Como mucho un cigarrillo (Diario)
Publicado en Aug 09, 2015
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Que España es el país de la picaresca está archidemostrado una y mil veces más. Recuerdo que una de las picarescas más idiosincrásicas de la formación del espíritu nacional se producÍa en las tan famosas tómbolas. Por entonces ya cantaba Marisol aquello de la vida es una tómbola. Y era una gran verdad. Aquellas tómbolas venían a ser algo así como la prolongación social, histórica y hasta literaria, de "El Lazarillo de Tormes" (anónimo) y "El Buscón" (de Quevedo) porque siempre consistía en presentar, ante el ingenuo público de aquel tiempo, una enorme oferta de grandes y deslumbrantes premios: el televisor Telefunken, el frigorífico Ignis, el automóvil de Mercedes (mejorando la presente) último modelo, la casa con jardín incluído de Urbis, el tostador de pan Philips y cualquier otro artilugio de más o menos notoriedad como las famosas muñecas Peponas. ¿Tocaba alguna vez alguno de estos lujosos premios al que todos los más humildes, sencillos, pobres y marginados aspiraban como el máximo de sus anhelados sueños? Pues no. Nunca les tocaba. Sencillamente porque no había ninguna papeleta con esos regalos ya que era el timo de la estampita pero en versión globalizada.  
 
El truco era muy sencillo de descubrir aunque muy pocos nos dimos cuenta. El asunto consistía en vender papeletas. Siempre salía un mensaje que decia: "Sigue jugando porque la próxima vez tendrás suerte". Y claro está, los más humildes, sencillos, pobres y marginados de la ciudad, seguían comprando papeletas hasta que se gastaban todo el sueldo del mes y quedaban totalmente desolados. Como regalo de consolación, los estafadores de la tómbola les daban como mucho un cigarrillo; y además de los celtas porque los marlboros sólo estaban al alcance de gentes con dinero como el tal Luis Eduardo; aquel Aute que vivía a cuerpo de rey en su confortable y lujoso chalecito de Claudio Coello porque para eso era hijo del embajador de España en las Islas Filipinas. Para que luego nos venga cantando cosas del pueblo.... y todo eso de pasaba por allí... y pues sí... quizás pasaba por allí y se partía de risa con sus colegas de juergas de señoritos -tal como Sabina y Serrat- a costa de esos humildes, sencillos, pobres y marginados de la ciudad a los que dicen que aman tanto... y luego viene Tadeo y me lo creo...
 
Una mañana de primavera, cuando las golondrinas de Bécquer se recitaban por todas las esquinas de aquel añorado Madrid, los españolitos de a pie nos levantamos de la cama con la enorme sorpresa de que la Tómbola Diocesana de la Vivienda había desaparecido para siempre. Y los humildes, sencillos, pobres y marginados de las barriadas de aquellos rincones madrileños no tuvieron más remedio que consolarse fumándose como mucho un cigarrillo celtas que les habían regalado como premio de consolación. Habían comprendido, después de haber perdido todo el sueldo mensual, que en España nadie ragala un duro por cuatro pesetas. 
 
Y luego se oyó a alguien cantar: "Españolito que vienes al mundo te guarde Dios, una de las dos Españas ha de helarte el corazón"... hasta que llegó Solano y se lo dijo al señor Rueda: "¡Presidente, presidente, que ese chaval juega al fútbol como los ángeles"! a lo cual el citado señor Rueda respondió: "Por eso le he nombrado líder y capitán del Estrella Olímpica". Y fui y como era mi obligación demostrarlo pues tiré con toda mi calma ya demostrada multitud de veces el penalty que se convirtió en gol y ganamos el partido. Poco tiempo después de eso otro día me dirigí a Solano diciéndole: "Te deseo que tengas una buena y fructífera carrera de árbitro pero ahora aquí te entrego a Lorenzo Aranzana para que te des una vuelta con él alrededor de la manzana y a ver si así te inspiras para escribir la crónica del Deportivo Olímpico 14 - Numancia 0 y con fotografía de nuestro equipo incluída".
 
