El Molino de Calabria (Novela) -Captulo 12-
Publicado en May 22, 2015
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Era más de media mañana cuando "Colgate", abrigado con una gruesa bata de algodón para no constiparse hablaba pausada y tranquilamente con Emiliano Halcón, su mano derecha en el mundo de las mafias calabresas. 
 
- Mio figlio, ¿puedes contarme por qué fallaste en tu misión?
 
- Perdone, padrino, pero no volverá a ocurrir.
 
- Sé que no vovlerá a ocurrir.
 
- Deme solamente una segunda oportunidad.
 
- Tendrás la oportunidad que te mereces; pero... ¿cuál fue el motivo?...
 
- ¡Intenté matarle a toda costa!
 
- Pero ese no era mi plan. ¿Has olvidado las buenas maneras de la familia?
 
- ¡Es que me dio mucha rabia que se defendiera!
 
- Tienes que aprender a ser mucho más educado, mio figlio.
 
- Entonces... ¿me dará esa segunda oportunidad?.... ¡no voy a defraudarle!..
 
- Es bueno no anticiparse a los acontecimientos. Mi palabra es mi palabra y ningún padrino deja de cumplirla. Desyuna tranquilamente porque hoy vamos a dar un paseo por las orillas del Corace.
 
- Sabe usted, padrino, que le estoy sumamente agradecido por la vida que me da. Usted es para mí muchísimo más que mi propio padre.
 
- Y tú sabes muy bien que eres al que más quiero de todos; pero es bueno que no olvides nunca que hay amores que matan...
 
A Emiliano Halcón le tembló un poco el pulso y derramó parte del huevo frito sobre su blanca camisa.
 
- Estás arruinando tu personalidad, mio figlio. No debes de portarte así cuando estás en presencia de un ser superior. Queda muy fea tu camisa con esa mancha de huevo; pero no tenemos tiempo de que te vayas a cambiarla, así que dejemos ya las habladurías y vamos a dar ese paseo.
 
- Como usted lo desee, padrino.
 
"Colgate" marcó un número en su móvil.
 
- ¡Aló!
 
- ¿Está todo en orden?
 
La voz del otro lado del móvil lo confirmó.
 
- Confirmado, padrino. Todo está previsto tal como usted lo ha ordenado.
 
"Colgate", con un rostro impenetrable, cortó la comunicación.
 
- Tú conduces, mio figlio.
 
Algo temió Emiliano Halcón pero no le dio la mínima importancia y se limitó otra vez más a obedecer. Ambos entraron en flamante Fiat negro con ventanillas de cristales opacos y antibalas.
 
- ¿Está asegurado que tendré una segunda oportunidad?
 
- Está asegurado que tendrás una oportunidad para alcanzar la gloria, así que no pienses más y aprieta ya el acelerador. 
 
Tal como le había ordenado "Colgate", Emiliano Halcón, con velocidad apropiada para no llamar la atención de nadie, condujo el flamante Fiat hasta llegar a la orilla izquierda del río Corace. 
 
- Ya hemos llegado, padrino.
 
- Hazme un infinito favor, mio figlio.
 
- Todos lo que usted desee, padrino.
 
- Solamente con uno es suficiente.
 
- ¿De qué se trata?
 
- Sal del auto, busca un quiosco de prensa y compra "Il Giornale di Calabria" porque quiero estar enterado de los últimos sucesos de Catanzaro. 
 
Emiliano Halcón salió en busca del periódico. De repente, se dio cuenta de todo pero no tuvo tiempo para reaccionar. Un Alfa Romeo de color negro se había detenido a su altura y, con la velocidad de un relámpago, cuatro individuos malencarados, todos ellos con metralletas en sus manos, comenzaron a dispararle a bocajarro hasta descargar toda la metralla sobre su cuerpo que, a medida que iba recibiendo los balazos se trompicaba de un lado para otro, como un verdadero guiñapo humano, hasta que quedó completamente muerto, sobre el asfalto; mientras "Colgate" ya se había alejado del lugar con su flamante Fiat y los cuatro facinerosos mafiosos volviero a entrar en su Alfa Romeo y desaparecieron, más rápidos que una centella, del escenario y ante el asombro, la incredulidad y el susto de diversas personas que paseaban por los alrededores.
 
