Con divisa verde y blanca (Teatro) -Escena I-
Publicado en Apr 21, 2015
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Personajes:
 
Panchita
Benitín
Jaimito 
Hermenegilda
Rigoberto
Leovigilda
Blasa
 
Escenario.- Es el segundo sábado del mes de mayo. Los rayos del sol iluminan el Salón Comedor de la casa de Don Berrinche donde hay viandas para ser comidas por un buen grupo de personas. Panchita está, subida en una silla, limpiando la parte alta de los cristales de la ventana mientras canturrea...
 
Panchita.-  ¿Por qué has pintao tus ojeras la flor de lirio real, por qué te has puesto de cera ay campanera por qué será? ¡Mira que to el que no sabe, cual es la llave de la verdad! ¡Dicen que no eres buena, y a la azucena te pudieras comparar! Dile que pare esa noria...
 
Entran en ese momento Benitín, Jaimito, Hermenegilda, Rigoberto y Leovigilda en escena.
 
Benitín.- ¡Eso me recueda una anécdota!
 
Panchita (se vuelve de frente dejando caer el plumero por el susto que se ha llevado).- ¡Jesús, María y José! ¿Por qué tendrán todos ustedes y todas ustedas la feísima costumbre de no avisar cuando llegan a un hogar decente? ¡Porque lo que es servidora, al menos lo que es servidora, soy decente desde la cabeza hasta los pies pasando por todas mis extremidades superiores e inferiores! ¡Si me siguen todos ustedes y todas ustedas asustando de esta manera cojo la tartana del Tejeringo y me marcho definitivamente a mi aldea para poder vivir al lado de mi querido Bolita que es un chaval también decente desde la cabeza hasta los pies pasando por todas sus extremidades superiores e inferiores y de eso sabe bastante Jaimito!
 
Jaimito.- Confieso que es verdad. Y eso que yo confieso tan pocas veces que nadie recuerda cuándo fue la última vez que lo hice.
 
Hermenegilda.- ¡Come un poco, Rigoberto, que te estás quedando como un picaporte!
 
Rigoberto.- ¡Primero la anécdota! ¡Primero la anécdota! ¡Que cuando alguien sabe contar aprovecha mejor el yantar! 
 
Panchita.- ¡Esperen todos ustedes y todas ustedas a que me baje de la silla porque no quiero ser protagonista destacada! Al mismo nivel todos somos iguales. ¿O no es verdad, Jaimito?
 
Jaimito.- Confieso otra vez que es verdad y con esta segunda confesión ya me he confesado mucho más que en todo el resto de mi vida.
 
Hermenegilda.- ¡Tú no me seas un pasmarote, Rigoberto! ¡Dale ya al magro que es de buen cerdo supongo!  
 
Rigoberto.- ¡Primero la anécdota! ¡Me niego a probar un bocado si antes Benitín no nos cuenta la anécdota! 
 
Benitin.- Tengo que advertiros de que es bastante tonta...
 
Panchita.- ¡Oiga don soplillos! ¿Me está usted llamando bastante tonta a mí o ya está tan soplado que no sabe diferenciar la blanca de la negra y la negra de la blanca? Yo soy negra pero tengo el alma blanca... lo que es usted... mejor me callo Benitín... ¡pero menudas cogorzas coje usted con su íntimo amigo Eneas dizque para olvidar!... ¿se puede saber qué quieren ustedes dos, tan juntitos, olvidar?
 
Benitín.- De eso va precisamente mi anécdota. En realidad es una paradoja.
 
Panchita.- ¿Una para qué?
 
Benitín.- En realidad no sé que significa una paradoja pero la he oído hace un rato y me ha gustado la palabreja.
 
Leovigilda.- ¡Cuéntela ya o guarde silencio para siempre! Por lo que veo está usted ya en las últimas o, por lo menos, en las penúltimas. Tanto le da al clarete que está clarete que se nos va en una de estas.
 
Benitín.- Lo que tienes es envidia, sobrinita. No sólo envidias a tu hermana Hermenegilda porque ha cazado a Rigoberto sino que me envidias a mí porque he llegado a picar muy alto.
 
Leovigilda.- ¡Si, tio! ¡A picado usted muy alto, pero se referirá a las canteras de Valverde! ¡Y ya sabe usted eso de que en el camino estamos y en el camino nos encontramos!
 
Panchita.- ¡Cuente usted la anécdota antes de que nos pille la Blasa y se acabe la fiesta!
 
