - De acuerdo, Valdimir. Que sea lo que Dios quiera. - Eso, José. Que sea lo que Dios quiera. - Entonces vamos a ayudar un poco a Dios. Fíjate bien en la hora del reloj para no hacer trampas. Vayamos lentos, muy lentos, por todas las calles del pueblo. - De esa manera no la vas a poder encontrar jamás. - No te preocupes de la manera sino de cumplir con lo pactado. Durante 55 minutos estuvieron pasando lentamente por las calles oscuras de Amgá sin encontrar a Marieta ni a ningún rastro o pista que pudiese servirles para encontrarla. - Llevamos ya 55 minutos buscando. ¡Déjalo ya, José! Estamos excesivamente cansados hasta llegar al agotamietno físico y mental, tenemos que cenar y nos merecemos un descanso. - Todavía faltan 5 minutos, Valdimir. - Lo que no has encontrado en 55 minutos es imposible que lo encuentres en tan sólo 5. - La esperanza no es lo último que se pierde sino lo primero que se conquista. ¡Detén el coche un momento, por favor! - ¿Por qué? ¡No podemos perder tiempo! - ¡He dicho que pares un momento el coche o te doy un tortazo que te rompo la cara! ¿Me has entendido? A Valdimir Semicastradof le sorpendió la valentía y el coraje con que habló el joven poeta español. - ¡Paro el coche pero es peor para ti porque perderás inútilmente los 5 minutos que te faltan! - ¡Calla un momento y mira a tu derecha! ¿No ves nada en ese callejón? - ¡Sólo veo que está en tinieblas! ¡Ahí no puede haber otra cosa más que un montón de basuras malolientes! - ¿Y qué es aquello que se vislumbra justo al final del callejón sin salida? ¡Yo juraría que son cartones de emabalajes! - ¡Sólo son cartones de embalajes, José! - Pero la forma en que están colocados... - ¿Qué pasa con la forma en que están colocados? - Que no es normal ver en un callejñon envuelto en las tinieblas un montón de cartones de embalajes colocados cuidadosmaente en forma de cama. - ¡Deja ya de suposiciones absurdas y sigamos buscando! - ¡Si pones en marcha el coche te arranco la cabeza! Yo voy a salir a investigar. ¿Vienes conmigo? - Si no tengo otro remedio... - A mí no me importa sin me acompañas o no me acompañas. No me da miedo ninguna clase de oscuridad desde que tengo uso de razón. Si tienes miedo sólo limítate a esperar que yo vuelva. Rápidamente José, seguido por Valdimir, penetró en la penumbra del callejón sin salida y, al llegar al fondo, destapó los cartones y descubrió la verdad... - ¡Dios mío! ¡Es Marieta! - ¿Y ya está muerta, José? - Eso es lo que tú quiseras pero te fastidias porque todavía vive. Tengo que despertarla o terminará muriendo congelada. - ¡Déjala morir en paz, José! - Vuelvo a repetirte que eso es lo que tú estás deseando pero tengo que intentar reavivarla. El poeta español comenzó a dar unos ligeros toques en la cara de Marieta... - ¡Marieta! ¡Despierta, Marieta! - Vencí a los cobardes luego soy valiosa... - Despierta, Marieta! ¡Abre los ojos, por favor! - No olvides de grabarlo en la lápida de mi tumba, Alma Ata... - ¿Quién es Alma Ata, Marieta? ¡Yo soy José y he venido a verte tal como te prometí cuando nos conocimos! ¿Recuerdas? Marieta abrió lo ojos por fin... - ¿José? ¿Tú eres el poeta José? - El mismo que te dio su palabra de honor de que vendría a buscarte estuvieses donde estuvieses. - ¡José! ¡Eres el poeta José! - ¿Tienes sed, Marieta? - Sí. Tengo mucha sed. José sacó la cantimplora que llevaba sujeta a su cinturón y, levantando ligeramente la cabeza de Marieta, le dio de beber un poco de agua. - ¿Tienes hambre, Marieta? - Sí. Tengo mucha hambre. - ¡Un momentp, José! ¡No puedes darle de beber ni de comer porque eso no formaba parte del trato! - ¿Yo no puedo darle de beber y de comer a una persona sedienta y hambrienta? - No puedes. - ¿Me lo vas a impedir tú? - Es que la bebida y la comida es para nosotros y para nadie más. - No te preocupes por tus raciones. Sólo le daré de las mías. - ¡No puedes hacerlo! - ¡Intenta evitarlo tú si te atreves, traidor! Si se te ocurre poner tus manos encima de mi persona es lo último que haces en tu asquerosa vida. - Escucha, Obrero. La Causa es Dios. La KGB es La Causa. Luego la KGB es Dios. ¿Qué te parece mi forma de pensar y de sentir? - Vuelves a meter totalmente la pata y vuelves a cometer un gravísimo error. En verdad que eres impotente. - Demuestrámelo. - Todos sabemos, y tú deberías también saberlo si supieses tanto de Historia como dices saber, que todos los dioses y diosas de la humanidad, sean buenos o sean malos, tienen sentimientos. Y tú has declarado que no sabes lo que es tenerlos. Luego tú no eres Dios. ¿Suficientemente demostrado o tengo que emplear otros argumentos más eficaces? - Espera. Nada de violencias, José. José tomó el desmayado pero bellísimo cuerpo de Marieta entre sus brazos y se levantó. - Entonces déjame pasar o te quito de mi camino para siempre. - Está bien. Definitivamente me has derrotado... pero todavía queda por saber qué es lo que decide hacer ella... Iban caminando hacia el automóvil...
