El Molino de Calabria (Novela) -Captulo 15-
Publicado en May 25, 2015
Eran alrededor de las 8 de la mañana cuando el detective Pelikan tocó la puerta del despacho personal del gran banquero Germano Bisi. Contestó la voz suave y melodiosa de la secretaria Elsa Brandi.
- Pase quien sea. La puerta está abierta. Cuando Pelikan entró en la antesala del despacho de Bisi, se encontró con un bombón de mujer. Estuvo a punto de presentar sus disculpas por tan inesperada visita a tan temprana hora, pero decidió seguir adelante siendo todo lo cortés que mejor pudo en aquella circunstancia tan imprevista. - ¿Quién es usted, preciosidad? Tengo que decirle que es usted la mujer más parecida a Ornela Muti que he visto en mi vida, y eso que he visto multitud de mujeres guapas a mis ya 35 años de edad... aunque sigo siendo soltero... y me parece que usted rondará las 20 primaveras más floridas de este mundo. ¿Me equivoco? Pero Elsa Brandi no estaba dispuesta a ninguna clase de galanteo. - ¡Deje usted de intentar ligar conmigo! - Pero si yo, aunque admire su espléndida belleza, no quiero ligar con usted. Sólo es por si acaso... - ¿Por si acaso acepto yo almorzar con usted en el día de hoy? - ¿Es que me lee el pensamiento? - No sé leer el pensamiento de nadie pero descubro, al instante, quiénes son los hombres que se las dan de muy simpáticos conmigo. - Esto... ¿no le parezco gracioso?... - ¡Tiene usted menos gracia que un pollo completamente desplumado paseando por la Piazza Matteotti! - ¡Ahí quería yo llegar! ¡No me creo que usted no me está leyendo mis pensamientos! No creo en las casualidades cuando se trata de temas de pareja hombre con mujer o mujer con hombre. - ¿Pero se puede saber qué es lo que quiere y a qué santo y seña viene eso de citar a la Piazza Matteoti? - Me doy cuenta de que con usted no se puede ligar.... esto... no... me he equivocado... yo lo que quiero decir es conversar como dos personas adúlteras... perdón... no... me he vuelto a equivocar... me refiero a dos personas adultas y no adúlteras mejorando lo presente... - ¿Está usted atontado del todo? - Lagarta lagarta... esto no... perdón otra vez... quise decir lagarto lagarto... - Desde luego que es usted un imbécil. - Perdone mis formas y maneras de expresarme pero es que tengo el pequeño defecto de ser tan expresionista como Munch, Kandinsky y Modigliani por ejemplo; aunque tengo otros muchos ejemplos más como Brecht, Strindberg y Kafka. O sea que, en otras palabras, tengo la fea costumbre de afirmar la realidad, pájara... esto... perdone... perdone del todo... es que estoy muy nervioso... quise decir que tengo la fea costumbre de deformar la realidad, blanca e inocente paloma. Elsa Brandi se calentó de verdad. - ¡¡Diga ya lo que quiere buscar viniendo hasta aquí!! Así que Pelikan se puso serio del todo. - Lo que quiero es hablar urgentemente con el señor don Germano Bisi sobre un asunto relacionado con la Piazza Matteotti. ¿Me ha entendido bien o se lo tengo que decir en swahili y terminamos los dos danzando bailes de guerra como los bantús de Tanzania? Elsa Brandi sonrió ligeramente porque Pelikan le estaba empezando a caer chistoso, gracioso y hasta interesante... - Lo siento. No me gusta ser guerrera. - No se preocupe por eso. Para mí no tiene ni la más mínima importancia. En realidad sólo he venido a visitar al señor don Germano Bisi para tener una cordial conversación con él. - Pues en base a esa misma realidad, resulta que el señor don Germano Bisi no se encuentra en estos momentos, pero puede atenderle el señor don Marco Curti que es el principal Gerente de este Banco. - ¿Cuánto va a tardar en llegar el señor don Germano Bisi? - Alrededor