Vete a la hemeroteca Pukateca (Diario)
Publicado en Aug 07, 2015
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Gorrones los hay en todas partes. El Pukateca era uno de ellos. Lo peor de todo es que era un español de esos que vivían "de puta madre" gracias a sus conocidos y conocidas de la Embajada de España en Quito. Me da lo mismo que lo mismo me da que conozca a Pepa Flores (la Marisol de los tiempos de Franco) a "Chaquetón" o al mismísimo Rey de los Gitanos; porque sinvergüenza lo era hasta para parar a un tren. También me da lo mismo que lo mismo me da que se enrolle y ligue con toda clase de chavalas convirtiéndolas en queridas, amantes y compañeras de borracheras sin fin. Voy por ti, Pucateca. Voy por ti para que no me olvides ni tan siquiera un momento. Porque te las dabas de ser muy flamenco pero vamos a ver quien es más flamenco de los dos. O me llevas tú o te llevo yo para que se acabe esta vaina.
 
Aquí vengo yo a lo Manolo: Acuérdate, Pukateca, de aquel día que estuviste en el Colón y quisiste hacer parranda siendo sólo un güevón. Te fuiste de nochecita y sería de la misma rabia. Te fuiste de nochecita y sería de la misma rabia. En mis notas soy extenso, a mí nadie me corrige. En mis notas soy extenso, a mi nadie me corrige. Para cantar con mi verso la mía sí que era virgen. Para cantar con mi verso la mía sí que era virgen. Me lleva él o me lo llevo yo para que se acabe la vaina. Me lleva él o me lo llevo yo para que se acabe la vaina. Ay, Pukateca a mí no me lleva porque a mí no me da la gana. Pukateca a mí no me lleva porque a mí no me da la gana. Que cultura que cultura va a tener el borracho Pukateca. Que cultura que cultura va a tener si chupa de la manteca. Pukateca mentó a mi madre solamente para ofender. Pukateca mentó a mi madre solamente para ofender. Para que también él se ofenda ahora le mento yo a él. Para que también él se ofenda ahora le mento yo a él. Pukateca Pukateca se creía que él a mí me iba a ganar y cuando me oyó cantar le cayó la gota fría y cuando me oyó cantar le cayó la gota fría. Al final de esta partida el reto le salió muy mal. Al final de esta partida el reto le salió muy mal. Acuérdate, Pukateca de aquel día que estuviste en el Colón y te cayó la gota fría porque sólo eres un güevón y te cayó la gota fría porque sólo eres un güevón. Y cuando me oyó cantar le cayó la gota fría. Y cuando me oyó cantar le cayó la gota fría.  
 
Gordo, fofo y grasiento yo me pregunto, ¿cuántas veces se habrá bajado este chulo los pantalones ante sus amigos los "catalanistas" de la Embajada de España en Quito que, para mayor conocimiento de todos, se encuentra en Calle la Pinta E4-412 y Amazonas? Deducir que Pucateca se trata de un miserable infiltrado seguidor del independentismo catalán no sólo es fácil sabiendo que los "catalanistas independentistas" de dicha Embajada de España en Quito son sus íntimos amigos sino que, siendo tan partidario a ultranza de la independencia de los kurdos (con quienes va diciendo que se ha criado conviviendo un mogollón de años con ellos) pues es lógico que sea partidario a ultranza de la independencia de los catalanes. Fijénse qué clase de tipejo es este pajarraco. 
 
El Pucateca me tienta con la oferta de un trabajo en una emisora de radio para hablar de flamenco y de cuestiones taurinas y gitanescas. Y el menda, para hacerse más interesante, me quiere deslumbrar diciendo que conoce y es íntimo amigo de Pepa Flores (Marisol) que le regaló todo un póster emocional, "El Chaquetón", Joan Manuel Serrat (se te ha visto el pelo canelo), El Rey de los Gitanos y, por si fuera poco, nada más y nada menos que amigo íntimo de jaranas nocturnas de Policarpo Díaz, el vallecano que cuando boxeaba llegó a ser siete veces campeón de España en peso ligero y ocho veces campeón de Europa pero que, por ser tan corto de entendimiento, se quedó arruinado. Si todos los amigos de "El Poli" eran como este tal Pukateca no me extraña nada que se quedase totalmente arruinado; porque Pukateca es de los que sacan la sangre a todos los ingenuos que caen en sus redes (y Poli Díaz debe ser muy ingenuo y hasta inocentón a la hora de elegir amistades). 
 
Planeamos el programa de radio. Le pido que contrate también a una periodista profesional para compartir su voz femenina con mi voz masculina y así hacer más interesante dicho programa. Está bien. El fanfarrón Pukateca, más fanfarria que fanfarrón además, dice que no hay problema y contacta con una periodista que lleva ya algunos años como profesional y es muy reconocida por el público ecuatoriano. Quedamos en el Hotel Colón, de la Avenida de Amazonas, en Quito, para hablar todos sobre cómo hacer el trabajo. La periodista pasa primero por mi vivienda en Quito para ir los dos juntos y comenzar a conocernos. Ella me cae muy bien a mí y yo le caigo muy bien a ella pero llegamos al Colón y no aparece el fantasma de Pucateca hasta que, pasada ya una hora, nos encuentra en dicho Hotel pero viene totalmente borracho, acompañado de otro amigote también borracho (que seguro que es un catalán independentista de la Embajada de España en Quito) y una inocente criatura, una niña que puede pasar por ser hasta la nieta de este indeseable Pucateca que está tan borracha como los otros dos. Desde el primer momento observo que la periodista profesional se está mosqueando por cómo van los acontecimientos. 
 
