Nuevo Cuaderno: Partido en Coventry (Diario)
Publicado en Sep 14, 2015
Yendo yo, en el año 1983, recién licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, y para celebrar tal efeméride, camino de las Islas Vanuatu (antes llamadas Islas Nuevas Hébridas), tuve la feliz idea de hacer escala en Coventry; una ciudad situada en el centro de Gran Bretaña, siendo la ciudad inglesa más lejana al mar, a 153 kilómetros al noroeste de Londres, a 30 kilómetros al este de Birmingham y con unos 300.000 habitantes más o menos. El caso es que yo había reservado una habitación, por medio de un fax, en el Coventry Hilton ya que me mostraba sumamente generoso por haber conseguido la titulación de periodista profesional. Estando ya en mi habitación recibí una llamada telefónica de un tal Míster Clarke hablando en nombre del Club de Fútbol Coventry City.
No salía yo de mi asombro cuando el citado Míster Clarke me hizo saber que conocía mi éxito conseguido con el Bustares de Guadalajara, en España, cuando logramos ganar la Copa de Verano al Hiendelaencina, también de Guadalajara, en España y que, sabiendo lo muy bien que había yo jugado aquel partido, me rogaba que, por favor, tuviese yo la amabilidad de dedicar un día entero para jugar un partido amistoso que iba a celebrar el citado Coventry City contra uno de sus más terribles rivales: el Aston Villa. Antes de que yo pudiese reaccionar me rogó con tanta insistencia que, sin saber por qué, acepter a jugar aquel partido. Para poder charlar sobre el mismo, el tal Míster Clarke se ofreció voluntario a venir a visitarme al Coventry Hilton y que él pagaba lo que amistosamente tomáramos para conocernos personalmente. No pude hacer otra cosa nada más que aceptar. Y media hora después se celebró nuestro encuentro. Venía acompañado del famoso jugador Terry Gibson, recién fichado del Tottenham Hotspur. Pronto hicimos gran amistad los tres tras una rápida conversación. - Escuche, Míster Diesel, tanto Terry como yo hemos oído hablar mucho de usted. - Llámeme solamente Diesel, Mister Clarke. - Llámeme solamente Clarke, Míster Diesel. - ¿Y a usted cómo tengo que llamarle, Míster Gibson? - Llámeme solamente Gibson, Míster Diesel. - Pues ustedes dirán... - Lo que nosotros venimos a decirle es que, por favor, juegue con nosotros mañana mismo contra el Aston Villa. - Está bien, Clarke; pero qué gano yo con todo eso... porque no quisiera yo que los del Aston Villa la tomen conmigo y no hagan otra cosa más que insultarme durante los noventa minutos que dura el partido más los que quiera añadir el árbitro según sus antojos... - En Inglaterra no insultamos a los rivales. - ¿Aunque sea un partido de máxima rivalidad? Entonces intervino Gibson. - Nosotros no somos como los del Leganés jugando contra los del Ciempozuelos que parece cosa de locos... - Dejando las locuras aparte... ¿por qué yo precisamente?... - Porque mañana debuto con el Coventry City y quiero que tú estés a mi lado. - ¿Un capricho de jugador millonario tal vez? - No. Es que me he enterado de lo sacrificado que eres en los campos de fútbol. - ¡No lo sabes bien, Gibson! Recuerdo un día en que, estando jugando con Los Pitufos, al llegar el descanso sentía las piernas tan cansadas que las tenía "rotas" pero, a los diez minutos, me repuse del todo y ganamos el partido con dos goles míos: uno de cabeza en la primera parte y otro de un disparo desde el centro del campo en la segunda. - ¿Tú jugaste con Los Pitufos? - Parece un cuento de niños pero es verdad. - Entonces... ¿acepta usted jugar con nosotros?... - Escuche Clarke... si no me queda otro remedio... - ¿Qué regalo quieres si ganamos el partido? - Que me pague el Coventry City mi billete de ida y vuelta a las Islas Vanuatu que antes se llamaban Islas Nuevas Hébridas. - ¿Solamento eso? - Solamente eso. - ¿No quieres un Mercedes? - No, gracias. No deseo Mercedes. Sin decir nada más, el llamado Míster Clarke me invitó a pasar la noche en su propia casa para que yo no tuviera