- Tuviste la oportunida de alcanzar la gloria. Espero que Dios te haya recibido en sus brazos, mio figlio.
 
Y, mientras sonaban las sirenas de cuatro automóviles de la Policía de Catanzaro, "Colgate" se alejó hasta llegar al Bar Mignon, donde pidió una gran jarra de cerveza y, con total tranquilidad, se sentó en uno de los lugares más visibles para todos los allí presentes. Era su coartada perfecta mientras Archibaldo Samitti y Pelikan comprobaban que Emiliano Halcón estaba completamente muerto.
 
- Nada se puede hacer ya por él, Pelikan. Ni tan siquiera rezar un padrenuestro.
 
- ¡Pobre desdichado! ¿No era la mano derecha de "Colgate"?
 
- Así es. Por eso estoy seguro de que ha sido un ajuste de cuentas entre bandas contrarias de mafiosos sin ninguna clase de escrúpulos.
 
- ¡Mío Dio! ¡Lo han dejado como un vedadero colador! ¡Yo creo que no ha quedado ningún trozo de su cuerpo sin agujero alguno!
 
- ¡Ha sido una verdadera barbaridad!
 
La sangre salía por todas las partes del cuerpo de Emiliano Halcón.
 
- Jefe...
 
- ¿Qué sucede, Pelikan?
 
- Usted cree que...
 
- Vamos. Dime lo que estás pensando.
 
- Es una verdadera tontería pero... ¿y si esto estuviese, de alguna manera, relacionado con el asunto del asesinato de Horacio Craignone?...
 
- Quizás no sea una verdadera tontería, Pelikan. Todo es posible hoy en día. Así que tendremos que localizar a "Colgate" y hablar seriamente con él.
 
- Supongo que tendrá una buena coartada.
 
- Esos viejos zorros de las mafias calabresas siempre tienen buenas coartadas.
 
- ¿Son así de cabritos todos ellos?
 
- Todos, Pelikan, todos.
 
- Y se supone que tenemos que acabar con todos ellos. 
 
- Eso es sólo una suposición pero es cierto.
 
- Propongo que vayamos a hablar con él.
 
- Bien pensado. Lo estaba a punto de proponerlo yo.
 
- ¿En dónde podemos localizarlñe? Supongo que en su propia finca.
 
- Supones mal, Pelikan. Tienes que aprender lo siguiente. Todos los padrinos de las mafias de todo el mundo y no solo de Calabria tienen la inveterada costumbre de llevar a cabo algunas acciones fijas sea el día que sea. Por lo que sé de "Colgate" tiene la sempiterna manía de que todos los días, a media mañana, sale de su finca para tomarse una jarra de cerveza en el Bar Mignon. Es algo que nunca deja de hacerlo.
 
- ¿El de la calle Giuseppe Mazzini?
 
- Ese mismo. Le encanta ser popular y que todo el pueblo le admire. Es cosa de las egolatrías de los padrinos, una enfermedad que nunca pueden superar y que, al final, les cuesta la muerte. Así que vamos a hablar con él aunque no nos va a decir nada de provecho para nuestra investigación.
 
- Quizás se está usted equivocando, Jefe.
 
- ¡Ahora va a resultar que sabes tú de la mafia muchas más cosas que yo!
 
- Lo que quiero decirle, Jefe, es que donde menos se piensa salta la liebre. Así que tendré mucho en cuenta cualquier cosa que nos cuente ese tal "Colgate". Se puede pillar los dedos sin darse cuenta.
 
- Bien pensado, Pelikan. Va a resultar ser cierto que eres el mejor investigador de toda la Calabria entera.
 
- Gracias, Jefe. Sabía que tarde o temprano tendría que reconocerlo.
 
- Si no lo hubiese reconocido no te habría contratado.
 
- Me estoy refiriendo a que soy mejor que ese tal Oreto.
 
- ¡Ya te he dicho y te lo vuelvo a repetir que no te dediques a luchar contra Oreto ni a compararte con él! Si nos dedicamos a querer ser mejores que él se nos puede escapar la presa por no centrarnos debidamente en lo que tenemos que hacer.
 
