Partiendo de Locke (Reflexiones)
Publicado en Aug 26, 2015
“Los hombres olvidan siempre que la felicidad humana es una disposición de la mente y no una condición de las circunstancias". Es una frase de John Locke (Wrington, Somerset, 29 de agosto de 1632 - Essex, 28 de octubre de 1704) que fue un filósofo y médico inglés considerado como uno de los más influyentes pensadores del Siglo de las Luces. Lo que sucede es que la pregunta transcendental que nos debemos hacer es ¿tenemos miedo a la felicidad?... porque cuanto más observo y estudio a las sociedades humanas (que por cierto habría que saber calificar lo que quiere decir eso de humanas) más veces llego a la conclusión de que hay una gran parte de personas que sí, que tienen miedo a la felicidad y se agarran, como náufragos desesperados, a lo que ellos creen que es su tabla de salvación. Me refiero a las circunstancias. ¿Son de verdad las circunstancias las que nos otorgan el estado de felicidad? Muchos se dan cuenta, demasiado tarde por desgracia para ellos, que las circunstancias son siempre cambiantes. ¿Cómo poder entonces ser felices si estamos dependiendo de unas condiciones que cambian cuando menos lo esperamos y que hace que muchos estén siempre estresados por culpa de dichos cambios? ¿Puede ser la felicidad ese estado continuo de estrés que les hace precisamente seres infelices? ¿No es eso una triste paradoja de una cada vez más triste realidad? John Locke no estaba loco. John Locke decía una gran verdad.
El día 7 de septiembre del pasado año 2006 yo dejé escrito el siguiente pensamiento: "Si la cabeza fuese más humana, el corazón sería más sensible". Unamos a este pensamiento mío este otro que escribí el 5 de mayo del pasado año 2010: "Para conocer la Felicidad hay que haber conocido antes la Vida". ¿Puede alguien demostrarme, con absoluta verdad, que la felicidad consiste en entender la vida según las circunstancias? Existen muchos seres humanos que lo entienden de esa manera. Ese es el verdadero problema del cual hablaba John Locke. ¿Y la mente? ¿Qué sucede con la mente? ¿No es precisamente a través de la mente donde podemos encontrar en realidad nuestra felicidad y hacer felices a quienes se encuentran a nuestro alrededor? Buena pregunta. ¿Cuál es la respuesta? El poeta chileno Pablo Neruda (1904 - 1973) a quien yo siempre he admirado porque gracias a la ayuda de su libro "Veinte poemas de amor y una canción desesperada" pude encontrar la felicidad que tanto buscaba, dijo en cierta ocasión: "Algún día, en cualquier parte, en cualquier lugar indefectiblemente te encontrarás a ti mismo, y ésa, sólo ésa, puede ser la más feliz o la más amarga de tus horas". Encontrarse a sí mismo. Esa puede ser la primera piedra angular de la felicidad de cualquier ser humano sean cuales sean las circunstancias de su vida. ¿Qué es en realidad, la Vida, con V mayúscula de Valor, si no sabemos superar las circunstancias que se nos imponen desde el exterior de nosotros mismos y nos encontramos sin nada más que con lo que somos en verdad? ¿Para qué sirve todo lo que tenemos si no somos tal como queremos ser? ¿Es la felicidad tener o no tener o es la felicidad saber qué tenemos para sentirnos tal como queremos ser? Si nos despojan de algo, que no sea de nuestra alma. Si nos despojan de algo, que no sea de nuestros sueños. Si nos despojan de algo, que no sea de nuestra esencia. Porque el alma, los sueños y la esencia son los tres puntales que nos sirven para ser felices o para no serlo. "Tanto tienes tanto vales" es la peor frase que yo he leído en mi ya experimentada vida. Si tienes que valer por lo que tienes es que estás sometido a esas circunstancias que no te dejan ser feliz. El miedo a la felicidad es, precisamente, creer que cuando no tienes nada más que tu alma, tus sueños y tu esencia, eres un náufrago sin destino. Un destino. Famosa aspiración de muchos que se quedan en el camino de sus vidas sin haberlo conquistado jamás. Y es que quizás habría que definir con gran exactitud lo que es un destino que nos hace ser feliz. ¿Saben lo que opino yo sobre el destino? Para mí el destino sólo son "los bonitos paseos de la felicidad". En ese sentido, con la sinceridad con la que siempre