Benitín.- Pues resulta que un día, estando yo vendiendo zapatos por Vall de Uxó...
 
Panchita.- ¿Nos quiere deslumbrar a todos y a todas con eso de que estuvo vendiendo zapatos en Vall de no sé dónde?
 
Benitín.- ¡Vall de Uxó, Panchita, Vall de Uxó!
 
Panchita.- ¿Y a eso lo llama usted picar muy alto? ¡Yo me imaginaba que habia sido usted picador! Pero... sorpresas nos da la vida... la vida nos da sorpresas...
 
Rigoberto.- En cuanto a lo de picar... esto... yo...
 
Hermenegilda.- ¡Come del magro de cerdo y calla, Rigoberto, que te faltan unos cuantos kilos para estar presentable en sociedad! 
 
Rigoberto.- ¡Que he dicho que no como hasta que me entere de la anéctoda!
 
Hermenegilda.- ¡Qué imposible te pones algunas veces, Bertín!
 
Rigoberto.- Pues no es la primera vez que me confunden con alguien de los Osborne...
 
Panchita.- Si quieren seguir ustedes dos pelando la pava... ¿por qué no salen un momento al jardincillo de las macetas y allí, entre los claveles, se tiran toda clase de flores?
 
Rigoberto.-¿Ves cómo siempre consigues ponerme en vergüenza públicamente, amorcito?
 
Hermenegidla.- Si no comes es tu problema. A ver, tío Benitín... ¿cuenta o no cuenta?...
 
Benitín.- Vuelvo a repetir que es solamente una paradoja aunque yo no sepa lo que es una paradoja pero algo debe ser... digo yo...
 
Jaimito.- La semana pasada, en el cole, Don Minervo, el de Lengua y vaya lengua que tiene cuando se cabrea, nos enseñó que paradoja es una idea extraña e irracional que se opone al sentido común y a la opinión general y, también sea dicho de paso, se llama así a una aserción inverosímil o absurda que se presenta con apariencias de verdadera. En resumen, Don Benitín... ¡usted es un mentiroso!...
 
Benitín.- Pero si todavía no he contado nada...
 
Jaimito.- No ha contado nada interesante de verdad como siempre ocurre cuando usted cuenta anécdotas. ¿Cómo se puede ligar con chavalas fetén con una lezna en la mano? ¡Eso no se lo cree ni Bolita que es el más inocente de la clase! ¡Vaya bolas, Don Benitín, vaya bolas cuenta usted! ¡Y lo peor es que incluso se las cree!  
 
Benitín.- Pero... yo... esto...
 
Panchita.- ¡Que cuente usted ya y déjese de guasa antes de que llegue la Blasa!
 
Benitín.- Pues que resulta que un día de esos en que no te esperas nada sorpendente... estando yo en el taller de la zapatería... con la lezna en la mano como bien dice Jaimito... se me apareció la Virgen... esto... no... se me apareció Sara Montiel... jejejé... en que estaría yo pensando... vaya despiste el mío... y resulta que estaba descalza y que traía, en sus manos, dos zapatos de cristal de Bohemia o de cualquier otra clase de cristal porque, diciendo la verdad, no tengo ni la menor idea de lo que es la bohemia... y fue y me guiñó un ojo...
 
Todos y todas guardaron silencio...
 
Benitín.- ¿Es que nadie me va a preguntar lo que sucedió después?
 
Jaimito.- ¡Yo sí sé lo que sucedió después! Que resulta que usted confundió a Sara Montiel con el Monte de Sara, la de los caramelos de fresa, limón y menta, y como no todo el monte es orégano y todas esas cosas disparatadas que cuentan ustedes los mayores pues se despertó, dejó de soñar y se dio cuenta de que todo era mentira y aprendió, por fin, que usted no era Errol Flynn sino solamente un ganapán con más hambre que King Kong con Jessica Lange hasta que le dieron el mayor corte del siglo y por eso desde entonces va usted de calavera por la vida sin comerse ni una rosca que merezca la pena de ser comida. 
 
Benitín (muy enojado).- ¿Me estás llamando mentiroso, guacho? 
 
Jaimito.- Le estoy llamando mentiroso porque cuanto más cree usted que engaña a la gente menos gente cree en usted. ¿Le ha gustado mi forma de razonar, tío calavera?
 
Benitín.- ¿Me vas a negar a mí que bebí champán en el zapato de cristal de Sara Montiel o Jessica Lange, porque ya no me acuerdo bien cuál de las dos era, cuando he demostrado, delante de toda clase de calaña, de Calaña repito, que soy capaz de beber vino en abarcas de hortelanos después de haber faenado de lo lindo?
 