de una hora más o menos o, tal vez con un poco de suerte, sólo media hora. - Está bien. ¿Cuál es el despacho del señor don Marco Curti? - Cuando el señor don Germano Bisi no se encuentra en su despacho quien ocupa su lugar es el señor don Marco Curti. ¿Le anuncio su visita? - Si no le es molestia... La espectacular Elsa Brandi se levantó ante la admiración de Pelikan y abrió la puerta del despacho. - ¡Señor Curti! ¡Un hombre quiere hablar con usted! Se escuchó la voz aflautada, como de canario desafinado, del Gerente. - ¿Un hombre? ¡Que pase, por favor! Pelikan sospechó que se trataba de un mariquita. - Pase al despacho del señor Gerente, por favor. La secretaria de Germano Bisi se hizo a un lado y Pelikan empezó lentamente a pasar con sumo cuidado de no rozar, para nada, el cuerpo de ella porque no estaba dispuesto a recibir una bofetada a hora tan temprana del día. Pero se detuvo, por unos segundos, ante ella. - ¿Cómo se llama usted, señorita? - Elsa Brandi. - Gracias por su amabilidad. No la olvidaré nunca. - Pues será mejor que usted me olvide para siempre porque mi novio practica el karate y ya es cinturón negro tercer dan. A Pelikan se le puso como un nudo en la garganta pero le echó valor al asunto. - Si su novio es cinturón negro tercer dan del karate, hágale saber, de mi parte, que yo soy "Míster Kao, El Extraterrestre Invencible". ¿No ha visto todavía esa película de terror en la que yo aparezco repartiendo estopa por todos los lados y contra todos mis enemigos? Elsa terminó por reír. - ¡Jajajajajá! Y de esta forma tan brillante y triunfal, el detective entró en el despacho y se sentó, en la silla giratoria, frente al Gerente. - ¿Con quién tengo el enorme e interesantísimo gusto de hablar? Pelikan confirmó para sus adentros que se trataba de un mariquita; pero no le dio la más mínima importancia, porque el asunto de los maricas se la traía floja, y sacó el documento firmado por el Comisario Jefe de la Policía de Catanzaro y su propio documento de identidad. - Soy el detective Pelikan y estoy trabajando para el Comisario Jefe de la Policía de Catanzaro como bien puede usted comprobar. Los dos documentos fueron recogido por Marco Curti quien los observó duranta varios segundos antes de devolvérselos. - ¿Para el señor don Archibaldo Samitti? Pelikan se guardó los documentos. - ¿Es que hay dos, tres, cuatro o enésimo número de Comisarios Jefes en la Policía de esta ciudad de Catanzaro? - ¡Uy, perdone usted, señor detective! ¡Perdone mi absoluto y disoluto despiste, querido Pelikan! - Pues concéntrese usted más y no sea tan absolutamente disoluto, porque para ser usted el principal y más importante Gerente de este Banco me da la ligera impresión de que no es usted demasiado espabilado a no ser que usted sea pariente directo de Elsa Curti. - ¡Me precio y me aprecio mucho de ser el hermano menor de Etna Curti, la esposa de Germano Bisi, aunque sólo sea por un mínimo año de edad! - Eso lo explica todo. Ya sabía yo que el cargo de Gerente principal le viene a usted demasiado ancho pero como la familia es la familia y la familia tira mucho... -¡Uy, por favor, no hable usted ahora de tirar! - ¿No tira mucho la familia de ustedes dos? - Perdón, señor Pelikan... ¿pero ha venido usted a insultarme en mis propias narices?... - No señor. Lo que sucede es que la realidad es la realidad y quiero saber toda la realidad de lo sucedido en la Piazza de Matteotti. - ¿Se está usted refiriendo al horrible crimen cometido contra ese pobre hombre llamado Horacio Craignone? - ¡Exacto! ¡No es usted tan tonto como parece a primera vista y que conste que no tengo nada en contra de los homosexuales pero entre