En efecto. Lleva razón la periodista, porque el Pukateca no hace más que hablar hasta por los codos haciendo alarde de la enorme importancia que tiene y de la enorme importancia que tienen todas sus amistades y contactos en Ecuador y otros países del mundo (quizás hasta en Liechstenstein según dice completamente mamado de alcohol) y entonces es cuando me empiezo a preguntar cuántas veces se habrá bajado los pantalones y que quizás sea por eso por lo que tiene un trasero tan enorme. Bien. Vayamos al asunto del dinero. Pronto me doy cuenta de que es amigo de los "catalanistas" porque es más tacaño que Jordi Pujol pagando servicios prestados a sus espías. Así que nos pide que le digamos cuánto creemos que deben ser nuestros sueldos. Ante una suma razonable y más bien muy modesta, se echa las manos a la cabeza, eructa como un verdulero, y nos rebaja la cifra a la mitad de la mitad. La periodista profesional le contesta que no está de acuerdo y que se marcha. Yo hago que espere un momento mientras le pido su teléfono que, muy encantada, me lo ofrece y se queda unos minutos más para ver qué es lo que va a suceder si es que va a suceder algo más. 
 
Por supuesto que va a suceder algo más porque le voy la poner una trampa mortal a este energúmeno jactancioso que va diciendo por ahí que hasta es amigo íntimo de la princesa Carolina de Mónaco. Estoy seguro de que le voy a dejar "en pelotas" delante de la periodista profesional ecuatoriana. No fallo. Le digo que si yo gano esa cantidad tan ridícula que me ofrece mi compañera de trabajo, además de que es una verdadera profesional en el Periodismo y precisamente por ello, debe ganar el mismo sueldo que yo. El fantasma que se cree el amo de todo el mundo cae en la trampa y, ofuscado por el alcohol y porque la borracha que tiene a su lado (con la que debe quizás tener relaciones sexuales porque siempre hay algunas que tienen pésimo gusto) le ha vaciado el contenido de su copa sobre la bragueta de su flamante pero obsoleto trajín porque hasta para vestir trajes tiene mal gusto porque le sientan como dos pistolas a Jesucristo, va y suelta que no, que a mi compañera de trabajo, por muy excelente periodista que sea, le va a pagar la mitad que a mí. La periodista simplemente se levanta y se marcha con total dignidad diciendo que ella no está para mendigar nada y menos a un borrachuzo como este Pukateca de mierda que no vale ni un pimiento ni como profesional (no sé qué profesión puede tener este verdulero) ni como hombre. 
 
Nos quedamos solos y sigue la retahíla de fantasmadas por parte de este tal Pukateca que ya está desenfrenado mientras la borracha le mete mano en la bragueta y el otro amigo está ya profundamente "durmiendo la mona". Le saco 5 dólares para coger un taxi que me lleve a casa y quedamos en hablar al día siguiente. Les dejo bebiendo como dos pájaros bobos acompañados de una foca marina y al día siguiente, como ya no tengo ganas de hablar con este tal Pukateca (después de hablar por teléfono con la periodista profesional que me reconoce como todo un hombre al defender su dignidad a la hora de los sueldos y decirle que yo tampoco voy a participar de un trabajo tan indigno como aquel) se contacta con el miserable mi cuñado Falconí que le dice que no, que yo no me vendo a ningún manipulador de ideologías independentistas y separatistas disfrazado de gran conocedor del flamenco. Me importa un rábano si se enfada por no querer yo hablar ni tan siquiera por teléfono con él porque no acostumbro a hablar con imbéciles de esa naturaleza. 
 
Poco tiempo después le veo en la puerta de la Embajada de España en Quito, con una barriga enorme, y haciendo miserablemente la pelota al señor embajador y su corte de aduladores que se agachan como esclavos al paso de su señoría. Pukateca hasta le lame las botas. Después, al oír su programa en la radio, por simple curiosidad, resulta que era una verdadera mierda. Tan mierda como lo era él por culpa de las mierdas que cogía con el alcohol y acompañado de niñas inocentes; no verdaderas hembras de buen ver sino niñas inocentes con tan mal gusto que se conformaban con ser las amantes de un verdadero mierda porque les hacía coger tantas mierdas como cogía él. Y esta es la triste historia de Pukateca y toda su nefasta falta de personalidad porque sólo era un pelota de embajadores para vivir de gorra en Ecuador. Menos mal que Dios evitó que yo trabajara con un verdulero de tan mal gusto.  
 
 
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Foto del autor José Orero De Julián
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