El Molino de Calabria (Novela) -Captulo 21-
Publicado en Jun 01, 2015
Las balas rugían a lo largo y a lo ancho entre las dos aceras. Tanto los "colgates" como los "palmolives" disparaban sin ninguna clase de tregua. El pavor se reflejaba en el rostro de todos los transeuntes que se vieron sorprendidos por aquel infernal rifirrafe de metralletas soltando fuego en todas las direcciones. El desconcierto inicial dio paso después a las angustias del terror. Pánico en todos los rostros. Crispación por culpa de la indignación y la impotencia para poder detener aquella balacera. Así que el móvil del Comisario Jefe Archibaldo Samitti sonó de inmediato.
- ¡Jefe! ¡Jefe! - ¿Dónde están? La voz angustiada del carabineri indicó el lugar exacto. -¡En la Stazione di Torano y la Via Salerno! ¡¡Esto es el infierno, Jefe!! El Jefe Samitti transmitió la orden de inmediato. - ¡¡Teniente!! ¡¡Quiero a todos los hombres disponibles para que se dirijan a la Stazione di Torano y la Via Salerno y que aguarden a que yo esté allí presente para dar las órdenes oportunas!! ¡¡Avise a todos que se protejan porque se ha desatado el infierno y no quiero perder a ninguno de ellos!! ¿Entendido? - ¡Sí, Jefe, entendido! - ¡A la velocidad de un rayo! - ¡Eso es imposible, Jefe! - ¡He dicho que a la velocidad de un rayo y no quiero que nadie replique mis órdenes!¿Entendido ahora mejor? - ¡Sí, Jefe, entendido ahora mejor! - ¡Pues todos en marcha y allí nos vemos! Cerró la comunicación; subimos Pelikan y yo en el automóvil de Archibaldo Samitti y éste voló literalmente hasta el lugar de la terrible balacera que, en lugar de amainar, se encontraba ahora en pleno apogeo. Ya se habían producido varias muertes entre los hombres de las dos bandas mafiosas y también la de dos ciudadanos y una ciudadana que tuvieron la mala fortuna de no haber podido cubrirse a tiempo de aquella trágica batalla. Todo lo relacionado con la seguridad de los ciudadanos se había venido abajo y las vallas colocadas por la policía eran derribadas a patadas mientras los dos bandos contendientes habían colocado verdaderas barricadas mientras las metralletas llameaban por sus bocas. - ¡Me cago en la estampa de todos los "colgates" y de todos los "palmolives"! ¡O ellos o yo! ¡No hay otra alternativa ni término medio! ¡Es necesario saber que existen cuestiones que son absolutas y nada de relativismos ahora! - No se lo tome como una cuestión personal Jefe. Es el mundo en que vivimos. Está usted muy nervioso y la tila demasiado cara. - ¡Escucha, Oreto! ¡No quiero bromas de ningún tipo! ¡Si no detengo a estos facinerosos fascistas la ciudad cae en sus manos! ¡Las mafias y yo no podemos vivir en el mismo sitio! ¡Ha llegado ya la hora de llevar a cabo una limpieza total! O acabamos con todos los hampones o los hampones acaban con nosotros y si no soy capaz de acabar con ellos... ¿con qué cara me voy yo a presentar ante mi nieto que tanto me admira porque cree que soy un héroe invencible?... Tengo que acabar con todos ellos para no perder esta ciudad y, sobre todo, para no perder la admiración y el respeto de mi nieto. Estaba visto que Samitti no se encontraba de buen humor. Toda su atención estaba únicamente centrada y concentrada en acabar con las mafias de Catanzaro. Pelikan se atrevió a hablar. - Es una pena que toda Calabria esté llena de esta clade de gentuza; porque viven aquí muchas buenas personas pero los mafiosos lo ensucian todo. - ¡Por eso digo que es necesario que llevemos a cabo una limpieza total! Una vez llegados al patético escenario, Samitti no perdió el tiempo, cogió un altavoz y se dirigió a todos los combatientes de ambos bandos. - ¡¡¡Dejad todas las armas inmediatamente!!! ¡¡¡Estáis todos rodeados!!! Cuando Samitti dejó de hablar, sonó una voz muy ronca que gritó a pleno pulmón. - ¡¡¡Han matado a "Palmolive"!!! ¡¡¡Han matado a "Palmolive"!!! Cundió el pánico entre todos los facinerosos, se produjo un largo minuto de disparos de metralleta sin orden ni control