Secreto~ Promesa Oscura
Publicado en Apr 17, 2015
Capítulo 1:
Me dolía la cabeza. Supongo que una parte de mi aún estaba media dormida recordando lo que había pasado unas horas antes, hasta que una ventisca de viento frio hizo que me despertara al instante. Había estado recordando fugazmente el cómo había intentado bajar al mundo humano para salir un poco de la rutinaria y pacífica vida celestial que llevamos los ángeles en el cielo. Desde que las cosas con mi anterior pareja andaban mal, se me había hecho el hábito de observar el mundo humano y últimamente ese pasatiempo se había vuelto más frecuente, al punto de querer pasar algunos días allá abajo. Todo estaba planeado. Me quedaría sólo unos cuantos días, a lo máximo una semana en tiempo humano, porque no se nos tiene permitido a los ángeles permanecer mucho en el mismo plano que ellos. Justo al momento de pasar de una dimensión a otra, me encontré flotando en el cielo a cientos de metros sobre la superficie, así que comencé a descender lentamente. Pero algo no andaba bien, repentinamente se había nublado el cielo con indicios de una fuerte tormenta. La tormenta comenzaba a caer y no tardé absolutamente nada en terminar totalmente empapada debido a la lluvia, sin embargo eso no me impedía seguir bajando, aunque sí me obligó a acelerar el ritmo de mi aterrizaje. En el instante que había llegado al mundo humano, sentí que al tener un cuerpo físico me hacía vulnerable en más de los aspectos imaginados, disminuyó mi percepción y habilidades celestiales, pero en cambio se reforzaban los demás sentidos; en especial las emociones. Supongo que tanto era mi asombro por la vista aérea y la sensación de estar completamente mojada, que apenas pude esquivar un rayo que había caído a escasos metros de mí y aun aturdida por la brillantez y el sonido que produjo éste, me quede estática unos minutos antes de recuperar la visibilidad necesaria para seguir bajando. Vi otro resplandor más, pero sin haberme recuperado completamente del estruendo anterior que no pude calcular con exactitud los lugares dónde caerían los siguientes rayos; pues la tormenta aún amenazaba con durar. Al cabo de un rato, escuché un tercer rayo. El sonido fue igual o incluso más potente que el anterior con la diferencia que con éste último, más tardé en cerrar los ojos debido a la ceguera momentánea que en lo que tardé en precipitarme aceleradamente hacia el suelo, pues por desgracia el rayo me había alcanzado a rozar un ala, perdiendo así la estabilidad. Lo último que recuerdo es que mientras caía abrí mis ojos y observé que estaba ya a pocos metros de estrellarme contra el suelo; justo a tiempo para tratar de hacer una maniobra evasiva, y digo tratar, porque ya con un ala dañada no podía hacer mucho para evitar el impacto. Primeramente, me elevé todos los metros que pude bajando la velocidad que llevaba hasta que las fuerzas me abandonaron y caí nuevamente; segundo, sentí un intenso dolor en la espalda y posteriormente en la cabeza, tal parece que fueron las zonas que no pude proteger eficientemente y después de eso... no recuerdo nada más. Después de todo, no era tan agradable que mis sentidos se agudizaran, pensé e intente levantarme. Noté que todos y cada uno de mis músculos me dolían, agregándole el insistente dolor de cabeza y un vacío en el estómago, al cual no le encontraba sentido ya que nunca antes lo había experimentado y de acuerdo a lo que recordaba, no me había golpeado en dicho lugar. La lluvia había cesado en algún momento no muy lejano pues algunas partes seguían húmedas, el aire estaba muy fresco a pesar de que era de día, mi ropa se encontraba en tan mal estado, que casi ya no me cubría nada y para terminar, tenía varios raspones repartidos por todo el cuerpo. Con mucha dificultad logré sentarme y con todo el esfuerzo que pude, me concentré para hacer algo respecto a las heridas y la ropa que estaba prácticamente hecha añicos. No sabía si iba a funcionar, ya que no tenía idea que "poderes" aún conservaba, pero al parecer estaba funcionando. Pude restaurar la ropa a su estado original, sin embargo, a lo que se refería a las heridas no pude hacer mucho más que disminuirlas levemente, recordé el desafortunado desenlace que había tenido mi ala izquierda y al virarme para comprobar su estado, no pude verla; pero aún las sentía. Instintivamente me elevé presa del miedo a que hubieran desaparecido y fue un alivio ver que me mantenía en el aire con éxito. Finalmente me levanté sin poder evitar una mueca de dolor a causa del dolor de cabeza y caminé