Los picaderos de La Habana (Diario)
Publicado en Jun 16, 2015
Estamos ya metidos de lleno en el primer tercio del siglo XXI después de Jesucristo. Hoy es, exactamente, el día 16 de junio del año 2015. Estoy pensando que existe una tremenda discusión social sobre la juventud española. ¿Es verdad que tienen conciencia sobre lo que hacen en cuanto a las relaciones sexuales? ¿Es una reacción espontánea o es un producto derivado de acciones ejecutadas por generaciones anteriores? Entonces, al hacerme estas preguntas, es cuando comienzo a pensar en los picaderos de La Habana. No me refiero a los picadores de las corridas de toros sino a otra cuestión que también se trata de cuernos de por medio. Y cuando recuerdo a los picaderos me vienen a la memoria "Maot" (El Curro) y "Ciñouv" (El Boina): las dos caras opuestas de un mismo momento de los tiempos del ayer. Pero posiblemente haya que explicar sus diferencias aunque los hechos sean los mismos.
Segunda mitad del pasado siglo XX. ¿Echamos la culpa al empedrado o son muchos los culpables si es que hablamos de la verdad?. Así que vayamos a los hechos. Recuerdo dos zonas muy conocidas por todos: La Ballesta y La Habana junto con los territorios urbanos cercanos a ellas. ¿Qué pasa en La Ballesta? ¿Qué sucede en La Habana? Que son dos centros populares del ejercicio de la prostitución. Lo único que los diferencian son las clases sociales: la clase baja de La Ballesta y la clase alta de La Habana. En medio nos encontramos la clase media observadora. Y lo que se observa es que las mismas que ejercen el oficio más viejo del mundo en La Ballesta son las que ejercen el oficio más viejo del mundo en La Habana. O sea, que las prostitutas de La Ballesta (que cobran poco porque se dedican a las clases bajas) son las mismas prostitutas de La Habana (que cobran mucho porque se dedican a las clases altas). ¿Cómo se produce esta metamorfosis propia de un Kafka cotidiano? Es muy sencillo. Basta con cambiarse la vestimenta, arreglarse el cabello, pintarse de otra manera y se produce el "cambiazo" para engañar a los clientes. Las mismas de los prostíbulos de La Ballesta son las que laboran en los picaderos de La Habana. Recuerdo dos ejemplo vivos de "pardillos". Son "Maot" y "Ciñouv". La cara rica y la cara pobre de una misma moneda. Hoy en día, como siempre, los jóvenes pueden o no pueden tener relaciones sexuales extramatrimoniales. Nada nuevo bajo el sol. Proverbio con el que se manifiesta la creencia de que la originalidad es poco o nada común y que todo tiende a repetirse, imitarse o, directamente, copiarse; con ella se dice que uno no se sorprende por algo pretendidamente nuevo. Así que dejemos la hipocresía y digamos las cosas como eran antes y como son ahora. Y nada de eufemismos. Hablemos de ligar. Ligar significa, para las mentes sanas, saber enrollarse con las chicas, saber estar con ellas y pasarlo bien con sus compañías. Pero el verbo ligar no es el verbo follar. Porque se puede ligar sin tener que follar y se puede follar sin tener que ligar. Quien diga que esto no es cierto simplemente está mintiendo. Es importante saberlo para explicar los sucesos sexuales de La Ballesta y La Habana. Y eso no es propio de la juventud actual sino que viene arrastrándrose de muchísimas generaciones anteriores. Lo que sucedía entonces, en la segunda mitad del pasado siglo XX, es lo mismo que sucede ahora. Existían jóvenes que sabíamos ligar y existían jóvenes que no se comían ni una rosca y que, como tenían hambre, saciaban sus impotencias en La Ballesta y en La Habana. A La Ballesta acudían los desesperados de las clases bajas ("Ciñouv" es un ejemplo) y a La Habana iban los desesperados de las clases altas (un ejemplo es "Maot"). Es por lo tanto fácil de descubrir lo que quería decir "Ciñouv" con aquello de "yo he picado muy alto" y lo que quería decir "Maot" con aquello de "esta noche voy a un picadero". Los muy infelices es que, sabiendo que no sabían ligar con chavalas, no se daban cuenta de que tenían que pagar dinero a las mismas prostitutas de siempre; mientras que, para decir la verdad de manera imparcial, resulta que la juventud actual lo hacen de manera mucho más natural y sin pagar ni un céntimo. ¿La Ballesta de los pobres y La Habana de los ricos eran productos de la represión social y sexual por parte de las autoridades seglares y los obispos eclesiales? Sí. Ese era el factor más importante de aquellas manifestaciones con las que se consolaban quienes no sabían ligar. Si "Ciñouv" se jactaba de "picar muy alto" era porque no sabía enamorar a una chica que tuviese clase y estilo. Y cuando "Maot" se jactaba de "ir a los picaderos" era porque le sucedía exactamente lo mismo que a "Ciñouv" con esa clase de chicas. Y como "el hambre les abría el apetito", como bien habría podido escribir Cervantes en sus "Novelas Ejemplares", la cuestión era satisfacerse gastando billetes tras billetes aun sabiendo que eso no era amor. ¿Y la juventud de hoy en día? ¿Lo hacen por amor? Tendríamos que ir analizando a uno por uno y a una por una para saber cuándo lo hacen porque se aman o cuándo lo hacen porque se gustan. Yo sólo lo hice por amor y jamás tuve relaciones sexuales ni en La Ballesta ni en La Habana. ¿Comprendéis ahora por qué no quise jamás coger ninguna "varilla" sabiendo ya lo que son las "varillas", de las que tanto me hablaban "Ciñouv" y "Maot", aunque tuve miles de ocasiones para hacerlo? Solamente me dediqué a disfrutar de la vida hasta que encontré a la chavala de mis sueños. Y entonce sí. Entonces me casé sólo por amor y sólo por amor tuve relaciones sexuales. Me parece que, en este sentido, sigo siendo tan joven como cualquier joven del día de hoy. Cierro mi diario pensando en mi colega periodista y a la vez colega escritor, el norteamericano Hunter Stockton Thompson (18 de julio de 1937 - 20 de febrero de 2005) que fue quien escribió que "el sexo sin amor es tan hueco y ridículo como el amor sin sexo". Y esa es una gran verdad para seguir viviendo sin hipocresía. Quizás "Ciñouv" (El Boina) y "Maot" (El Curro) se hayan ya dado cuenta de que no sabían ligar.
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