alguno y, de repente, tal como habían llegado llegado, todos los mafiosos de ambos bandos subieron a sus automóviles e intentaron escapar del cerco de los polícías quienes, haciendo sonar las sirenas de sus vehículos a toda su potencia, les perseguian por las calles de Catanzaro. El caos del tráfico era mayúsculo. - Esto es el fin, Oreto. - ¿Usted cree que esto es el fin, Jefe? - Una vez muerto "Palmolive" ya es hora de ajustar cuentas con "Colgate" y meterlo entre rejas para el resto de su vida. Se hizo el recuento de muertos. En el suelo yacían, sin vida, cuatro "colgates", cuatro "palmolives", los dos hombres y la mujer que habían caído al iniciarse la batalla campal y uno de los policías. - ¡¡Cabrones!! ¡¡Era el mejor teniente que yo tenía!! ¡¡Estás muerto "Colgate"!! ¡¡Estás muerto porque no te vas a escapar!! - ¿Vamos a por él, Jefe? - En efecto, Pelikan. Vamos a por él. Samitti lloraba amargamente; así que decidí intervenir para poder suavizar un poco aquel trágico momento. - Escuche, Samitti. - ¡Nada de relatividades ahora, Oreto! ¡Hay cuestiones que son totalmente absolutas! ¡"Colgate" y yo no podemos vivir en el mismo lugar! Y eso no es una relatividad como muchos van predicando, sin saber ni lo que dicen ni lo que hacen, sino una verdad absoluta. - Sobre ese asunto estoy totalmente de acuerdo con usted. Es lo que vengo escribiendo desde hace ya muchos años y a pesar de ser tan joven siempre lo he sabido. Desde cuando solamente era un chico con pantalones cortos. Sólo quiero decirle algo. - ¿Algo relacionado con este asqueroso asunto? - Algo relacionado con este repugnante asunto. Pero no se lo tome usted como una venganza sino como una justicia. - ¿Venganza? ¿Qué sabes tú de lo que es una venganza? - Leyendo un poco sobre Historia de la Humanidad, todavía recuerdo una frase del emperador romano Marco Aurelio. Dijo en una ocasión que el verdadero modo de vengarse de un enemigo es no parecérsele. - ¿Qué quiere decir eso? - Que no actúe usted de la misma manera que actúa él porque se habrá rebajado usted a lo más ínfimo de su dignidad. - ¿Y qué sabes tú de la dignidad? - Somos dignos cuando realmente lo somos; cuando hemos dejado atrás la falsa apariencia de la hipocresía. Como Jesús, yo os digo: “Dignidad es una palabra muy manejada pero poco comprendida, porque en la práctica sólo es digno quien, necesitado, encuentra refugio en su única y verdadera personalidad. No es digno quien hace a los demás indignos y sí es digno quien respeta la dignidad de los demás. Sólo se es digno cuando se practica la dignidad, no cuando se habla de ella”. Archibaldo Samitti se quedó por unos largos segundos completamente callado antes de responder... - ¡Te admiro, Oreto, te admiro! ¡Cada vez te admiro más! - Entonces podrá comprender que su nieto le admirará a usted mucho más si no se comporta como ese tal "Colgate" o cualquiera de sus esbirros. ¿Quiere ser usted persona o quiere ser usted gente? - Quiero ser siempre persona. - Pues debe usted aprender algo que es muy esencial de lo evidente que es. También hace ya muchos años que aprendí algo fundamental. Ser persona quiere decir tener personalidad propia dentro del conjunto total que llamamos Humanidad. Ser persona es ser único y unívoco dentro de la sociedad. Mientras que ser gente sólo es ser parte de la masa y carecer de personalidad para caer en la alienación de hacer lo que hace la masa. ¿Me está comprendiendo ya? - Sí. Te estoy comprendiendo. ¿Qué quieres que hagamos ahora? - Por supuesto que ese tal "Colgate" debe pagar por todos los crímenes que ha cometido o, mejor dicho, que otros han cometido porque él lo ha ordenado. Así que vamos a por él como personas que somos para hacer justicia y no como masa buscando venganza. Sonó el mòvil del Comisario jefe. - ¡Jefe! ¡Jefe! ¡Hemos detenido a todos los que han formado parte de la batalla pero no se encuentra "Colgate" entre ellos! - ¡Llevadlos a todos a la trena porque allí se van a pudrir hasta que se