ellos abundan también mucho los tontos! ¿O no es verdad? - ¡Si sigue usted insultándome doy por finalizada nuestra entrevista personal por mucho que me disguste hacerlo! - Perdone, señor Curti, pero lo de tonto se lo digo en sentido cariñoso. - ¡Me lo dice usted en sentido cariñoso! ¡Qué emoción y qué alegría! - ¿Va a ser usted tan mal educado a estas tempranas horas de la mañana? Dicen los médicos y los psiquiatras, y yo estoy totalmente de acuerdo con ellos, que hay que levantarse de la cama, se haya dormido con quien se haya dormido o se haya dormido en la más completa soledad, con un gran sentido del buen humor para tener todo un día feliz; así que, por eso y solo por eso y no piense en lo que no tiene que pensar, es usted más tonto de lo que parece a primera vista, pero tómeselo como un cumplido. - ¿Algo así como un piropo? ¡Qué ilusión mas grande! Pero ni puta gracia que me hace este sentido del humor que usted practica. - Bien. Vamos a hablar entonces completamente en serio ya que usted así lo desea. - ¡Deseos! ¡Qué maravilloso el mundo de los deseos! ¿De qué tenemos que hablar usted y yo sobre los deseos? - Sobre usted no deseo hablar nada de nada pero... ¿cómo van las relaciones entre Germano Bisi y usted?... - ¡Uy, que mal pensado! - Me refiero a lo simplemente familiar. Los demás asuntos no me interesan. - ¿Le tengo que decir la verdad? - Digame la verdad y luego veremos... - Archibaldito es un tío simpaticón, abierto, alegre, muy dado a lo juvenil y muy experto a la hora de ganarse amistades a porrillo pero, ya que etamos diciendo la verdad, conmigo no habla nunca de sus cuestiones privadas. Cuando estamos juntos, pero no revueltos para que usted no piense mal, se limita a hablar de asuntos bancarios. Me parece que no me estima demasiado porque, al parecer, me desprecia como ser humano y no considera que lo soy. - ¿Le desprecia a usted por ser el hermano pequeño de su esposa aunque sea solamente por un año de edad? - Sí. Por un ano de edad... esto... ¡uy!... me he equivocado... quise decir un año de edad y no un ano de edad. ¿Me perdona este "lapsus linguae"? - Vaya directamente al asunto porque le repito, una vez más, que sus costumbres no me interesan conocerlas para nada de nada. Sus anos y/o sus años no me llaman la atención como temas interesantes. Marco Curti lanzó un pequeño gemido antes de continuar. - ¡Me ha nombrado el principal Gerente de su Banco, pero lo ha hecho porque tiene un gran corazón y es tan bondadoso que lo hizo debido a una petición de su esposa, mi querida y amada hermana Etna Curti! - ¿Ese tal Germano Bisi es tan amable siempre con las mujeres? - Si usted supiera... - Por eso se lo pregunto. Porque quiero saberlo. ¿De verdad cree que si yo lo supiera vendría hasta aquí para preguntárselo a usted? Céntrese en la conversación y deje de mirarme tanto porque ya me duele la cara de lo guapo que soy. Me da la sensación de que usted se va por las ramas como los monos titiriteros. - ¡No me vuelva a insultar, se lo ruego! ¡Me hace sufrir mucho eso de que los demás hombres me insulten! Antes los pucheros de Marco Curti y lo compungido que éste estaba, Pelikan decidió cambiar de técnica mientras el Gerente sacaba un pañuelo de su flamante chaqueta de traje azul y se limpiaba unas más o menos fingidas lágrimas. - No le he llamado a usted, caballero de damas tan bien servido, mono. Y tampoco le estoy comparando con un mono se lo merezca o no se lo merezca usted porque yo le veo bastante hombre se lo crea o no se lo crea. Lo que quiero decir, y no sufra más por ello, es que su cuñado Germano parece, por lo que usted me cuenta, que es un verdadero galán con las damas y que por