Orgenes de la Ciencia Ficcin (Ensayo): Cuentos chinos.
Publicado en Aug 25, 2015
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De la misma manera que la ciencia ficción empezó a originarse en el mundo occidental, de manera paralela se fue originando en el mundo oriental. Hablemos, por lo tanto, de China; de aquella China que por tantos siglos fue desconocida para los hombres de Occidente. ¿Hubo o no hubo ciencia ficción entre los chinos? Por supuesto que sí. Hoy en día se conocen bastantes cuentos y leyendas chinas en las que descubrimos ciertas connotaciones de ciencia ficción. Investiguemos un poco para demostrar que esta asertación es cierta. Un gran ramillete de cuentos chinos (leyendas de la Antigüedad) lo confirman. Elijamos, por ejemplo, la siguiente titulada "La leyenda de la creadora de la humanidad. 
 
Dice así: Cuando la Tierra se separó del Cielo, no se conocía la especie humana aunque había ríos, lagos, montañas y mares. La diosa Nu Wa descendió un día al mundo y vio todo tipo de animales, pero se sintió sola porque no había nada que se pareciera a ella y que pudiera hablar. Se sentó a la orilla de un lago, amasó barro con el que Hizo una figura imitando su propia imagen reflejada en la superficie del agua. Jugueteó un poco con la figura de tierra y le dio un soplo divino. La figurita cobró aliento y empezó a parpadear. La depositó en el suelo para que caminara a su alrededor, mientras que ella modeló otras figuritas más o menos parecidas, que cobraron vida también con un soplo de su respiración providencial. No se contentó en crear imágenes sólo de mujeres, empezó a conformar hombrecitos para que formaran parejas con las mujeres ya existentes en el mundo. Así, tras trabajar un buen rato en la creación de la humanidad, creyó necesario acelerar el proceso. Cogió una cuerda larga cubriéndola de lodo, y empezó a girarla, desperdigando pedacitos de barro a su alrededor, que al caerse al suelo se convertían en figuras de niños y niñas que se alejaban alegremente. Así nació la humanidad, hecha de barro y animada en el aliento de la diosa.
 
Un día sucedió algo trágico que truncó la vida idílica del mundo: un buen trozo del Cielo cayó abriendo una terrible grieta en la Tierra. Nu Wa, la Creadora de la Humanidad, decidió reparar la rotura celestial para proteger las vidas humanas recién creadas. Fundió piedras de cinco colores con las que rellenó el agujero negro. Encantó una enorme tortuga e hizo de sus patas cuatro pilares para sostener el firmamento. Mató al dragón negro que provocaba inundaciones y ahuyentó las fieras que devoraban a los seres humanos. Gracias a ella, el mundo se salvó de la catástrofe y volvió a la tranquilidad. Y para acabar con la monotonía, hizo con unas cañas de bambú un instrumento llamado Sheng y creó la música. 
 
Fantasía cien por cien. Ciencia ficción mil por mil. Pero ¿quién era la diosa Nu Wa para aquellos primeros seres humanos de la China que no sabían ni leer ni escribir todavia? Nüwa o Nü Wa era un ser (normalmente una mujer) de la mitología china que suele formar parte de los Tres augustos y los Cinco emperadores. Ateniéndose a las variadas fuentes no se puede precisar su papel exacto: creadora, madre, diosa, esposa, hermana, líder tribal o incluso emperador, aunque la mayoría de las veces se presenta como una mujer que ayuda a los hombres a reproducirse después de una calamidad. Otros estudiosos consideran que "nüwa" es un título. El historiador Sima Qian, en su clásico "Memorias históricas" identifica a Nüwa con un hombre apellidado Feng. En otras tradiciones, Nüwa y su esposo Ling Tong, el primero de Los Tres Augustos, son conocidos como "los padres del género humano", ya que se les considera los ancestros de éste. Se los suele representar con cuerpo humano y cola de serpiente o dragón, porque supuestamente fue con esa forma como tallaron los ríos del mundo y lo desecaron tras las inundaciones. Padre de Nüma es el Emperador de Jade.  
 