mueran! Archibaldo Samitti cerró la comunicación con rabia. - ¡El muy zorro no ha participado del rifirrafe! ¡Otra vez se nos está escapando! - No se nos está escapando, señor Samitti. - ¿Tú sabes dónde se encuentra? - Yo sé dónde se encuentra y algo que hará que también se pudra en la trena rodeado de todos sus secuaces. - ¿Dónde podemos encontrarle? - Si mi intuición no me falla, y no me falla casi nunca excepto cuando quiero adivinar lo que piensan las mujeres de mí porque a veces me dan demasiados cortes aunque otras muchas más veces acierto porque no soy del todo un perdedor, ahora mismo "Colgate" está en su Finca "Montalbano" tomándose un martini después de haber desayunado opíparamente y sentado cerca de su lujosa piscina. - De acuerdo. Es tan obvio que se me había olvidado pensar en eso. ¿Pero cómo podemos hacer para meterle en la trena de por vida? - Como me va a tocar otra vez ser copiloto, ya que de eso no me salva ni la Tía Pulguilla, se lo cuento por el camino. Pelikan quiso saber algo... - ¿Quién es la Tía Pulguilla? - ¡Jajajajajá! No te asustes, Pelikan, porque en realidad no existe. - Pues no lo entiendo... - Es que es una frase que se dice mucho, en las jergas populares, cuando tienes algún problemilla que se repite una y mil veces. - ¿Como qué cosa? - Como cuando tú te vas, domigno tras domingo, a ver al Catanzaro con tus amigos y llegas demasiado tarde a tu casa y tu madre te espera todavía sin haberse ido a dormir. siemrpe pasa lo mismo. Bronca, bronca y bronca. Eso quiere decir que "no te salva ni la Tía Pulguilla". ¿De acuerdo? - Ahora sí lo entiendo. El Comisario Jefe intervino con gesto autoritario. - ¡Dejad de decir tonterías y tiremos para "Montalbano" antes de que se nos escape! - Tranquilo, Jefe, está tan convencido de que tiene una coartada perfecta que hasta nos recibirá con una de sus cínicas sonrisas mostrándonos su blanquísima dentadura completa que le ha valido el sobrenombre de "Colgate". Una vez ya en marcha, Archibaldo Samitti no se olvidó de lo que yo le había prometido contar. - ¡Empieza a desembuchar, Oreto! - Calma. Es algo que descubrí en mis investigaciones y les di mi palabra que les contaría lo que yo creyese que debía contarles. El asunto es que, dentro de su finca, existe una especie de hangar. ¿Sabe usted, Jefe, lo que hay dentro? - Supongo que automóviles de lujo. - Pues no. Eso sólo pasa en las películas norteamericanas. Lo que hay dentro de ese hangar es todo un arsenal de aparatos de tortura. Es como si fuera un Museo del Horror. - ¿Tú has visto esos aparatos? - Estuvieron a punto de matarme allí mismo. - ¿Es que te atreviste a visitarle a su propia finca? - Eso es. Quien intentó hacerme callar para siempre fue Emiliano Halcón; el mismo que asesinaron al día siguiente. - Lo cual quiere decir que fue el propio "Colgate" quien mandó que liquidaran a su mano derecha que estaba considerado como su seguro sucesor como padrino de su banda. - ¡Pleno, Pelikan! ¡Acertaste con un pleno! - Y después echó la culpa a "Palmolive" y sus secuaces de la muerte de Emiliano para que se enfrentaran las dos bandas y solventar el asunto de quién se quedaba con la ciudad de Catanzaro pero sin dar él la cara para que mataran a "Palmolive" y quedar él completamente vivo para el único padrino de todos los mafiosos de Catanzaro. - Sigues haciendo plenos, Pelikan. Intervino el Jefe... - ¡Claro! ¡Luego eso quiere decir que el sádico asesino de Horacio Craignone y Paolo "Nostradamus" es el mismísimo "Colgate"! ¿No es cierto, Oreto? - Todo parece indicar que sí. O también puede serlo Germano Bisi. - ¿El gran banquero de la ciudad? Pensar eso es una locura, Oreto. - No es una locura lo que dice Oreto. Precisamente, durante mis investigaciones como gran detective que soy, se me ocurrió entrevistar a ese tal Germano Bisi y le pude sacar buenas confesiones; como que Horacio Craignone debía una verdadera fortuna a su Banco y que estaba dispuesto a cobrársela fuese como fuese. - Gracias, Pelikan, eso