El Molino de Calabria (Novela) -Captulo 24-
Publicado en Jun 05, 2015
Estuvimos viendo la película "No mires atrás" dirigida por Andrea Molaioli. No nos importaba, para nada, conocer o no conocer a los actores y a las actrices porque nos centramos exclusivamente en el argumento. En completo silencio, nos pusimos como "El Quico" de tanto comer palomitas de maíz y de tanto beber cocacola. Salimos del cine y, como teníamos muchas ganas de hablar y nada de sueño, la invité al Caffe'Imperiale, de la calle Corso Giuseppe Mazzini, número 161, para mantener una tertulia personal. Como hacía una noche espléndida, decidimos sentarnos en la terraza. Rosalinda Este había aparcado su Aprilia a pocos metros de distancia. Estuvimos un par de minutos en silencio hasta que nos sirvieron los cafés con leche.
- ¿Qué te ha parecido la película, Rosalinda? - Muy buena, Giuseppe. Muy interesante. Me ha gustado de verdad. - Cuando algo nos gusta de verdad es porque merece la pena haberlo vivido. - Buen pensamiento. - ¿Cómo contarías tú la sinopsis de lo que hemos visto? - Preferiría que comenzaras por contarlo tú. - Bien, Rosalinda, bien. Allá vamos. Una pequeña e idílica población italiana en la región de los Dolomitas, en los Alpes orientales, queda conmocionada por la violenta muerte de una adolescente en un paraje montañoso. De la capital viene el inspector Sanzio para encargarse de un caso en el que tanto la víctima como el crimen aparecen rodeados de misterios. ¿Qué tal? Ahora te toca a ti. - En “No mires atrás”, el inspector Sanzio es un policía veterano que deberá investigar varios asesinatos que tienen lugar en una pequeña localidad. Su joven colega, el inspector Siboldi, se convierte en su guía y le ayuda a conocer los lazos familiares y las relaciones del lugar. ¿Está bien? - Muy bien. Puedo hacer otra sinopsis. Escucha. Tras la muerte de una joven el pequeño pueblo italiano de los Dolomitas queda traumatizado. El comisario Sanzio es el encargado del caso, en el que la víctima es casi tan misteriosa como el propio crimen, que tiene lugar en medio de un hermoso paisaje cubierto por la niebla. ¿Te atreves tú con otra? - Sí que me atrevo. Son las ocho en punto de la mañana cuando Marta, mordiendo un donut, regresa a casa tras haber dormido en la de su tía. Un camión se detiene: Mario, un joven desequilibrado de la localidad, la convence para que le acompañe a su granja. La alarma se dispara inmediatamente, pues Marta tan sólo tiene seis años. El inspector Sanzio, un policía veterano que no hace mucho se ha trasladado a esa alejada área del país, se presenta en la localidad. Su joven colega, Siboldi, ha nacido en esos valles, se convierte en su guía y le ayuda a conocer los lazos familiares y las relaciones de la pequeña comunidad. Ambos, acompañados por Alfredo, leal compañero de Sanzio desde los tiempos en que sirvieron en 'Homicidios', se verán obligados a permanecer en la población al producirse otro asesinato; uno probablemente vinculado a una de las familias del lugar, y motivado por algún tipo de lazo sentimental o emocional: todos cuantos Sanzio conoce e interroga podrían ser asesinos potencialmente. El inspector va a involucrarse en esta historia de modo muy particular, pues su propia familia se ve atravesada por un dolor lacerante que discurre paralelo a la investigación. ¿Qué tal, Giuseppe?. - ¡Perfecto! ¡Muy completa! - ¿Tienes algo más que contar sobre "No mires atrás"? Saqué un artículo de una revista especializada en cine, que llevaba doblado dentro del bolsillo superior de mi americana, y lo desdoblé por completo. - No he elegido esta película por simple capricho. Escucha lo que dice esta revista. Te leo textualmente, Rosalinda. Resulta difícil sacar punta a una película cuando todo encaja y funciona con la precisión del mecanismo de un reloj. Si cada elemento se ha dispuesto de la mejor manera, en el lugar y el momento oportunos, cumpliendo eficazmente con su cometido, se hace muy difícil sacar una crítica negativa. Pero, cuando además, la película es un ejemplo extremado de sencillez, es incluso más complicado valorarla en el buen sentido. Algo así es lo que me ocurre ahora que trato de escribir sobre "No mires atrás", extraña traducción del original "La ragazza del lago". Es la ópera prima del italiano Andrea Molaioli. Pese a tratarse de lo que catalogaríamos como una obra menor por su bajo presupuesto y la ausencia de nombres notorios o promociones exhaustivas (quizá por eso ha tardado casi