Según otro mito Nüwa es la encargada de mantener y repara la Muralla Celestial, cuya caída destruiría el mundo. Cuenta una leyenda que hubo una disputa entre dos de los dioses más poderosos y decidieron zanjarla con un combate. Cuando Gonggong, dios del agua, vio que perdía, golpeó con su cabeza el Monte Buzhou, uno de los pilares que sostenían el cielo, lo que causó que éste se inclinara hacia el noroeste y la tierra se moviera hacia el sureste, produciéndose grandes inundaciones. Nüwa cortó las patas de una tortuga gigante y las usó para sustituir el pilar destruido, a la vez que utilizaba piedras de cinco colores distintos para reparar el cielo. Sin embargo fue incapaz de reparar la inclinación del cielo, lo que según la tradición es la causa por la que el sol, la luna y las estrella se mueven hacia el noroeste y los ríos chinos fluyen hacia el este. Según otras versiones rellenó el agujero del cielo con su propio cuerpo para que cesara la inundación por lo que algunas minorías del suroeste de China la tienen como diosa y algunas fiestas se ofrecen como tributo a su sacrificio.
 
Por último, Nüwa también es vista como Creadora. Habiendo existido desde el comienzo del mundo y sintiéndose sola comenzó a crear animales y seres humanos. El primer día creó el gallo; el segundo, el perro; el tercero, la oveja; el cuarto, el cerdo; el quinto, la vaca; el sexto, el caballo y el séptimo comenzó a crear a los hombres usando arcilla amarilla. Primero esculpió cada uno de ellos individualmente, pero al sentirse cansada decidió introducir en la arcilla una cuerda que luego movía rápidamente provocando que las gotas de arcilla cayeran al suelo, transformándose cada una de ellas en un ser humano. Estos seres serían el pueblo llano, mientras que los primeros creados, hechos a mano, serían los nobles. Según otra variante, algunas de las figuras fueron deformadas por la lluvia, lo que provocó las enfermedades y malformaciones físicas.
El mito de Nüwa aparece, entre otros, en los siguientes documentos: En el "Liezi" de Lie Yukou (475 - 221 antes de Jesucristo. En el capítulo quinto, "Cuestiones sobre Tang", en el relato "Nüwa repara el Cielo", se describe la reparación que hizo tras la gran inundación. También se afirma que hizo al primer hombre usando arcilla.En el "Chuci" de Qu Yuan (340 - 278 antes de Jesucristo). En el capítulo tercero, "Preguntando al Cielo" (Wentian), en el relato "Nüwa repara el Firmamento", aparece el nombre Nüwa por primera vez. Moldea figuras de tierra amarilla y les da vida y la capacidad de tener hijos. Los demonios luchan y rompen los pilares que sostienen el cielo. Nüwa trabaja incesantemente para reparar el agujero con piedras de cinco colores. En el "Huainanzi" de Liu An (179 - 122 antes de Jesucristo). En el capítulo sexto, "Lanmingxun", en el relato "Nuwa repara el cielo", se narra cómo en la remota antigüedad los cuatro polos del universo se derrumbaron y el mundo se sumió en el caos: el firmamento no podía cubrir la tierra y ésta no podía soportar al mundo; el fuego lo devoraba todo sin detenerse y las aguas fluían sin control; las bestias devoraban a los hombres y los pájaros salvajes atacaban a los ancianos y a los débiles. Entonces Nüwa repara el cielo con las piedras de cinco colores, corta las patas de la tortuga para sostener los cuatro polos y mata al dragón negro para ayudar a la tierra. En el "Shiji" de Sima Qian (145 - 90 antes de Jesucristo). En la sección 1, BenJi, Nüwa es un hombre apellidado Feng. Es pariente de Fuxi y posiblemente de Fenghuang.En el "Suowen Jiezi" de Xu Shen (58 - 147). En la entrada Nüwa de este diccionario, el primero del chino, se dice que fue la esposa y hermana de Fuxi y que se les representó con sendas colas de serpiente entrelazadas en un mural de la Dinastía Han Oriental del templo de Wuliang, en el Distrito de Jiaxing de la Provincia de Shandong.En el "Dhuyizi" de Li Rong (618 - 907). En el relato "La apertura del Universo", se narra que había un hermano y una hermana llamados Nüwa que vivían en las montañas Kunlun, en una época en que no había gente corriente. Quisieron casarse pero se sintieron avergonzados por ello. Por ello, el hermano la llevó a la cima de la Montaña Kulun e hizo el siguiente juramento: si el cielo nos permite ser marido y mujer, que el humo frente a nosotros se concentre; si no es así, que el humo se disperse. El humo permaneció concentrado y la hermana se fue a vivir con su hermano. Hizo un abanico con hierba para esconder su cara. Este es el origen de la costumbre de llevar un abanico las mujeres en la mano. En el "Yuchuan Ziji" de Lu Tong (618 - 907). En el capítulo tercero se afirma "En un principio Nüwa es la mujer de Fuxi" (Yu MaYi Jie Jiao Shi) En el "Siku Quanshu" de Sima Zhen (618 - 907). En el capítulo "Suplemento de los archivos históricos  Historia de los Tres Emperadores" se dice que éstos fueron Fuxi, Nüwa y Shengnong. Los dos primeros son hermanos y se apellidan Feng. En el libro "Taiping Yulan" de la colección "Songsi Dashu" de Li Fan (960 - 1279). En el libro 78, en el capítulo "Costumbres de Yingshao de la dinastía Han", se afirma que no exitían los hombres cuando el cielo y la tierra se separaron. Nüwa usó arcilla amarilla para hacer a los seres humanos. Como así no eran suficientemente fuertes, puso cuerdas dentro de la arcilla para que se mantuvieran de pie. También se dice que rezó a los dioses para que la dejaran ser la diosa de los asuntos maritales.
 
