En cuanto a Ovíes... (Diario)
Publicado en Aug 04, 2015
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En cuanto a Ovíes, el de las parrillas televisivas de Antena 3 gracias a sus enchufes porque de otra manera no habría llegado a ser ni el ordenanza que sirve los cafés, o está mal de la cabeza o tiene que ir al psiquiatra para que le arreglen varios "tornillos" porque decir estulticias las dice a "porrillo" (quizás productos de algún que otro "porrillo" tal vez) como, por ejemplo, aquella de "¿te acuerdas cuándo nos peleábamos por las chicas"? lo cual, además de ser mentira es que no tiene ni pies ni cabeza alguna; así que, aplicando la famosa fórmula del periodismo, si es que tiene memoria para recordarla, que dice ¿qué, cómo, cuándo, dónde y por qué?... ¿me puede decir el tal José Antonio seguidor de José Antonio para más inri, qué, cómo, cuándo, dónde y por qué me he pegado yo alguna vez con él por culpa de alguna chica? Hagamos memoria que buena memoria tenemos todos.
 
La única vez que Ovíes se dirigió a mí, en tiempos de la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid, fue para decirme que, si yo quería (y dijo bien lo de si yo quería) él me invitaba a una fiesta de disfraces; a lo cual yo respondí con una amplia y sana sonrisa porque, por supuesto, no acudí a dicha fiesta (ya bastante disfrazado iba él junto con su compinche también enchufado por supuesto) sino que me fui a seguir jugando al fútbol con mis amigos Juan Manuel y Fernando. Lo único que es cierto, además de dicha invitación, fue que tanto él como yo fuimos elegidos representantes de los estudiantes pero con la diferencia de que él, de sabida ideología falangista a lo Sigfredo Hillers de Luque al cual no le hacía más que el pelota a través de la propaganda facha, presentó de inmediato la renuncia mientras yo me mantuve como representante de todos los compañeros y compañeras del aula aun sabiendo que, por ser -como siempre he sido y seré- independiente y autónomo, no iba a ser escuchado por ninguno de los demás representantes que defendían a sus ideologías en lugar de defender a dichos compañeros y dichas compañeras. 
 
También recuerdo una tarde en que teníamos examen con uno de aquellos profesores fachas e ignorantes. Dicho profesor -de cuyo nombre ni me acuerdo ni deseo acordarme- nos amenazó a todos los alumnos y alumnas con tener en cuenta el tiempo que tardábamos todos en terminar los exámenes. Recuerdo que el tal Ovíes -junto con su compinche tan facha como él- se levantó y propuso que todos nos esperáramos a que termináramos todos el examen y lo entregáramos al mismo tiempo. Me pareció justa y justiciera la idea y, como representante legal de todos los compañeros y compañeras, dije que yo estaba de acuerdo con dicha idea. Así lo hice; porque resulta que terminé el primero y me esperé a que todos los demás terminaran. Para sorpresa de todos y de todas resulta que el citado Ovíes y su compañero -tan facha como él- rompieron lo que habían propuesto públicamente y, una vez que terminaron sus exámenes, se levantaron y los entregaron al profesor saliendo del aula como disparados. Como para mí ni Ovíes ni su compinche -tan facha como él- tenían importancia alguna (puesto que yo los consideraba y los sigo considerando dos ceros a la izquierda y, por lo tanto, sin ningún valor ni personal ni profesional) seguí esperando a que terminaran todos los demás. El problema es que, debido a la traición de Ovíes y su compinche tan facha como él, se había creado el desconcierto general y todos fueron entregando sus exámenes según iban terminando. Después de unos 10 largos minutos de espera (habiendo sido yo el primero que había terminado el examen) ya no había forma ni manera alguna de hacer comprender a nadie que debíamos ser compañeros hasta el final, así que no me quedó otra alternativa que entregar mi examen y salir del aula con la cabeza bien alta y digno de haber cumplido con mi palabra. 
 