eso tiene una secretaria que es una verdadera monada. No me va a negar usted ahora, hablando de hombre a hombre, que esa tal Elsa Brandi es toda una monada. - A Archibaldito le encanta estar rodeado de chicas muy guapas. Se abrió violentamente la puerta y apareció Germano Bisi terriblemente enfadado. - ¡¡Qué pasa aquí!! Pelikan movió su silla giratoria hasta situarse de frente al recién llegado. - ¡Hola, hola y hola y olé y olé y olé! ¿Es usted Germano Bisi? - ¡Soy el señor don Germano Bisi! - De acuerdo. Muy bien corregida mi equivocación. Es usted el señor don Germano Bisi y precisamente su cuñado Marco Curti y yo estábamos hablando de sus dotes donjuanescas. Pero... ¿podría hablar con usted a solas?... - ¿Quién es usted para pedirme tal cosa? Pelikan volvió a sacar los dos documentos y se los entregó a Germano Bisi. - Como está usted bien comprobando, yo soy el detective Pelikan y estoy aquí porque trabajo para el Comisario Jefe de la Policía de Catanzaro. Mientras el gran banquero devolvía los documentos a Pelikan, rápidamente Marco Curti se levantó del sillón presidencial de Germano Bisi y caminó hacia la puerta. - Tal como están poniéndose las cosas aquí yo estoy de sobra. Una vez desaparecido de la escena el Gerente, Germano Bisi se sentó en su sillón. - Voy a ser muy directo porque yo soy muy franco. - Admiro a las personas franquistas... esto... perdone... me refiero a las personas francas... - Entonces perdóneme por mi absoluta franqueza... pero... ¿conocía usted a un tal Horacio Craignone? - Era uno de los mejores clientes de mi Banco. - ¿Y qué más sabía usted de él? - Que era el amigo íntimo de Roberta Fena. - ¿Y quién es Roberta Fena? - ¿De verdad que no la conoce usted? - He oído hablar muy bien de ella pero no la conozco personalmente. - ¡Es una de las mejores cabareteras de "El Molino de Calabria" por no decir que es la mejor de todas ellas para no levantar celos peligrosos! - ¡Muy buena estrategia! ¿Y puedo saber quién ocupa ahora el lugar de Horacio Craignone en el corazón de Roberta Fena? - Toda la ciudad de Catanzaro sabe que su actual enamorado es Paolo, más conocido como "Nostradamus" porque tiene las rarezas de decir que adivina cosas del futuro. - ¿Tan loco está ese tal "Nostradamus"? - Eso parece. Cuando le entra la chifladura esa de decir que adivina el futuro va proclamando por todos los lados por donde pasa, y a los cuatro vientos, que es la reencarnación de Michel de Nôtre-Dame. - ¿Y de verdad alguien se lo cree? - ¡Muchos más de lo que usted se puede imaginar! - ¡Vaya, vaya y vaya! ¡Cómo está el mundo mío Dio! Pero dejemos ese asunto aparcado de momento. ¿Qué clase de cliente era ese tal Horacio Craignone? - ¡Le repito que uno de los mejores clientes de mi Banco! ¿Está usted sordo? - Me gustaría estarlo pero es del todo imposible. Oigo perfectamente bien. ¿Ese tal Horacio Criagnone le debía algo a su Banco? - Tenía una deuda muy elevada con nosotros pero eso es muy normal. - Hasta que llegó un momento en que no pudo pagar los intereses... - ¿Cómo ha adivinado eso? - Muy sencillo. Porque con todos los mejores clientes de todos los Bancos del mundo sucede lo mismo. Se quedan tran entrampados que llega un determinado día en que la palman del todo. ¿Me equivoco? - Sabe usted mucho del mundo de los Bancos. - No estoy tan loco como ese tal "Nostradamus" para adivinar las cosas. Lo que sucede es que antes de meterme a detective trabajé algunos años en un Banco de Roma. - ¿Entonces por qué me pregunta lo que ya sabe? - Porque resulta que el tal Horacio Craignone no se suicidó como ocurre con la inmensa mayoría de los grandes deudores de Banca sino que se murió en contra de su