Yidisí (Diario)
Publicado en Oct 17, 2015
Hay palabras que surgen de repente, sin previo aviso, como llegadas al pensamiento desde un golpe de fortuna de la imaginación expansiva. Eso es lo que me sucede con yidisí. Llevo varios días, desde que llegué a Branford, intentando descubrir el significado mas apropiado para ella; una manera activa de tener ocupado el caudal de las palabras que aumentan mi diario vocabulario. No es que no tenga posibilidades reales para ponerla en funcionamiento sino que lo que sucede es que puedo tener varias alternativas (todas ellas reales) para poder definirla.
Por ejemplo, cuando estoy detenido en el tiempo me da la sensacion de que yisidí puede referirse a la distancia que existe entre el Hogar de Molina y el Starbuck de Brandford; que es lo mismo que decir la distancia que existe entre el azúcar dominó de estas tierras y los jugadores de dominó de por aquellas otras. Vendría a ser algo asi como la semejanza que existe entre un café en soledad y la soledad de un café. ¿Es equivalente esta proposición literaria? Si mido el tiempo a traves de las coincidencias encuentro el punto exacto para definirla: yidisí es el espacio mental que se usa para establecer una conexión entre lo que vivimos y lo que estamos viviendo; o sea, dos algoritmos equitativos en este estar presente en unas coordenadas espaciales y unas coordenadas mentales. ¿Y no podría ser que yidisí significara una ausencia premeditada para poder mantener la inquietud de un párrafo poético y su relevancia? Podría ser que sí. Podría ser que yidisí significara el verso que anteponemos a la siempre penúltima frase del inicio de un atardecer. Tampoco está falta de significación esta manera de concebir lo que practicamos acompañados de una tenue y suave música para crecer, por dentro, como personas; un poco más de esencia pensando en los minutos que arrancamos al atardecer para convertirnos en vocablos de nuestra existencia: nuestro yo mantenido en un suspense interpretativo con el que nos podemos convertir en el personaje más significativo de una historia que hacemos nuestra para poder identificarnos con un mundo reversible. Y entonces, a la realidad la podemos llenar de sueño y al sueño lo podemos llenar de transición. ¿Cuál es la transición de dicho sueño? Precisamente eso que yo llamo yidisí como adverbio copulativo del significado de la existencia. También podríamos tomar la palabra yidisí y convertirla en un sustantivo nominal de nuestras emociones atemporales: esas que no necesitan ningún tiempo determinado para sentirlas como propias a la hora de interpretar nuestros roles en la misma dinamia de la aventura diaria. En este caso, yidisí puede servirnos para decir que estamos en un camino de sentires que nos guía hacia el preludio de otra manera de pensar. ¿Por qué no podemos tener otra manera de pensar y seguir siendo la misma persona que fuimos ayer? Por supuesto que podemos. Por supuesto que yidisí puede ser ese axioma que nos conculca algún error del pasado y nos ocupa en algún acierto del presente. Con esa certeza de que encuentro suficiente contenido en cada uno de estos inicios de atardeceres en Branford, me refugio en el interior del yidisí y vuelvo a caminar protegido por la luz de mi propia imaginación.
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José Orero De Julián