En busca del t (Reflexiones)
Publicado en Nov 12, 2015
Acostumbrados siempre a esa perpetua continuidad de estar buscando nuestro yo para saber cómo somos en realidad, sorprende en el mundo actual que haya algún ser humano buscando el tú. Al resto de la sociedad parece que le da por ir diciendo que se debe tratar de un loco o de alguien muy próximo a un loco; porque durante el proceso psicológico, desde que nacemos, estamos acostumbrados a conocernos tanto a nosotros mismos que se nos olvida conocer a los demás. ¿Qué consecuencias acarrea esta forma tan conspicua de actuar que nos empuja a opinar, de quienes dedican sus esfuerzos a conocer a los demás, que se trata de un loco o que está muy cerca de ser un loco?
Conozco a Manolo de toda la vida. Pues bien, Manolo tiene muy claro algo que, para mí, es una verdadera paradoja. Manolo va predicando que él es solamente un yo y nada más que un yo. Pero fijándose bien en Manolo uno le ve siempre triste, negativo, cabizbajo y hasta sin ganas de vivir. ¿Qué ha suedido con Manolo? La respuesta es muy simple: nadie le ha buscado en su vida. Y esa sensible carencia afectiva ha convertido a Manolo en eso que muchos llamamos ostracismo singular. Hablemos de lo que es el ostracismo singular, porque es la hora de mojarse llueva o no llueva. Al menos eso es lo que dice Benítez. Se conoce al ostracismo como el islamiento voluntario o forzoso de la vida pública que sufre una persona, generalmente motivado por cuestiones políticas o sociales. Y cuando el ostracismo se refiere a una sola persona consigo misma nos encontramos ante un caso de ostracismo singular. La promesa de todo buen cristiano o toda buena cristiana debe ser un ejemplo, serio y profundo, de buscar el tú para que no suceda lo que sucede con Manolo. Eso no debe ser, para nada, un secreto. Vivir en busca del tú, de manera bien visible, es preguntarnos, por ejemplo, algo así: si no ha venido Máximo es que no está bien. ¿Qué sucede cuando nos preocupa que no haya venido Máximo? Que estamos buscando a Máximo; o sea, que estamos en busca del tú. Parece una perogrullada y, sin embargo, posee un fondo social de extrema importancia. Sin apenas pretenderlo estamos emitiendo una señal de aviso a toda la sociedad a la que pertenecemos. Si Máximo no ha venido es porque Máximo debe estar sufriendo de ostracismo singular; que quiere decir que Máximo ya está en su mínimo como ser sociable. La búsqueda continua de nuestro yo es propio de la edad que tenemos; esa edad con la que nos frustramos cuando alguien sonríe porque busca el tú para recordarnos que ahí radica la felicidad de los seres humanos. Recordemos siempre, por poner otro ejemplo importante, que si la Soledad no acude a la cita es porque la hemos abandonado y hemos dejado de pensar en ella o, dicho de otra manera, nos hemos citado con la Soledad y, sin embargo, nos hemos ido con la Esperanza a otra parte. La Soledad busca su momento oportuno para ser verdaderamente querida pero, como estamos pendientes solamente de nuestra Esperanza, hemos dejado a la Soledad en el olvido. ¿Renovación o traspaso de obligaciones? Es una posiblidad real que la Soledad ya no confía en nadie más que en ella por no haberla buscado después de haber quedado citados. Si lo que estamos haciendo es renovar continuamente nuestro yo y traspasar la búsqueda del tú a alguien llamado por ejemplo Julio, es lógico que si Julio no responde la Soledad ésta se quede sola cuando llegue la época de las vacaciones veraniegas. ¿Por qué sucede eso? Porque nosotros, al igual que hace el llamado Julio, no hemos hecho otra cosa sino atender únicamente a nuestra Esperanza. ¿Qué esperanza de realización personal puede tener ya la Soledad si no nos empeñamos en querer estar con ella para poder comprender sus frustraciones? Y aquí interviene un nuevo factor humano que se llama la Gloria; porque se dan muchísimos casos de quienes buscan a la Gloria abandonando a la Esperanza con la que habíamos abandonado a la Soledad. Quizás esté muy de moda actuar de esta manera y hacerlo así, pero no deja de ser un desprecio a la búsqueda del tú o, dicho de otra manera, una forma de vivir con complejos de egoístas sin obligación moral alguna. Pensad en todo esto y hasta siempre compañeros.
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