quiere decir que puede que ese tal Germano Bisi sea el asesino. - Añada algo que es mucho más interesante. - Adelante, Oreto. - En mis investigaciones sobre este asunto, como buen periodista e instructor de periodistas que soy, tuve la oportunidad de hablar con las chicas del "Molino". Ellas me contaron que ese tal Germano Bisi es un verdadero sádico, un enfermo mental que las martiriza con toda clase de torturas y termina repartiendo latigazos a todas ellas; de manera muy especial a Roberta Fena. - ¡Tenemos que hablar con esas chicas! - ¡No, jefe, no! ¡Yo las tengo apartadas de la movida porque están en peligro! Las tengo escondidas en un lugar que ninguno de los mafiosos de Catanzaro se lo pueden imaginar. - Está bien. Cuídalas, Oreto. - Aunque usted no me lo pidiese yo lo haría porque son ellas mismas las que me lo han pedido a mí. - ¡Un momento! - ¿Qué sucede, Pelikan? - Algo muy evidente, Jefe. ¿No fueron Horacio Craignone y Paolo "Nostradamus" dos de los amantes de Roberta Fena? - Estoy totalmente seguro de que no fueron, para nada, amantes de Roberta Fena pero sí que tuvieron algunas relaciones sentimentales porque los dos estaban enamorados de ella. Me lo ha contado la mismísima Roberta. - ¿Qué suerte tienes? ¡Siempre te toca a ti entrevistar a las chavalas más guapas, atractivas y sexys! - No es suerte, Pelikan. Es tener estilo o no tener estilo. - Está bien. No pienso seguir teniendo envidia de ti aunque te envidio. - ¡Callad un momento, par de chiflados! Si el tal Germano Bisi es el asesino estamos ante el' caso de una locura mental pro culpa de los celos! - En efecto, señor Samitti. Unos celos tan enfermizos que hacen perder la razón, en algunos momentos, a quien los sufre. La bestia que ha asesinado tan cruelmente a Horacio y Paolo es un ser que ha perdido todo sentido de humanidad. Eso concuerda muy bien con lo que buscamos. - ¿Puede ser que "Colgate" sea el que le proporciona aparatos de tortura a ese demente? - Seguro que sí. - Entonces uno de los dos es el asesino. Tendremos que detener a los dos para poder saber quien de ellos lo es. ¿Qué opináis sobre esto? - Estoy totalmente de acuerdo, Jefe. - ¿Y tú qué dices, Oreto? - Que hay que ir paso por paso. Lo primero es encontrar a "Colgate" porque encontrar a Bisi es muchísimo más fácil ya que está enamorado de su Banco y allí se pasa casi días enteros sin apenas comer bocado hasta que los números le salen hasta por las orejas. - Pues hablando de orejas, poned los dos mucha atención porque hemos llegado a la Finca "Montalbano". Nos dejaron pasar sin problema alguno ya que íbamos con el Comisario Jefe de la Policía de Catanzaro. - ¡Bene, bene y bene! ¡Pero si son mis muy admirados y queridos amigos Samitti, Pelikan y este periodista del cual no recuerdo su nombre! - Mejor que no me recuerde no vaya a ser que sufra de pesadillas. - ¿Es esa la manera más educada de responder a un conciudadano que les recibe con los brazos completamente abiertos? - Dejemos las pamplinas para otro momento, "Colgate". Como Comisario Jefe que soy quiero echar un vistazo por su finca. - ¿Necesita usted un perro lazarillo? Puedo conseguirle uno que es capaz de dar la vida por quien le muestra su amistad. - Solo necesito la compañia de Oreto que es el apellido de este periodista. Gracias a Dios voy muy bien con la vista, pero cuatro ojos ven más y mejor que solamente dos. ¿Es que en el colegio le llamaban a usted cuatro ojos y por eso le entró trauma y sólo usa gafas oscuras para que nadie detecte sus miradas, o lo hace para seguir la moda de las películas norteamericanas de policías y ladrones en las que, para dar la verdadera imagen de padrino, es necesario usar esas gafas? - ¿De verdad han venido ustedes a hablar en serio conmigo? - No venimos a hablar en serio contigo, "Colgate", sino a ver que vemos por aquí. ¿Existe algún problema en que Oreto y yo demos una vuelta por la finca? ¡Nos encanta la natualeza cuando está tan bien cuidada! - Pueden hacer lo