problemas a la hora de llegar puntualmente al Estadio Ricoh Arena de la ciudad de Coventry. Allí, en su propio domicilio, Clarke me presentó a una guapísima chavala que trabajaba de sirvienta. - ¿Le apetece quedarte a vivir con nosotros, Diesel? - Se lo agradezco mucho, Clarke... pero no puedo... - ¡No te preocupes por tu futuro! ¡Ella es multimillonaria pero le da por hacer trabajos sociales de manera solamente voluntaria! ¡Es un gran partido! - Supongo que sí... que mañana es un gran partido... - Me refiero a ella... - Pero resulta que no puedo... - ¡Déjese de bromas, Diesel! ¡Usted podría dar clases de Literatura Española en el College Barr's Hill de esta ciudad y ganarse un gran sueldo! - No me veo yo dando clases de Literatura Española en el College Barr's Hill de Coventry ni en ningún otro College de la Gran Bretaña. - Pero si sólo es cuestión de que hable bien el español... - Pero va a ser que no... - ¿Pero y si sí? - Sisí fue emperatriz y yo sólo soy un aventurero. ¿Comprende la diferencia? - ¿Entonces? - Entonces es que es otro mi destino... Al día siguiente se celebró el partido y yo jugué reforzando al Coventry City contra el Aston Villa. El encuentro resultó ser un espectáculo increíble que si te lo cuentan porque no lo has visto no puedes creerte que haya sido verdad. Recuerdo que nosotros vestíamos con camisetas, pantalonetas y medias de color azul celeste y que los del Aston Villa vestían con camisetas, pantalonetas y medias de color vino tinto. También recuerdo que el partido lo ganamos nosotros por 1-0. En esta ocasión yo no fui el goleador pero sí fui el que hizo la jugada más gloriosa de todo el encuentro. Era el minuto 90 del partido y todos daban ya por hecho que terminaría con empate a 0 y que la Copa se la llevaría el Aston Villa por jugar en campo contrario; pero entonces cogí un balón en el medio campo, controlé el esférico y me lancé en carrera hacia la portería rival por mi banda derecha hasta que, al llegar al poste izquierdo de la portería que defendía el arquero del Aston Villa y cuando ya todo el mundo pensaba que el balón se iba fuera del campo, acerté a dar "el pase de la muerte" y Terry Gibson sólo tuvo que empujar el balón para marcar el gol de la victoria ya que la portería rival estaba totalmente desprotegida. Al terminar el encuentro, una vez que por decisión de Míster Clarke y del mismo Terry Gibson me regalaron la Copa a mí, me llevaron en automóvil al Coventry Airport. Allí Clarke me compró el billete de ida y vuelta para las Islas Vanuatu, antes llamadas Islas Nuevas Hébridas, y Gibson, como se llama Terry, me invitó a una copa de Terry. - ¿No quiere fichar por nosotros? - Lo siento, Clarke, pero no puedo... - ¡Ahora resulta que no puedes hacer nada de nada! - Tranquilo, Gibson, no es es eso... - ¿Entonces por qué te vas a las Islas Vanuatu que antes se llamaban las Islas Nuevas Hébridas? - Porque simplemente me voy. - ¿Vas a jugar al fútbol en Vanuatu? - No. Sólo voy de cachondeo. - ¿Qué quiere decir eso de que vas sólo de cachondeo? - Que me puede ir muy bien o que me puede ir muy mal. - ¿De qué depende que te pueda ir muy bien o te pueda ir muy mal? - Del color de las patillas de las gafas con que se me mire. - ¡Jajajajajá! Y como ya no había nada más que decir en la Gran Bretaña, subí al avión y volé hacia las Islas Vanuatu, antes llamadas Islas Nuevas Hébridas, mientra acariciaba la Copa que tan generosamente me había regalado Míster Clarke como recompensa a aquella inolvidable jugada del "pase de la muerte" que en el fútbol sirve, muchas veces, para ganar partidos de la máxima rivalidad. Gracias a Dios que los hinchas del Aston Villa aplaudieron aquella genial jugada y no se acordaron, para nada, de mi madre ni de ninguno de mis parientes por parder el partido debido a dicha jugada. Son gajes del oficio, pensé para mis adentros, y comencé a dormitar con la Copa entre mis brazos y una sonrisa de angelito feliz.
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