Lo más curioso de aquella tarde es que, a la salida, la malagueña quedó conmigo y me dijo que yo no podía ser así. Me la quedé mirando y le dije: "¿Cómo deben ser para ti los hombres? ¿Tal vez te gustan los judas que traicionan a todos los compañeros como este tal Ovíes y su compinche tan facha como él? En ese caso lo llevas muy mal conmigo porque jamás seré como ellos ya que lo primero que hay que tener es hombría para cumplir con la palabra prometida". La malagueña se quedó cortada. No por eso dejé de hablar con ella pero, desde aquel momento, supo la enorme diferencia que había entre mí y aquellos dos fachas malencarados porque a Ovíes le salían granos por la cara y su compinche era más pálido que una hoja de papel de cebolla.
 
Días más tarde, Antonio "El Granadino" (gran amigo y mejor persona) me contó que la malagueña y su amiga estaban arrepentidas de haber confiado en Ovíes y su compinche -tan facha como él- y que se habían dado cuenta de su error. Yo pensé que si estaban arrepentidas lo mejor que podrían hacer (y por eso cogí el teléfono de la amiga pero nunca las llamé porque no iba a acudir a su guateque ya que seguía prefiriendo jugar al fútbol con mis amigos Juan Manuel y Fernando antes que no tener dignidad alguna) era confesarse con el cura del aula (porque había entre los compañeros estudiantes un cura) o con las dos del Opus Dei (que parecían medio monjas por cierto porque no les dirigían la palabra a nadie y siempre andaban "haciendo manitas" en el aula). Después de aquello nunca jamás volvió a hablar Ovíes conmigo salvo al final del Tercer Curso de Periodismo que fue cuando me dijo lo de "¿Te acuerdas cuando tú y yo nos peléabamos por las chicas?". Lo cual, insisto, no sólo es mentira porque ni media hostia tenía el pavo de las parrilladas de Antena 3 ni a mí me interesaba, para nada, lo que hiciese o dejara de hacer con las pobres chicas que le hiciesen caso a él y a su compinche tan facha y tan enchufado como él (ya que mientras ellos eran de los falangistas de Sigfredo Hillers de Luque yo siempre era y sigo siendo independiente y autónomo y jamás un judas traicionero como ellos) sino que además si ellos no sabían lo que era ni la hombría ni el compañerismo yo era de los del "dejar ser y dejar hacer" (lean, por favor, a Vincent de Gournay) hasta que cada cual, chaval o chavala compañeros del aula y de la vida, se enterasen de la verdad. Y ya llegó la verdad. Así que ese tal Ovíes o está mal de la cabeza o necesita acudir urgentemente a un psiquiatra si es que todavía sigue creyendo sus propias mentiras. Au revoire como dijo Voltoire; que es una forma muy castiza de decir hasta la vista y que Dios te ampare a ti y a tu compinche tan facha como tú, José Antonio. 
 
Lo que si les gustaba mucho a Ovíes y su compinche (tan facha como él) era insultar a una sencilla y humilde compañera que se sentaba en la primera fila, porque iba a la Facultad solamente a estudiar sin hacerles ni puñetero caso, llamándola "La Botijo". Eso les hacía mucha gracia a esos dos mamarrachos. Gracias por lo de "sexy" compañera. Te lo agradecí y te lo sigo agradeciendo. Hiciste muy bien en estudiar y no hacerles ni puñetero caso tal como lo hice yo. Y aquí estoy yo con mi título de Licenciado sin tener que haber usado enchufes de ninguna clase y sin tener que fardar de moto ni de perro pastor alemán (que lo llevaba el tal Ovíes hasta el aula) porque me bastaba y me sobraba con "Manolito" (el Seat 1500 de mi padre que conducía siempre mi madre) y mi "Chester" (un setter color canela que le daba cien mil vueltas en cuanto a estampa y estilo a su pastor alemán). Y dicha la verdad pues cada mochuelo a su olivo que ya era hora de saber quién es quién.  
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Foto del autor José Orero De Julián
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Palabras Clave: Diario Memoria Recuerdos.

Categoría: Cuentos & Historias

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