escribo, lo confesé el día 3 de julio del pasado años 2014: "El cuatrienio 1990-1994 estuvo lleno de inolvidables momentos que jamás olvidaré y que han quedado grabados en mi memoria como los bonitos paseos de la felicidad. La felicidad alcanzada es la de estar casado con una esposa tan bella y atractiva como Liliana y tener dos hijas tan lindas y bonitas como Leslie y Carla. Con ellas estoy tan completo y tan realizado en lo sentimental y en lo amoroso que durante las jornadas laborales sólo pienso en las 3 de la tarde para salir raudo hasta nuestro domicilio y compartir toda mi vida con ellas: Lina-Liliana, Lina-Carolina y Lina-Carlina. Son Liliana, Leslie y Carla y no las cambio por ninguna otra emocionante aventura sentimental de las que he vivido. Las tres son únicas. Las tres son irrepetibles. Las tres son bellas y guapísimas y doy tres veces gracias a Jesucristo por cada día que amanezco junto a ellas, por cada día que comparto con ellas y por cada día que doy bonitos paseos de la felicidad con ellas. Tres momentos irrenunciables. Tres ocasiones para decir que canto a la vida que me ha dado tanto. Y es la única verdad de mi vida que deseo gozar a tope. Lo demás es tan secundario que pasear todas las tardes con las tres Linas de mi existencia es lo que me realiza tanto que comienzo ya a escribir más y mejor que nunca. Me lo paso pipa con ellas y escribiendo “Por esos pueblos del Wayne” porque Liliana, Leslie y Carla no sólo son mi mujer y mis dos hijas sino mis tres musas. Soy tan afortunado que no tengo una musa sino tres. Las otras ya no están en mis sentimientos". Fortuna. ¿De verdad se puede concebir que la pasajera y caprichosa fortuna de los muchos millones de euros en el bolsillo son el eje de la felicidad? Se equivocan tan gravemente quienes piensan así que pueden ser cualquier cosa poderosa pero no persona feliz en el verdadero sentido de lo que es ser persona feliz. ¿Se puede de verdad ser persona si nos falta la felicidad? Yo creo que no. Yo creo que ser persona supone, sobre todo, que se vive feliz sin circunstancia alguna que nos constriña la felicidad. El 27 de junio de este presente año 2015 escribí lo siguiente: "A muchos incrédulos, en vez de decirles que son inmovilistas (y lo son desde el mismo momento en que su incredulidad les convierte en seres pasivos), lo que debemos decirles es que si te veo no recuerdo bien quién eres pero debes ser muy importante. Y así, con esta frase elegante, educada y llena de esencial sentido, seguimos adelante sin pensar en aquella nostalgia que otros desean imponernos en contra de nuestra voluntad. Voluntad. Esa es la palabra que hay que saber interpretar. Estamos en el escenario del teatro mundial y, una vez dentro de él, no podemos dar lugar a las dudas que otros creen incontestablemente realistas. No. Las dudas, para quienes caminamos siempre buscando otro porqué, no son parámetros que midan nuestra voluntad porque, en ese caso, nos hubiésemos quedado inertes en nuestro punto de origen, dejando pasar a la vida. La vida hay que vivirla y no dejarla pasar. La vida hay que adaptarla a nuestra voluntad. Ese es el camino verdadero para estar felices mientras caminamos". Voluntad para superar a las circunstancias y voluntad para olvidar a las circunstancias. Alguno piensan que es un imposible. Pero... ¿qué saben de la voluntad quienes sólo viven condicionados por las circunstancias?... Tengo una respuesta más real que sus condiciones: "Voluntad es decir siempre sí a lo imposible" (20 de abril del pasado año 2011). Y es que vencer a lo imposible es siempre ir hacia lo imposible para llenar de felicidad no a nuestros bolsillos pero sí a nuestras almas, sí a nuestros sueños y sí a esa nuestra esencia que se despoja de materia para ser aventura. Alguien me dijo "hay que esperar". ¿Esperar a qué? ¿A qué tenemos que esperar para poder ser felices? ¿A que cambien las circunstancias como si la felicidad fuese un juego de lotería o la tómbola de las realidades? No. No tenemos ni debemos esperar. Podemos tener los bolsillos vacíos. Nos pueden obligar a tener que caminar por los estrechos senderos porque ellos gustan de pasear por las grande avenidas. Pero no. Ni el poseer ni el figurar