FUERA DE JUEGO (Relato - Versin B)
Publicado en Jun 26, 2015
FUERA DE JUEGO (Relato - Versión B)
En las humildes tascas de la barriada de San Diego, en el distrito madrileño de El Puente de Vallecas, todos los aficionados al fútbol hablan maravillas de las portentosas cualidades que posee el joven Andrés Castillo Martín-Sanz quien, con sólo 16 años de edad, deslumbra semana tras semana en los campos arenosos, duros e infernales, a los espectadores que acuden a los partidos de la Liga Barrial de Vallecas. - ¡Tú sobrino es verdaderamente un genio, Patricio! ¡Cómo se nota que es algo genético! - ¡Joder, Fernando! ¡Deja de decir tantas gilipolleces! ¡Nada de genético ni de chorradas bilógicas o como puñetas se diga! ¡Lo que pasa es que Andrés tiene una inteligencia superior a la de todos nosotros juntos! - ¡Pues yo sigo insistiendo que no es normal! - ¿Estás llamando anormal a mi sobrino? Andrés Castillo Martín-Sanz, ajeno por completo a todas las discusiones y polémicas que se levantan en torno a su figura que comienza ya a ser todo un mito en San Diego, sigue jugando como los ángeles en el equipo de la barriada. Semana tras semana se va erigiendo en el héroe de todos los partidos. Hasta los rivales que se enfrentan al San Diego Club Fútbol, que capitanea y lidera Andrés, le respetan y le admiran al mismo tiempo. Y no sólo por la forma que tiene de jugar sino por la manera en que mueve a todos sus compañeros, sin ninguna clase de prejuicios ni preferencias, llevándoles a las victorias de una manera sencilla, fácil, natural; porque Andrés Castillo Martín-Sanz no solo hace fácil lo difícil sino que ha asimilado tan portentosamente las enseñanzas de su tío paterno Patricio Castillo, un ex republicano que tuvo que salir de España tras la victoria frnaquista en la Guerra Civil y que llegó a triunfar en el Colo Colo de la ciudad de Santiago de Chile, que, una vez que éste ha vuelto a España, supera con mucho cualquier expectativa que los demás tienen sobre él. Andrés sueña, desde que era un niño con uso de razón, con llegar a ser un profesional de la talla de Míchel, el componente de "La Quinta del Buitre" del Real Madrid, a quien admira y de quien aprende técnicas futbolísticas para emularlas y sin darse cuenta de que incluso las supera sabiendo que sólo es, todavía, un jugador en edad pre juvenil. Las chicas guapas de la barriada de San Diego también se han fijado en él. - ¡Todo lo que tiene tu hermano de futbolista lo tiene de tío bueno! Carmina, la hermana pequeña de Andrés, se siente orgullosa de él cuando sus amigas le cuentan estas confesiones como la que le ha contado Merche, la más acérrima admiradora de su hermano que hasta piensa, algún día de estos, poder ponerle la mano encima. - ¡Ni se te ocurra molestar a mi hermano, guapa, porque es intocable! - ¿Es que no puedo tocarle ni tan siquiera? - Sí. Eso sí. Pero muy poco para no desgastarle. Pero Andrés tiene tanta resistencia física que no le importa desgastarse todo lo que sea en cada partido que juega. Sus enormes facultades atléticas y su extraordinaria calidad jugando al fútbol, que va mucho más allá de cualquier cuestión técnica porque derrocha una inteligencia impropia para un futbolista de tan poca edad, está haciendo que su nombre comience a interesar a los ojeadores de los principales equipos de fútbol de la ciudad de Madrid. Incluso el gran Don Miguel Malbo, creador de la cantera de los "merengues" blancos, se ha empezado a interesar por él. Quiere comprobar si lo que le cuentan de aquel tal Andrés Castillo Martín-Sanz es una realidad o solo una ilusión de aquellas pobres gentes que tienen al fútbol y las bromas de buen humor como vías de escape para no pensar en las duras realidades de sus vidas y las vidas de su familias. Andrés, por ejemplo, sabe que tendrá que ser él el que mantenga a toda su familia porque, habiendo quedado huérfano de padre cuando solamente era un niño nada más, ahora comprueba que su tío Patricio cobra una miseria como español retornado, que su madre está muy enferma por culpa de la artrosis producida de tanto fregar los suelos de los "señoritos" del madrileño Barrio de Salamanca, y que su hermana Carmina es todavía demasiado pequeña para poder defenderse en la vida por sí misma. Así que su sueño de ser una estrella del Real Madrid, como lo es ya Míchel en aquel grupo conocido como "La Quinta del Buitre", tiene una