cuatro años en llegar a nuestras pantallas), logró alzarse con diez premios David de Donatello que otorga la Academia de cine italiana. Y lo cierto es que el debutante, que ha llegado a ser tildado de "Chabrol italiano" (por el crítico Jordi Batlle), logró una auténtica y majestuosa pieza de orfebrería muy limpia tanto en su trazo estético como en el narrativo, sustituyendo los escasos recursos por la belleza poética de un emplazamiento natural. Porque los referentes de Molaioli son más que obvios; la sombra que el serial televisivo "Twin Peaks" (1990-1992) dejó sobre el género es alargada, y aquí se percibe desde el mismo cartel. Un paraje rural pequeño y aislado en las montañas queda conmocionado por un súbito y nefasto acontecimiento: el asesinato a sangre fría de una agraciada y ejemplar joven (atributos pretendidamente indispensables) que colaboraba con todos los lugareños en hacer sus vidas más fáciles (otra Laura Palmer, vamos). En un intento de rescatar la tradición italiana del suspense algunos medios han llegado a vincular "No mires atrás" con el "giallo" más puro, pero su carencia de surrealismo y la parsimonia de una trama detectivesca que se sigue sin pérdida, desechando alambiques y tonificaciones, terminan por encajarla en otra tradición, la del "noir" clásico. Es imposible disimular la identificación de la premisa de la que parte el guión basado en la novela de Karin Fossum con la de la creación de David Lynch y Mark Frost, y su gran baza -imaginario y atmósfera extravagantes aparte- también reside en la revelación de los sórdidos detalles concernientes a la víctima (la falta de comunicación y una vida atormentada que afloran con cada pista como rasgos omnipresentes en el género). En "No mires atrás", estas circunstancias se antojan un tanto inverosímiles y, aún desde el romanticismo, nunca llegan a traspasar el marco de la posibilidad como lo hacían en "Twin Peaks". Aunque, al igual que ocurriera con la llegada del metódico y desconcertante agente del FBI Dale Cooper para interrogar al pueblecito del estado de Washington, la entrada en escena del inspector Sanzio actúe como un eficiente catalizador que provoca una reacción de incontinencia informativa en la gestualidad de los personajes, se hace palpable una salvedad en su perfil, derivado de la escuela catódica moderna, del que hace gala, entre otros, el también celebérrimo doctor House: una existencia rutinaria, una indispensable sagacidad y el tan sobrevalorado cinismo. En lo que respecta al resto de los caracteres, se ha procurado la representación de una galería arquetípica de número reducido y apropiado para la corta duración de la película. Y es que el principal atractivo del policíaco se halla en la codiciada captura del homicida furtivo, pero ya familiarizado para con el espectador al haberle acompañado durante todo el período de incertidumbre y cuya sorpresa implícita en el descubrimiento final se comporta como un arma de doble filo: nunca llueve al gusto de todos. Precisamente, la confección de unas interesantes y emotivas relaciones entre los personajes, todos sospechosos, es el artefacto que saca a flote una trama manida -a lo que además contribuye una llamativa y asimétrica banda sonora a base de música instrumental y electrónica- con un único pero. La falta de dilatación de una cábala que, como bien demuestra su fuente original, da para una serie de varias temporadas, hace pensar en la austeridad como una obsesión para Molaioli que, lejos de complicarse la vida, aceleró la intriga resintiendo el ritmo y precipitando el remate; lo que no tiene porqué significar un infructuoso desenlace, ojo. Esas interacciones explícitas o diluidas alrededor del asesinato, desde la vida privada del inspector con su mujer enferma de alzheimer hasta el núcleo familiar de la muerta -presidido por un padre que la idolatraba hasta el deseo sexual-, constituyen un entramado de enfermiza intensidad (sin llegar al "frikerío" ni al culebrón de "Twin Peaks") con bruscos altibajos de amor-odio, clamando una rotunda y sobrada causa para un horroroso crimen que nadie se explica, independientemente de las buenas intenciones y la relajación que pueda conferir el entorno a su día a día. Entonces fue cuando entramos ya en el terreno de lo personal de nosotros dos. - Dicen que los hombres tímidos sois los más valientes y, viendo cómo actúas tú, debe ser verdad. - Quizás sí o quizás no. - ¿Por qué tienes tantos quizás en la recámara de tus