Punto "cero" a lo vorem
Publicado en Jul 06, 2015
PUNTO “CERO” A LO VOREM
No es del punto cero de la física cuántica (del que tanto se habla desde los tiempos de Einstein) del que quiero reflexionar. Tampoco del punto cero que tanto comentan los economistas de la globalización. Ni tan siquiera del punto cero de los astrólogos ni el de los psicólogos del siglo XXI. Con un café con leche de por medio me introduzco en el vacío absoluto de lo casi imposible. Porque el olvido es tan imposible para el ser humano como definir con absoluta precisión lo que es el infinito. Imposible. De eso se trata precisamente… Se trata de la “energía del vacío” que hay que potenciar para enfrentarse ante una hoja en blanco y así, montado en el sinfín de las “estrellas terrestres”, intentar observar la página por comenzar… ¿y cómo comenzar a escribir sobre el punto “cero” a lo Vorem de un relato casi infinito?. ¿Imposible?. No, compañeros. No tanto… Sabemos que hay siempre un límite en la precisión de lo que queremos definir. Un límite que no es cuantitativo ni cualitativo porque en realidad no existe. Pero es necesario, para escribir desde el punto “cero” de todos nosotros y nosotras, tener que determinar una posición y un momento. ¿De qué posición y de qué momento estoy hablándoos si sabemos que a una posición conocida corresponde siempre un momento desconocido y, viceversa, a un momento conocido corresponde siempre una posición desconocida?. No. No es eso tan cierto. No estoy de acuerdo, en este punto, con los físico/matemáticos de la memoria… Si olvidar es imposible no es tan imposible superar el olvido. ¿Qué es superar el olvido?. Por supuesto que no es olvidar. Superar el olvido es recordar siempre hasta encontrar un momento en nuestra particular historia personal para alcanzar una posición totalmente nueva. ¿Qué es imposible pensáis alguno o alguna?. No. No es imposible. El punto “cero” a lo Vorem de todo escritor o escritora es un estado interior y anterior a las opiniones y los grandes razonamientos sobre la vida y los demás. Esa es la posición y ese es el momento coordinantes ambos en una misma latitud. Recordad siempre, para ello, que el punto “cero” a lo Vorem es siempre un equilibrio del ying y yang y del alfa y omega. ¿Os hablo entonces de retomar la inconsciencia infantil primitivista para poder lograr escribir con ojos nuevos?. Quizás sí. Es posible entenderlo así pero con matices. Porque hay que tener en cuenta que abandonar nuestros pre-juicios positivos (hablo por supuesto solamente de los positivos y rechazo los negativos) alcanzados a través de nuestra evolución humana no es posible. Es también imposible no tener pre-juicios, por lo tanto, cuando ya somos conscientes de la existencia de la vida y de la existencia de los demás. Lo importante es que nuestro punto “cero” como escritores y escritoras sea una posición y un momento de pre-juicio no determinante. Que se deje fluir y pueda ser flexible y cambiable. ¿Pero qué es un pre-juicio positivo?… Es abandonar las opiniones rebosadas de tiempo y experiencia y renovar tanto el corazón interno de nuestras palabras habladas o escritas que hablemos o escribamos con ojos nuevos. Si. Ojos nuevos. Para hablar o escribir desde una forma de ver “cero” que vaya más allá de las opiniones y los razonamientos prejuicios. Ese el es pre-juicio positivo. Un pre-juicio posible de renovar y hasta de intercambiar o desterrar para siempre. Un pre-juicio que no nos condiciona esclavizadamente… pero nos libera a la hora de no confundirnos con lo que en verdad somos; o sea, o naturaleza pura o artificio coyuntural. Nawad El-Saadawi es una escritora egipcia, de más de 74 años de edad, que en su vejez ha escrito un libro feminista titulado “Mujer en punto cero”. Para ello superó los pre-juicios negativos y los convirtió en un solo pre-juicio positivo. Habla ahora de los feminismos árabes y el tremendo y peligroso mundo en que se desarrollan. Yo no voy ahora a entrar en feminismo para hablar de mi reflexión sino del “Ser Humano en punto cero”. Del Ser Humano que hace memoria (a la cual es imposible olvidar) para volverla hacia sí mismo