- Está bien, Jefe. Pero no me eche tantas broncas porque me afectan a mi autoestima.
 
- Si intentas compararte con Oreto tu autoestima termina por destruírse. ¿Comprendes ahora que debemos olvidarnos de ese periodista y dedicarnos a lo nuestro?
 
- Lo comprendo. Vamos para el Mignon.
 
Efectivamente, cuando llegaron al Bar Mignon ya estaba el padrino "Colgate" tomando tranquilamente de su gran jarra de cerveza y, para mayor incredulidad de todos los parroquianos, tenía un libro de poemas sobre la mesa.
 
- ¡Hola, hola y hola! ¡Salute stimato cavalieri! ¿A qué se debe esta enorme cortesía de venir a visitarme, Samitti?
 
- ¿De verdad que no me estabas esperando, "Colgate"?
 
- No soy ningún adivino sino un probo ciudadano que cumple con sus obligaciones.
 
- Le presento a mi amigo Pelikan.
 
- ¡Hola, hola y hola! ¡Gusto en conocerle! ¿Es usted algún digno sucesor del célebre Carl Hornemann?
 
- Me dedico a la tinta pero no soy un tintero... esto... quiero decirle que aunque escribo de vez en cuando... no soy un escritor...
 
- ¿Y no desean ustedes dos, caballeros del quedar siempre bien, acompañarme unos largos minutos? ¡Hoy me siento más jovial que nunca y tengo hasta ganas de cantar!
 
- ¡Mío Dio! ¡No cante usted ahora no vaya a ser que cambie el tiempo y nos caiga una tormenta con la compañía del pedrisco!
 
- Dices bien, Pelikan. ¿Aceptan o no aceptan las cervezas?
 
- Está bien. Las aceptamos.
 
- Perfetto, Samitti, perfetto. Todo va sobre ruedas.
 
- Cuando se tiene suficiente dinero como para comprarse un Fiat como el suyo.
 
- No seas indiscreto, Pelikan, y aceptemos las cervezas sin entrar en conflictos sociales.
 
- Perfetto. Con usted siempre me he entendido bien, Samitti. ¡Mesero! ¡otras dos jarras de cerveza para mis amigos e invitados! ¿Somos o no somos, Samitti?
 
- Yo si sé lo que soy pero en cuanto a ti, "Colgate", permíteme que lo dude.
 
- ¡Jajajajajá! Me gusta tu humor, policía de los policias.
 
Archibaldo Samitti y Pelikan tomaron asiento y rápidamente fueron servidas sus dos grandes jarras de cerveza. 
 
- Veo con sumo agrado que te estás comenzando a cultivar, "Colgate".
 
- ¿Lo dice por el libro? Hay muchas cosas de mi vida que nadie conoce, Samitti. Una de ellas es que me encanta la poesía. Es de un tal Dino Lanti. Muy interesante por cierto.
 
- ¿Y se puede saber por qué página vas ya?
 
- Teniendo en cuenta que lo compré hace tres años es todo un récord que vaya ya por su página 25.
 
- ¡Jajajajajá! También me gusta a mí tu humor, viejo zorro, y perdona por lo de viejo pero no me vas a negar que eres un zorro.
 
- ¡Tiras a matar, Samitti! No es bueno que nos odiemos tanto. Ahora mismo estoy enfrascado con "Operación Fracaso".
 
- ¿Algún negocio que te ha salido mal del todo, "Colgate"?
 
Esto ya no empezaba a gustarle al padrino, quien cambió su sonrisa y volvió a poner rostro impenetrable.
 
- En realidad es el poema de la página 25 de los de Lanti. Mire como empieza.
 
- Pon mucha atención, Pelikan, porque el gran padrino comienza a actuar.
 
- ¿Insinúas algo, Samitti?
 
- Nada. Sólo estoy poniendo en aviso a mi detective para que se deleite con tu declamación. Y de verdad que debes declamar excelentemente bien. Adelante, "Colgate".
 
Pelikan puso en alerta todos sus sentidos.
 