expresiones, Giuseppe? - No creas que tengo tantos quizás. En las cuestiones que resultan que son absolutas, y en las cuales creo rotundamente, no tengo ninguna clase de dudas. - Has hecho un gran acto de Justicia, Giuseppe. - Mi conciencia moral era poder escucharla; pero mi conciencia ética era tener que detenerla. Sólo he convertido un proceso de la muerte en una defensa de la vida. - De acuerdo, Giuseppe, de acuerdo. - ¿Te cuento algo interesante, Rosalinda? - ¡Tú siempre cuentas algo interesante! - Gracias. De ella, si Dios quiere, se encargará la Justicia, que entre nosotros es más lenta que un diccionario abierto en la palabra tortuga, que dijo un poeta que prefirió apartarse de su camino y largarse fuera de su país porque no quiso arriesgarse a que le dieran la razón cuando ya estaba a punto de perderla. - Parece como si estuvieras hablando de ti mismo. - No sólo parece sino que podría ser hasta verdad. - Estoy muy feliz, Giuseppe... - ¿Puedo saber la causa si no es molestarte demasiado? - Un hombre como tú nunca molesta. La causa de que esté muy feliz etriba en que ahora sí que voy a ser ya periodista fija de la plantilla de "Il Giornale di Calabria" en Catanzaro... y de esta manera podemos seguir trabajando juntos... - Probablemente sí... pero posiblemente no... - Ante esa disyuntiva me quedo con lo porbable. ¿Qué te parece si lo celebramos en mi casa con una botella de champán y terminamos los dos dentro de mi cama? - En cuanto a lo de trabajar juntos y ahe dicho que posbiblemente no... y en cuanto a lo de estar los dos juntos en tu cama... pues muchas gracias por las mercedes que me das... pero no... ni puedo ni debo tener relaciones sexuales contigo... - ¿No me digas que no puedes? - Voy a ser más concreto y más exacto para entendernos mejor. Poder si que puedo pero no debo y para mí los deberes son más importantes que los poderes en todos los órdenes de mi vida; incluyendo, por supuesto, el sexo. - ¿Eso quiere decir que hay alguna dentro de tu corazón? - Eso quiere decir que siempre ha habido una dentro de mi corazón, que siempre hay una dentro de mi corazón y que siempre habrá una dentro de mi corazón. Solamente una nada más. Una nada más y la misma de siempre. - Pero es otra... - Sí, Rosalinda. Es otra. - ¿Y si te dijera que yo estoy verdaderamente enamorada de ti? - Me olvidarás mucho más pronto de lo que ahora estás creyendo. - ¡No! ¡Es imposible! ¡Nunca te olvidaré! - Quizás me recuerdes de vez en cuando... pero me olvidarás porque serás feliz... - No. No seré feliz sin ti. - Escucha este poema, Rosalinda, y lo comprenderás del todo. Tú no puedes volver atrás, porque la vida ya te empuja, como un aullido interminable, interminAble. Te sentirás acorralada, te sentirás perdida y sola, tal vez querrás no haber nacido, no haber nacido. Pero tú siempre acuérdate de lo que un día yo escribí pensando en ti, pensando en ti, como ahora pienso. La vida es bella ya verás, como a pesar de los pesares, tendrás amigos, tendrás amor, tendrás amigos. Un hombre solo, una mujer, así tomados de uno en uno, son como polvo, no son nada, no son nada. Entonces siempre acuérdate, de lo que un día yo escribí pensaNdo en ti, pensando en ti, como ahora pienso. Nunca te entregues, ni te apartes, junto al camino, nunca digas no puedo más y aquí me quedo, y aquí me quedo. La vida es bella ya verás, como a pesar de los pesares, tendrás amigos, tendrás amor, tendrás amigos. Entonces siempre acuérdate de lo que un día yo escribí, pensando en ti, pensando en ti, como ahora pienso... - ¿Y tú? ¿Me recordarás también de vez en cuando? - Escucha, chavalilla. Soy un chico diferente a los demás. No puedo evitarlo. Te recordaré pero no será por otra cosa sino para pensar en lo que nunca jamás pudo ser; lo cual es muy distinto de recordarte con dolor. ¿Me entiendes? - Te entiendo. ¿Y qué vas a hacer con el trabajo? ¿De verdad no quieres seguir a mi lado en "Il Giornale di Calabria" de esta hermosa ciudad de Catanzaro? - Pues no, Rosalinda, pero no es por tu culpa ni porque tú estés trabajando allí. No estoy huyendo de ti ni de nadie. Estoy forjando ese destino que la Providencia de Dios me tiene reservado. - ¿A dónde irás? - De momento a la ciudad de París. - ¿Por que está ella allí? - Sí. Porque está ella allí. - ¿Y tus sueños de periodista y escritor? - Los cumpliré con creces, Rosalinda, los cumpliré con creces. - ¿Cómo estás tan seguro de ello? - Es Palabra de Dios y yo nunca dudo de la Palabra de Dios. - ¿Y yo qué puedo