y hacia los demás. Para abrir, por ejemplo, la página en blanco y comenzar a escribir con ojos nuevos. Sí. El Ser Humano que se vuelve a la memoria “cero”, la memoria de su futuro personal evolucionado, parte siempre del punto “cero”. A mejor estamos ahora pensando ya en alguna utopía. Pues bien. ¿Y qué?. Si es así, adelante sin miedo alguno. Lo mejor que tiene el Ser Humano es la utopía de pensar, hablar o escribir desde el punto “cero”. Eso lo hacemos continuamente todos y todas. Al menos eso es lo que yo analizo después de tres años de estar en esta “patria” voremista. La utopía del escritor y del lector. La cara desnuda de nuestro propio ser… ese es el punto “cero” del que os quería compartir mi reflexión. Nosotros mismos pero al desnudo, tal como estaríamos ante un espejo psicológico falto de memoria. No es que tengamos que olvidar nada. No es que tengamos que negar a la memoria. Ambas cosas son imposibles. Tampoco es que tengamos que obligarnos a enloquecer de impotencia ante el pasado. Lo que os quiero transmitir es que siempre seáis reales y naturales. De que sigáis siendo como sois. Escribiendo desde el punto “cero” de vuestra conciencia unida a la inconsciencia de los preinfantil pero imbuídos por esa experiencia y madurez que os da la vida y la memoria. Las vuestras y las de los demás… Arrancad los límites a las palabras y partid siempre de ese punto “cero” donde se condensa toda vuestra vida y memoria personal y colectiva, individual y social a la vez, para lograr seguir siendo siempre inéditos pero reconocibles. Alguien quizás piense que eso sólo se logra con estimulantes peligrosos. No. Jamás. El estimulante “extraño” destruye. Seguid solo el impulso, la energía y la espontaneidad de vuestra propia naturaleza. El punto “cero” de todas nuestras memorias es todo lo contrario a la evasión artificiosa. Si estamos totalmente con vitalismo fluctuante es porque entendemos que el punto “cero” natural es el que nos hace estar plenos. Por eso hoy, como todos los días, no uso ni drogas, ni alcohol, ni todos esos vicios sexuales y de otros géneros que tanto abundan, sino brindo con un café con leche por todos y por todas y os invito a que sigáis enfrentándoos siempre a esas aperturas voremias de momentos espontáneos a través de la tarea de crear vuestros texstos con vuestras propias imágenes de vida y de memoria. Sin puntos “cero” no tendríamos imaginación. Y eso es lo que importa… La libertad de expresión parte de la libertad de comprensión y quienes escribís y comentáis en demostráis siempre comprensión y libertad. Cada ser humano que lee y escribe tiene multitud de puntos ceros de los que partir… y yo en ese momento… con mi café con leche (soy muy moderado bebiendo) me siento lleno de inquietud por tratar de explicaros a todos los compañeros y compañeras de este nuestro viaje creativo (amigos y amigas de entrañable presencia) lo que estoy experimentando ante la hoja en blanco. Así que dejo correr la pluma recordando a Nawal El-Saadawi... Creo que desde el primer texto que publiqué en Vorem sabía experimentar los puntos “ceros” con gran intuición. Nos pasa a los voremios y voremias. Lo llamo punto “cero” con comillas porque no es un cero que parte de la nada (no es quedarse en blanco o pérdida de memoria) sino un “cero” acumulativo. Todos los que escriben lo notan muchas veces en su interior. La experiencia se queda a un lado marginal para hacernos inocencia y luego la experiencia recupera su espacio cuando la inocencia nos tiene lanzados hacia adelante. !Seguro que sabéis de lo que hablo!. Lo voremios y voremias somos así… Haced la prueba. Tomad una noche un café con leche bajo la luna y procurad mezclarlo con dos estrellas de la noche… si… con dos estrellas en forma de pensamiento… y verás como os sale todo un párrafo completo sin apenas darte cuenta. Sigue. No pares. Has encontrado el punto “cero”. Sigue. Terminarás por escribir un texto sobre cualquier asunto o materia. Tenlo por seguro. ¡Eso es! ¡Eso es precisamente lo que quiero decir al desdecirlo! Que el punto “cero” no es un desalojo de experiencias, sino una completa sinfonía de memoria en