que quieran pero tengo vigilantes para evitar que itnenten hacer algo indebido. - Sí que tiene gracia el asunto. Todo un padrino mafioso diciendo a todo un comisario jefe de policías lo que es debido y lo que es indebido. - ¡È la vita, caro amico, é la vita! - Esperemos que no sea también la muerte... - Pueden ustedes dos darse cuantas vueltas deseen dar por mi finca pero, por favor, respeten a las margaritas y nos las vayan a pisar porque son las flores del sí y del no. - ¿Habla usted de amores y desamores? - ¡Perfecto! De eso estoy hablando. - ¿Sabía usted, padrino, que los amores y los desamores desencadenan tales sentimentos de celos en un ser humano que lo llegan a martirizar hasta enloquecerle? - Me supongo que sí. - ¿Usted que tal anda de amores y de desamores? - Me defiendo como gato panza arriba, querido amigo. - Que yo sepa no soy su querido amigo. - Pero usted ha tenido la amabilidad de hacerme una visita de cortesía con sus dos amigos y por eso me caen tan bien los tres que los considero ya como de mi propia familia. - Entonces si somos ya como de la propia familia no tendrá ningún temor a que Oreto y yo demos unas cuantas vueltas por aquí. ¿Verdad querido padrino? Al padrino "Colgate" se le borró gran parte de su sonrisa. - Esta bien. Pero no quiero jaleos de ninguna clase. - ¿Le parece poco jaleo la que han armado sus hombres contra los hombres de "Palmolive" en la ciudad de Catanzaro? - Yo no puedo responder por mis hombres cuando mis hombres quieren vengar un crimen cometido contra uno de sus más adorados ídolos. Emiliano iba a ser mi sucesor y los "palmolives" lo evitaron matándolo a sangre fría. Si mis hombres han respondido al llamado de la sangre familiar no es culpa mía y no puedo evitarlo porque soy totalmente neutral en esa batalla que me acaba de contar. - Está bien. ¡Vamos, Oreto! ¡A trabajar! Como me sabía perfectamente el camino, en muy pocos segundos le conduje a Samitti hasta el hangar. - ¡Porca miseria! ¡La puerta de entrada tiene un enorme candado! ¿Quá hacemos ahora, Oreto? Antes de que yo contestara apareció uno de los guardas más jóvenes y fuertes de "Colgate" pero que era, prácticamente, un novato en la familia de los mafiosos. - ¿Quiénes son ustedes? - Nosotros somos dos turistas extranjeros que nos gusta aprender mucho de arte italiano. - ¿Se puede saber entonces qué es lo que hacen aquí parados ante este viejo hangar? - Es que nos gusta visitar Museos y mi amigo y compañero me ha contado que aquí dentro hay uno de los más asombrosos del mundo. - ¿Se está usted cachondeando de mí en mis propias barbas? - ¡Pero si usted es todavía un barbilampiño! ¿Se ha mirado en el espejo para comprobar la cara de gilipollas que tiene? - ¡No voy a admitir ni un sólo comentario más! ¡Ahí dentro no se puede pasar porque hay piezas muy valiosas, tremendamente valiosas! - ¡No seas tonto, bebé! ¡Por eso mismo es por lo que hemos venido a tasarlas! - ¿Se puede saber qué clase de locos son ustedes? ¡Ya no comprendo nada de nada y me estoy poniendo muy nervioso! - No se preocupe. Yo soy el tesorero del Patrimonio Cultural de Calabria y este es mi ayudante. ¿Nos vas a abrir ya la puerta o nos prestas por unos minutos las llaves y la abro yo mismo, chulo de teta? ¿Todavía no has dejado de mamar de la teta de tu mamacita y ya nos quieres imponer tus caprichos a dos hombres hechos y derechos? ¡Deja de hacer el infantil y mira mi documento de identidad! Cuando el barbilampiño de los "colgates" descubrió la verdadera identidad de Samitti comenzó a temblarle el pulso de su mano derecha m¡entras entregaba las llaves al Comisariio Jefe de la Policía de Catanzaro. - Buen chico. Ahora vete a la cuna a dormir y si te portas bien te prometo que luego te regalo un chupachupa y te canto una nana para que no tengas pesadillas en la trena . Ponte a comer tus papillas de leche si no quieres que te reparta yo alguna leche que otra para ponerte a tono, soplagaitas. Mientras el barbilampiño se alejaba a todo