doble vertiente: cumplir con su máximo sueño de la infancia y sacar de toda clase de necesidades a toda su familia o incluso a algún amigo que de verdad le necesite. Porque el "Pato" de San Diego, como le llaman sus más íntimos amigos y sus más íntimas amigas debido a que su tío, quien le ha inculcado la fiebre por el fútbol, se llama Patricio, no sólo es un genio que sabe jugar con las dos piernas, pero del que dicen que tiene una "zurda milagrosa", sino que, además, lo que más destaca de su personalidad es que tiene un "corazón de oro" a la hora de compartir lo poco que tiene con los demás. Su tío paterno Patricio Castillo, que le adora como si fuese su propio hijo, es un hombre sencillos, campechano, socarrón y bromista. - ¡Yo fui muy famoso en el Colo-Colo pero tú vas a ser más famoso que la Coca-Cola! - No me importa ser solamente el "Pato" de San Diego, tío, porque al fin y al cabo San Diego también fue un hombre famoso en la historia de la humanidad. - ¿San Diego? ¿Quién fue ese tipo, Andrés? - Un fraile sevillano conocido como Fray Diego de San Nicolás, de allá por el siglo XV después de Jesucristo, más conocido como San Diego de Alcalá porque vivió y murió en Alcalá de Henares. - ¡Hostias, chaval! ¡Con la iglesia hemos topado! ¡Prefiero irme a tomar una copa con Fernando a la tasca del Braulio antes que tener que confesar todos los pecados que he cometido a lo largo de mi ya vieja vida! Andrés Castillo Martín-Sanz, el joven de la sonrisa bohemia e inocente, como le conocen todas las chicas guapas que se fijan en él, pasa buenos momentos cuando a su tío Patricio se le ocurren tales salidas espontáneas que parecen más propias de un torero en apuros que de un hombre tan avezado en la vida. Y es por eso cuando, al terminar el Campeonado de la Liga Barrial de Vallecas, donde ha sido elegido como el Jugador Má Valioso de la temporada, además de máximo goleador, cree que es una broma que le está gastando cuando su tío le hace saber que Don Miguel Malbo le ha citado para que pase una prueba en la Ciudad Deportiva del Real Madrid con intención de saber si le fichan o no le fichan para los equipos juveniles de dicho club. - ¡Tómele el pelo al calvo de Carlangas, tío! - ¡Es cierto que la cabeza de Carlangas tiene menos pelos que las bolas de Villar con las que me entretengo con tal de no ir a misa, pero te juro que esta vez sí que es verdad! - ¿Si es mentira me prometes que irás a misa a confesarte? ¡Y a ver si aprendes que no se dice Villar con uve sino billar con be! - ¡Que es verdad, joder! ¡Que Malbo es Malbo y yo las cosas de Malbo me las tomo más en serio que las amenazas de La Petra cuando intento ligar con ella! Andrés Castillo Martín-Sanz no sabe si es verdad o es broma lo que le está afirmando su tío Patricio Castillo pero resulta que es totalmente cierto y, un par de días después, se presenta en la Ciudad Deportiva del Real Madrid acompañado de su inseparable tío, de un pequeño puñado de amigos íntimos y de su hemana pequeña Carmina que cada día que pasa le adora más. Son ellos los que le han ido animando en el autobús mientras Andrés, el "Pato" de San Diego, iba concentrado en el asunto porque sabía que debía dominar todos sus nervios para poder dar de sí, en la cancha de césped donde va a jugar por primera vez en su vida de futbolista, todo lo que lleva dentro en cuanto a calidad e inteligencia. Eso le hace ser responsable y mantener la calma. Eso y porque ya está acostumbrado a ser el capitán y el líder del San Diego Club Fútbol. - ¡Nada de rajarse ahora ante nadie, Andrés! ¡Si tengo que rajar a alguien para que te fichen lo rajo de arriba a abajo! - ¡No seas bruto, tío, que a veces más que persona pareces un pollino cervantino! - ¿Cómo me has llamado, niña de los demonios? - ¡Pollino cervantino! Claro que tú de Cervantes sabes menos que del lenguaje de los etruscos que falta te hace un poco de cultura para estar al día. - Cómo no voy a saber nada de Cervantes si era el portero titular del Real Murcia... Estos jocosos diálogos entre su tío y su hermana eran lo que más le entretenía a Andrés cuando tenía que enfrentarse ante alguna dificultad en su vida. Así que, relajado pero con la procesión por dentro, jugó el partido de prueba y, ante el entusiasmo de todos los que le acompañaron aquel día, rápidamente Don Miguel Malbo le hizo saber que estaba fichado para jugar directamente, la