Cuentos chinos. Cuestión de cuentos chinos para creerlos o para no creerlos. ¿Existía ciencia ficción en los cuentos (o leyendas) más antiguos que se conocen en China? He encontrado un pequeño "popurrí" de esta clase de cuentos colocados por orden alfabético. Son relatos muy breves y vamos a ver si es verdad que pueden ser considerados orígenes de ciencia ficción o solamente son cuentos chinos para engañar a los más inocentes. Sólo he seleccionado los que, según mi docta opinión, contienen pasajes de ciencia ficción. 
 
 
¿Adónde podemos ir?.- Cuando al Buda le insultaban, sus discípulos le pedían cambiar de localidad, pero el maestro respondía: «Y si la gente nos sigue insultando allí, ¿adónde podemos ir?» En este sentido, la siguiente historia es muy sugerente. Una lechuza y una tórtola habían hecho buena amistad. Cierto día la lechuza estaba preparando sus cosas para irse, cuando llegó la tórtola y le preguntó: —¿Te vas? ¿Adónde? —Lejos de aquí —repuso la lechuza—, hacia el este. —¿Por qué? —preguntó su amiga. —Te diré la verdad. A la gente de por aquí no le gusta mi graznido. Así que se ríen de mí o me insultan o me desprecian. Por esa razón me mudo. La tórtola reflexionó unos instantes y dijo: -Voy a explicarte algo. Si tienes la capacidad para cambiar tu graznido, adelante, vete; me parece estupendo. Pero, si no puedes cambiarlo, entonces, ¿qué objeto tiene que te mudes? La gente del este se sentirá disgustada por tu graznido y tendrá la misma reacción que la de aquí. Y encima habrás viajado en balde.
 
El adorador del dragón.- La gran afición del aristócrata Ye venía probablemente de su nacimiento. Según el Zodiaco chino, vino al mundo cuando reinaba el signo más fuerte de los doce animales que conforman el horóscopo chino. No sólo nació en el año del Dragón, sino, curiosamente, también con el ascendente de ese animal mitológico. Adoraba ese signo legendario como algo propio de su esencia existencial. Los techos de su residencia se remataban con dragones tallados. Todos los muebles de la casa estaban decorados con imágenes de ese animal omnipotente. Su fabulosa colección de figuras de dragón era indudablemente la mejor de todo el imperio. Y como si la profusa presencia del animal en su casa no fuera suficiente, adornó todas sus prendas con bordados o estampaciones de dragón, se casó con una mujer del mismo signo, doce años más joven que él, eligió la servidumbre únicamente entre las doncellas nacidas con el mismo signo de su preferencia. Dragón, dragón, todo dragón. Cuando el rey Dragón, que vivía en el cielo, se enteró de su gran afición, conmovido y agradecido, descendió a la Tierra para visitarlo. Entró en el salón y lo encontró disfrutando de una preciosa pintura titulada «Nueve dragones entre nubes». Pero cuando sintió la presencia de algo raro en su casa, por el vaho helado y magnético que exhalaba el animal todopoderoso, se puso pálido. Su terror creció desmesuradamente cuando vio de soslayo las escamas de un cuerpo ondulante y escarchado. Se desmayó bañado en sudor frío.
El rey Dragón se desilusionó: —¡Con que sólo te gustaba la representación de mi especie! Cuando ves al dragón de verdad, te mueres de pánico.
 
