Es una cuestión importante. ¿Saber es conocer? Lo lógico es pensar que sí; pero la lógica no funciona siempre como dicen los ultrarrealistas o como los ultrarrealistas creen. Conozco a personas que sabían y, sin embargo, no conocían lo que sabían o, por lo menos, no sabían para qué lo conocían. En otras palabras más claras, muchos "sabelotodo" en realidad no conocen ni la milésima parte de lo que dicen saber o creen saber. Entre el saber y el conocer hay una distancia directamente propocional entre la vanidad y el ser humilde. ¡A cuántos se les ha caído el pelo cuando se les preguntó si conocían a quienes pertenecen las Islas Aleutianas! Sabían quizás el nombre (aunque lo dudo bastante que lo supiesen) pero no tenían ni idea de que les pertenece a los Estados Unidos. 
 
Metidos a "salomones" son muchos los que dicen saber que no hay diferencias entre un gato gris y un gato pardo. Creen que es la misma cosa. Desconocen, sin embargo, que un gato gris es parecido a un negro-sombra y que un gato pardo es parecido a un negro-nube. Y todos deberíamos conocer que la sombra no es la nube y que el color de la sombra no es el color de la nube. En definitiva, estas cosas del conocimiento son, muchas veces, el plato preferido de los ignorantes.
 
Muchos dicen saber pero no conocen. Son como aquel jugador de ajedrez que cuando el rival le ofreció tablas por caridad él creyó que era por cobardía y, al no aceptar dichas tablas, en muy pocos movimientos después no sólo vio cómo el rival le comía la reina sino que, rápidamente, le daba jaque mate al rey. Suele suceder que muchos dicen saber de tenis pero no conocen ni por casualidad lo que es un set. O confunden una bola de tenis con el huevo de Colón. Que también sucede muchas veces más de las que nos podemos creer. Ver para creer o creer lo que se ve. Curiosas cuestiones de la vida.