siguiente temporada ya que entonces tendría 17 años de edad, en el Juvenil A del Real Madrid. - ¡Chaval! ¡Juegas mejor que los ángeles! ¡El domingo que viene quiero que vuelvas a esta Ciudad Deportiva con dos fotografías tamaño carnet de identidad porque estás fichado para el Juvenil A! - ¿Es de verdad, Don Miguel? - Yo soy Malbo y Malbo nunca se equivoca cuando descubre talentos naturales. Así que creételo porque es verdad. Pero quiero que te cuides y acudas en perfectas condiciones físicas. ¿Sabes a lo que me estoy refiriendo? - Sé a lo que se está usted refiriendo y, en ese sentido, no se preocupe porque desde que era un niño con uso de razón sé muy bien lo que debo hacer y lo que no debo hacer. - Se nota que has jugado de capitán y que sabes ser un buen líder. Si demuestras en los próximos entrenamientos que es verdad todo lo que he visto hoy en este partido ten por seguro que jugarás como capitán y líder del Juvenil A del Real Madrid. Palabra de Malbo. Aquello fue como si las puertas del cielo se abrieran de par en par para Andrés Castillo Martín-Sanz que no sólo demostró en los entrenamientos que era verdad todo lo que se contaba y se decía de él sino que durante toda la temporada brilló a tan gran altura que el propio entrenador de los profesionales del Real Madrid, el holandés Leo Beenhaker, le estuvo observando las veces que pudo hacerlo en directo o, en las ocasiones en que no podía hacerlo de esta manera, enviando a algunos emisarios del club para que tomasen notas de todo lo que hacía o dejaba de hacer sobre el césped aquel chaval de tan solo 17 años de edad, que jugaba con tanta seguridad que parecía como si llevara 17 años jugando como profesional. Para Andrés, el "Pato" de San Diego de Vallecas, acostumbrado a jugar en campos arenosos, duros e infernales, aquellos de jugar sobre un césped mullido y bien cortado le vino como anillo al dedo porque su fútbol, que era de muchísimos kilates, ganaba mucho en vistosidad y acierto sobre aquella clase de terreno de juego. Olvidó las continuas heridas que tenía que soportar cuando caía al suelo en los campos arenosos, duros e infernales de Vallecas y cogió muchísima mayor confianza si que es que podía coger más confianza todavía que aquella con la que se había presentado en la Ciudad Deportiva el día de la prueba. En las tascas humildes de la barriada de San Diego el tema era de candente actualidad. - ¡Que yo te digo a ti, Patricio, que tu sobrino tiene algo especial en su ADN! - ¿En el DNI? ¿Qué puede tener de especial mi sobrino en el DNI si es un carnet de identidad como cualquier otro? - ¡ADN, Patricio, he dicho ADN! - ¡Hostias, hostias, hostias! ¡Un día de estos entre las alegrías que me está dando el chaval y tus tontas historias, Fernando de los cojones, voy a terminar completamente loco! ¡Lo único que sucede es que Andrés es un futbolista de verdad desde que nació y no como otros muchos que se las dan de astros y parecen astrónomos porque cuando están jugando parece como si estuviesen en la Luna! ¿Te has enterado ya, tonto de los huevos? El que si se enteró de las grandiosas cualidades y calidades futbolísticas de Andrés Castillo Martín-Sanz fue el entrenador del equipo de los profesionales, aquel tal Leo Beenhaker, holandés que gozaba de mucho prestigio en la ciudad de Madrid, quien pronto descubrió que aquel muchacho era un diamante al que sólo le faltaba pulirlo lo suficiente como para convertirle en estrella mundial. Así que tomó la decisión de incluirle en la pretemporada con los jugadores profesionales y los que tenían la oportunidad de aprovechar dicha pretemporada para poder ser tenidos en cuenta a la hora de convertirse en profesionales. Beenhaker descubrió que Andrés Castillo Martín-Sanz podría llegar a ser tan bueno como Míchel, o incluso mejor que Míchel, así que lo comentó con el presidente del club, el inefable Don Ramón Mendoza. - ¿Y tú crees que está ya preparado para debutar en la Primera División? ¡Sólo tiene 17 años de edad! - Yo creo que está preparado para debutar en la Primera División de cualquier ligar europea y no europea. ¡Ese chaval es un genio cuando está sobre una cancha de fútbol! - ¿Puedes darle la oportunidad de que juegue algún tiempo en el partido amistoso contra el Würzburger Kickers alemán? - No es necesario, señor Mendoza, no es necesario. Ese equipo tiene fama de ser durísismo cuando juega y tengo que