El héroe que derribó nueve soles.- Durante el reinado del emperador Yao había un famoso arquero llamado Yi. Su puntería era tal que podía derribar con diez flechas diez pájaros al vuelo. Sucedió que, por un capricho de los astros, los diez soles que se turnaban para iluminar el mundo, decidieron aparecer al mismo tiempo en la bóveda celeste, lo que causó una desastrosa sequía: se secaban los ríos y lagos, se quemaban los bosques por el calor, las cosechas morían instantáneamente en los campos agrietados. Hacía un calor insoportable y la gente se encontraba refugiada en profundas cuevas de las montañas. Desapareció la noche, porque los despiadados astros de fuego no se ponían como antes en las horas nocturnas. Parecía que el infierno hubiera aflorado sobre la Tierra con llamas abrasadoras y una deslumbrante brillantez solar. La gente lloraba frente al desastre, rogando a Dios que tuviera compasión de ellos. Cuando el Dios Celestial se enteró de las travesuras solares decidió castigar a los astros enviando a Yi el arquero, a quien le entregó un gigantesco arco rojo y diez flechas blancas. Yi se ubicó en lo alto de la montaña, tensó su durísimo arco y realizó el primer disparo. Cayó un sol estrepitosamente entre una lluvia de fuegos y chispas. Con el segundo flechazo, desapareció otra esfera de brasa. Así sucesivamente la bóveda celeste perdía uno tras otro los siniestros astros de calor. A cada derribo se levantaban voces de júbilo de la gente que seguía el acontecimiento. La temperatura se suavizaba drásticamente, incluso sentían un poco de frío cuando el gigante celestial hubo derrocado el noveno sol, quedando sólo uno en el cielo. La gente se apresuró a impedirle al tirador un nuevo disparo para evitar un frío infernal en la Tierra. El héroe salvó a la humanidad de una inaudita sequía, pero no terminó allí su labor benevolente porque mató a los devoradores de hombres, al monstruo acuático de nueve cabezas, al huracán que destruía las casas y a las serpientes colosales de los lagos y los mares que hacían naufragar a los barcos. Gracias a Yi, el mundo se hizo más acogedor.
 
El pájaro que quería llenar el mar.- El Dios del Sol tenía cuatro hijas. Las tres mayores se alejaron de su padre al hacerse inmortales. En casa sólo quedó la pequeña. La hermosa niña echaba de menos los días bulliciosos y alegres del pasado cuando convivía con sus hermanas. Un día, para liberarse de la melancolía y la soledad que le agobiaban, se fue a nadar al mar. Las aguas tranquilas del mar del Este eran traidoras, porque de repente surgían tempestades y enormes olas. La solitaria princesa del Sol se ahogó un día. Tras la muerte, la desdichada doncella se metamorfoseó en un hermoso pájaro de pico colorado, llamado Jin Wei. Su plumaje era de luto, pero en la cabeza tenía una mancha blanca. Odiaba al mar porque le había quitado la vida, al igual que a muchos otros seres humanos. Juró vengarse y decidió rellenar el inmenso mar con las piedras de la montaña. Pese a su diminuta capacidad y con una voluntad férrea, cogía pedacitos de piedra con el pico de las montañas y los lanzaba al mar. Día tras día, año tras año, proseguía en la misma labor, sin descansar ni decaer en su espíritu justiciero. Este pájaro es popularmente conocido con el nombre de «Pájaro Jurado» o «Pájaro Voluntarioso» y se ha convertido en el símbolo de la voluntad.
 