son condiciones necesarias para ser felices. No poseemos porque no deseamos. No figuramos porque no deslumbramos. Pero con los bolsillos vacíos y paseando por los estrechos senderos podemos demostrar que somos tal como queremos ser. ¿Pueden ellos decir lo mismo o esconden su falsedad con las apariencias de felicidad cuando en sus miradas solo se reflejan la codicia sin límites y la tristeza de no tener suficiente? Olvidan que la felicidad no es una ambición. La Felicidad siempre empieza por Fe. Lo he dicho las suficientes veces como para demostrar que es una certeza absoluta si es que existe algo que realmente sea absoluto. El escritor y psicoterapeuta argentino Jorge Bucay, que nació el mismo año en que yo nací y que, por lo tanto, teóricamente ha vivido la misma vida que yo estoy viviendo, dice: "La felicidad es la certeza de no sentirse perdido". ¿Quiénes se sienten, en verdad, perdidos en el mundo de hoy como se han sentido siempre perdidos en los mundos del ayer? Los que sólo han decidido vivir según las circunstancias que, al cambiar su suerte, les convierten en nada. ¿Hay algo peor que ser nada cuando de seres humanos estamos hablando? Buena propuesta para comenzar a pensar. Pienso. Medito. Razono. Y comento. No es mi caso responder a las "deidades culturales" porque los dioses no me representan para nada en el espacio intercultural. Sigo adelante con el permiso de mi Autor. Yo sigo expresando pensamientos imaginistas usando la liberación expresiva (que no es lo mismo que la libertad de expresión sino algo mucho más elevado) para ser un ser humano que sueña comunicando y que no cercena su alma, ni sus sueños, ni su esencia con ninguna clase de ataduras. Y esas ataduras se llaman circunstancias. Aunque a muchos no se lo parezca, también es lógico (mucho más lógico de lo que ellos creen) despertar nuestras conciencias para poder soñar con una dimensión diferente. Es necesario, por lo tanto, ser diferente a la gente para ser feliz. Y cuando digo gente no digo persona sino masa. Dos conceptos tan distintos que son opuestos por una sola razón: a las masas les vencen las circunstancias mientras que a las personas nos identifica la fe. Personalidad. Es cuestión de personalidad. Lo voy a decir de una forma sencilla pero a la vez rotunda: me pueden arrebatar todo lo que tengo pero jamás podrán quitarme todo lo que soy. Fue por eso por lo que el 13 de septiembre del pasado año 2014 dejé escrito lo siguiente: "La personalidad nos regala todo aquello que los demás quieren quitarnos". Y es que cuando ya nada poseemos es cuando todo lo podemos conquistar. Un poco antes, el 14 de mayo del pasado año 2008, yo había escrito que "cuanto más de lejos analizamos a una persona más de cerca observamos su personalidad". Sí. Lo confirmo. Cuanto más lejos estamos de las circunstancias más somos tal como somos en la verdad y esa es la verdad que muchos olvidan porque son incapaces de sentirla. ¿Qué es sentir la verdad de nosotros mismos? La verdad de nosotros mismos se siente tanto vestidos con trajes de luces como desnudos con el traje de nuestros conocimientos. Luces. Conocimientos. Dos cualidades humanas que muchos han dejado de entender. Hablando de tener o no tener fue el estadista y científico estadounidense Benjamin Franklin (1706 - 1790) quien dijo: "Vacía tu bolsillo en tu mente y tu mente llenará tu bolsillo". Y es otra gran verdad. Tener luces significa tener el valor suficiente para enfrentarte a ese vacío que existe entre lo que se tiene y lo que no se tiene mientras que, a su vez, rebosar de conocimientos es lo que llena nuestras vidas de algo muy importante que algunos llaman libertad. ¿Y qué mayor sentido de felicidad puede tener esta vida si no es saber que nos hemos liberado de lo superfluo (de esas circunstancias que a muchos les encadenan en sus mismas vidas hasta que terminan por morir secos de ideales), hasta llenarnos de espíritu profundo para vivir la aventura de la felicidad? ¿No es la felicidad esa profunda existencia en el punto concéntrico de nuestros sueños? Es en esos sueños en que somos tan leales a nosotros mismos en donde radican los verdaderos parámetros para decir que estamos viviendo de verdad. ¿Las