la que todo comienza de nuevo cada vez que nos enfrentamos ante un papel en blanco. No abandoneis los valores ni tampoco tenéis que abandonarlos jamás, como tampoco el aprendizaje ni los prejuicios positivos (desechemos los negativos siempre) y por supuesto sin desprenderse de la vida. Pero todo eso es la “energía creativa” de la que hablo. Esa energía que nos hace capaces de inventarnos nuevamenete en cada texto. Por ejemplo ¿cómo descubrimos el parámetro “umbrófilo” de uno algunos bellos textos?. Estoy seguro de que partiendo de un punto “cero” para llenarnos de conciencia. A veces es difícil explicarlo pero es muy sencillo muy porque es muy fácil sentirlo. El vacío no existe. Dicen que es dificilísimo hallar el vacío absoluto pero es que solo en el espacio interestelar existe y no en las naturalezas humanas. No. No es un vacío el punto “cero” a lo vorem. Es el punto en que coincide mi inocencia con mi experiencia. Todos los contradictorios devenires de mi vida se juntan (como ocurre con todos los voremios y voremias y en eso estoy totalmente seguro) para sentirme ausencia y presencia a la vez. Tuve ausencia psíquica y presencia física ante la hoja en blanco. Y tuve que recurrir a lo aprendido para comenzar a desaprender… quizás lo explico de manera “extraña” pero la mejor manera de entenderlo es asirnos a la hoja en blanco y escribir. Mira lo que has escrito. Algo. Algo nuevo. Algo que parte de un punto “cero” incompleto para llegar ¿a dónde?. A dónde te han estimulado tus propias condiciones humanas de carácter natural. Al desnudo de ti mismo. Todos lo estáis interpretando de diferente manera pero de la misma a la vez. Esa es la unívoca esencia de ser voremista. Que ese espíritu tuyo es lo que en verdad equivale a la posición correcta y el momento exacto de encontrar el punto “cero” no de los vacíos sino de todo el contenido natural de tu interior sin impureza alguna. Despréndete de las pro posiciones y concéntrate en tu pre posición para escribir. Sé que te vas a encontrar cómodo o cómoda y feliz con tu Niño o Niña "Cero". ¡Y arriba todos los corazones! Es muy agradable la sencillez al expresarlo. Tu manera de entender el punto “cero” a lo Vorem es (al igual que la de todos los voremios y voremias que leen y escriben o solo leen) que es genuina y unívoca. Quizás podríamos añadir precisamente eso al punto “cero”: que la característica más importante y esencial de él es lo que tiene de genuino, espontáneo y natural… y por eso mismo es lo que tiene de inocencia. No es una inocencia infantil ni madura. Es algo distinto. Es la inocencia de la plenitud. ¿Te has fijado que todo el Vorem está lleno de hombres y mujeres que, sea cual sea su edad, están en plenitud creativa?. Eso puede ser otra característica esencial del punto “cero”. La energía solidaria/solitaria con cada uno de nosotros mismos y a la vez alambiqueada en el colectivo de todos nosotros. Tus puntos “ceros” como la de todos nosotros y nosotras no se basan en el número axiomático de nuestras edades sino en ese parámetro equivalente a la imaginación y que es propio de quienes parten de los puntos “cero” al escribir o al pensar. Por eso… precisamente por eso… yo me encuentro y me reencuentro mucho más y mucho más feliz en Vorem que en otros lugares llenos de complejidades dialécticas academicistas. El Libro de Vorem no lo cambio por ningún otro porque su valor no es de factura lineal y metodológica sino que es valor de espontaneidad y criterio “cero”. “Cero” siempre entrecomillado, porque repito que no es ausencia de experiencias o prejuicios sino precisamente de aprovechar todas esas presencias para ausentarnos de razones previas. Las razones aparecen a medida que vamos escribiendo. Yo he notado en Vorem una asombrosa capacidad ascendente en todos sus componentes humanos. ¿Por qué?. Porque hay un estímulo personal y colectivo. Una especie de catarsis en formas de puntos “ceros” llenos de contenidos. Y es que esos contenidos son ilimitados si queremos que sean así… Sí. Me refiero a las ausencias de prejuicios negativos en medio de la continua presencia de experimentaciones vitales. Cada vez que