hacer ahora sin tu ayuda? - Según profetizó Ezequiel, el de la Biblia, no existe la pared. Yo creo que la pared la construimos nosotros cuando no queremos que los demás sepan la verdad que hay dentro de nuestros corazones. Pero como dijo Juan el Evangelista, en esto conocemos que somos de la verdad, en que no construimos paredes entre nosotros y el resto del mundo. Así que sigue adelante y cuenta sólo la verdad. Y no te olvides de ir a buscar a las chicas del "Molino" para decirles que ya están liberadas y que no tengan miedo porque ha terminado el terror para ellas. De repente, y sin previo aviso, Rosalinda Este puso su mano derecha en mi pecho y a la altura de mi corazon. - Parece como si no latiera tu corazón cuando hablamos de emociones. - Y sin embargo las vivo con gran intensidad. - ¿Cómo consigues hacer eso? - ¿Cómo consigue un roble crecer? - A través de la Naturaleza. - Eso mismo sucede conmigo. Asumo las emociones tal como son las emociones y no tal como muchos manipulan las emociones. Si lloro es que lloro. Si río es que río. Si pienso es que pienso. Si actúo es que actúo. Y así hasta el infinito. ¿Lo entiendes? - Creo que sí. - Pues ese infinito es mi camino. - ¿Por qué es tan difícil tener compasión de la señora Vito? - Para tener compasión antes es necesario tener comprensión. Si comprendes bien te darás cuenta de que nunca competimos contra nadie sino que o somos o no somos compañía. La señora Vito no quiso ser compañía del mundo y por eso el mundo no puede tener compasión de ella. Mira bien que digo el mundo y no Dios. Como se dice en el argot policíaco, ella misma se cavó su propia tumba. Dios no es culpable. Por eso debes contar la verdad de lo sucedido, Rosalinda, sin añadir ni quitar nada de lo que hemos descubierto. ¿Lo vas a hacer así? - Te prometo que lo voy a hacer así. - Es la mejor de las maneras que tienes para que triunfes en "Il Giornale di Calabria" de la ciudad de Catanzaro o de cualquier otra ciudad donde desees que te destinen. - ¿Y ahora cómo nos despedimos nosotros dos? - ¿Puedes llevarme hasta el Aeropuerto Internacional de Lamezia Terme en nuestra querida Aprilia? Me he acostumbrado tanto a ella que la prefiero antes que viajar en un taxi. - Pero... ¿y tú equipaje?... - ¿Mi equipaje? Yo no llevo nunca equipaje. - ¿Cómo es posible eso? ¡Nadie viaja sin equipaje! - Quiero decir tal como los demás creen que es un equipaje. - Pues ahora sí que no te entiendo... - Mi equipaje es siempre un montón grande de sueños convertidos en ideas. ¿Comprendes? - Comprendo que ella debe ser muy especial. - ¡Por fin lo has entendido! Fuimos sin hablar hasta el Aeropuerto Internacional de Lamezia Terme, entramos en la sala de ventas de billetes, compré uno para París y, dándole dos besos en la cara, me despedí de Rosalinda Este para siempre. Pasé por el control de pasaportes y le dediqué mi última sonrisa antes de desaparecer camino de la Sala de Espera de los viajeros. Y ya en el avión, mientras comenzaba a elevarse hacia las nubes y en mi mente surgía la ciudad de París, saqué una de las hojas blancas que siempre llevo en mis bolsillos y escribí. - Me viene a la recóndita memoria un avión volando hacia las nubes. Entonces subes como si fueses niño montado en noria y estuvieses soñando el minuto estrella de la gloria. Es la luz eterna de ese mundo en donde todo es un profundo destello como un obús. El autobús de mi infancia convertido en un eterno y hondo latido entre cañas de bambú. Sí. Una nube controvertida para cerrar alguna herida y abordar el infinito. Medito. Me siento eterno en la vida bajo el cálido sol bendito. Miro por la ventanilla. Veo el mapa de la sierra y rebasada la tierra miro al sol cómo brilla. ¿Por qué la Eternidad? Porque pongo a mi edad todo lo completo y eterno en el corazón siempre tierno mientras subo sin pensar. Que el mundo es sólo un andar de nube en nube por el cielo y el segundo paralelo se queda partido en dos: una parte es de los celos y la otra parte es de Dios. Al elegir la segunda siento la vida profunda que se hace Libertad. ¿Y qué es la Eternidad que inunda al hombre con su Verdad? Un viaje por el aire para olvidar el desaire de quien te hace olvidar que todo debe esperar a ser eterno cual ave. Volar. Suave forma de viajar hasta el límite infinito de un corazón escrito allá abajo en el mar. Una manera de amar todo lo que es distinto dejando que sea el instinto quien dirija tu soñar. FIN
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