circunstancias? ¿Cuándo las circunstancias han significado algo tan sustancial, algo tan rotundo, algo tan fundamental? Ni las falacias de sus falsas expresiones cuantitativas les otorgan a ellos lo que a nosotros nuestros propios espíritus nos regalan. Y es que mientras a ellos les vencen sus fantasmas nosotros vencemos con nuestras fantasías. Dos maneras tan distintas de entender la felicidad que mientras ellos esperan a que las circunstancias se las sirva nosotros sabemos que la vivimos más allá de cualquier condición ajena que se nos quiera imponer. Vale más vivir de verdad que simplemente vivir. Despojados de lo superfluo, muchos se quedan sin objetivos vitales o se dedican a desflorar margaritas por ver si las circunstancias deciden decirles que sí o deciden decirles que no. ¿Qué clase de existencia puede ser esa? Supongo que si han determinado su futuro de esa manera es que desconocen la verdad de la alegría. ¿Qué es la alegría en este mundo de hoy? Lejos de las supercherías deformativas con que nos la quieren vender, la alegría es tal como dijo el militar y escritor británico Robert Baden-Powell: "Si tenéis el hábito de tomar las cosas con alegría, rara vez o encontraréis en circunstancias difíciles". En lugar de desflorar tantas margaritas más le valiera a muchos saber que las flores sirven para alegrar el espíritu de los desposeídos de toda clase de falsedad. Lo falso, lo que realmente es falso, es aquello que aparenta ser lo mejor cuando lo mejor depende sólo de una coyuntura temporal. Si nuestra felicidad sólo fuese una coyuntura dependiente del tiempo, ¿para qué serviría querer vivir todo el tiempo necesario? En caso de que no tuviésemos la certeza de que el tiempo es la eterna consecuencia de nuestra liberación no merecería la pena estar porque estar significa mucho más que una circunstancia pasajera. Todo pasa menos ese ser que llevamos dentro y que, cual brújula de nuestras existencias, nos indica continuamente que estamos latiendo en el centro de nuestro propio universo sabiendo que rima con verso. ¡Qué poema más grande saber escribir versos en el aire de la eterna primavera! ¡Brindemos pues poesía a nuestra forma y manera de entenderlo todo! Por poner un ejemplo de mi propia identidad puede ser así: "La conciencia se me desnuda de alma en esta ineludible huella de la vida y lo que la razón me desconoce ahora es el verdadero sentir que me interpreta. No es el último sonar de lo verídico sino el principio de un humano sentimiento y aunque el tiempo se desgrane junto a tu boca se hace algo eterno el momento de besarte. Múltiples destellos quedan en el cuerpo de tu presencia más acá de los sentidos; la razón se me pierde entre los misterios de tus labios ya calados en lo hondo y la luz de mi pensamiento ya desaparece en medio de este latido tan salvaje. Besarte... besarte es el único discurso de mi imagen pintada en tu carmín: un incansable corazón de aspecto femenino que penetra en mi pecho tocando la conciencia. El tiempo desaparece en el fondo de la escena mientras tu beso sube, sube y se convulsa dentro de este extraño lenguaje que me arde. Tan hondo es el sinfín de tus dos labios que tratar de hacer metáforas es imposible porque los símbolos se me han hecho fuego y el fuego arde en el regreso de tu mirada. Y veo tu boca encendida en el líquido cristal del sueño eterno de tu beso enloquecido en el mismo momento de besarte entera más allá de toda inhibición o de propuestas. Sobre el vivir abismado en tus caricias el registro viajero de besarte y poseerte comienza en este momento en que me hundo en medio de tus dos labios de amapola. Y de aquí a la pérdida del tiempo y la memoria solo existe ya el único espacio de tu boca. Me pueden llamar loco por amar pero nunca jamás cuerdo por odiar. Es la profunda diferencia entre quienes sabemos que la existencia es mucho más que ese aparentar la calma (cuando la calma no existe dentro del corazón) y los demás que sólo saben desear la guerra. Algunos lo llaman timidez y, sin embargo, es la mayor conciencia que he podido conocer. La timidez, que es un concepto totalmente opuesto a la cobardía es, por contra, la mayor valentía que puede tener un ser humano a la hora de elegir su