correr, para avisar al padrino de nuestra presencia en el hangar, ya estábamos los dos dentro. - ¡¡Mío Dio!! ¡¡Esto parece un verdadero Museo del Terror!! ¡¡Vamos a por "Colgate" definitivamente, Oreto!! ¡¡Definitivamente!! Cuando llegamos de nuevo al jardín, Pelikan y "Colgate" estaban enzarzados en una discusión futbolística de carácter bizantino. - ¡Querido amigo Pelikan, si usted no considera a la "vecchia signora" como el mejor equipo del mundo es que no entiende ni papa de lo que es el fútbol! - ¡La Juventus no es el mejor equipo del mundo ni lo ha sido jamás! ¡Ahora bien el Inter de Milán de cuanto Helenio Herrera ese sí! ¡Ese sí que es el mejor equipo del mundo! ¡Usted es un boludo! Pero el Jefe Samitti ya no quería ni una sola broma más. - Señor "Colgate". Queda usted detenido en este mismo instante por ser el causante mayor de la muerte de doce personas en el día de hoy. - ¿Doce? ¿Ha dicho usted doce? ¡Ay que gracioso! ¡Igual que el número de los discípulos de Jesucristo! - ¡No le va a hacer a usted mucha gracia cuando compruebe que el resto de su podrida vida la va a vivir usted como una miserable rata en medio de otras miles de ratas más! ¡Levántese de inmediato! ¡Tiene usted derecho a un abogado defensor y a no decir nada si no está su abogado delante! "Colgate" hizo ademán de levantarse mientras metía su mano derecha en el bolsillo interior de su flamante chaqueta intentando ser el primero en disparar pero Samitti fue muchísimo más rápido y, como además había sido hasta diez veces seguidas campeón del mundo de tiro con pistola, vació todas las balas de la suya en el cuerpo del padrino, desde la cintura hasta el cráneo. "Colgate" se desplomó como un pelele al suelo tras intentar agarrarse al borde de la mesa. - ¡Muerto el perro se acabó la rabia! - A lo mejor no era tan mala persona... - ¿Qué estás queriendo decir, Oreto? - Que es muy posible que no fuese él es asesino que estamos buscando. - ¡Pero si todas las evidencias le declaraban culpable! - Jefe. Piense, Jefe. Los mafiosos siempre matan a sus víctimas con disparos de pistolas o metralleta pero, sin embargo, ni el cuerpo de Horacio ni el cuerpo de Paolo presentan disparo alguno. Luego deduzco que el asesino de ambos no es nadie de las mafias de Catanzaro. - ¡Entonces hay que detener inmediatamente al gran banquero! - Bien dicho, Pelikan. Hay que detener a Germano Bisi como el verdadero asesino si es que no se demuestra lo contrario. - ¿Insinúas que tampoco ha sido Germano? - Todavía tenemos que escucharle, Jefe. - ¿Y qué me dicen de Don Aldo Lame? - Bien, Pelikan. Buena observación, Tengo que contarle a ustedes dos que me he enterado de que Don Aldo Lame, el propietario de "El Molino de Calabria", solamente es un "hombre de paja". - ¡Ostik, Oreto! ¿Estás diciendo que hay alguien en la sombra que dirige todo este mundo infernal? - Eso es lo que estoy pensando. - ¡Entonces debe ser el acaudalado Silas Rossi! - ¡Apúntate otra, pelícano! - ¿Yo un pelícano? - Perdona. Sólo es broma. Tú no eres pelícano pero a veces haces el ganso que es un animal muy parecido. El Jefe acabó con nuestra discusión. - ¡Ahora mismo vamos a por esos dos! - Yo no puedo ir con ustedes. - ¿Es qué tienes algo más importante que hacer esta tarde? - Recuerden que no sólo soy periodista sino que también soy instructor de periodistas novatos y novatas y tengo una cita con la periodista novata más guapa de toda Calabria. Así que mientras ustedes interrogan a los dos sospechosos yo tengo cosas que hacer con mi pupila. - ¿Puedo preguntarte una curiosidad? - Si es algo relacionado con las mujeres guapas no pienso decir nada si no está mi abogado presente. - ¡Jajajajajá! No es eso. Sólo quiero preguntarte sobre quién te ha enseñado a diferenciar entre persona y gente. - No sólo leo los diccionarios sino que los analizo. Y salimos del la finca "Montalbano" mucho más felices que cuando habíamos entrado. Por lo menos yo sí.
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