Antes de que la discursión terminara en una bronca tremenda, Panchita hizo un gran hueco apartando varias viandas de la mesa, se subió a ésta y se dispuso a dar la nota.
 
Panchita. (Dando palmadas y zapateando sobre la mesa).- ¡Hala jaleo y jaleo! ¡Hala jaleo y jaleo! ¡Ya se acabó el cachondeo y ahora viene el tiroteo y ahora viene el tiroteo!
 
Ante el asombro y la incredulidad del resto de los presentes, la negra Panchita comienza a buen cantar y mejor bailar una por sevillanas...
 
Panchita.- ¡Y se amaron dos caballos, mire usted que maravilla! ¡Mire usted que maravilla en la plaza de La Mancha en el patio de cuadrillas se enamoró mi caballo de una yegua de Castilla!
 
Rigoberto (apludiendo más que un cosaco hasta el gorro de vodka).- ¡Olé, olé y ole! ¡Vaya preciosidad! ¡Ole, olé y olé! 
 
Hernenegilda (muy enfadada).- ¡Deja de mirarla tanto o te rompo la cara de picaporte que se te ha puesto y que pareces un picaflor, Bertín!
 
Rigoberto.- Pero no te enfades Gildita de mi alma... si yo sólo la admiro por la clase que tiene...
 
Hermenegidla.- ¡Has dado en el clavo Bertín de mi vida! ¡Cómo se nota que no eres de los Osborne sino solamente de los García!
 
Rigoberto.- ¿Y el amor por el Arte? ¿Qué me dices del amor por el Arte? Pero si lo mío con Panchita sólo es amor por el Arte...
 
Antes de que se arme la marimonera entre Hermenegilda y Rigoberto, la negra Panchita vuelve de nuevo a lo suyo aplaudiendo y zapateando sobre la mesa...
 
Panchita.-¡Hale jaleo jaleo! ¡Hale jaleo jaleo! ¡Ya se acabó el cachondeo y ahora empieza el tiroteo y ahora empieza el tiroteo!
 
Y ante el asombro de todos y todas vuelve con otra por sevillanas...
 
Panchita.- ¡Te gusta ir de importante, y que te llamen señor! ¡Y que te llamen señor te gusta ir de importante y que te llamen señor te gusta ir de importante y que te llamen señor! ¡Y que te llamen señor y que la gente al hablarte siempre te pongan el don y que la gente al hablarte siempre te pongan el don! ¡Y yo te hablo de tú no porque en momento alguno ponga en duda tu virtud pero Señor hubo uno y fue clavado en la Cruz! ¡Lo mismo que a ti tu madre, la mía a mí me parió! ¡La mía a mí me parió lo mismo que a ti tu madre la mía a mí me parió lo mismo que a ti tu madre la mía a mí me parió! ¡La mía a mí me parió y en nuestras venas la sangre fluye del mismo color y en nuestras venas la sangre fluye del mismo color! ¡Y yo te hablo de tú no porque en momento alguno ponga en duda tu virtud pero Señor hubo uno y fue clavado en la Cruz!
 
En ese mismo momento, entra en escena Blasa hecha todo un basilisco... 
 
Blasa.- ¡Qué pasa aqui!
 
Jaimito.- ¡Ostras! ¡La Blasa en persona y hecha todo un basilisco! ¡Yo me voy de aquí echando chispas!
 
Blasa (cogiendo del pescuezo a Jaimito).- ¡Un momento, Chispita! ¡Un momento! ¡Ningún granuja se burla de mí!
 
Jaimito.- ¡Le juro que yo no tengo la culpa, Doña Blasa! ¡Repito solamente lo que oigo y eso de basilisco lo he oído tantas veces que se me ha pegado sin que yo me diese cuenta! 
 
Blasa.- ¡Tú me vas a contar de inmediato e ipso facto, que queda muy bien eso de decir de inmediato e ipso facto para demostrar que una tiene cultura, qué pasa aquí! ¡Ya estoy hasta el moño de tener que aguantar que me insulten incluyendo a mi madre! ¿Por qué razón tengo que soportar todo este peso?
 
Jaimito.- ¡Que le juro yo a usted, Doña Blasa, de inmediato e ipso facto por esto de la cultura, que yo nunca le he llamado gorda y que siempre he respetado a su madre, a su abuela, a su bisabuela y a todas las tatarabuelas de su muy noble e ilustre familia! ¡Y haga el favor de soltarme el pescuezo o me chivo a la Sociedad Protectora de Animales!
 