propio universo sensorial. Sobre la timidez, la bella escritora estadounidense Lisa Kleypas, nacida en 1964, dijo: "Es fácil confundir la timidez con la frialdad y el silencio con la indiferencia". Exacto. Nigún ser frío puede tener la virtud de ser tímido y ningún ser indiferente puede tener la virtud de saber callar. Opino de mí mismo, en un acto de completa sinceridad, que estoy liberado de cualquier atadura menos de esta mi perpetua timidez que me hace seguir caminando en busca de amaneceres para alumbrar mis sueños. Timidez. Hermosa palabra desterrada por muchos que la han arrinconado en la esquina más oscura de sus vidas para querer decir que no le tienen miedo a nada. A la hora de la verdad resulta que los más valientes son siempre los más tímidos. A la hora de la verdad resulta que los más aventureros son siempre los más tímidos. A la hora de la verdad resulta que la timidez salta todos los obstáculos de las circunstancias y da la cara con el valor vestido de elegancia. Y es que para ser feliz o tienes la elegancia de saber callar como producto de esa timidez que es solamente inteligencia o sucumbes en el mundo de los habladores que sólo saben escenificar falsas escenas sin sentimiento alguno. El famoso novelista y ensayista ecuatoriano Juan María Montalvo Fiallos (Ambato, Ecuador, 13 de abril de 1832 - París, Francia, 17 de enero de 1889) dijo: "La soberbia es el abismo donde suele desaparecer hasta el mérito verdadero". Yo mismo dejé escrito, el día 6 de octubre del pasado año 2009, lo siguiente: "La soberbia hace que los hombres pierdan lo más hermoso de la vida: El Amor". ¿Alguien es capaz de demostrar que los soberbios son felices? Imposible. Querer demostrar que la soberbia produce felicidad es como querer hacer que de una fuente de agua amarga surja un manantial de agua dulce. Todos tenemos sed. Todos tenemos que calmarla. El asunto es o amargarte la vida bebiendo de la soberbia o conseguir que tu existencia sea siempre dulce bebiendo de la sencillez. ¿Hay algún ser vivo más feliz que el humilde pájaro que canta cuando sale la luz? Él sabe que casi carece de sustento pero nunca le falta la ocasión de dar la bienvenida, cada día, cantando sin preocuparse más que de cantar lo mejor que puede. Así somos también los humanos. O cantantes de multitudes que te envanecen con sus aplausos hasta el grado de la insatisfacción continua o cantores de minorías que te engrandecen solamente con su presencia sin mayor manifestación que una sonrisa a la vida. Quizás muchos de los muchos que pasean sus soberbias por los escenarios de este estar en la Tierra podrían aprender algo de lo que es la verdadera felicidad si supiesen despojarse de toda esa altanera pedantería de los fanatismos y las apariencias que, una vez roto el silencio, les hacen creer que son seres superiores hasta que llegan otros, incluso más altaneros que ellos mismos, y los desbancan del podio de los triunfadores. Siempre me ha hecho sonreír esto del podio de los triunfadores. Recuerdo mil batallas incontables si no fuese porque fueron ciertas: "Cuando llegaba el crudo invierno, el barro se nos pegaba a las botas y éstas comenzaban a pesar muchos más gramos que durante la alegre primavera. Entonces, en medio de la lluvia, el barro y el viento, el ardor que poníamos durante la batalla campal se traducía en crudeza, arisca sensación de que había que moverse, y movilizarse, para no quedarnos helados en aquel pleno pulmón de la Casa de Campo de Madrid donde el vaho era tan continuo que notabas, en el cogote, la respiración incontrolada de los rivales. Sorteando charcos, piedras, ramas caídas de los árboles, luchábamos hasta con los dientes por poseer el balón. Aquel campo era una verdadera olla de grillos enloquecidos por el canto del gol. Si alargabas la mano podías notar cómo el frío te hacía correr o, en caso contrario, te equivocabas a la hora de la creatividad. Aquella presión la vivíamos todos cuando, más allá de la arboleda perdida, yo me sentía poeta trazando líneas estrechas de pases imposibles que se hacían realidad; y miraba al cielo gris pidiendo a Dios que mis músculos no estallaran en plena lucha. Corríamos hasta por las bandas imaginarias bajo la niebla