- Poco antes de fallecer el señor Rico le dijo a su hijo que le prestase atención a plazo fijo.
 
- Un momento, señor "Colgate". ¿Usted cree que ese tal Dino Lanti se está refiriendo a algún banquero?
 
- Muy inteligente, Pelikan, pero no sé de dónde deduces eso...
 
- Lo digo por lo del plazo fijo. Usted debe saber que a los grandes banqueros le encantan las cuentas de plazo fijo. ¿Tal vez algo que ver con Germano Bisi?
 
Archibaldo Samitti hizo callar a Pelikan.
 
- Por favor, Pelikan, no molestes al señor "Colgate" cuando más entusiasmado se encuentra.
 
- ¿Puedo entonces seguir? Ya he dicho que hoy para mí es un día de felciidad y me siento poeta por las cuatro partes de mi ser. 
 
- Siga, señor "Colgate", y no tenga en cuenta las impertinencias de mi ayudante investigador.
 
- Escúchame bien, gimió, esta vida de trabajo la enviaría ahora mismo, si aún pudiese, al carajo.
 
- Esto...
 
- ¡Silencio ahora, Pelikan!
 
- Siempre he andado con recados pisándome los talones hasta quedarme sin fondos para las demás cuestiones.
 
- Sigo opinando...
 
- ¿Puedes callarte ya y dejar que termine de confesar... esto... de declamar... al señor "Colgate"?
 
- Como para ser el primero no hay segundo que perder, delegué en un tercero el primor de mi mujer.
 
- ¡Juraría que se está refiriendo al gran banquero Germano Bisi! ¡Sin ninguna clase de duda ahora que cita lo de su mujer!
 
- Es bastante inteligente su ayudante investigador, señor Samitti.
 
- Sé elegir muy bien a mi personal pero... ¿qué sucede con su mano derecha?... ¿por qué no está hoy a su lado cuando siempre se les ve juntos del todo?...
 
- ¿Se está usted refiriendo a mío figlio Emiliano Halcón?
 
- ¿Es que tiene usted otra mano derecha que nadie conozcamos?
 
"Colgate" empezó a ponerse nervioso pero intentó seguir tranquilo y lo consiguió.
 
- ¿Mío figlio? Emiliano pasó una mala noche por culpa de un fuerte dolor de cabeza; así que nada más amanecer se tomó una píldora de "Buscapina" y me informó que se iba a dar un paseo. Precisamente había quedado con él aquí mismo, pero veo que se está retrasando más de la cuenta y eso que él sabe que yo me enfado mucho cuando alguien de mi familia llega tarde a las citas. Por la cuenta que le trae debe ya de estar llegando. 
 
Pelikan creyó oportuno comenzar a preguntar.
 
- ¿Es que no sabe que Emiliano Halcón ha sufrido un accidente hace una media hora?
 
- ¿Han asesinado a mío figlio más preferido?
 
- ¿De verdad que nadie le ha avisado todavía?
 
- Tengo por costumbre apagar mi móvil cuando estoy tomando mi jarra de cerveza en la media mañana. Es algo sagrado para mí desde siempre.
 
- ¿Cuánto tiempo hace que está usted aquí?
 
- No he mirado el reloj, pero supongo que casi una hora o una hora menos cuarto aproximadamente. 
 
- ¿No tiene a nadie que pueda confirmar eso?
 
- Pregunte a cualquiera de los parroquianos.
 
- Está bien. Supongamos que es cierto. ¿Quién piensa usted que está detrás de todo esto?
 
- Seguro que ha sido un ataque de los esbirros de "Palmolive", pero por justicia nosotros vamos a saber responder adecuadamente matando también a algunos de los suyos. Son las reglas del juego.
 
Intervino ahora Archibaldo Samitti.
 
- ¡No quiero, por nada de este mundo, que la ciudad de Catanzaro se convierta en un campo de batalla entre los de "Palmolive" contra los de "Colgate" ni entre los de "Colgate" contra los de "Palmolive"!
 
- Yo no he comenzado con el rifirafe así que no soy culpable de nada. Si "Palmolive" ha mandado matar a mío figlio más querido yo voy a mandar lo que es justo. Ojo por ojo y diente por diente.
 
