Nuevo Cuaderno: En Jpiter (Diario)
Publicado en Sep 05, 2015
Hoy me he levantado de la cama más aventurero que nunca; así que me he ido hasta la Plaza del Casino y he aprovechado una ganga de fin de verano para montar en un cohete y salir chutando hasta Júpiter. Y resulta que allí, en Júpiter, he conocido a todos los dioses y a todas las diosas, desde Apolo hasta Diana de la cual, por supuesto, me he enamorado locamente. Sé que algún día de estos, por enamorarme locamente de tantas diosas, Júpiter me va a perseguir por culpa de sus enfermizos celos ya que resulta que en Júpiter se encuentra el Olimpo y Júpiter tiene más malas pulgas que las de un sambernardo siberiano después de haber bebido del barrilete de coñac. Porque Júpiter también es de los que soplan más de la cuenta.
Así que he decidido irme al Bar Avenida y he entrado saludando con un buenos días en español a lo cual ninguno de los presentes me ha respondido nada y se me han quedado mirando con la boca abierta; porque resulta que todos son catalanes independentistas, pero me importa menos que un pimiento porque me he dedicado a no pelearme por cuestiones de las hablas (que me parece una tontera y media) y me he puesto a ligar con Diana, la diosa de la caza, mas en estas estaba cuando ha aparecido Dioniso más pimplado que una cuba y venía con la mona cogida (no sé si era Chita pero he preferido estar a la chita callando) y el menda me ha preguntado, nada más conocerme, cómo me llamo, cuántos años tengo y de qué país soy. Las preguntas me han parecido tan aburridas que me he puesto a reír y Dioniso, con una cogorza como la cola de un piano, ha bajado sus dos orejas (que las tiene más largas que un perro pachón) y se ha ido a hacer gárgaras a no sé qué rincón del Avenida porque yo ya no me he preocupado de eso y he seguido ligando con la diosa Diana. Una vez despejado el campo he pensado que cuantos menos burros delante mucha mayor claridad: célebre pensamiento hispano que aprendí de mi abuelita materna. Y luego me he puesto a jugar con la diosa Diana al Mágico Solitario. Resulta que ella me ha ganado por 31-16 que debe ser, por lógica deductiva, las edades que tenemos ella y yo. Así que, como ella se pasa de los 30 años de edad y yo todavía no llego a los 18, se me ha terminado el rollo y he decidido aprovechar la ocasión para regresar al mundo murciano. La próxima vez que me dé por ir a visitar Júpiter no me voy a dedicar a ligar con la diosa Diana, que es muy aficionada a cazar a los ingenuos, y prometo que me enrollaré con las ninfas marinas para divertirme un poco nadando con ellas y jugando al waterpolo, porque las ninfas marinas nunca se acaban porque no se mueren nunca. Menos mal, Gracias a Dios, que no soy ningún novato en esto de hacer viajes raros pero es que me encantan. Y encantado he salido de casa hacia la Bilioteca para narrar tan extraordinario viaje que ni lo podría haber soñado el mismísimo Marco Polo. Pero la verdad es la verdad y como la verdad es la verdad pues por eso he estado en Jüpiter; por lo menos que yo sepa. Lo que sepan los demás es problema de los demás. Y como no tengo problemas raros -salvo el de llegar a fin de mes- pues me parto de risa cuando me cuentan lo de los complejos de Edipo, porque jamás en mi vida he conocido yo esa clase de complejos y por eso cuando se pone de moda Sigmund Freud, me descojono de risa. Post Data: Me parece que Sigmund Freud se ha vuelto a poner de moda entre los muchos acomplejados que pululan por el Cosmos, el Universo y la Tierra entera; solo que ahora no se tumban en un sofá a contar historias para no creer sino que se dedican a contar trolas y bolas poniéndose un casquete bipolar en la cabeza. ¡Dios mío que mundo este!.
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