y el vaho. Jugar así era muy duro; pero nos hicimos fuertes gracias al clima áspero y a ese viento que nos tallaba el rostro como cincelados por un escultor invisible. Hasta el último segundo de los interminables partidos, cuando ya el cuerpo nos pedía alimento, sentíamos que la grandeza de aquellos partidos de fútbol era sentir la ilusión sin precio. Podíamos valer más o menos como atletas pero, todos juntos (amigos y enemigos) conformábamos el pelotón de los heroicos chavales de barrio que animábamos las mañanas domingueras con esa esperanza soñadora de quienes madrugábamos para iniciarnos en el arte de los pequeños grandes deportistas. Por mucha lluvia, mucho barro y mucho viento que tuviésemos que soportar, nuestro ardor era indomable. También se puede hacer arte en estas condiciones. Y lo demostrábamos. Y no nos lo regalaba nadie salvo ese bondadoso Dios que presenciaba nuestros encuentros y desencuentros más allá del etéreo paisaje. En lo alto de los pinos, los pájaros temblaban ante el peligro de poder recibir algún balonazo; pero nosotros afinábamos solamente la puntería para fusilar al portero rival. Y en medio de aquel fusilamiento colectivo, siempre salíamos vencedores del espacio y triunfadores del combate. A veces, muchas veces, el cantor lleva razón… y algún maravilloso e increíble pase de tacón mirando al infinito quedó para la Historia como un recuerdo imborrable". No sé qué tienen los perdedores, de los cuales he sido muchas veces buque consigna, que me hacen pensar que en la vida lo que de verdad vale, lo que de verdad tiene consistencia, no es saber perder o saber ganar sino quedarse con ese misterio profundo de escuchar a los pájaros cantando en medio de las batallas. ¿A qué batallas me refiero? No a las que convierten en héroes a los que salen en las páginas de todas las historias diarias sino a esos que luchamos por el único placer de saber que existimos. Las portadas hacen protagonistas circunstanciales a muchos héroes que se desmoronan cuando algún otro ocupa su lugar. No. No es esa la condición necesaria para ser feliz. Quizás la mayor de las alegrías sólo consiste en ver tu nombre escondido entre las noticias más ignoradas de quienes se dedican a crear héroes de pies de barro; porque en esa condición de casi invisibles sabemos que radica el único afán por el que merece la pena ser vencedor: quedarse en el recuerdo de quienes nos vieron en ese rincón del arte donde se quedan siempre los que más y mejor sueñan, los que más y mejor sienten, los que más y mejor sonríen por cada segundo en que se nos recuerda. No importan los años (que son solamente circunstancias nada más) sino esos breves segundos en que, cual rayo de luz verdadera, pudimos alumbrar el camino de quienes están perdiendo. Gracias a esa luz pueden conquistar sus metas aunque a muchos les suene a paradoja. Y es que las paradojas, tal como dijo el famoso y genial Albert Einstein, vienen a ser algo así: "La cosa más incomprensible del universo es que al final resulta comprensible". A lo mejor ahora ya me han entendido del todo los que van diciendo que no me entienden nada porque no les interesa entenderme no vaya a ser que se les escapen las circunstancias y se apaguen las luces de sus escenarios. ¿Matando a los gorriones? Es imposible alcanzar la felicidad matando a los gorriones. Quizás no sepan cantar pero son ellos la máxima expresión del amor. ¿Y cómo se puede conjugar el verbo matar con el verbo amar? Es del todo imposible. No es esa clase de imposibles los que fomentamos quienes sembramos semillas del bien con intención de recoger esos silencios que, de repente, son rayos de luz en los cielos de este mundo tan cambiante. Las circunstancias. Otra vez las circunstancias para querer justificar lo injustificable. Matando gorriones sólo se siembra dolor, lágrimas, llanto. ¿Y quién puede ser feliz cuando va arrebatando vidas a la felicidad? No hay justificación alguna porque los gorriones sólo sirven para amar. ¿Quién es tan mísero y pobre que no pueda comer sin matarlos? Nadie. Nadie es tan mísero y pobre más que quienes desean serlo. Y a ciertas alturas de la vida ver las cosas desde el punto de vista de la felicidad siempre pasa por no