Tristes o alegres? (Reflexiones)
Publicado en Jun 12, 2015
Uno de los mayores errores y de las más graves creencias que rayan ya en la estupidez (y perdón por lo de decir estupidez pero al pan pan y al vino vino) son las que cometen los no creyentes (ateos o dudosos porque de las dos clases hay) al ir publicando por ahí, por donde ellos pululan como cotillas y mal hablados, que nosotros (los verdaderos cristianos y las verdaderas cristianas) somos gentes tristes, gentes aburridas, gentes pesadas, gentes que no saben divertirse o incluso gentes que no sabemos nada del humor. Pues bien. Vuelvo a insistir que es uno de los mayores errores y de las más graves creencias que tienen sobre nosotros. Vamos a ver si ya se dan cuenta de sus estulticias.
En primer lugar, los cristianos y las cristianas no somos gentes sino personas; y somos personas que viven entre las gentes sin dejar nunca de ser personas. Eso para que, antes de hablar de nosotros, piensen cómo nos van a definir a nosotros. Muchos creen que somos tristes pero la realidad, demostrada en miles y miles de ocasiones, es que somos alegres. Muchos creen que somos aburridos pero la realidad, demostrada en miles y miles de ocasiones, es que somos siempre amenos tanto entre nosotros mismos como cuando estamos con los demás. Muchos creen que somos pesados pero la realidad, demostrada en miles y miles de ocasiones, es que somos siempre entretenidos. Muchos creen que nosotros no sabemos divertirnos pero la realidad, demostrada en miles y miles de ocasiones, es que acudimos a los mismos lugares de diversión que el resto de los seres humanos. Y muchos creen que nosotros no sabemos nada del humor pero la realidad, demostrada en miles y miles de ocasiones, es que escribimos y contamos chistes para gozar y hacer gozar a los demás. Muchos creen que somos ermitaños que, o estamos aislados en alguna cueva de eremitas o nos pasamos todas nuestras vidas de rodillas, sufriendo mientras rezamos todas las 24 horas de día rosarios y más rosarios pero la realidad, demostrada en miles y miles de ocasiones, es que nosotros no rezamos sino que hablamos con Dios sin tener que ponernos de rodillas, cuando nos apetece y no cuando nos obliga nadie, y para pasarlo "en grande" hablando con Dios a través de Jesucristo y gracias a la Gracia del Espíritu Santo. ¿No será cierto que esos que dicen tales cosas de nosotros y de nosotras es que se miran en los "espejos" de sus vidas y quieren hacernos pasar a nosotros y a nosotras lo que, en el fondo, son todos ellos y todas ellas? Lo más seguro que sí. Y ahora a reflexionar antes de decir de nosotros y de nosotras tantas cantidades de idioteces. Lo que sucede, para que se enteren todos ellos y todas ellas, es que tenemos una inmensa alegría que se llama Esperanza.
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Jos Orero De Julin