Esa insigne sensacin llamada misterio (Reflexiones)
Publicado en Oct 05, 2015
Somos mucho más de lo que parecemos ser. Siempre tenemos una escondida parte de nuestra personalidad que, a veces, nos impulsa hacia la aventura de vivir algo que no teníamos pensado de antemano porque el simple hecho de pensar no es todo lo que contiene nuestra naturaleza humana; por eso, a veces, somos esa insigne sensación llamada misterio. ¿Qué es el misterio humano? Thomas Carlyle dijo: "¡El misterio! Si, un misterio profundo nos envuelve. Cuanta mas luz, mas misterio".
Existe una esencia pluralista, manifestada en miles de diversas concepciones individuales, que se llama imaginación. Yo mismo fui quien, en su dia, escribí que "la única realidad que existe son los confines de tu imaginación". El misterio de cada uno de nosotros, los seres humanos, consiste en saber descifrar esa luz que nos ilumina el pensamiento hasta convertirnos en personas surgiendo del afán por existir como lúcidos entretenimientos de nuestras conciencias. Somos más humanos cuanto mayor imaginación poseemos, porque resulta que al crear nuestros mundos estamos ejercitando el poder de la comunicación en su grado más elevado: nuestra propia condición humanizada. Todos podemos aportar tiempo y creatividad para ser más completos en nuestra unívoca existencia. Podemos ser los héroes que estamos buscando desde que comenzamos a creer en la existencia de nuestros sueños. Héroes de nosotros mismos buscando dar salida a nuestro misterio humano. Para poder explicarlo mejor hago prosa mi propia poesía: "Infinita presencia de eso que se llama eterno devenir entre el tiempo y las ausencias; el misterioso y profundo enigma de este ser circunscrito en el signo de la luz". Misterio. Somos un misterio pleno de irisaciones hacia el fondo de nuestras almas y surgimos (cuando nadie cree que podemos llegar al alcance de nuestros mas profundos anhelos), al soñar que hemos alcanzado ese espacio de presencia en lo más hondo de nuestros pensamientos. Ramon J. Sender narró el siguiente párrafo: "Cuando hubo colgado suspiró confuso y se dijo que las cosas le empujaban en la dirección de un misterio nuevo. Suele ser así siempre. ¿No es la vida entera un solo misterio siempre nuevo?". Yo me pregunto a mi propia imaginación: "Cuántos párrafos necesitamos los hombres y las mujeres para comprendernos en lo más profundo de nuestras vivencias?". Y supongo que la respuesta esta en la lúcida comprensión de nuestro propio misterio. Es ahí, en esa especie de velo transparente por donde penetra la fungida luz de nuestros tangibles talentos, donde queda impregnada la huella de nuestro propio caracter singular. Y es que cada misterio humano es una original propuesta de realización personal que nos planteamos siempre como premisa para entendernos en la mayor amplitud de nuestras conciencias. En el mundo de las premisas conclusivas somos ese paso que debemos dar siempre para no quedarnos en el ostracismo de las ideas irresolutas; somos ese paso que nos enfrenta a nuestro propio yo para declararnos partícipes de algo más que una simple presencia sin carisma; somos ese paso que nos descubre como seres conteniendo esa esencia que nos permite conciliar lo que soñamos con lo que pensamos, lo que pensamos con lo que decimos y lo que decimos con lo que hacemos. He ahi la cuádruple condición permanente de nuestro misterio: soñar, pensar, decir, hacer... para poder llegar a la misma reflexión a la que llegó Henry Miller: "Vivir sus deseos, agotarlos en la vida, es el destino de toda existencia". Yo me asomo al pretil del puente que separa a la existencia humana del abismo irracional y contemplo ese misterio que lanza su luz desde el horizonte y sobrepasa el grito de Edward Munch para dejar grabado en el lienzo de mis esperanzas un único deseo: ser lo que en verdad Dios ha decidido que yo sea. Ese es el misterio de mi propia voluntad humana.
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