La Diosa de la Luna.- Antes de convertirse en la Diosa de la Luna y sufrir la eterna soledad lunar, la bella inmortal Chang E vivía en la Tierra con su marido, el héroe enviado por el Dios del Cielo que derribó nueve soles y aniquiló los demonios del mundo. Aunque el pueblo lo admiraba profundamente por sus abnegadas proezas, su mujer se quejaba de la constante soledad, ya que su marido siempre andaba fuera de casa batallando con los malos espíritus. Además, le horrorizaba la idea de envejecer y morir como cualquier mujer mundana. Para acabar con la amargura de su mujer, el marido salió un día en busca de la Diosa de las Montañas para que le diera el elixir de la inmortalidad. Conmovida por la abnegada labor que desarrollaba el desinteresado hombre, la diosa le concedió una hierba mágica, advirtiéndole que la tendrían que tomar los dos al mismo tiempo, Si no, no respondería de las consecuencias. El hombre volvió contento con la hierba providencial y pidió a su mujer guardarla en sitio secreto para tomarla juntos algún día que no tuviera que salir a luchar contra los demonios. Su mujer estaba muy resentida debido a la penosa soledad a la que la tenía sometida su cónyuge, y no quería sufrir eternamente el melancólico abandono. Una noche, movida por un impulso de desesperación, sacó el remedio providencial y se lo tomó todo. Enseguida experimentó algo raro en su cuerpo, una sensación de evaporación o de vacío. Se hacía más y más ligera, empezaba a flotar y a volar por el cielo estrellado. Quería bajar, pero la Tierra no la atraía. Parece que había una enorme fuerza que la succionaba desde lo alto del firmamento. Se alejaba cada vez más de la Tierra, acercándose a la Luna. Y desde lo alto del cielo, ya vislumbraba el desértico paisaje lunar. Se arrepintió de su necedad y empezó a echar de menos todo aquello que acababa de abandonar. Sentía vergüenza de volver a encontrarse con los suyos. Decidió quedarse en la Luna para estar cerca de la Tierra y pagar, desde aquel destierro frío e inhóspito, su conducta indigna. Unos dicen que la apenada dama se convirtió en un sapo de repugnante apariencia, y otros dicen que sigue tan hermosa como siempre, pero más sola y melancólica. En los días de luna redonda, puedes contemplar la Luna y la podrías encontrar debajo de un árbol de laurel, acompañada de un conejo blanco, sufriendo la eterna soledad.
 