- Primero tú, por favor. Los de la URSS tenéis demasiado orgullo para aceptar cualqueir cosa que no sea ser los primeros. - ¡Marieta! ¿Te acuerdas de mí? Marieta reconoció a Valdimir Semicastradof. - Vencí a los cobardes, luego soy valiosa... - ¿Me estás llamando cobarde? - Eso es lo que Marieta te está llamando. Pregúntale ahora si se quiere quedar contigo viviendo en el Paraíso Comunista de la URSS. - No hace falta que me lo pregunte. Aunque fuese el único hombre del mundo jamás me quiedaría yo a su lado. - ¿Qué te he hecho yo para que me desprecies, Marieta? - ¿Por qué no se lo preguntas a tu amigo Micola Pokony? - ¡No me confundas con ese miserable! ¡Yo no soy un maricón! - Tú eres más maricón que Pokony... pero no sólo más maricón... sino muchísimo más maricón para ser exactos... - ¡Yo nunca te he maltratado! - Tú me has maltratado más que cualquier otro hombre porque pudiendo haberme salvado me condenaste con tu indiferencia. ¡Hasta gozabas viéndome padecer¡ José... - Espera, Marieta. Necesito llevarte hasta el automóvil para que entres en calor antes de comer todo lo que necesites. - Está bien, José... pero sólo te estoy rogando que me lleves contigo a tu España... - ¿Te obligo yo a que lo hagas? - No. Tú me das la suficiente liberación como para decidirlo por mí misma. - ¿Y vas a abandonar a la Madre URSS? - La URSS sólo es la madre de los soviéticos como tú pero no de los rusos como yo. Prefiero irme con José a la Madre España. - ¡Se acabó, señor Semicastradof! ¡O se aparta o le aparto para siempre! - No me queda otra cosa sino reconocer que me has derrotado del todo. - Entonces cumpla con su palabra de honor, si es que tiene palabra y tiene honor, de autorizarla para que salga de la URSS. - Lo haré para demostrar que todavía tengo algo que merece la pena. - ¿Qué tiene usted que merezca la pena? - Soy un miserable pero tengo orgullo y, porque tengo orgullo, os llevaré hasta el Aeropuerto para que los dos escapeis de la URSS. - Lo mío es fácil porque sólo soy un turista invitado pero... ¿cómo va a poder hacerlo ella?.. - Es muy sencillo. Antes de llegar al Aeropuerto de Moscú pasaremos por mi oficina y le entregaré un documento secreto que diga que es una agente de la KGB. De esa forma no sólo no tendrá probelma alguno sino que la despedirán con todos los honores. A la cúpula del PCUS le interesa mucho introducir espías en la España del general. Ya habían llegado ante el automóvil cuando, de repente, una mujer surgió de entre la oscuridad y se presentó ante el español. - ¿José? ¿Tú eres José? - Yo soy José. - ¿El genial poeta español del que dicen que es un 140 de coeficiente intelectual? - Eso dicen los demás. ¿Qué hacías tú por aquí? - Venía para llevarme a Marieta hasta mi establo antes de que muriese congelada. - ¿Qué quieres de mí? - ¡Ayúdame, por la caridad de Jesucristo, ayúdame! - ¿Tú cree en la Verdad de Jesucristo? - Creo desde que sé que existes. - ¿Y qué puedo hacer yo por ti? - Ayúdame a ecapar de las garras del cerdo Iván Besóvich? - ¿Quién es ese cerdo? - El alcalde de este pueblucho sometido a sus caprichos y desmanes. - ¡No puedo dar más pases de agentes de la KGB a nadie más si no queremos levantar sospechas! - Señor quien sea... sólo estoy pidiendo poder ir a Moscú y buscarme un trabajo honrado... - ¿Es que eres una mujer de la calle? - Soy una mujer de la calle, español. Yo soy "La Alma Ata". - Entonces supongo que no habrá problemas en que escapes hasta Moscú y busques un trabajo honrado. ¿Puede usted ayudarla, señor Semicastradof? - Puedo ayudarla. Le buscaré un trabajo como oficinista del Ministerio de Cultura. - ¿Palabra de honor? - ¡Palabra de honor! - Si me entero de que no es cierto le recuerdo lo de los principales periódicos de la Tierra y sus portadas. - ¡¡No, por favor, que no salga jamás en ningún periódico!! - Eso sólo depende de usted. - En cuanto lleguemos a mi oficina le entregaré una Carta de Recomendación para que empiece a trabajar, de inmediato, en el Ministerio de Cultura. ¿Qué Departamento prefieres? - ¡Siempre me ha encantado la Historia del Arte! - Te prometo y te doy mi palabra de honor de que en cuanto lleguemos a Moscú empezarás a trabajar como guía de turistas en el Museo de Bellas Artes de Pushkin. ¿Te interesa? - Gracias. - Dale las gracias al español y no a mí. si no fuese por él yo seguiría siendo tan inmisericorde como siempre he sido... por eso pìdo que, por Dios, nadie se entere de todo esto... - Nadie se va a enterar, Valdimir. - Es para poder seguir trabajando sin ninguna clase de problema y que todos me sigan teniendo terror. - ¿Aunque sea falso? - La falsedad es la única verdad que existe entre los hombres poderosos de la URSS. - Entonces... ¡vamos todos para Moscú!... Las dos chicas entraron en la parte de atrás mientras Valdimir puso en marcha de nuevo el automóvil y José, como siempre, era el copiloto... pero el verdadero líder de aquel grupo de seres humanos...
Página 1 / 1
Agregar texto a tus favoritos
Envialo a un amigo
Comentarios (0)
Para comentar debes estar registrado. Hazte miembro de Textale si no tienes una cuenta creada aun.
|