CÁBALA MARINA
                El hombre tenía una cábala que año a año cumplía con devoción religiosa. La misma consistía en darse un baño de mar los medios días del 31 de diciembre de cada año, sin importar el lugar donde fuese llevado a cabo la inusual ceremonia.
            Lo realizó, incluso, en aguas gélidas del norte polar. No le había ido tan mal, ya que  cada comienzo de año su suerte mejoraba. La dicha y fortuna aumentaban considerablemente en el amanecer de un nuevo ciclo. Su salud mejoraba día a día, su cuerpo parecía rejuvenecer.
              Pero hubo un 31 en el que fue tan feliz, tan inmensamente feliz, que misteriosamente olvidó su cábala. Para remediar semejante olvido llevó a cabo su ritual el 1 de enero en aguas cálidas y cristalinas, comprobando una vez más su enorme  prosperidad de comienzos de año. Rodeado de peces de colores, y plantas acuáticas que lo acariciaban suavemente, como si fuese un coral,  sintió que por fin había conocido el paraíso tan soñado. Reconoció, incluso, que quizás  su cábala ya no tenía  su razón de existir; ahora sólo dependía de él, de su voluntad y  libre de ataduras y secretas supercherías. Fue el mejor comienzo de año jamás imaginado por nadie.
               Ese fue su último baño.
                                                 GABRIEL FALCONI