SM (Diario)
Publicado en May 06, 2015
Adolescencia sin límites. Rafa quiere demostrar a todos los incrédulos conquenses que aguanto todo lo que esté relacionado con SM. Su Majestad la cerveza. Inolvidable San Miguel. Fue durante una fresca noche de verano cuando se celebró la apuesta. En la Plaza Mayor de Cuenca, con los del Ayuntamiento como testimonio histórico. En lo más alto de la Calle Alfonso XII. El grupo está formado por 5 ó 6. Comienza la competición y las birras de cerveza se suceden a la velocidad del vértigo. No cedí ni un solo palmo de terreno y Rafa ganó la apuesta. Yo le había hecho triunfar ante el asombro y la admiración de todos los presentes.
Bebí al igual que todos aquellos hombres adultos y todavía me quedaron fuerzas suficientes como para cenar como si nada hubiera sucedido y sin perder nunca el equilibrio. Rafa sabía muy bien cómo era yo a la hora de aguantar todos los envites. Así que apostó por mí dando un órdago a la grande y ganó la partida. SM. Su Majestad San Miguel. Quienes lo vieron nunca lo han podido olvidar. Yo tampoco. Fue una de esas hazañas que se cuentan en las noches invernales, al calor de una chimenea bien encendida, cuando los chascarrillos dan paso a las leyendas verdaderas. Nada de cuento imaginado. Fue una aventura real (en realidad da lo mismo que fuese San Miguel, El Águila o Mahou) que quedó registrada en los archivos mentales de quienes lo vieron. El paso del tiempo nunca lo ha olvidado. Hasta Caracenilla se quedó absorto. Y Mingo también. Hablando de Mingo, fue cuando Mingorance jugaba en el Córdoba Club de Fútbol y los cromos de las chapas no mienten. Hoy leo la etiqueta. San Miguel desde 1957. O, dicho de otra manera más culta, "international premium lager". Quizás o a lo mejor o tal vez. Posiblemente me den un premio internacional por aquella hazaña. Mientras tanto hablemos de Mingorance. Según escribió Francisco Moreno, en 2011 después de Jesucristo, sólo ha habido en toda la historia un futbolista que haya alcanzado la internacionalidad absoluta vistiendo la camiseta del Córdoba. Se llama José Mingorance Chimeno y nació hace 73 años en la localidad zamorana de Castro de Sanabria. Fue durante poco más de media hora, en el Santiago Bernabéu, con motivo de un partido amistoso frente a Escocia el 13 de junio de 1963. Aquel ensayo amable terminó convertido en una pesadilla: 2-6. La mayor derrota jamás sufrida por "La Roja" en suelo español. Mingorance salió como titular y actuaba de defensa central. España se adelantó con un gol de Adelardo, pero pronto vio cómo todo empezaba a torcerse de mala manera. Gol de Law (minuto 15). Gol de Gibson (minuto 16). Gol de McLintock (minuto 19). Gol de Wilson (minuto 34). Aquello era un infierno. Cuando el seleccionador, Pepe Villalonga, decidió sacar a Mingorance del campo el resultado era de 1-4. Una mala tarde la tiene cualquiera. Él la padeció en el momento más inoportuno. Aquel episodio le dejó señalado y jamás volvió a vestir la camiseta de la selección. Tampoco regresaron a ninguna lista Vicente Train (Real Madrid) y Carmelo Cedrún (Athletic de Bilbao), los dos porteros que aquella funesta jornada se pusieron bajo los palos en un escenario en el que, paradojas de la vida, España conseguiría unos meses después el título de campeona de la Eurocopa 1964 ante la URSS con José Ángel Iríbar (Athletic de Biblao) de portero y Olivella (Barcelona) de defensa central. De ese éxito estuvo viviendo hasta que 44 años después Iker Casillas levantara el mismo título en Viena, en la Eurocopa 2008. ¿Y quién era Mingorance? “El mejor defensa que jamás haya tenido el Córdoba”, dicen quienes le vieron jugar en la década de los sesenta, la edad de oro de los blanquiverdes en Primera. Idéntica concepción del zaguero zamorano tienen en Granada, donde su nombre adquiere tintes heroicos cuando los más veteranos rememoran la campaña 1959-1960. Allí, en Los Cármenes, debutó en la máxima categoría a los 21 años. Estuvo dos cursos en la capital nazarí, tres en el Córdoba y cuatro más en el Español (los cromos y las chapas no mienten), todos ellos en Primera División, antes de retornar al Córdoba para despedirse, ya en Segunda, con 33 años. Antes de decir adiós, colaboró en el último ascenso de los cordobesistas a la máxima categoría. Por cierto, con Mingorance como eje de la retaguardia, el Córdoba consiguió en la temporada 1964-1965 un rércord inigualable: sólo encajó dos goles en los quince partidos que disputó en casa. Un promedio de 0’13. Uno se lo marcó Mingorance en propia puerta y el otro lo firmó Alfredo Di Stéfano. Para que se hagan ustedes una idea de quién era Mingorance. El Córdoba y el Granada se enfrentan en Segunda División después de décadas sin cruzarse. Mucho más tiempo hace desde que se vieron entre los más grandes. El último partido de los blanquiverdes en la élite fue precisamente en Los Cármenes, en mayo de 1972. Córdoba y Granada, dos ciudades que tienen en su historia el principal estímulo para sobrevivir en tiempos difíciles, comparten el sueño de volver un día a figurar entre los mejores. Como cuando tenían en sus filas a Mingorance. Así que SM no me impide recordar mientras duermo sin tener ni tan siquiera el menor síntoma de mareo ni tampoco me duele, para nada, la cabeza. Del corazón sigo como siempre. Sensacional. Fue una hazaña sensacional.
Página 1 / 1
|
José Orero De Julián