El gol de Sabino (Diario)
Publicado en Aug 05, 2015
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Mi mayor alegría, durante aquellas dos larguísimas y completas temporadas de fútbol en la Casa de Campo de Madrid, en las cuales quedamos completamente invictos (todo fueron victorias sin ningún empate ni ninguna derrota) no fue esta hazaña-récord (que terminó cuando nuestros rivales del Ciencias C.F. acabaron tan cansados y aburridos de perder siempre que tiraron definitivamente la toalla) sino aquel glorioso domingo en que mi amigo Sabino marcó un gol. Es el único gol que he visto yo marcar a Sabino. Testigo directo y presencial de aquella gesta deportiva, hazaña sin igual, fue mi amigo Pedro (el cordobés de Pozoblanco) que formaba línea defensiva junto con Sabino y Bonifacio. No lo recuerdo bien del todo, pero estoy seguro de que yo debí participar de alguna manera en aquella jugada que terminó con el gol de Sabino quien había subido a la delantera en uno de nuestros clásicos y célebres ataques furibundos con los que vencíamos toda la resistencia de los del Ciencias. 
 
Fue tanta la alegría que embargó a Sabino que él y yo, los dos a solas, nos fuimos a celebrarlo al bar cafetería que estaba situado en la esquina del Paseo de la Virgen del Puerto con la Ronda de Toledo, en Madrid, frente al quiosco de periódicos donde yo solía comprar los diarios. Allí, mano a mano los dos, estuvimos recordando la fastuosa hazaña de Sabino mientras nos jugábamos las consumiciones al juego de los dados, tanto con partidas "obligadas" como con partidas "no obligadas". El caso es que todas las partidas, absolutamente todas, las perdió Sabino y le dije que lo sentía mucho pero le tocaba a él pagar las consumiciones. Contestó que las pagaba con sumo gusto porque su alegría por haber marcado un gol era enorme.
 
Para mí, el gol de Sabino fue la alegría más grande que tuve a lo largo de aquellas dos larguísimas temporadas ganando todos los partidos al Ciencias. Fue tan grande aquella gesta inolvidable de vencer domingo tras domingo sin cesar que ni cuando fueron reforzados con el hermano de Fermín (el que fue jugador del Real Madrid proveniente del Rayo Vallecano) pudieron tan siquiera empatarnos. Ni con aquel refuerzo ni con ningún otro consiguieron evitar sus continuas derrotas -de las cuales seguro que tendrá un amargo recuerdo mi compañero Marculeta de la Facultad de Periodismo de la Complutense de Madrid- y, llegaban a ser tan espectaculares, que cuando Eduardo y Manolo (jugadores del Ciencias) querían ganar un partido simplemente desertaban de su equipo y venían a jugar con nosotros. El líder del Ciencias, un tal Luis Miguel, nunca pudo conmigo -líder del Letras- y no lograba comprender cómo continuadamente y sin tropiezo alguno les derrotábamos, domingo tras domingo, hasta completar aquellas dos larguísimas temporadas. 
 
En cuanto a Sabino comprendió que con mucha fe se puede lograr lo increíble. Por eso marcó aquel gol. Y estoy seguro de que también se estará preguntando cómo fue posible que perdiese todas las partidas ("obligadas" y "no obligadas") aquel domingo en que estuvo celebrando, conmigo y los dos a solas, su mayor hazaña futbolística jugando los dos a los dados. Sólo pude sonreír porque todo fue solamente cuestión de tener fe; algo que yo había aprendido en mis andanzas juveniles por los clubes nocturnos -barras americanas- en las noches madrileñas en las que me enfrentaba a chavalas de muy buen ver que me veían jugar y no se creían lo que estaba sucediendo. Hoy voy a brindar con un zumo de frutas tropicales en honor de Sabino y su inolvidable y único gol. Me entra la risa sólo de recordarlo.   
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Foto del autor José Orero De Julián
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Páginas de Diario personal.

Palabras Clave: Diario Memoria Recuerdos.

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Personales



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