llenamos la mochila de nuestras palabras creativas estamos acumulando sensaciones que podemos dejar o no dejar… y si logramos acumular el sentido de recomenzar siempre de nuevo no es por supuesto abandonar la memoria ni los recuerdos sino que a partir de todo ello comenzar de un punto “cero” para seguir creando/recreando nueva memoria y nuevos recuerdos. Es tan natural como la vida misma. ¿Y cuál es la mejor literatura si no la natural y propia de cada uno de nosotros?. Al mirarnos al espejo de la hoja en blanco no vemos nada pero lo presentimos todo y si partimos de ese “cero” cargado de equipaje podemos construir siempre ilimitadamente. No tiene infinito las literaturas tipo Vorem pero tampoco tienen límites predecibles como sí los tienen las Literaturas Oficiales. La verdad es que esta idea del punto “cero” (yo siempre lo entrecomillo para diferenciarlo del punto cero tan conocido en física cuántica, astronomía y economía entre otras ciencias) ha sido algo que me ha surgido de repente, por espontaneidad, pero llevaba tiempo pensando inconscientemente en ello. Es un desarrollo genuino que no lo he estudiado en ninguna parte, salvo que hay algo parecido sobre ello en los estudios de las ciencias de psicología. Lo que te puedo decir es que lo escribí pensando profundamente en el Vorem y la manera de escribir que tenemos todos los voremios y voremias (con la pluralidad de estilos y técnicas que existen aquí y que son heterogeneidad natural dentro de un contexto homogéneo que es la verdadera libertad de expresión). Si. Hay mucho de psicología intuitiva en ello y está dentro de todas nuestras capacidades vorémicas. La carrera de psicología (materia de la que sólo he estudiado un poco) es realmente muy interesante para clarificar nuestros pensamientos humanos. El punto cero de nuestra imaginación, está dentro de ti. Sólo tienes que dejar fluir la conciencia, la consciencia y la subconsciencia a la vez. No es difícil porque lo hacemos sin darnos cuenta. Y tú seguramente lo has experimentado muchas veces. Cuando te encuentres en ese momento y en esa posición toma una hoja en blanco y escribe. Poesía. Relato. Cuento. Divulgación. Página de Diario. Da lo mismo. Escribe sin miedo ni temor alguno (el miedo hace perder a muchos escritores la oportunidad de expresar grandes ideas sencillas o profundas pero siempre interesantes y sobre todo determinantes de nuestra personalidad). Muchos no escriben (aún teniendo potenciales para ello) porque creen difícil hacerlo o creen que comprometen su personalidad. Nada de eso. Eso es totalmente erróneo. Muchos saben escribir de maravilla con la forma y técnica que han desarrollado de manera natural. No te preocupes y no caigas en ese error. El punto “cero” a lo Vorem del que escribí por espontaneidad es sólo el momento de querer… y querer es poder… y desear abandonar el conocimiento sin perder la memoria para que ese mismo conocimiento fluya rápidamente y sin ningún esfuerzo. Adelante. Podemos hablar de esto todo cuánto querráis. Para dialogar con toda libertad. Cuéntate a ti mismo y a ti misma todo lo que se te ocurra sobre el punto “cero” y verás cuánto descubres sobre tu propia personalidad. Lo único que importa en literatura de la verdadera es poner el corazón en marcha. ¡“hablar” con todos vosotros y todas vosotras!. Contesto a alguna posible inquietud. Yo me refiero a querer es poder (en esta teoría del punto “cero”) al hecho de que si queremos escribir algo inédito que suponga una novedad para nosotros mismos (si supone una novedad para los que lo leen es algo ya más secundario) podemos hacerlo a través de este método que se me ocurre intentar explicar. Veréis. Para encontrar esa novedad en nosotros mismos (que no tiene nada que ver con que sea novedad para los demás aunque a veces también lo sea) es cuestión de plantarnos ante la hoja de papel en blanco y olvidar, por unos momentos, toda la mochila de conocimientos. Olvidad esos conocimientos al comenzar porque después, al ir hilvanando frases, ideas, pensamientos, etcétera, en tu texto te irás dando cuenta de que van fluyendo tus conocimientos de manera natural y no