cuidar de que no se lesione. - Pero yo necesito verle jugar para saber si es cierto o no es cierto todo lo que se dice de él. Y si es posible hazle jugar todo el partido completo. - Es un riesgo innecesario pero si usted así lo prefiere, señor presidente, le haré jugar el partido y además los noventa minutos completos. - Si de verdad vale todo lo que se dice de él que lo demuestre en el terreno de juego enfrentándose a hombres en lugar de a criaturas. - Para mí que es un error hacer que juegue ese partido. Me basta y me sobra con lo que hace en los entrenamientos jugando contra hombres y no contra críos. - No me gusta que nadie me lleve la contraria, Leo. - Está bien. Prefiero seguir en el banquillo del Real Madrid y no tener que marcharme antes de tiempo. Jugará todo el partido. En enfrentamiento contra el Würberger Kickers fue duro desde el mismo pitido inicial. Nadie daba ventajas a nadie; pero Andrés Castillo Martín-Sanz no sólo estaba cumpliendo perfectamente con la labor que le había asignado Leo Beenhaker sino que, además, a menudo que iban pasando los minutos se iba creciendo cada vez más y estaba siendo la verdadera estrella del encuentro. En el equipo de los alemanes, el que tenía la obligación de frenar todo su caudad de juego, que desbordaba ya lo increíble para un chaval que no se asustó por jugar por primera vez en su soñado campo del Estadio Bernabéu y ante tantos miles y miles de espectadores ávidos de ver fútbol en aquellos últimos días del mes de julio, era un veteranísimo defensa de 35 años de edad, que iba a jugar su última temporada como jugador de fútbol, llamado Fran Kenstein, feísimo y horroroso por su enorme masa de músculos pero escasa inteligencia apodado por sus propios seguidores como "Mörder", que estaba siendo desbordado continuamente por el sagaz Andrés, al cual no le importaba para nada que fuese un asesino o que no fuese un asesino en las canchas futboleras porque lo único que tenía en su mente era el triunfo, el éxito, la victoria al final del camino: el chalet para toda su familia, el flamante automóvil para no tener que viajar más veces apretado y estrujado por las avalanchas que se formaban en los autobuses de la EMT de Madrid, comer en lujosos restaurantes donde aunque él quisiera no le dejarían pagar por la gran masa de seguidores que atraería como potenciales clientes, firmar miles de autógrafos a sus seguidores y, de manera especial, a sus fanáticas seguidoras como si él fuese el mismísimo Alain Delon aunque, a decir verdad, seguía siendo el mismo chaval sonriente, bohemio e ingenuo de siempre. El hecho de que el único gol que campeaba en lo alto de la torreta del marcador, el 1-O a favor del Real Madrid, hubiese sido producto de un fantástico túnel que el "Pato" le hizo a "Mürder" para seguir controlando el esférico y lanzar un trallazo con su p¡erna izquierda desde fuera del área que entró como un obús por la escuadra derecha de la portería que defendía el guardameta teutón, hizo que Fran Kenstein comenzara a perder los nervios. Olvidando que aquello sólo era un partido amistoso, "Mürder" se lo empezó a tomar como una ofensa hacia su persona porque pensaba que Andrés estaba haciendo que pasara vergüenza ante los miles y miles de espectadores y, sobre todo, ante sus compañeros de equipo y su propio entrenador. Pero Andrés no era nunca como pensaba Fran Kenstein. Andrés jamás se burlaba nunca de ningún contrario con quien se enfrentaba. Andrés guardaba siempre un profundo respeto hacia los rivales porque sabía que los rivales eran los que le otorgaban grandeza. Andrés jamás ponía en ridículo a nadie, compañero o rival, pero sabía que el fútbol masculino era cosa de hombres y que en una batalla había que ser valiente y decidido si no querías salir derrotado. Sus continuas jugadas que impedían a Fran Kenstein detenerle y la rapidez con la que pasaba el balón a sus compañeros del Real Madrid evitando que aquel feísimo y horroroso defensa alemán le metiese la pierna no era para tomer el pelo a nadie ni para reírse de nadie sino porque cumplía con su deber y su deber era jugar lo mejor que pudiera hacerlo durante todo el partido para poder triunfar a nivel personal y a nivel colectivo. Sin embargo "Mörder" tenía otra concepción de lo quie era el fútbol. Para aquel mastodóntico personaje, lo que estaba sucediendo es que un niñato de tan sólo 17 años de edad estaba