La travesía de los ocho inmortales.- Todos los años, la Reina de la Longevidad ofrecía un grandioso banquete en el hermoso lago Yao Chi. Invitaba a todas las personalidades eminentes, a quienes les ofrecía, entre otros manjares, vinos de la bodega celestial y melocotones de propiedades providenciales. Los ocho inmortales siempre acudían al fastuoso evento como invitados de honor. Era una oportunidad de reunirse los amigos de la inmortalidad para narrar los acontecimientos del año anterior y experimentar algunas aventuras divertidas. La emoción por el reencuentro y la exquisitez de la comida eran motivo suficiente para el exceso en el beber, así que solían terminar embriagados de vino y de satisfacción. Una vez, tras terminar la suculenta recepción, los ocho inmortales se embarcaron en una nube blanca que flotaba en el límpido cielo, sin preocuparse donde los llevaba el aire de las alturas. Conversaban animadamente y se reían de las anécdotas que les habían ocurrido, cuando se dieron cuenta de que se encontraban a la orilla del mar. Las olas del Océano del Este rugían majestuosamente, con la extraordinaria potencia que le confería su inmensidad. Sorprendidos por la grandeza del mar, los inmortales se detuvieron para contemplar el bravo oleaje, despejados ya de los efectos de la bebida alcohólica. De repente, apareció en las nubes del mar el reflejo de un hermosísimo palacio, con preciosos quioscos y pabellones. —¡Qué bonito! ¡Es mucho más suntuoso que el Palacio de Oro de la Reina! —exclamaron algunos inmortales atónitos ante la extraordinaria belleza del espejismo. —No es ninguna fantasía, es el Palacio del Rey Dragón del Mar —afirmó uno de los inmortales. Al oírlo, alguien concibió de manera espontánea una atrevida idea. —Siempre hemos oído que el mar es inmenso y muy lujoso el palacio del Rey Dragón, ¿por qué no vamos a dar una vuelta por el mar y visitar al monarca del Palacio Marítimo? Antes de que los demás inmortales aceptaran tan descabellada proposición, el lúcido Han Zhongli se adelantó con argumentos para impedírselo. —He oído que los guardianes del Rey Dragón son feroces, arrogantes y dominan las artes marciales. Posiblemente no nos dejarán entrar por orden superior. ¿Para qué vamos a perder la dignidad ante esos cangrejos engreídos? Además, hoy hemos tomado más de la cuenta, cualquier indiscreción puede acarrear serios problemas. Al oír eso, el Cojo Li manifestó su disconformidad inmediatamente. —¿Qué nos puede amedrentar a los Ocho Inmortales? Ningún mal nos infunde miedo alguno. ¿Acaso el maldito dragón y las tortugas del mar pueden aterrorizar a los ermitaños inmortalizados? A mí me importa un bledo que el bicho tenga dos cuernos en la cabeza. Aunque tuviera mil artimañas, me atrevería a desafiarlo. Dicho esto, arrojó su bastón mágico hacia la cresta del mar y se embarcó en él. Repentinamente, el bastón se convirtió en un soberbio barco que navegaba velozmente por entre las olas. Los demás inmortales no esperaban tanta impulsividad del Cojo Li, pero, al verlo partir solo, le siguieron uno tras otro con el fin de socorrerlo en caso de peligro. Han Zhongli, el inmortal que había criticado la descabellada aventura, fue el primero en lanzarse al mar para seguir al Cojo Li. El tambor que llevaba siempre consigo navegaba al filo de las olas, mientras que el maestro de la música se mantenía sentado en el instrumento de percusión, con los ojos cerrados, rumiando una oración. El viejo inmortal, Zhang Guolao, se montó en el lomo del asno providencial, lo castigó enérgicamente: «Arre...», haciendo que el burro se lanzara sobre las aguas como un torbellino al ras de las crestas. Corría por la superficie del mar sin obstáculo alguno, como si se tratara de la mejor pradera. El gallardo Caballero Han se llevó la flauta divina a los labios, extrayendo de ella una melodía armoniosa, que hechizó las olas, convirtiéndolas en un camino liso y firme, por el cual se encaminó hacia el Palacio del Rey Dragón. La inmortal Flores He'Xian llevaba una cesta llena de pétalos fragantes recogidos de la montaña Kun Lun. El exquisito contenido de la cesta atrajo la atención de todas las cortesanas del mar, quienes, movidas por el instinto de belleza, intentaban acercarse al recipiente de tan caras especies botánicas para apoderarse de una flor que las pusiera más guapas. La cesta era mágica y no se agotaba nunca. Conforme se llevaban las flores de encima, surgían desde el fondo de la misma nuevos pétalos para satisfacer las crecientes demandas. Al final, las damas del mar decidieron llevar a la inmortal Flores en una silla de oro hasta el Palacio Marítimo, con la intención de que nunca les faltara tan apreciado género. Otro inmortal llamado Lu Dongbin sacó su calabacín mágico, lo destapó, dejando que un humo azulado saliera paulatinamente del recipiente y formara una nube de siete colores. El inmortal se sentó plácidamente en el asiento multicolor y se dirigió al Palacio del Rey Dragón. El trovador de anécdotas históricas, Gao Guojiu, empezó a tocar sus castañuelas de bambú para contar episodios de un viejo cantar rimado. Los generales y cortesanos de la Corte del Rey Dragón, absorbidos por la historia, pidieron al juglar que se montara sobre el caparazón de una enorme tortuga del mar y viniera al Palacio para seguir su narración rimada. Mientras los demás inmortales se las han ingeniado para dirigirse al Palacio Real Marítimo, Lan Caihe, sacó tranquilamente sus placas de jade mágico, las depositó en las aguas a fin de montarse en ellas y reunirse con sus compañeros. Sin embargo, el esplendor deslumbrante del jade iluminó el oscuro fondo del mar, produciendo incluso un temblor en el Palacio Marítimo. El Rey Dragón, que se encontraba tomando vino en sus aposentos, se sorprendió por la extraña luz y el maremoto que sacudió su Palacio. Ordenó investigar lo que sucedía en las aguas de su dominio. No tardaron en informarle que eran los Ocho Inmortales de la Tierra que atravesaban el mar usando sus habilidades sobrenaturales. El viejo Dragón se puso furioso. —Con que esos seres sinvergüenzas me están molestando con sus fechorías. Se han hecho inmortales al aprender unas artimañas insignificantes. Estos mares son de mi soberanía, no tolero ningún juego sucio debajo de mis narices. Furibundo, el feroz Rey Dragón pegó un salto y apareció en la cresta de las olas. Justo en ese momento, el inmortal de las placas de jade, Lan Caihe, pasaba por allí cerca con su luminosa joya mágica flotando en la superficie del mar. El viejo dragón abrió la boca y se apoderó de las placas de jade, tras lo cual se sumergió en el mar. De repente, parecía que el sol, la luna y las mil estrellas se concentraran en el fondo del mar, iluminado con luces de siete colores. Radiante por el embellecimiento de su palacio, el Rey Dragón decidió efectuar una celebración invitando a todos sus amigos y parientes para ver la iluminación mágica. Mientras tanto, los demás inmortales se enteraron con desagradable sorpresa de la indigna actuación del Rey Dragón. El Cojo Li no pudo reprimir su ira, exclamando: —¡Cómo es posible! ¡Qué atropello! Vamos a darle una lección al viejo dragón. Tenemos que recuperar inmediatamente el jade mágico. Dicho esto, se puso en acción. En pocos segundos ya estaba frente a la puerta del Palacio del Rey Dragón. Blandió su bastón, mientras gritaba con indignación: —¡Oye, sucio pirata, soy el Cojo Li! ¡Devuélvenos las placas de jade enseguida, de lo contrario, arrasaremos tu nido en un instante! ¿Enterado? El Rey Dragón se río a carcajadas y le contestó con desdén: Desgraciado curandero inmortalizado. Cúrate tu pata antes de decir más disparates. Soy el Rey de las Aguas. Aquí nadie manda excepto yo. Sal de mis dominios si no quieres que te destroce en mil pedazos. El Cojo Li no quería gastar ninguna palabra más, arrojó su bastón mágico hacia el interior del palacio, el cual se convirtió en un dragón de cien leguas que arrojaba fuego como si fuera un lanzallamas. En un santiamén todo el palacio se incendió. Los cortesanos huían apresuradamente, mientras que los ocho inmortales irrumpieron en el recinto en llamas para aniquilar a cualquier superviviente que ofreciera resistencia. Ante el inminente peligro de ser derrocado, el Rey Dragón sacó las placas de jade y se las ofreció al Cojo Li con las dos manos, rogándole disculpas. Una vez recuperada la joya mágica, el inmortal Cojo Li metamorfoseó el dragón lanzallamas en una manguera, que con la ayuda de una oración apagó el incendio en un abrir y cerrar de ojos. El Rey Dragón, derrotado y sumiso, les imploró clemencia. Los ocho inmortales accedieron sin vacilación. Se despidieron cortésmente de la Corte del Dragón y volvieron a sus respectivas ermitas. Éste es el episodio más famoso de los ocho inmortales que se ha transmitido de generación en generación.
 