justificar nuestros desvaríos sean mentales o no sean mentales; porque es un desvarío total y profundo llenarse de sangre matando a los santos inocentes cuando los santos inocentes son solamente gorriones que buscan la paz para poder convivir con los seres humanos. ¿Hablamos de los seres humanos? Hablamos de los seres humanos. ¿Qué es lo que hay que tener para poder ser uno de ellos? Digan lo que digan todos los demás, lo único realmente indispensable que hay que tener para poder ser un ser humano es la nobleza. La Historia de la Humanidad ha demostrado, una y mil veces más, que matando a la nobleza no se acaba con la miseria ni con la injusticia. ¿Cómo se puede entender lo de un mundo mejor para todos matando a la nobleza? ¿No es la nobleza el atributo humano que nos hace ser superiores a los animales salvajes? Muchos son los que han confundido estos términos tan elementales para construir las cárceles de la libertad. No existe la libertad pero se habla de la libertad. Hablemos, pues, de la nobleza para poder encontrar esa liberación que nos eleva al grado superior de la Creación de Dios. Bien claro lo dejé escrito el día 13 de noviembre del pasado año 2009. Entonces escribí: "La nobleza es el arte de no hacer daño a nadie". Y lo sigo manteniendo tal como lo dije: "La nobleza es el arte de no hacer daño a nadie". Ahora añado algo que deduzco a través de la razón: ¿cómo es posible no hacer daño a nadie matándole por ser un ser humano con nobleza? ¿Qué clase de mundo feliz puede basarse en la incongruencia de matar a la nobleza para convertir a todos en lacayos de la ignorancia? Si la nobleza es el atributo que convierte a los humanos en seres superiores a los demás animales, ¿qué clase de animalidad es esa de eliminar a la nobleza para dejar al mundo más perdido que nunca por haberlo introducido en la espiral del odio? No sé bien lo que es el odio por no haberlo experimentado jamás pero intuyo que el odio puede ser lo que dijo el dramaturgo estadounidense Tennessee Williams (1911 - 1983): "Creo que el odio es un sentimiento que sólo puede existir en ausencia de toda inteligencia". ¿Hay algo más embrutecedor que un ser humano falto de inteligencia? Sí. Lo hay. Millones y millones de seres humanos faltos de inteligencia. Una realidad tan triste no puede producir una realidad feliz. Una realidad tan triste no puede producir un mundo mejor. Una realidad tan triste no pueder producir una sociedad donde reine la alegría. Un mundo tan triste es solamente un mundo muerto en mitad de la vida. Es por eso que es mucho mejor no estar en medio de las grandes avenidas de esta clase de mundo sino paseando por los estrechos caminos en los que todavía puede existir la esperanza para un futuro mejor. El día 9 de marzo del pasado año 2009 lo dije bien claro: "Un día entero vivido lleno de esperanza son veinticuatro momentos de luz que nos iluminan la existencia y nos dan motivo de fe hacia el futuro". Algo más de seis años después sigo pensando de la misma manera. Porque mi fe no es la falsa presunción de poseer la verdad sino la firme confirmación de que la Verdad existe y buscando la Verdad hallé el Camino y por el Camino supe lo que es la Vida. No. No retrocedo ni un solo paso hacia atrás después de haber descubierto tan grandes cosas. Y es que no son, en realidad, cosas sino sentires, sentimientos, sentidos de que nuestra existencia es un punto de referencia dentro del universo. Si existe inteligencia en el universo nuestra obligación vital es vivir con inteligencia. El día 9 de junio del pasado año 2014 se me ocurrió escribir: "La valentía no es el producto de la desesperación sino el fruto de la inteligencia". Debería valer este sencillo pensamiento para poder entendernos dentro de este pequeño rincón universal donde nos ha tocado vivir. Considero volver a repetir lo que dejó escrito la francesa George Sand (1804 - 1876): “La inteligencia busca, pero quien encuentra es el corazón”. Porque yo os puedo afirmar, con total rotundidad, que la inteligencia no reside en el cerebro (como casi todo el mundo cree de manera equivocada) sino que se encuentra viviendo dentro de nuestro corazón. "Tal como siente tu corazón así eres en verdad". Lo pudo haber