A solicitud de una prima, quien perdiò a su hija.
 PARA MI DIFUNTA HIJA.
Recordada hija de mi corazón,
te traje al mundo para que vivas
y me veas morir algún día,
por que es parte de la vida.
Sin embargo el destino cruel
quiso arrancarme el alma
apartándote de mi lado para siempre.
Te embarcó en esa nave misteriosa
que surca el mar de las lejanías,
dejándome en la playa de mis desdichas,
acariciando tu recuerdo en cada instante
de mi vida, que se hace lenta con tu partida.
Mis días caminan sin rumbo, como procesión
de sentimientos desdichados, martirizando
mis pensamientos, que son fieles devotos
de tus horas idas, de tus sonrisas ya perdidas
entre nubes celestiales que se alborotan
en ese altar que te he construido, aquí
muy dentro de mi pecho, bebiendo
el cáliz del amor de madre, que siempre
ha sido, es y será, el más puro, el más sincero.
Hija mía, tú que estás cerquita de Dios,
Dile que me enseñe a vivir sin ti,
Dile que quiero seguir viviendo
para mis demás hijos, pero no puedo.
Dile que me envíe la resignación.
Finalmente hija, nadie te arranca
de mi pensamiento, soy prisionera eterna
de tus recuerdos, de esos momentos
tiernos de tu existencia, de todo lo
hermoso que fue y de todo lo lindo
que pudo ser.
Autor: Raymundo Reynoso Cama.