De los muchísimos cuentos chinos que existen (en forma de leyendas legendarias), solamente he seleccionado unos pocos donde se ve, con gran facilidad, el hecho de que los chinos sí narraban, de vez en cuando, relatos de ciencia ficción. Posiblemente el origen de este subgénero literario en China sea éste que transcribo tal como lo he encontrado: "El primer ser era Panku. El creció en un huevo cósmico gigante, que contenía todos los elementos del universo mezclados juntos. Panku se agrandaba alrededor de 10 pies por día. Al crecer él ha separado la Tierra y el Cielo en el interior del huevo. Paralelamente él ha gradualmente separado las numerosas oposiciones de la naturaleza, el hombre y la mujer, lo húmedo y lo seco, la luz y la oscuridad y el Yin y el Yang que, en el origen, estaban íntimamente mezclados en el huevo. A medida que él se agrandaba también ha creado los primeros hombres. Después de 18.000 años el huevo eclosionó y Panku murió del esfuerzo de la creación. De sus ojos salieron el sol y la luna, de su sudor, la lluvia y el rocío, de su voz, el trueno, y de su cuerpo aparecieron todos los aspectos naturales de la Tierra".
 
¿Cuentos chinos para inocentes que se creen todo lo que se les cuenta o verdadera imaginación creativa de cuentos chinos para iniciarse en la literatura de la ciencia ficción? Cada persona tiene su propia opinión pero lo que es evidente, tal como dijo Santo Tomás de Aquino (que es un tipo que me cae muy bien por la claridad de sus pensamientos en forma de frases escritas), "es evidente que existe la verdad; porque el que niega que existe la verdad, conoce que la verdad existe" y yo añado lo de "cita a la verdad luego sabe que la verdad es la verdad o no la citaría"  
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Foto del autor Jos Orero De Julin
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Descripción

Ensayo.

Palabras Clave: Literatura Prosa Ensayo Relatos Narrativa.

Categoría: Ensayos

Subcategoría: Sociedad



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