forzada. Espontáneamente, cuando estamos escribiendo desde la perspectiva de este punto “cero” (el olvido de los conocimientos anteriores) la memoria nos va trayendo suficientes elementos y recursos para ir escribiendo un texto original y novedoso en el que, curiosamente, hasta nos sorprende la cantidad de matices que se nos van ocurriendo y que en un principio no habíamos pensado en ellos. Cuando escribas partiendo de un punto “cero” (que sólo es una manera de escribir por cierto pero de carácter muy vorémico) no fuerces para nada tu imaginación. No te obligues a pensar excesivamente si lo que escribes es completamente perfecto (la perfección no existe ni en Literatura ni en ningún Arte de la vida humana) y no te esfuerces ni desesperes por el tiempo en que tardes en ir desarrollando el texto (a veces sale de un solo tirón y a veces es necesario ir mucho más lento). Cuando escribas partiendo desde un punto “cero” a lo vorem no olvides nunca ser tú misma ni tú mismo y no te dejes influir demasiado por la escritura de nadie (a no ser que estés realizando un trabajo de investigación o crítica literara). En el momento en que estás escribiendo poesía, cuento, relato, hoja de diario o una invitación a la literatura en el estilo “punto cero” deja fluir toda tu personalidad en el texto. No tengas ningún temor ni complejo ni atadura alguna en traspasar al texto la verdadera interioridad de tí misma o de ti mismo. Lo que estarás produciendo (si dejas fluir tu naturalidad espontánea de manera completamente libre) es un cúmulo de ideas que formarán un contenido que te va a sorprender (compruébalo si lo deseas) y yo creo que la verdadera emoción del escritor o la escritora no es que lo elogien o lo critiquen los demás lectores sino que se pueda sorprender a si mismo o a si misma al ver la cantidad de expresión inédita que puede salir de su interior. Es como si abriésemos una fuente interna a nuestro pensamiento y descubríésemos que el líquido que mana de él nos resulta completamente estimulante. Hay muchas otras cosas que podríamos hablar sobre el querer es poder referido al punto “cero" vorémico pero tenemos todo el tiempo del mundo para ir demostrándolo en este nuestro espacio -la hoja en blanco- es patria inédita y novedosa. La conciencia vivencial nada tiene que ver con las muchas o pocas experiencias que hayamos tenido. No es cuestión de cantidad ni tan siquiera de calidad sino de otro concepto llamado intensidad. Es de esa intensidad con que podemos vivir algún acontecimiento de donde extraigo yo la idea de conciencia vivencial que es muy importante para el punto “cero” a lo vorem. En realidad lo que deducí para presentaros este texto a debate no es filosofía teórica ni tan siquiera una filosofía deductiva o inductiva, sino una filosofía (si se quiere llamar así en caso de que se acepte tal sentido del texto) deducible. La filosofía deducible está al margen de los conceptos y los objetos y se llena ampliamente de los sujetos. ¿Explico esto o lo dejo para un debate posible en otro momento y situación más aconsejable?. Lo que puedo afirmar es que para escribir desde el punto “cero” vorémico hay que tener en cuenta que no se basa en los principios de la abstracción conceptual ni de la concreción objetual sino que todo ello arranca y se resume en el propio sujeto escritor o escritora. Es en la persona en sí misma donde se reúne el concepto y el objeto deducibles por la serie inarticulada del texto escrito que surge de la adecuación momentánea de la memoria. A medida que va surgiendo el texto desde únicamente el sujeto escritor o escritora es cuando vamos armonizando abstracción conceptual y concreción objetiva. Por eso escribir a lo “vorem” no participa de ningún ismo salvo el de la propia libertad de elección del autor o la autora. Eso es escribir sin concepto previo ni objeto consecuente a ese concepto previo. Se escribe, por lo tanto, “a posteriori”… y es a partir de ese “a posteriori” de donde va surgiendo la secuencia lógica voremista. Una forma de escribir desinhibida de cualquier ismo y circunstancia ajena a la que interpreta por “filosofía deducible” el sujeto