dando toda una clase y magistral y todo un recital de fútbol, a un hombre veteranísimo de 35 y no estaba dispuesto a consentirlo; así que cinco minutos antes de que sonase el pitido final del partido encontró su ocasión propicia para tomarse venganza del bochorno que estaba pasando. Sabiendo que Andrés ya había pasado el balón hacia uno de sus compañeros del Real Madrid, "Mürder" le hizo una entrada criminal. Una brutal entrada que destrozó la pierna izquierda del "Pato" de San Diego que quedó tirado en el césped como un muñeco completamente destruido. Todos se dieron cuenta de que aquello era el final del sueño. Por eso el llanto de Andrés, completamente destrozada su pierna izquierda, se convirtió en lágrimas que, mucho más que lágrimas de dolor eran, sobre todas las cosas, lágrimas de impotencia. Él también se había dado cuenta de que era el final del sueño. Tantos años de lucha, de tenacidad, de constancia, de voluntad férrea para llegar hasta donde soñaba llegar fueron derribados en un solo segundo. Eso era lo más trágico de todo. Eso y saber que la expulsión de "Mörder" sólo era un motivo de placer para aquel Fran Kenstein que se estaba ya duchando tranquilamente en el vestuario de los visitantes sin importarle para nada lo que le habíaa sucedido a aquel chaval de tan solo 17 años de edad que tanto tiempo había estado persiguiendo el sueño que aquel monstruo acababa de destruír. Los doctores que atendieron la pierna de Andrés supieron rápidamente que no iba a ser posible recuperarle para el fútbol. - Se va a quedar cojo de la pierna izquierda, Vázquez. - Si. No se puede remediar lo que no tiene remedio. Es imposible que vuelva a poder jugar al fútbol, Martínez. Ante la desgracia sobrecogedora que había roto en mil pedazos el sueño que aquel chaval de tan solo 17 años de edad tenía dentro de su alma desde su primera infancia, todos los altos directivos del Real Madrid se reunieron, en sesión extraordinaria, con el presdiente del club, el inefable Don Ramón Mendoza, más que para hacer un acto de caridad con el muchacho porque se consideraban, en gran parte, culpables o al menos responsables de la tragedia. Así que después de tratar el tema en medio de una gran tensión nerviosa, comunicaron con Patricio Castillo para que le hiciera saber a su sobrino Andrés Castillo Martín-Sanz que entraría a trabajar directamente, sin ninguna clase de prueba ni examen de conocimientos bancarios, en el Mercantil ya que sabía que toda la familia dependía ahora de él. Las gentes de mucho dinero siempre tienen relaciones interesadas con las gentes de mucho dinero y era lo menos que podían hacer por alguien que había pasado toda su infancia y primera juventud soñando con jugar en el club de sus amores. Así fue cómo Andrés Castillo Martín-Sanz se convirtió en empleado de la Oficina Principal del Banco Mercantil de Madrid; donde siempre se le veía cojeando visiblemente de su pierna izquierda pero con su sempiterna sonrisa bohemia, como la de un empedernido e ingenuo soñador, que hacía que a todas las chavalas guapas de aquella entidad bancaria les caía simpático, atractivo y hasta seductor, aunque no sabían por qué seguía sonriendo. Lo que ninguna de ellas se imaginaba es que Andrés Castillo Martín-Sanz trabajaba en el Mercantil pero su mente estaba en otra dimensión ajena al trabajo bancario y sonreía, entre bohemio e ingenuo, porque estaba soñando con que algún día llegaría a las aulas universitarias de Madrid para estudiar con el deseo de ser periodista y, una vez que lo hubiese conseguido, se dedicaría a escribir creativas, bellas y literarias crónicas deportivas de su amado y querido Real Madrid Club de Fútbol. En las tascas más humildes de la barriada de San Diego, en el distristo madrileño de El Puente de Vallecas, los entendidos de fútbol siguen hablando muchas veces de aquellas jugadas increíbles que había dejado grabadas para siemrpe en sus memorias aquel "Pato" de San Diego al cual le ven jugando al fútbol, con los profesionales del Real Madrid, junto a los más grandes y famosos jugadores blancos y como un ángel del fútbol. Le ven salir en las colecciones de cromos de futbolistas de Primera División que coleccionan los chicos y las chicas de la humilde barriada aunque sea algo tan lejano del mundo de las realidades como íntimo del universo de los sueños.
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