Claro está que Lorenzo Aranzana, por aquellas fechas, estaba completamente desgalichado, parecía un esqueleto de puros huesos que se le veían y no tenía ni fuerzas para mover el balón, ni facultades físicas habidas o por haber, ni colocación alguna sobre el terreno de juego; luego daba lo mismo que jugara o no jugara porque pasaba completamente inadvertido y, además, estaba traumatizado del todo porque Bonifacio le daba, de vez en cuando, unas cuantas hostias en el cole de Lope de Rueda; así que cuando me lo encontré años más tarde, más cebado que un cachalote oceánido y un ojo de cristal porque le había dado -para olvidar a Bonifacio- por jugar a meter petardos dentro de los botes y las latas y uno de esos botes o esas latas le había saltado un ojo y ahora lo tenía de cristal, él me dijo, porque se creía importante al ser el portavoz de los anarquistas (léase CNT) del Banco de Bilbao, que nosotros éramos "los Bonifacios" y jugábamos mal al fútbol, ante lo cual me partí completamente de risa y me estuve cachondeando toda la semana santa que pasamos en la Mancha del Mar Menor de él y de toda su camarilla de cenetistas-anarquistas en la playa de dicho lugar y me refiero a Lorenzo Aranzana (que cuando era tan pésimo jugando al fútbol tenía la cabeza como de "Pájaro Loco" y además se parecía mucho a Lorenzo Parachoques), de uno que se autoproclamaba el ligón del BB (porque o era un bebé o lo parecía) pero sólo ligaba con las que le dejaban los demás, del tontarras del Vicario (cenetista del BHA) y del microgenético (ya que era tipo liliputiense) "guaperas" de los porros que intentaba no sé qué hacer en un cascarón de barca con una chavala muy guapa pero que la mía era la de la playa que era mucho más guapa, estaba mucho más buena y además no se dopaba. Y me marché y a mi barca la llamé libertad y unos ojos (los de la morena de la playa que estaba que se salía) me dijeron "como estás" y le sonreí y ella dijo jajajá y lo demás no lo cuento para no dar envidia a Lorenzo Aranzana que ni se comía una manzana. 
 
Total que, volviendo a las tómbolas (¡y qué bien que cantaba Marisol aquello de la vida es una tómbola!), que resulta que los más humildes, los más sencillos, los más pobres y los más marginados de las barriadas madrileñas -a quienes siempre llevo dentro de los recuerdos de mi corazón- se tuvieron que conformar como mucho con un cigarrillo como premio de consolación y entonces, pasado más tiempo, volví a encontrarme con el señor Rueda cuando yo ya estaba estudiando Periodismo y fue en la sala del diario AS. Le dije así: "¿Me recuerda usted, señor Rueda?" Se me quedó mirando y seguí diciendo: "Sí, soy el mismo chaval que usted nombró líder y capitán del Estrella Olímpica pero ya no estoy en el Deportivo Olímpico sino que ahora juego en el Ciencias de la Información mientras Lorenzo Aranzana sigue teniendo pesadillas por las noches porque no hace más que soñar que Bonifacio (y conste que yo no me llamo Bonifacio sino José) sigue dándole de hostias de vez en cuando en el cole del Lope de Rueda".
 
Y ya está. Como la verdad es la verdad pues he dicho la verdad y la verdad está dicha y el señor Rueda se quedó más blanco que la cal de las paredes del pueblo malagueño de Mollina, de donde era una compañera de mi aula de Periodismo. Y como todas las piezas se ajustan bien pues resulta que todo este puzzle ya está resuelto con total acierto por mi parte y punto y final que me está entrando otra vez la risa y tengo ganas de cantar un poco por las calles de Molina de Segura, de Murcia de España a pesar de tantos "mojamés" que se creen que esto es parte de Al-Ándalus porque les han engañado sus imanes con no sé cuántas tonteras del Corán que mira que dice tonteras ese libraco que no hay quien se pueda tragar ni una sola de sus mentiras. Y es que en este mundo traidor hasta Mahoma era un mentiroso, pero un mentiroso de verdad. Y ahora sí. Ahora me voy a dar una vuelta a reírme un poco quieran o no quieran los "mojamés" de Alá o de Aladino que lo mismo me da que me da lo mismo porque ni Alá es Dios ni Aladino es su Profeta. Pues no faltaría más. 
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