que está dando suelta a su imaginación. Espero haberlo aclarado suficientemente bien. Para escribir desde el punto “cero” vorémico hay que tener en cuenta que no se basa en los principios de la abstracción conceptual ni de la concreción objetual sino que todo ello arranca y se resume en el propio sujeto escritor o escritora voremista. Es en la persona en sí misma donde se reúne el concepto y el objeto deducibles por la serie inarticulada del texto escrito que surge de la adecuacuión momentánea de la memoria. A medida que va surgiendo el texto desde únicamente el sujeto escritor o escritora es cuando vamos armonizando abstracción conceptual y concreción objetiva. Por eso escribir a lo “vorem” no participa de ningún ismo salvo el de la propia libertad de elección del autor o la autora. Eso es escribir sin concepto previo ni objeto consecuente a ese concepto previo. Se escribe, por lo tanto, “a posteriori”… y es a partir de ese “a posteriori” es de donde va surgiendo la secuencia lógica. Señalemos las semejanzas entre la escritura automática y el punto cero a lo vorem: efectivamente, la escritura automática, que tanto propugnaron André Breton y los surrealistas del fines del XIX, se basa en liberar el pensamiento de cualquier censura previa, escribir sin consciencia (como entrando en un trance) y dejar que el inconsciente libere las ideas del artista (el yo libre de influjos). Hay mucho de eso en el punto cero a lo vorem. Pero hay otras cosas diferentes. Yo no propongo olvidar a la memoria (como aconseja la escritura automática), yo lo que propongo es escribir sin memoria inicial pero ir recuperándola a medida que vamos escribiendo el texto. El punto cero de vorem es arrancar de una inconsciencia para introducirse en una consciencia plena y madura. El punto cero a lo vormen no es escritura automática aunque tenga paralelismos con ella. Por ejemplo propugno un no a la censura y a los prejuicios previos negativos (que no tienen nada que ver con los prejuicios previos positivos de los cuales nadie debe desligarse al escribir). Un prejuicio previo positivo siempre es un excelente punto de partida para encontrar el punto cero a lo vorem. Si nos quedamos vacíos de contenido (como dice la escritura automática) no podemos producir una coherencia del inconsciente. Yo propugno un vacío lleno de ideas que, en principio, no debemos saber a dónde nos conducirán… pero poco a poco se nos van abriendo a múltiples variaciones que enriquecen el texto ahora ya sí de manera consciente. La escritura automática es algo así como un abandono o una renuncia absoluta. El punto cero a lo vorem ni abandona ni renuncia a nada salvo en el momento inicial. Punto cero a lo vorem no es lo mismo que escritura automática. Y, entre otras cosas muy significativas, escribir desde un punto "cero" vorémico no es escribir bajo la sinfluecnias del alcohol, las drogas, los vicios sexuales y otras clases de vicios. No. El escritor y la esritora de los puntos "ceros" siempre es un ser natural y no necesita ninguna clase de estimulante salvo, si lo desea, un buen café con leche y nada más. Sobre la famosa “escritura automática” (propia de hombres y mujeres en estado de beodos o drogatas o viciosos de cual'queir tipo antinatural) hay dos teorías: la de los surrealistas que nace de André Bretpn, Louis Aragon y Philippe Soupault a finales del siglo XIX y la que habla de que es una manera de escribir a través de un “medium” y poniéndose en contacto con espíritus usando la ouija. Ninguna cosa de esas es el punto “cero” a lo vorem ni se le parece en absoluto salvo por cosas muy tangenciales. La escritura automática del surrealismo está basada en relajarse mentalmente de tal manera que la escritura no provenga de los pensamientos conscientes de quien escribe sino del subconsciente liberado de todo tipo de censura y que, por lo tanto, es necesario entrar en una especie de trance para poder llevarlo a cabo. Por eso necesita estimulantes artificiales. El punto “cero” del que yo expuse en Vorem no es eso. Lo que propongo al escribir de esa manera es liberarse de la memoria sin perderla de vista. Es comenzar “punto “cero” a escribir sin memoria pero dejar que esta afluya suavemente y sin censura alguna a medida que vas escribiendo con completa libertad. Entonces vas sumando el consciente, el subconsciente y el inconsciente sin tener que entrar en ninguna especie de trance ni tampoco usando estimulantes artificiales. Lo que produces es una deshinibición de los temores ante el papel y una soltura natural y espontánea pero siempre controlada por ti mismo. Menos tiene que ver aún el punto “cero” con la escritura automática producida por el uso del juego de la tabla llmada ouija. En el punto “cero" escribes tú y solamente tú y tu memoria recuperada secuencialmente desde su ausencia hasta su total presencia (es un ritmo ascendente) mientras que en la escritura “automática” de los mediums espiritualistas el que escribe, según dicen ellos ya que es una verdadera estafa, es un espíritu que mueve tu mano. Eso no tiene nada que ver con el punto “cero” además que insisto que es una estafa y una burla a la inteligencia humana. Yo escribo muchas veces partiendo de puntos “cero” y no tengo que tomar ninguna acción determinada. No tengo que prepararme especialmente para ello. Me ocurre que me llega el punto “cero” en cualquier momento más imprevisto y como siempre llevo papel y bolígrafo en mis bolsillos entonces me pongo a escribir el texto completo que me va surgiendo sobre la marcha o simplemente tomo unas notas para luego desarrollarlo estando en casa. Me ha pasado que he escrito así estando en medio de una siesta o durmiendo y despertándome de repente, o cuando estoy tomando una cerveza o café con los amigos. En una ocasión estaba viendo una película de cine que me resultaba aburrida y una escena determinada me llevó a un punto “cero” y comencé a escribir un texto en medio de la oscuridad de la sala. También me sucede en el autobús o en cualquier lugar cuando estoy totalmente relajado y no estoy ocupado en otra actividad. En los bares y cafeterías donde soy cliente asiduo ya me conocen que algunas veces saco papel y bolígrafo y comienzo a escribir a veces incluso en un puñado de servilletas en blanco para, si me entra el puno “cero”, no tener problemas en escribir. Quienes revisan los bolsillos de mi pantalón siempre encuentran una cierta cantidad de papeles escritos por mí en situaciones en que me entró el punto “cero". Y no es que eso te entre sólo cuando estás ausente de memoria o de manera espontánea (que sí ocurre muchas veces) sino que también puedes escribir desde un punto “cero" teniendo perfectamente planificado lo que vas a escribir o teniendo ya madurados los puntos que vas a tratar en el texto. La preparación anterior al texto o la espontaneidad o improvisación más absoluta pueden ser igual de valiosas en la manera de escribir partiendo desde un punto “cero”. Y eso del punto “cero" solo es el arranque. Después a medida que vas escribiendo vas soltando todo lo que se te va ocurriendo y sin ninguna clase de prejuicio o de censura. Después eres libre de corregirlo o publicarlo tal como ha salido. Lo llamo a lo “vorem” porque mucho de lo que escribo en “Vorem” (no todo por supuesto) está escrito partiendo de puntos “ceros”. Por último, escribir desde un punto "cero" de manera creativa, no es, ni se parece en nada, a escribir influido por la meditación transcendental -quizás hasta tipo zen- que tanto se ha puesto de moda y que tanto de falsedad posee. Para escribir desde el punto "cero" a lo vorem no es necesario el silencio más absoluto (aunque también puede ser valioso para hacerlo) sino que se puede llevar a cabo, con idénticos resultados, si dominas tus facultades y talentos mientras estás escribiendo en medio de un tremendo alboroto o escuchando ruidos por todas partes (incluso dentro de una discoteca por poner un ejemplo). Cualquier ambiente o cualquier circunstancia es valiosa para poder escribir desde un punto "cero" a lo vorem; porque no es la concentración mental la que estamos poniendo en juego sino la concentración del alma ya que no situamos a la razón como base sino que ponemos en marcha al corazón.
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