Pelikan aprovechó la ocasión.
 
- ¿Cómo sabe usted que han asesinado a Emiliano Halcón si yo sólo he dicho que ha sufrido un accidente hace media hora pero no he dicho que le hayan matado?
 
El padrino "Colgate" se dio cuenta de su error pero no se puso nervioso.
 
- Es lo primero que se me ha ocurrido pensar. Emiliano no tenía enemigos en ningún lugar, pero formaba parte de mi familia. Si usted conociera como actúan las familias calabresas también habria deducido la misma conclusión.
 
Volvió a intervenir Archibaldo Samitti.
 
- Esta bien. Podemos creerle o no creerle, pero existe una duda razonable y lo lógico es lo que usted dice. En cuanto a lo de convertir a mi ciudad en un campo de batalla tenemos mucho que hablar porque no voy a consentirlo. 
 
- Tranquilo, señor Samitti. Sabemos cómo arreglar estas cuestiones. La venganza es un plato que se sirve frío. No lo he inventado yo sino que es un proverbio que proviene de una novela del siglo XVIII, titulada "Las amistades peligrosas", escrita por el oficial francés y general del ejército, llamado Pierre Choderlos de Laclos.
 
- ¡Vámonos, Pelikan! ¡Aquí ya no tenemos nada que hacer!
 
- Pero Jefe...
 
- ¡Es una orden, Pelikan, y las órdenes están para cumplirse!
 
- Eso mismo digo yo...
 
- ¡No se crea que no voy a volver a buscarle, señor "Colgate"! ¡No olvide mi cara porque pronto nos las vamos ver los dos frente a frente!
 
- ¡Déjalo ya, Pelikan! Ya tendrás la oportunidad de aclarar esos asuntos pendientes entre "Colgate" y tú. Y será mucho más pronto de lo que él cree.
 
- ¿Tiene usted premoniciones, señor Samitti?
 
- Digamos que tengo presentimientos, señor "Colgate". Y vaya pensando ya en ajustar sus cuentas con "Palmolive" en cualquier otro lugar pero no en cuanto a Catanzaro se refiere. Es un buen consejo pero puede tomarlo también como una buena amenaza. Si Choderlos dijo que la venganza es un plato que se sirve frío, fue el escritor británico Walter Scott, también del siglo XVIII, quien escribió que la venganza es el manjar más sabroso condimentado en el infierno. Si quieren ustedes elegir el infierno se van a quemar del todo.
 
El Comisario Jefe de la Policía de Catanzaro y su ayudante el detective Pelikan se levantaron, se despidieron cortésmente de "Colgate" con un gesto de buena educación, se dirigieron a su coche y regresaron al centro de la ciudad.
 
- ¿Por qué no ha permitido que le pillara en más renuncios, Jefe?
 
- ¡Escucha, Pelikan! ¡Con las mafias se juega de otra manera! Esto no es un juego de cartas. Para jugar contra las mafias calabresas es necesario tener todos los ases en nuestras manos. No vamos a conseguir nada entrando en una pelea absurda donde él lleve todas las de ganar. Yo creo que ya hemos obtenido una buena pista.
 
- ¿Se refiere a Germano Bisi?
 
- Eso es. Y lo vas a hacer tú solo porque yo no puedo olvidar otros muchos asuntos pendientes que están esperando solución. Así que vete preparando para tener una entrevista con el gran banquero. Es todo tuyo y tendrás toda clase de libertades, justas y sin saltarse la Ley, para que le hagas hablar de lo que necesitamos que hable. Germano Bisi tiene mucho poder pero muy poca personalidad y es muy débil de carácter. Será fácil para un detective como tú. 
 
- ¿Es cierto que su esposa Etna Curti se la pega con el acaudalado Silas Rossi?
 
- Eso lo sabe toda la ciudad de Catanzaro y toda la región de Calabria. 
 
 
 
 
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Foto del autor Jos Orero De Julin
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Descripción

Novela de suspenso y terror.

Palabras Clave: Literatura Prosa Novela Relatos Policaca Suspenso Misterio Intriga Terror Narrativa.

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Terror & Misterio



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