Estoy totalmente centrado y concentrado en mi Ensayo sobre el País Vasco y la ETA y, a mi lado (sempiterno amigo e inspirador de musas) Silverado sigue siendo esa compañía irremplazable, ese elemento que nunca falta a la hora de la verdad. Silverado me sirve para sentirme cobijado en las aspiraciones de escritor llamado a ser quien Dios haya dispuesto que sea. De momento, mientras me hundo e inundo en el Mesolítico del País Vasco, con Silverado a mi lado me siento feliz. 
 
Enciendo, doy la primera inspiración a mi vitalidad acompañada y abro el libro para apuntar las anotaciones correspondientes. Silverado es imprescindible a la hora de la verdad y nunca me abandona. Quizás muchos -o mejor dicho muchísimos- de los que se llaman amigos de verdad tienen que aprender bastante para ser tan amigos como dicen ser, aprender mucho -o mejor dicho muchísimo- de este Silverado que siempre está a mi lado (mucho mäs amigo que Fortuna o Nobel por ejemplo por ser infinitamente más humilde y más sincero). Y mientras se me alarga el infinito de la sensación detengo mis musas para entablar un diálogo de compañeros con mi inseparable e insuperable Silverado. Yo le pregunto. ¿Hasta dónde podemos llegar juntos? Y él me responde. ¡Hasta más allá de todas las fronteras! Porque Silverado es parte intrínseca de mi universalidad. Mi vida. Así es mi vida de escritor.