dicho hasta el mismo Jesucristo del cual soy un firme e irrenunciable seguidor. No me arrepiento jamás de buscar ese Destino que me libera de cualquier circunstancia para dejarme solo con la esencia del alma dispuesta a seguir hacia el eterno horizonte donde el sol alumbra las aguas y filtra sus rayos para germinar una Tierra de amor. Destino. Brillante Palabra. Brillante Luz. El día 17 de julio del presente año 2015, casi podríamos decir que ayer mismo, hice un brevísimo comentario que dice así: Escribir es siempre "un amor sin barreras". Eso debería ser. ¿Eso es en realidad? Meditemos un poco antes de enunciar ciertos axiomas de ideologías caducas. Amor sin barreras. ¿Qué estamos viendo, día tras día, en nuestra actualidad? Muchos quieren mirar hacia otro lado, hacia otra circunstancia, para no verse reflejados en el espejo del desamor. Lean sin ponerse la máscara ocultadora del teatro de la vida, este también brevísimo diálogo del desamor que escribí el 11 de junio del pasado año 2009. Lean sin máscara teatral alguna y luego mediten si es que desean comprender. – Yo te quise como se quiere sólo una vez en la vida – Por supuesto que me quisiste. Con egoísmo… – Sólo me mostré cual era. Todo el amor estaba en mí. – Y te olvidaste de mí. Que todo el amor también estaba en mí. – Lo siento. – Ya no lo sientas más. Te has quedado liberado. – No. Me he quedado hundido… – Entonces tendrás que vivir en lo subterráneo… ¿De qué personajes estaba yo escribiendo? ¿De un sueño o tal vez de una realidad? Mediten y vean lo que está sucediendo en el actual año 2015. ¿Quiénes son los que aman y quiénes son los que matan al amor? ¿Quiénes se dedican a sembrar gorriones que hablan de amor y de paz y quienes se dedican a seguir matando a esa clase de gorriones? Desamor. Otro comentario más (esta vez no importa la fecha porque al parecer no tiene caducidad): "A veces hasta los males de amores nos dan vida. De amor se vive, se padece, se sufre, se ríe y se llora… de amor y desamor está la vida llena. De amor y de desamor seguimos latiendo". ¿Qué extraña enfermedad es la que ha invadido el corazón de tantos seres humanos que han dejado de seguir latiendo para alimentar la impavidez de esa clase de desamor llamada odio? Quizás estemos empezando a comprender. El poeta y escritor portugués Fernando António Nogueira Pessoa, más conocido como Fernando Pessoa (Lisboa, 13 de junio de 1888 - Lisboa, 30 de noviembre de 1935) dejó escrito tal vez hablando de sí mismo: "Para comprender, me destruí. Comprender es olvidarse de amar. No conozco nada más al mismo tiempo falso y significativo que aquel dicho de Leonardo da Vinci de que no se puede amar u odiar una cosa sino después de haberla comprendido". Parece un acertijo imposible de desentrañar. Voy a ver si logro descifrarlo de manera sencilla pero significativa: Pessoa quería decir que lo que se llega a comprender se llega a amar o se llega a odiar pero no existe un término medio porque la indiferencia es propia de corazones podridos. Quizás ya sepan cómo soy en realidad los que me vieron destruir mi propio mito allá por la década de los años 70 del pasado siglo XX. Lo que sucede es que ya estamos en el siglo XXI y, en verdad les digo a todos ellos, que aquello sólo fue el inicio de mi felicidad aunque no puedan comprenderlo. Y hablando de comprensión me entra de nuevo el sueño. Quizás mañana, al despertar el nuevo día, muchos hayan tirado al cubo de la basura las máscaras ocultadoras de su infelicidad. Si es así me alegro por todos ellos porque será señal de que empiezan a dejar de ser envidiosos. Estoy seguro de que me recuerdan aunque sigan sin entender (y es que entender es mucho más difícil que solamente comprender) por qué lo hice sabiendo que lo volvería a hacer cuántas muchas veces más se hubiese repetido aquello de superar a las circunstancias para quedar feliz y plenamente liberado de cargas ajenas a mi voluntad. Creo que ese es mi mejor camino porque voy más ligero que antes y apenas se cansa mi fe. Por eso lo hice y por eso lo volvería a hacer en nombre de esa liberación que muy pocos conocían. Que la conozcan ahora me parece hasta divertido.
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