arrastrando los pies en línea recta durante aproximadamente una hora, o eso creía yo. No estaba muy familiarizada a que transcurriera el tiempo y mucho menos, en sus medidas para contarlo. Después de deambular un rato, sin saber el rumbo exacto a dónde dirigirme, di con un poblado al caer el atardecer. Al parecer ya me estaba acostumbrando un poco al dolor que sentía, pero eso no significaba que estuviera desapareciendo, no, seguía presente y debilitándome poco a poco. Cada vez me adentraba más en el poblado deteniéndome de vez en cuando a recargarme contra algún muro, tanto como para estabilizar mí respiración como para descansar. A estas alturas ya me había topado con muchos humanos pero ninguno se había detenido realmente a ayudarme, sólo me veían extrañados y con preocupación en sus miradas, pero al fin de cuentas, pasaban de largo y me dejaban sin siquiera hacer un mínimo esfuerzo. Comenzaba a arrepentirme de mí decisión, cuando salí del callejón por él que caminaba hasta llegar a una amplia zona concurrida de gente y sin soportar dar un paso más mis piernas flaquearon para luego dejarme caer en medio de las baldosas de la calle. Con la mirada baja, viendo cómo iba y venía la gente, mis ojos parpadeaban continuamente con dificultad en una clara advertencia de su próximo cierre y en unos de mis casi nulos intentos por evitarlo, alcancé a distinguir que una silueta femenina se detuvo frente a mí inclinándose sobre sí para quedar en una postura similar a mí y extendiendo su mano en dirección mía. -¿Te puedo ayudar? Luces agotada.-Ofreció amablemente. Cuando por fin atiné a levantar la mirada, vi que la chica que quería ayudarme era una hermosa joven de grandes ojos color aguamarina, cabello largo y lacio del mismo color que sus ojos, tez blanca y vestía un vestido de encaje color negro. En el momento que nuestras miradas se cruzaron y me perdí en aquellos mares suyos de dulce y benevolente mirada supe que me había enamorado de ella. Sin saber que decir y con él corazón palpitándome con fuerza, la única cosa que se me ocurrió fue aceptar la mano que me ofrecía, a lo que ella respondió con una cálida sonrisa y a continuación me ayudó a pararme. Mis piernas no me respondieron como yo lo hubiese querido y tambaleándome, la fuerza de gravedad me atraía otra vez al piso. Rápidamente, la chica me sujetó la mano con más fuerza, me atrajo hacia ella, y me abrazó para que no perdiera nuevamente el equilibrio. -Ciertamente estás muy débil. No me sorprende que con todas esos moretones no puedas mantenerte en pie- pausó brevemente- Me llamo Miku Hatsune, y tú ¿Cómo te llamas? … -Mi nombre es Rin. -¿Sólo Rin? ¿Cómo apellidas? -Sólo soy Rin, no tengo ningún otro nombre o eso que acabas de mencionar- La chica me miró confundida debido a mí respuesta, era lógico que reaccionara así. Tarde o temprano le tendría que decir quién soy verdaderamente y si tengo suerte, no saldrá corriendo. Estaba a punto de seguir preguntándome más cosas cuando un sonido que provenía dé mí estomago la interrumpió. - Que distraída soy, seguramente tienes hambre ¿Qué te parece si vamos a mí casa a tratarte esas heridas y darte algo para que comas? Ven. Apóyate en mis hombros, no me gustaría que volvieras a tropezar. Mi casa no está muy lejos de aquí. - ¿Hambre? ¿Qué es eso?- Pensé en voz alta, sin darme cuenta. -¿Mhhhhhh? ¿Acaso dijiste algo?- Pregunto la chica, para mi buena suerte, no había escuchado lo que se me escapo decir. Era un hecho que eventualmente le diría la verdad o ella misma terminaría por darse cuenta, pero ese no era el momento. - Nada realmente. Te agradezco tú ayuda, en verdad aprecio mucho tu gesto, no sé cómo compensarte.- -¡Oye! No quiero que hables de compensaciones ni de agradecerme que aún no he hecho realmente algo por ti. Además de que no quiero que te empeñes en devolverme nada, solo sentí que no podía dejarte en la condición en la que estabas y antes de darme cuenta ya estaba ayudándote- -Pero… no me conoces y nunca me habías visto. No debiste… -Shhhht! No quiero escuchar ninguna replica más o me enojaré contigo- Dijo con un falso puchero que enseguida cambió por una tierna sonrisa de lado, de las que ya empezaba a notar comunes en ella. Con ese simple hecho logró esbozar una leve sonrisa en mi rostro, consiguió tranquilizarme al punto de mandar todas mis preocupaciones hasta un segundo plano y me dediqué a disfrutar del paisaje y su cercanía de su contacto, sin perder cada oportunidad que se presentaba verla a discreción.
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