Blasa (soltando el pescuezo de Jaimito pero impidiendo que salga de la escena).- ¿Qué ha pasado aquí, Jaimito?
 
Jaimito.- Esto ya sí se puede decir que es educación pero... ¿no cree usted, Señora Doña Blasa, que hay aquí un buen número de personas mayores que yo para contarle mejor que yo, que a veces exagero sin darme cuenta por lo de mi poca edad, lo que ha pasado aquí?
 
Blasa.- ¡No me fío, para nada, de las personas mayores que tú, Jaimito; y mucho menos de los chismes de las personas mayores que tú! ¿Quieres o no quieres contármelo?
 
Jaimito.- ¡Pues nada, Señora Doña Blasa! ¡Que lo que pasa es que Benitín miente continuamente porque es un machista de tomo y lomo, un verdadero machista carpeto y vetónico a la vez, o sea que además de machista es racista y... claro está... al darse cuenta de eso la negra y doméstica Panchita... pues le ha cantado las cuarenta en copas... esto... no... quiero decir las cuarenta en coplas... y le ha dejado cortado del todo!
 
Blasa.- ¿Es eso verdad, Benitín?
 
Benitín.- Esto... señora... yo... me he quedado mudo... no sé que me pasa... pero sí... soy todo eso que dice Jaimito... y más...
 
Blasa.- ¿Qué quiero decir eso de y más?
 
Benitín.- ¡Que soy un completo gilipollas!
 
Blasa.- ¡Ay que cruz nos ha caído a toda la familia contigo, Benitín, qué cruz! ¿Qué piensas ahora de lo que diría el Tío Cruz, ya que estamos hablando de la cruz, si te oyera confesar tales cosas? ¿No te da vergüenza torera, aunque tu de torero tiene menos figura que Goliat el del Capitán Trueno, haberte pasado toda la vida insultando y abusando de los pobres e inofensivos ancianos, de tu noble hermana y hasta de tu honrada madre? ¡No digas nada! ¡Mejor no digas nada! ¡Haz el puñetero favor de subirte los pantalones como Dios manda y sal de mi casa para no volver nunca más por aquí! ¿Me has oído bien con tus dos hermosas y grandes orejas o tengo que decírtelo en arameo? 
 
Benitín baja la cabeza y va saliendo de la escena...
 
Blasa.- ¡He dicho para no volver nunca más por aquí, Benitín de los cojones! ¡Ahora resulta, que en llegada la hora de la verdad, te acojonas del todo! ¡Vete a mamar con tu íntimo amiguito Eneas, el del bigote y los tirantes de tercera categoría comarcal, para ver si os consoláis el uno con el otro que, en llegada la hora de la verdad, hasta pareceis dos verdaderos mariquitas y si lo sois o no los sois me importa menos que un rábano de Rabat el saberlo o el no saberlo! ¡A hacer leches los dos juntos a ver si así aprendeis a respetar lo que no es vuestro, incluidas las mujeres de buen ver por supuesto! ¡Que más quisieras tú mojar el churro en un chocolate espeso y de primera clase! ¡Tú y tu amiguito Eneas, el caprichito de la nenas porque de nenas se trata no más, iros a hacer buñuelos de viento para venderlos en la Feria de San Julián, allá por donde la serranía conquense! ¿Me has escuchado bien, orejudo? ¡Pues ahora vas y se lo cuentas de mi parte al bigotudo! 
 
Una vez que Benitín ha salido de la escena... 
 
Blasa.- ¡Que comeince la fiesta ahora! ¡Hoy no pasa nadie hambre en mi casa si es que se lo ha merecido! ¡Una vez muerto el bicho todos a lo dicho! ¡Comed y bebes que esta es la fiesta! ¡Y luego viene la siesta!
 
La negra Panchita se baja de la mesa y todos comienzan a comer y beber alegremente mientra se va bajando el telón.
 
SE BAJA EL TELÓN.
FIN DE LA ESCENA I.  
   
  
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Foto del autor José Orero De Julián
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Descripción

Obra teatral

Palabras Clave: Literatura Prosa Teatro Comedia Narrativa.

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Humor



Comentarios (1)add comment
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José Orero De Julián

La realidad es una, nosotros sólo le ponemos nombres.
Responder
April 22, 2015
 

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