Estamos a principios de la década de los 60. Año más o año menos estamos en 1965 después de Jesucristo. Es domingo y tengo ganas de darme una vuelta por el barrio para seguir observando a las chavalas más interesantes (atractivas, guapas, interesantes e inteligentes) del barrio. Vivo en la Calle Pizarra y me encuentro tan en buena forma que me dan ganas de reír un poco. El Emilín, como siempre, está en su propio limbo admirándose a sí mismo. No encuentro por ninguna parta al Boni ni al Maxi. Me asomo a la tienda de frutos secos de Isabel y Bernardo y...¡vaya sorpresa!... allí están los "desaparecidos" Boni y Maxi despachando, sudando la gota gorda para no perder el ritmo de las ventas... pipas, chicles, caramelos de fresa, limón y menta... y toda clase de "chuches" que les reclaman una verdadera multitud de chavalillos y chavalillas que no les dejan descansar ni tan siquiera un segundo. Isabel dirige las operaciones mientras Bernardo descansa. 
 
Me asomo dos o tres veces a la tienda y cada vez me entra más risa al verles trabajar sin recibir un sólo céntimo a cambio. Las chavalas más atractivas, guapas, interesantes e inteligentes, se me quedan mirando y una de ellas va y me pregunta: ¿No eres tú hermano de ellos?. Me entra la risa y no me puedo aguantar. Así que le contesto con una sola mirada de admiración por lo buena que está y, metiéndome las manos en los bolsillos de mi pantalón, sigo dando vueltas por el barrio. Emilín está en su limbo admirándose a si mismo como siempre, Isabel se parte de risa y Bernardo se descojona.