voluntad. - ¿Está insinuando que yo tengo algo que ver con ese crimen? - Estoy insinuando que Roberta Fena debe estar buenísima y que, por eso precisamente, estoy seguro de que Horacio Craignone tenía muchísimos enemigos. - ¿Por qué deduce eso si Horacio Craignone era una persona de muy buen carácter y gozaba de excelente salud y buen humor? - Porque cuando algún hombre tiene un buen plan con una mujer que está buenísima, por muy amistoso y alegre que sea, o por eso precisamente, despierta demasiadas envidias. ¿Sabe usted cómo se puede definir a la envidia? - Sería interesante saberlo... - Ponga suma atención. Vivir siempre envidiando es vivir siempre muriendo... - ¡Jolines! ¿Quién dijo algo tan sabio? - Un periodista que no sé cómo se llama pero que firma sus famosas frases como JO. - ¡Jolines con JO! ¡Vaya tío más interesante! - Bien. Volvamos a lo nuestro. Horacio Craignone debió ser asesinado por culpa de la envidia, luego murió en contra de su voluntad y no como sucede con la inmensa mayoría de los grandes morosos de Bancos que prefieren suicidarse cuando se encuentras acorralados, ¿O me estoy equivocando en algo? - ¿Está usted seguro de todo lo que está diciendo? - Si estuviera seguro de todo lo que estoy diciendo no estaría hablando con usted. - Pues no está muy equivocado... pero... yo me pregunto ahora... ¿por qué ha venido usted a preguntarme a mí sobre ese asunto?... - Deseo pensar que no tiene nada que ver con usted, pero... - ¿Pero? - Pero ya he visto demasiadas cosas en mi vida y en la vida de los demás... - ¿Algo así como si fuera un árbitro de la liga de fútbol italiana? - ¿Lo dice por lo de las mafias? - Por eso mismo. - ¡Molto buono il confronto que quiere decir muy buena la comparación! Digamos que algo así como si yo fuese Pierluigi Collina en las útimas jornadas del Calcio. ¿Me comprende y me entiende usted? - Las dos cosas. Le comprendo y le entiendo. Asuntos de maletines. ¿Ha terminado ya esta estúpida conversación? - Sólo una última cosa y acabo con usted de momento, señor don Germano Bisi. - ¿En qué puedo servirle ahora? - ¿Cómo van sus relaciones con Elsa Brandi? - ¡No sea usted tan retorcido de mente, detective de mierda! - Mi mente puede estar retorcida pero la tengo completamente limpia. En cuanto a lo de la mierda aquí huele peor que en una pocilga de cerdos de un pobre campesino de Calabria. ¿Puede usted contestarme a esa pregunta una vez bien puestos los puntos sobre las íes para saber quienes somos los dos y la enorme diferencia que hay entre nosotros dos? - ¡Elsa Brandi no es mi tipo! - ¡Le he preguntado por sus relaciones y no si es su tipo o si no es su tipo! - ¡Está bien, señor Pelikan! ¡¡Mis relaciones con Elsa Brandi son las propias de un ser superior con respecto a un ser inferior!! - ¡Muy interesante, señor don Germano Bisi, muy interesante! Pelikan se levantó pausadamente, dio la mano al gran banquero y se despidió cortésmente con un signo de victoria, formado por los dedos índice y corazón de su mano derecha. - ¡Hasta muy pronto, señor don Germano Bisi, hasta muy pronto! Después salió del despacho del gran banquero y, al pasar junto a la mesa donde trabajaba Elsa Brandi, la secretaria personal de Germano Bisi, sólo se le ocurrió despedirse con una frase espontánea. - ¡Adiós, perla! Y se dirigió hacia la calle dejando a la secretaria con la boca abierta. - Vivir siempre envidiando es vivir siempre muriendo… Lo musitó para sus adentros mientras se dirigía a tomar un buen desayuno.
Página 1 / 1
Agregar texto a tus favoritos
Envialo a un amigo
Comentarios (0)
Para comentar debes estar registrado. Hazte miembro de Textale si no tienes una cuenta creada aun.
|